martes, 15 de enero de 2008

''Festejen, festejen''...si pueden


de Jorge Bonaldi


"Los gobiernos de la post-transición o neo-democracia se han caracterizado por asumir sin prometer casi nada en concreto. Las plataformas políticas se han vuelto simplísimas, baratas y todas buscan la respuesta emocional de los electores: "Vótame a mí porque soy lindo", "Elígeme porque soy el menos malito" o " me subo al tablado y doy discursos piolas". Y todos, todos, sonríen en la foto. Quien mucho sonríe, mucho esconde.... Los políticos profesionales han cobrado una adicción tan grande a las cámaras de TV, los flashes, los micrófonos, las luces escénicas
y el centimetraje de prensa que no sólo ya no pueden prescindir de ellos sino que además han retenido espacios y tiempos que naturalmente pertenecían al mundo del espectáculo. ¿Cuántas carreras artísticas se habrán visto postergadas porque la tele está siempre ocupada por el mismo ministro? Y lo que es peor: si siempre están en la tele ¿a qué hora trabajan?

Con casi sesenta tacos de almanaque y varios cascotes encima me da que no me queda mucho tiempo para palabritas de buena crianza y menos aún para hacer un máster en esa Escuela de Hipocresía y Cainismo llamada Uruguay. Así que, al tajo.3

Hoy quiero hablar de cánceres.

Probablemente el peor cáncer la izquierda uruguaya radica en su superanbundancia de dirigentes convertidos en "ex-revolucionarios". El abandono de ideas y principios que constituyeron el impulso motriz de su juventud, su adaptación al sistema, su ingreso al realismo "churchilliano", los precipita en una vejez más pronunciada que la que de por sí indican los números de sus cédulas de identidad.

Resulta que los uruguayos nunca podemos "hacernos los locos" porque no tenemos armamento disuasorio, no tenemos petróleo, no tenemos gas natural... En realidad lo que no tenemos es un par de cojones bien puestos para -tras haber pedido la bolada- tomar las medidas que haya menester y sacar de una puñetera vez al personal de su conformismo, su mediocridad y su permanente falta de autoestima.

Ser uruguayo continúa siendo una excusa y jamás un compromiso.


Luego de la dictadura observamos el progresivo aterrizaje del fenómeno "neo" sobre la sociedad y su aparato político. El tal fenómeno se basa en el macabro jueguecito del mantenimiento de las nomenclaturas y en el vaciamiento de los contenidos. Así por ej.: los comunistas ya no están interesados en implantar el comunismo, los socialistas ya no socializan nada y los tupamaros se pasan la revolución por el forro del guardapolvo. Eso sí: todos conservan la denominación de origen. Como los buenos vinos.

Se sube así otro rellano en la permanente distorsión de la realidad: la gente sí cree estar regida por un gobierno de izquierda. ¿ No es maravilloso cómo todo cierra perfectamente?

A quienes se atreven a disentir se les llamará RADICALES, sin indagar demasiado en las causas de su disenso. A fin de cuentas nunca son más de cuatro revoltosos, bribones, caraduras. Se desliza la idea de un supuesto enfrentamiento entre "moderados" y "radicales" que yo, francamente, todavía no he podido apreciar. Lo que sí he visto es una neo-izquierda con pretensiones de paquetería, bautizada en mil y un desayunos de trabajo, viajes, recepciones y almuerzos en lugares que nunca había soñado, y donde se suele anular la sutil frontera entre políticos y empresarios. Una nueva izquierda que no soporta el olor a pobre de las clases sumergidas y sin chance. Pero eso sí: siempre está dispuesta a entregar una pequeña limosna para mitigar el dolor de sus sub-hermanos.

Los gobiernos de la post-transición o neo-democracia se han caracterizado por asumir sin prometer casi nada en concreto. Las plataformas políticas se han vuelto simplísimas, baratas y todas buscan la respuesta emocional de los electores: "Vótame a mí porque soy lindo", "Elígeme porque soy el menos malito" o " me subo al tablado y doy discursos piolas". Y todos, todos, sonríen en la foto. Quien mucho sonríe, mucho esconde.... Los políticos profesionales han cobrado una adicción tan grande a las cámaras de TV, los flashes, los micrófonos, las luces escénicas y el centimetraje de prensa que no sólo ya no pueden prescindir de ellos sino que además han retenido espacios y tiempos que naturalmente pertenecían al mundo del espectáculo. ¿Cuántas carreras artísticas se habrán visto postergadas porque la tele está siempre ocupada por el mismo ministro? Y lo que es peor: si siempre están en la tele ¿a qué hora trabajan?

