viernes, 25 de abril de 2008

Sólo para herejes (I)


Enviado por el Tambero Zabalza


Refundación nacional.-

Con este concepto, Fernández Huidobro agrega una etapa previa a la lucha por la liberación nacional y socialismo. Antes de arremeter contra la oligarquía y el imperialismo, entiende necesario resolver la "emergencia nacional" en que nos ha hundido el neoliberalismo. Este concepto aparece como inédito pero, sin embargo, posee antiquísimas raíces en el pensamiento socialdemócrata europeo.

Estos modernísimos divulgadores de viejas ideas dicen que "precisamos un capitalismo en serio"; "tenemos que importar burgueses como la gente, que cumplan con su interés de clase, que peleen por la de ellos"; "es tiempo de tragar sapos"; "son gajes del oficio"; "tenemos un gobierno de clase media"; "le pagamos al FMI para que no jodan más"; "estamos agarrados del cogote por las deudas"; "la cuestión hoy no es como llegamos al socialismo, es como llegamos a fin de mes".

El resultado práctico de la "innovación teórica" es uno solo: postergar la lucha por la revolución social para cuando las velas ya no ardan Esa es la pastilla que Huidobro puso a la venta. Que la compre quién quiera o quién la necesite.

En realidad es imposible refundar nación alguna mientras el poder económico permanece en manos de estancieros, especuladores y capitales multinacionales. Es imposible. Y en consecuencia, el discurso folklórico de los vendedores de pastillas es un fraude ideológico.

Apoyar caudillos políticos que hacen la vista gorda a la especulación financiera, la extranjerización de la tierra, la invasión de multinacionales y los pingues negocios de la oligarquía agroexportadora tiene múltiples consecuencias para el pueblo asalariado. No vale quejarse mañana cuando la indigestión de pastillas provoque vómitos

Misiones de paz.-

Para vender la pastilla MINUTASH, los feriantes argumentan que los soldaditos uruguayos van a ayudar humanitariamente al pueblo haitiano, a prepararse en las técnicas militares y a ganarse unos pesos que el presupuesto nacional no puede pagarles. Es mejor que seamos los propios latinoamericanos y no los yanquis quienes intervengan en Haití, es una misión antiimperialista, deliraba Huidobro.

Hasta se hizo una visita guiada por un oficial de inteligencia con traje de relaciones públicas, que dejó encantados a los periodistas uruguayos, algunos de ellos de izquierda, que al regresar a Montevideo contaron maravillas de la tarea que desempeñaba el ejército uruguayo en casa ajena.

Cuando la MINUTASH bombardeó y atacó un barrio de Puerto Príncipe la prensa progresista explicó que eran los brasileros quienes habían asesinados niños y mujeres en una operación contra las "bandas narcotraficantes". Cualquier parecido con la lógica guerrera de Bush y Uribe es pura casualidad. Se obvió el hecho incontrovertible de que el general uruguayo Glodoofsky era el segundo comandante al mando de las tropas genocidas. Y ese general de la "joven generación" resultó ser el tal fascista…

¡Tremendo vendedor de pastillas el Ñato! Eso sí, repito, se las traga quién quiere.

¿Qué tácticas y técnicas represivas se experimentan en Haití?, ¿qué interpretación de la historia última del Uruguay se enseña en esos cursos de control represivo?, ¿qué doctrina de guerra contrainsurgente se enseña?, ¿contra cuál enemigo?.

Hipótesis aventurada de un viejo y desconfiado tupamaro: ¿esas tropas obedecen al ministerio progresista o al Comando Sur del Pentágono?. ¿no las estarán preparando para una hipotética escalada represiva en Uruguay?.

La realidad real es que el ejército uruguayo participa en una invasión preventiva al territorio de un pueblo hermano. Decidida y planificada en Pentágono y no en el ministerio progresista de defensa. Tan criminal como la invasión de Venancio Flores contra el pueblo paraguayo. Estamos jugando un papel de quintacolumnas y carneros en la lucha de los pueblos latinoamericanos por independizarse de los EEUU.

Uniformes uruguayos asesinaron haitianos. Qué cada cual haga con su conciencia lo que pueda. Prefiero morir como he vivido, digo parafraseando al Silvio.

