martes, 5 de agosto de 2008

Brasil ||| MST y la lucha por la tierra

Reportage de Raul Zaninih




El eterno conflicto por la tierra


El Movimiento de Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) de Brasil volvió a movilizarse pidiendo que se detenga el avance del cultivo de soja y una reforma agraria que beneficie a los pequeños agricultores.

Recientemente los campesinos brasileños ocuparon sedes del Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria (Incra) en San Pablo, Marañón, Ceará y Paraiba. Principalmente exigían al gobierno una redistribución de tierras y que se les otorgue a sus moradores una mayor tajada de los 78 mil millones de reales (unos 48.500 millones de dólares) de ayuda agropecuaria anual.

Según un informe de la Universidad Estadual Paulista (UNESP), entre 1988 y 2007, el Movimiento Sin Tierra realizó 7.500 ocupaciones de estancias para exigir su expropiación. El mayor número de acciones se registró en el interior del estado de San Pablo, donde fincas fueron sitiadas 171 veces por campesinos sin tierra desde 1988.

Es necesario recordar, que dicho movimiento fue una de los pilares principales del Partido de los Trabajadores (PT), el cual llevó a Lula da Silva a ganar las elecciones para el cargo presidencial.

En ese momento, la gran reforma agraria formaba parte de la plataforma política de Lula, por lo que los integrantes del MST fueron los primeros en darle sus votos de confianza. Es más, durante la campaña los campesinos no realizaron ninguna ocupación para no comprometer a su candidato.

Pero todo esto parece habérsele olvidado al presidente, que permitió que se cultiven 15 millones de hectáreas de soja en 2007, lo que significa que el avance aumentó un 30 por ciento con respecto al año anterior.

Además está “regalando” 12 kilómetros cuadrados de tierras por día a extranjeros. De acuerdo con las cifras del Sistema Nacional del Inventario Rural, entre noviembre de 2007 y mayo de 2008 hacendados e inversores extranjeros compraron 2.269 kilómetros cuadrados de tierras en Brasil.

Según un informe presentado por el diario Folha de San Pablo, el principal interés de los foráneos son tierras para cultivar soja, un producto con una gran demanda y precio creciente internacionalmente.

Los extranjeros también están interesados en proyectos para producir carne bovina, y otras áreas de interés son: el etanol, combustible que Brasil elabora a partir de la caña de azúcar, y el biodiesel, fabricado con oleaginosas como soja, ricino y girasol, que promete ser el combustible del futuro.

Ante esta situación de “extranjerización” de la tierra y la falta de límites por parte del gobierno, el principal movimiento social brasilero, con más de un millón y medio de militantes, se vio obligado a hacer escuchar sus reclamos a través de acciones no violentas, como ocupar áreas improductivas o pertenecientes al poder público.

El año pasado, casi 70 mil familias de miembros del MST ocuparon granjas como método de protesta, de acuerdo con datos de la Universidad del Estado de San Pablo.

La ley brasileña permite a grupos como el MST, tomar el control de campos y plantaciones que son improductivos o de explotación deficiente. Si un tribunal emite un dictamen a favor de los ocupantes, el gobierno paga por la expropiación de la tierra.

“El movimiento Sin Tierra, que tiene relaciones estrechas con la Iglesia, produce tensiones fuertes dentro del Estado de derecho, preservando los derechos de los ciudadanos, de las organizaciones sociales, pero sin poder atender todas sus demandas", reconoce Tarso Genro, Ministro de Justicia y miembro del PT. Piden tierra, pero la reforma agraria "sólo puede hacerse con expropiaciones pagadas y esto la convierte en excesivamente cara", agrega.


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