Atrás quedaron los pantalones vaqueros, el internacionalismo proletario, las canciones de protesta...De aquí en más, traje, corbata, publicidad y captura del voto joven. A este respecto los Poderes han sido clarísimos. A nuestros jóvenes se les ha dicho -en otras palabras-: "si quieren ustedes saltar, gritar, pegarse, reventarse, drogarse, desahogarse, hacer catarsis, bueno, para todo eso tienen ustedes los grandes festivales de roncanrol. Luego de lo cual, se marchan ustedes tranquilamente a sus casas a seguir disfrutando de las milanesas de la vieja, mirar la tele, tontear por internet y quedarse ideológicamente en el molde. A cambio de estos beneficios de esparcimiento luego les iremos a pedir el voto. Eso sí, no nos vengan a perturbar con reclamaciones políticas en serio ni con berrinches anti-imperialistas porque les va a ocurrir lo mismo que a Fernando Masseilot y peor: les aplicaremos leyes antiterroristas mucho más pesadas". Si bien velada, la advertencia es evidente. Inteligente, una vez más, el sistema encauza la potencial rebeldía juvenil transformándola en una suerte de implosión perfectamente controlada. Gran manejo de las sensaciones: tenemos gobierno de izquierda y muchas libertades. Viva, viva. Se llama democrático a todo lo que es elegido por mayoría, cuando en realidad la verdadera democracia es aquella que reside en la inclusión, consideración y escrupuloso respeto a las minorías. Éstas sólo reciben el caso omiso y la indiferencia. Luego, como vemos, las grandes mayorías son infinitamente más manipulables que el pensamiento individual y a tomar por saco la pluralidad.

Termino estas reflexiones a miles de kilómetros del Uruguay, que es como se le ve más claro, mientras Rosarito me anuncia el encarcelamiento del Goyo Álvarez. El Poder Judicial se anota un tanto que luego capitalizará electoralmente el Poder Ejecutivo, y yo -piensa mal y acertarás- me pregunto si no se tratará de una cortina de humo, un chivo expiatorio, el pequeño precio a pagar para desviar la atención general de la cuestión fundamental: anular la ley de impunidad.

Jorge Bonaldi, es uruguayo.

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1 comentario:

  1. Ahora es la hora de la revolución.
    Demasiada tinta y saliva se ha gastado en la clásica discusión sobre las "condiciones reales para una revolución socialista", en si esas condiciones se podrían dar algún día en un país como el nuestro que salido de una dictadura y ya en plena democracia la acción abierta de todos los sectores en el campo electoral daba una perspectiva distinta a la visión insurreccional de los años 60.
    Si una cosa nos tiene que quedar bien clara es que la realidad es tozuda y nos golpea con su presencia concreta y constante. Y esa realidad nos dice que la pobreza lejos de resolverse ha crecido, que la impunidad de los torturadores se transformó en una cárcel "modelo"para tres cabezas de turco, que Bordaberry está "preso" en su mansión de Carrasco.Que romper un vidrio, si ese vidrio es de una multinacional yanqui como Mc. Donald, te puede costar una carátula de "SEDICIÓN", y mandarte de cabeza a una cárcel, no modelo como la de los represores, sino real.-
    Que cada vez hay más jóvenes en las calles haciendo malavares, limpiando vidrios o acomodando autos, juntando basura, arrebatando bolsos o trepando muros para calotiar lo que venga.
    Nos fueron destruyendo la esperanza lenta pero constantemente, de forma sistemática con la complicidad de una izquierda "agiornada" a los nuevos tiempos electorales de un discurso que cuanto más vacío de contenido mejor te lo reproducen los medios masivos:"Como te digo una cosa te digo la otra"...
    Esta es la hora de decirle a los que mandan:" Señores , ustedes tuvieron la oportunidad de un pueblo que los apoyó para producir los cambios que ese pueblo necesitaba para sobrevivir a la embestida neoliberal... que podemos seguir esperando de ustedes? Que nos entreguen un pasaporte para irnos lo más lejos posible? O acaso piensan seguir inmutables frente al suicidio de la drogadicción creciente o la del suicidio real tangible del uruguayo que ya no soporta esta realidad infame y decide quitarse la vida ante la absurda hipocresía de los mandamás?
    En que quedó señor Mujica la Lucha por la Tierra, por esta tierra que es de todos pero que solo disfrutan sus 300 amigotes de la Asociación Rural del Uruguay.
    En que quedó aquel sueño de una juventud movilizada hacia el interior del Uruguay profundo a fundar colonias colectivas que transformaran la desesperanza y la derrota en un horizonte de igualdad para los orientales.-
    Esa realidad nos muestra lo que hasta ahora costaba mucho ver: Este gobierno del Frente Amplio se configuró como defensor de una clase social que ha sido desde siempre enemiga del Pueblo Oriental.-
    Es dentro de este marco político que se hace necesaria una confrontación revolucionaria que aglutine a todos los referentes populares en contra del proyecto conservador del sistema político-parlamentario y cree un polo pro-activo hacia una etapa en la cual la natural violencia de clases quede al descubierto.-
    No habrá Patria para Todos si no hay ruptura de la genuflexión con el sistema que nos obliga a agachar la cabeza frente al TIFA, frente a la venida de Bush, frente a los milicos en Haití, frente al tratado de inversiones con USA, frente al país "eucaliptero" que nos quiere imponer el mundo rico, frente a la marginación creciente de la niñez y frente a la emigración creciente de los que puedan "Rajar a tiempo". -
    No habrá Patria Para Todos si no se produce la inevitable guerra que ponga frente a frente a las clases sociales con intereses antagónicos, una guerra en cuyo devenir y crecimiento vaya incorporada la esperanza y el entusiasmo de los jóvenes, una guerra que en su transcurso nos haga crecer como hombres y como revolucionarios, sabiendo que ya no queda nada por perder, pero si un nuevo mundo por ganar.

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