Fetichismo de la democracia burguesa.-

Pregunta para conciencias que no suelen esquivar los interrogantes: 1) las detracciones pueden ser utilizadas para proteger el consumo popular de alimentos, luego ¿a quién protege el gobierno progresista cuando rechaza las detracciones a las exportaciones de carne, lana y soja?; 2) el modelo sojero transgénico es agronegocio de multinacionales como la MONSANTO contra la cual batallan el MST en Brasil y Vía Campesina en otros países hermanos, luego ¿para quién trabaja el gobierno progresista que se calla la boca y deja hacer a quienes cada día extienden la superficie plantada con transgénicos en el Uruguay?

Una de las razones de ser de la democracia burguesa, la más honda y profunda tal vez, es ofrecer "seguridad" a las inversiones de los capitalistas nacionales y extranjeros, si es que existen fronteras para el capital hoy día. En tiempos de bonanza abrir puertas a las inversiones privadas, liberalizando la economía y, en tiempos de malaria, como hoy día, que el capital estatal se haga cargo de las pérdidas y luego descargue el peso del desastre capitalista sobre el salario.

A mayor seguridad para los negocios, más democrática es la democracia burguesa. Cuando los negocios corren peligro, como en Bolivia, Ecuador o Venezuela, la democracia burguesa deja de ser democrática y los publicistas de la burguesía hablan de autoritarismo.

En tiempos de crisis, cuando se ha producido más de los que es posible consumir sin pérdidas de ganancias, el mejor negocio del capital es la guerra. En la guerra se consume sin necesidad de consumidores. Se multiplican las ganancias sin necesidad de esclavos que se vuelvan consumidores para sostener la reproducción del capital. La democracia burguesa es la careta linda de las guerras más sangrientas. En Uruguay es la fachada de la participación de nuestras FFAA en el proyectote dominación mundial de los EEUU.-

¡Pero, Tambero, radicalote intelectual, dejate de joder, éste es un gobierno que representa al pueblo! No, queridos y queridas, fueron elegido por un electorado bien popular que exigía un cambio en el modelo, pero cuando toparon con las organizaciones del poder…¡las dejaron hacer!. Dejaron hacer a los estancieros, los sojeros, los plantadores de eucaliptos, las multinacionales (¿Portucel es herencia maldita?), a los especuladores de la Ciudad Vieja y a los grupos fascistas insertos en el poder judicial, la policía y el ejército.

¿A quién representan entonces los parlamentarios y ministros, el Señor Presidente? ¿A quienes votaron o a aquellos cuyos negocios prosperan cada día más sin que nadie se atreva a ser un Evo morales, un Correa o un Chavez?

La democracia burguesa es un fetiche, un ídolo, un ícono significante de muchos significados, parece decir una cosa pero representa todo lo contrario de lo que dicen los caudillos que sostienen el sistema. Los representantes votados cada cinco años se limitan a ocultar bajo sus discursos folklóricos la reproducción del sistema de poder económico.

¡Estoy ciego, madre mía, no veo un camino claro!

La democracia representativa, parlamentaria y electoral no aparece como una vía para hacer que el poder económico deje de dirigir el destino del pueblo asalariado. No sirve para que los gobernantes dejen de ser protectores de los negocios de la clase dominante y le hinquen el diente a la solución de los problemas del millón y medio de pobres que hay en el Uruguay. No sirve tampoco para que las FFAA dejen de ser soldados de segunda en los ejércitos imperiales y el pueblo uruguayo ocupe un lugar en la trinchera de la lucha por la independencia económica.

Reaparece la necesidad del cambio en el sistema dominante. Pero esa necesidad es nítida solamente para sectores muy reducidos de militantes políticos. ¿Qué eco popular puede tener el discurso de una democracia directa, de un poder revolucionario de los asalariados? Ninguno y, sin embargo, la concepción no deja de ser válida por ello.

Hasta que los motores de la lucha de clases no se enciendan, no se extenderá la evidencia de que es necesario cambiar el régimen político, darlo vuelta y ponerlo al servicio del pueblo asalariado y los pueblos hermanos de todo el mundo.

La responsabilidad política principal no está en los vendedores de pastillas y domadores de culebras que oscurecen y distorsionan el entendimiento político. Está en nosotros mismos, en quienes no logramos superar la crítica al ídolo y encender nuestro propio motor, el arranque del motor de la lucha de clases. La conciencia revolucionaria sabe de lo necesario pero lo posible se mantiene aún en la oscuridad. Al decir de Ernesto Guevara, mientras el pueblo asalariado no quiera rebelarse, nadie puede obligarlo a ello, pero, para que se rebele y busque revolucionar el poder, el motor de arranque debe estar encendido. La cosa es bien dialéctica, motor chico y motor grande, lo uno no funciona sin lo otro.





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