sábado, 4 de octubre de 2008

EL DERECHO Y EL REVÉS.



“SEGUIR APRENDIENDO Y SEGUIR QUERIENDO IMPOSIBLES”



por Valentín Enseñat




Palabras de Valentín Enseñat sobre “El derecho y el revés” en la presentación del libro de Oscar López Goldaracena e ilustrado por Alejandro Duffau




Me parecía bueno, en primer lugar, empezar agradeciendo el estar acá, ocupando un lugar que tradicionalmente está reservado a “personalidades” o “personajes”, en esta ocasión no fue así, y creo que ese es un detalle más que muestra lo que es el libro que hoy nos convoca, un libro donde hablan a través de la sensibilidad del autor, los que han hablado poco, de los que se ha hablado pero no tanto escuchado, aquellos, aquellas que fueron bebes, niños o jóvenes en la dictadura. Hoy, años más tarde, esos berrinches, esos sollozos, esos balbuceos no entendidos, esas pataletas, esas angustias se hilvanan en oraciones que las traducen y se cuentan.

Debo confesar que cuando me lo dieron a leer, no pensé que me fuera a sorprender con cosas que no supiera, idea estupida que se fue desgranando a medida que avanzaba en su lectura, los cuentos que me erizaban la piel se me colaban por los ojos que se hallaban detrás de una cortina permanente de lágrimas, nada de lo que leía me era específicamente conocido, y cada cuento era una nueva emoción, una nueva sorpresa, una nueva indignación. Y en ese momento recordé algo que nunca debí olvidar y es que la historia de los hombres, las mujeres, y los niños se hace de cada una de las historias de hombres, mujeres y niños. “El derecho y el revés” cuenta historias reales y personales que hacen a nuestra memoria colectiva, memoria colectiva que es la construcción más importante de nuestro presente y sin duda la herramienta más importante para nuestro futuro.

Este libro cuenta dolores grandes de personas chiquitas, relata vivencias, instantes, sensaciones, que nos vuelven a sorprender, que a veces nos hacen doler e indignarnos otra vez.

En este libro recordamos que tenemos muchísimo que aprender de los niños, y que por lo tanto no solo es importante atender, escuchar, respetar a los niños en general, sino que también es importante recordar algo anterior y es que todos fuimos niños, y que por lo tanto hay muchas cosas que también podemos buscarlas escuchándonos a nosotros mismos.

Esta iniciativa, este libro de Oscar, tiene de las dos cosas: son historias de niños, hoy hombres y mujeres, escritos por alguien que conserva, que convive con su mejor parte de hombre; el niño que el mismo fue.

Y atención con esto a los mal pensados, que con esto no estoy tratando al autor de infantil o inmaduro, sino todo lo contrario, para ser un hombre, una mujer, un adulto integro, es necesario mantener viva la memoria de lo que uno fue en todos los tiempos ¿Cuáles fueron nuestros sueños, nuestras esperanzas, nuestros miedos, nuestras faltas? Y a medida que fuimos creciendo, ¿qué fuimos haciendo con cada una de esas cosas, ¿cómo las fuimos madurando u olvidando o haciendo qué?

Creo que Oscar es uno de estos adultos, alguien que en el país de las caducidades creyó posible enjuiciar y encarcelar dictadores, que va detrás de torturadores creyendo en que algo de justicia es aun posible, que la verdad y la justicia posible no es la que dictan los señores recatados y acostumbrados al estado de cosas amargamente tristes e incambiables, sino que la justicia posible es toda la que queramos las personas, es toda la que merezcamos y seamos capaces de construir colectivamente.

La infancia, insisto, no es tan solo una etapa en nuestras vidas que quedó atrás, es parte constitutiva de nuestras vidas siempre, y de cada uno depende qué parte ocupa en nuestras formas adultas de sentir, pensar y hacer. Lyotard, un filosofo francés hablaba de la infancia del pensar, refiriéndose así y destacando lo que el entendía como una actitud que debía caracterizar a nuestro pensamiento y nuestra acción. Un poco más atrás, hace 2500 años un pensador griego llamado Heraclito decía: “Si no se espera lo inesperado, no se encontrará, dado que es inencontrable y sin camino”. Esta capacidad de seguir sorprendiéndonos, de no creer que ya todo lo sabemos, de pelear por lo imposible, de soñar, quizás sean cosas que nos haga bien cuidar de no perder cuando “maduramos”.

Cuando somos niños pensamos y definimos todo en términos de buenos y malos, luego aprendemos o nos enseñan a relativizar esta idea, y vemos que “los malos” a veces cambian y que “los buenos” a veces también se equivocan. Más adelante descubrimos que nosotros mismos tenemos cosas buenas y malas. Y vemos que las cosas son más complejas y nos reímos de nuestras antiguas y simplistas ingenuidades infantiles. Sin embargo, quizás no sea tan disparatado seguir diferenciando en el mundo a quienes buscan cosas buenas para sí y para el prójimo, de los que piensan y construyen su felicidad sobre la desgracia y la opresión de otros.

Que convertirnos en adultos no sea entonces, el peor de los adulterios: el de sernos adúlteros a nosotros mismos, adulterando lo que fuimos. Que ser adultos signifique crecer con lo que fuimos, no traicionarnos, y seguir aprendiendo y seguir queriendo imposibles.

En definitiva que ser adultos, maduros, responsables, no sea pasar a formar parte del mobiliario del mundo que quisimos distinto, que ser adulto sea avanzar en el tiempo y en experiencia sin soltar al niño de la mano, que ser adulto sea no permitir que los sueños envejezcan hasta que alcancemos un tiempo en el que la injusticia del mundo provocada por el hombre pase a ser parte de un cuento que comience diciendo también: érase una vez…

Montevideo, 12 de setiembre de 2008

El libro “El derecho y el revés” de Oscar López Goldaracena ilustrado por Alejandro Duffau de Ediciones Letraeñe fue presentado el pasado viernes 12 de setiembre en el teatro de la Asociación Cristiana de Jóvenes. Junto a Valentin Enseñat participaron en la presentación Mariana Albistur, Joaquin Otero y el autor

(Uruguay) / RECOSUR

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