viernes, 30 de marzo de 2007

Eduardo Galeano: El derecho de soñar




El derecho de soñar no figura entre los treinta derechos humanos que las Naciones Unidas proclamaron a fines de 1948. Pero si no fuera por él, y por las aguas que da de beber, los demás derechos se morirían de sed. Deliremos pues, por un ratito. El mundo, que está patas arriba, se pondrá sobre sus pies. En las calles los automóviles serán pisados por los perros. El televisor dejará de ser el miembro más importante de la familia, y será tratado como la plancha o el lavarropas. La gente trabajará para vivir, en lugar de vivir para trabajar. Los cocineros no creerán que a las langostas les encanta que las hiervan vivas. Los historiadores no creerán que a los países les encanta ser invadidos. Los políticos no creerán que a los pobres les encanta comer promesas. El mundo ya no estará en guerra contra los pobres, sino contra la pobreza y las industria militar no tendrá mas remedio que declararse en quiebra por siempre jamás. Nadie morirá de hambre porque nadie morirá de indigestión. La educación no será el privilegio de quienes puedan pagarla. La policía no será la maldición de quienes no puedan comprarla. En Argentina, las locas de Plaza de Mayo serán un ejemplo de salud mental, porque ellas se negaron a olvidar en los tiempos de la amnesia obligatoria.


Gracias Indianapo

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