miércoles, 1 de agosto de 2007

Carta a un hijo de puta

Carta de la compañera de Julio Castro , Zaira Gamundi al dictador Gregorio -GoyoÁlvarez; que había sido alumno del maestro en la Escuela Sanguinetti.

Señor general:

Es mi desesperación de esposa - que desde el 1 de agosto nada sé de mi marido - la que me lleva a pedirle con todo respeto que me conceda una entrevista. Hace hoy 57 días de la desaparición de mi esposo, sin que se me comunique nada y sin que se responda a mis reiteradas gestiones ante las autoridades correspondientes. Mi esposo es Julio Castro, el que fuera su maestro en la escuela Sanguinetti. Estoy segura de que usted tiene que recordarlo por su excepcional calidad humana, así como Julio Castro tenía presente en usted al pequeño escolar. Hay relaciones que no se destruyen y una es la que se establece entre el maestro y el alumno. En nombre de ello y acuciada por la creciente desesperación, es que me decidí a insistir en mi pedido, porque creo que sólo usted puede ayudarme y orientarme para saber dónde está y cómo se encuentra este maestro que, próximo a los 69 años, se halla en un estado de salud que requiere cuidados especiales. Por favor, señor general, permita que hable con usted, permita que oiga de sus labios las palabras que tanto necesito, haciéndome llegar una respuesta.

Reciba mi anticipado agradecimiento con un saludo respetuoso

Zaira Gamundi


Julio Castro



Julio Castro pertenece a una brillante generación de educadores uruguayos que fueron forjadores de verdadero pensamiento pedagógico nacional.

Nos enfrentamos a una personalidad polifacética: fue educador (maestro, director de escuela e inspector), fue periodista (columnista permanente del semanario Marcha), profesión que abrazó y ejerció como otra forma de docencia, y tuvo además una comprometida actividad como dirigente gremial.

Sin duda alguna, Julio Castro fue el precursor, a nivel nacional, de un pensamiento pedagógico de corte social, que situó a la Pedagogía en el escenario concreto de la sociedad y sus problemas. El análisis de las condiciones socioeconómicas y educativas de nuestra campaña, así como también de la realidad latinoamericana, - particularmente el fenómeno del imperialismo norteamericano en América Latina y sus consecuencias sobre la cultura - fueron temáticas permanentes en su labor como docente y periodista.

Todo su pensamiento y su obra están atravesados por dos características: por un lado, un profundo humanismo realista; la realidad y particularmente la realidad socioeconómica y cultural fue siempre el punto de partida y de llegada de sus reflexiones.

Por otro lado, toda su obra está elaborada sobre la base de un lenguaje riguroso, comprometido y de permanente denuncia hacia las situaciones de opresión e injusticia.

Su nombre sigue siendo hasta hoy, sinónimo de la gran transformación operada en la educación rural nacional, etapa fermental de la educación uruguaya en la que se fue gestando desde la reflexión y la acción, una verdadera pedagogía nacional que pudo concretarse en propuestas educativas de avanzada.


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Recorte de La República 31.07.2007

El soldado Julio César Barboza que revistaba en el Servicio de Información y Defensa (SID) del Ejército, contó, ante la comisión investigadora parlamentaria sobre desaparecidos de 1985, que participó junto con otros militares en el secuestro del maestroperiodista.

Casi un año antes, la cúpula del SID se había apoderado de buena parte del dinero con que contaba en Buenos Aires el Partido por la Victoria del Pueblo, y parte de ese botín fue usado para comprar una casona en la calle Millán, a una cuadra de Instrucciones, donde torturaban y asesinaban.


Según investigaciones del periodista Roger Rodríguez, la adquisición fue realizada por el hoy preso Gilberto Vázquez.


El 14 de julio de 1977, las fuerzas represivas secuestraron al periodista brasileño Flavio Tavares, corresponsal del diario mexicano Excelsior, y lo llevaron a la casona del Prado. Tavares pudo escuchar allí, cuando hacía más de dos semanas que estaba secuestrado, que los militares comentaban lo mal de salud que estaba “el veterano”, como llamaban a Castro. Según la Comisión para la Paz, el maestro murió debido a la tortura el 3 de agosto, dos días después de su captura.


La compañera de Castro, Zaira Gamundi, denunció la desaparición ante la policía en su momento, pero también lo hizo ante el dictador Gregorio -GoyoÁlvarez, que había sido alumno del maestro en la Escuela Sanguinetti, la de 8 de Octubre. Luego Gamundi se entrevistó con el entonces jefe de policía de Montevideo, Julio César Bonelli, que le informó que el propio Álvarez encabezaba las investigaciones para conocer el paradero de su marido.


La peregrinación de la mujer también dio con un dato que aportó una hermana de Walter Ravenna, ex ministro de Defensa: le informó que Castro estaba detenido y le pidió reserva del dato.


La familia de Castro demandó al Estado por la desaparición en 1985. Esa denuncia sigue al día de hoy dando vueltas, y el expediente está actualmente a cargo del juez Gustavo Mirabal, del Tribunal de lo Contencioso Administrativo. La próxima citación está prevista para febrero del año que viene.


El expediente, al que accedió la diaria, indica que en 1985, por una denuncia penal radicada en el Juzgado Letrado de Primer Turno, el magistrado actuante instruyó dos oficios, dirigidos a los Ministerios de Defensa y del Interior. El primero ni siquiera fue contestado y el segundo se archivó, con firma del coronel Eduardo Modugno. En este último, el juez pedía el domicilio del “oficial principal Zabala” que revistaba en el SID en 1977, y más concretamente en su Departamento 3 dedicado a Enlaces, seguramente para citarlo a declarar.

En el remitido 2017, dirigido a Defensa y a nombre del entonces ministro Juan Vicente Chiarino, se solicitaba el domicilio de José Ricardo Arab, de José Nino Gavazzo y del teniente coronel Rodríguez, del arma de Infantería del D3, que operaba en Planes, Operaciones y enlaces del SID.


El mes que viene se presentará en Montevideo una denuncia penal por la desaparición del maestro y seguramente se pedirá que estos personajes digan lo que saben. La abogada María Pilar Elhordoy, del Servicio de Paz y Justicia (Serpaj), buscará que se conozca la verdad sobre el secuestro. Guillermo Garat.

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