viernes, 14 de noviembre de 2008

Tabaré Vázquez vetó la ley del aborto en Uruguay

13 de octubre 2008. -

El presidente uruguayo, Tabaré Vázquez, firmó este jueves el veto a una parte de la Ley de Salud Sexual y Reproductiva, fundamentalmente la que despenaliza el aborto, se informó de fuentes oficiales a la prensa de Montevideo.

El presidente de la República vetó la ley y firmó la decisión junto con los ministros Héctor Lescano, de Turismo, y María Julia Muñoz, de Salud Pública.

La bancada de la coalición de izquierda, Frente Amplio, colocó el tema como grave y urgente en la sesión matutina, lo que generó una protesta del Partido Nacional, el principal de la oposición.

La ley se aprobó por 17 votos (todos de la coalición de izquierda Frente Amplio) contra once del Partido Nacional (Blancos) y dos de los Colorados.



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Por sola voluntad de un hombre

La diaria

El veto (del latín “yo prohíbo”) no sirve para impulsar cambios, sino para bloquearlos.
Le da al presidente de la República la posibilidad de frenar, por su sola voluntad, una decisión adoptada por la mayoría absoluta de ambas cámaras. Semejante poder puede usarse para cualquier cosa, pero no debería ser empleado para imponer al país una opinión individual sobre
cuestiones presuntamente “filosóficas” o “biológicas”.

En esta ocasión, el poder de vetar se aplica, además, para dejar vigente una norma penal de 1938 que viola derechos básicos de la mayoría de la población, y que la mayor parte de los ciudadanos, según todas las encuestas, rechaza desde hace muchos años. Una norma que el Poder Legislativo no respalda, que el Poder Judicial sabe que no corresponde aplicar, y cuyo cumplimiento el propio Poder Ejecutivo, por medio del Ministerio del Interior, se abstiene de imponer. Pero que el presidente Tabaré Vázquez ha decidido, por sí y ante sí, mantener en pie, contra la opinión de la organización política que lo llevó a la Presidencia en sus listas, e incluso de la mayoría de sus propios ministros.

Esta actitud se puede calificar de muchas maneras, pocas de ellas publicables sin incurrir en el delito de desacato por ofensa. Si hay un adjetivo que de ninguna
manera se le puede aplicar es “progresista”.

Marcelo Pereira



Uruguay. Hoy más que nunca: La única iglesia que ilumina es la que arde

“El Derecho al Aborto es parte de los derechos humanos y su penalización constituye un acto de violencia y discriminación contra las mujeres" Carta de Guanabara (2001)


No por anunciado resulta menos indignante. El presidente de Uruguay Tabaré Vázquez, más preocupado por atender a las sagradas escrituras y la jerarquía eclesiástica, pero desoyendo el clamor del 60% de la sociedad uruguaya que apoya la despenalización del aborto, ejerció autoritariamente la atribución del veto con el cual amenazó desde el principio.

El “médico socialista” de esta manera no tuvo en cuenta los legítimos derechos de las mujeres a decidir sobre nuestro propio cuerpo, ni las cifras objetivas de mortalidad por abortos clandestinos que ostenta su país.

Haciendo suya la postura del Vaticano, prefirió atender sus demandas fascistas a responder desde su perspectiva “socialista y humanista” a la grave situación que atraviesa el derecho a la salud sexual y reproductiva de miles de mujeres uruguayas.

El aborto ilegal no tiene la misma significación para todas las mujeres, varía contundentemente de acuerdo a nuestra situación socioeconómica, a la clase social, al acceso a la información: abortar puede significar seguir vivas para unas y morir o quedar con graves secuelas para otras.

El veto de Tabaré nos condena a todas las mujeres, pero en especial condena a las más pobres. La hipocresía de sostener la ilegalidad del aborto, se basa en la histórica negación de las condiciones materiales en que viven los seres humanos e implica no reconocer la realidad de América latina, estructuralmente injusta, exponencialmente azotada por décadas de neoliberalismo que la ha sumido en la pobreza y la desigualdad.
Y son justamente esas mujeres, las más pobres, quienes mueren por los abortos clandestinos practicados en condiciones de riesgo, sin posibilidad de acceder a una atención médica digna, sin discriminación y a cargo del Estado.

Como resultado de la opresión económica, social y cultural que padecemos las mujeres, tenemos menor acceso a casi todo, incluidos los alimentos, los recursos, la atención de la salud y la información.

Los graves problemas filosóficos a los cuales se refirió Tabaré para ejercer su veto, entre los cuales se encuentra la defensa de la vida desde la concepción, son los mismos que aduce la iglesia para oponerse, esa jerarquía religiosa que colaboró con las dictaduras latinoamericanas, dándole su apoyo, recibiendo a los militares genocidas en sus iglesias y en sus misas, haciendo vida social con los torturadores.

Ya no hay más espacio para que aquellos que gobiernan se opongan al pueblo y se alíen al fascismo oscurantista de la iglesia.

Ya no hay más tiempo para que sigan muriendo miles de mujeres por las injustas leyes que restringen o conculcan sus derechos, como si fuéramos objetos de su propiedad y paridoras sin opciones.

Debemos ir más lejos, luchar por que el Estado garantice el aborto legal y gratuito. No nos alcanza con la despenalización. Es necesario lograr el acceso irrestricto a la salud pública de todas las mujeres con la decisión de abortar.

Esto no es el fin, ayer empezó otra etapa, con las mujeres movilizadas y una gran parte de la población que apoya la despenalización y que sin duda repudiará en forma manifiesta la decisión tomada por Tabaré.

Será necesaria una clara organización, con los movimientos de mujeres a la cabeza, para entablar una lucha más persistente y articulada.

La sesión de las Cámaras aprobando el proyecto es una muestra de que se puede y que ahora debemos ir por más.


Carta de Guanabara, Río de Janeiro ( 2001): “El Derecho al Aborto es parte de los derechos humanos y su penalización constituye un acto de violencia y discriminación contra las mujeres. Para que se consolide una vida social democrática es preciso que mujeres de todas las clases, razas y etnias, de todas las edades, de todas las culturas, con distintas religiones y diversas orientaciones sexuales, puedan controlar sus cuerpos y tomar decisiones que deben ser respaldadas por un Estado laico.”

1 comentario:

  1. Verguenza
    Me da mucha pena que Vazquez recurra al veto frente a la despenalización del aborto. Soy frentista y me parece un retroceso. ¡Cuántas madres jóvenes ponen su vida en riesgo para evitar embarazos no deseados! Mientras en los países desarrollados se intentan proteger a las mujeres, éste hombre, que encima es médico, prefiere que la gente continúe por la vía de la clandestinidad. Y se hace llamar progresista. Me cago en las p... moralidad eclesiástica.

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