domingo, 4 de enero de 2009

REPORTAJE A VÍCTOR CASTIGLIONI


CÉSAR DI CANDIA
REPORTAJE A VÍCTOR CASTIGLIONI
(fragmento)

Reportaje pedido por Castiglioni y publicado en el semanario "Búsqueda"; 2 abril 1998; pág. 44 y 45.

Di Candia ­ Cuénteme lo que sabe del secuestro del fotógrafo Bardesio, que desató las masacres del 14 de abril de 1972.

Víctor Castiglioni ­Esa fue una jugada magistral de los tupamaros y en cierto modo el prolegómeno del plan que estaban estructurando para llegar a la toma del poder. Ellos a través de la información proporcionada por un jerarca policial, un traidor a quien habían reclutado y que tenía una importante función por la cual se enteraba de casi todos los secretos internos de la Policía, sabían que Bardesio ira un hombre débil y temeroso y además con un encono muy grande contra a jerarquía policial porque le habían dado alguna injerencia cuando se comenzó a estructurar la Dirección e Inteligencia en el '69 y nunca cumplieron con la promesa de hacerlo oficial. De esa forma se convirtió en un resentido. Los tupamaros sabían también que esta persona había participado también en algunos operativos ilegales.

DC ­¿Qué tipo de operativos?

VC ­Arrojamientos de bombas contra domicilios particulares de personas de izquierda. Bardesio trabajaba en un estudio fotográfico que había en Bulevar España y Paullier. De ahí lo sacaron a golpes, lo metieron en una camioneta y lo llevaron a un cubil en la calle Constitución, donde lo tuvieron atado varios días con una luz potente sobre los ojos, sin dejarlo dormir. Cuando estaba psicológicamente ablandado le empezaron a preguntar. Debo reconocer lealmente que el interrogatorio fue maestro. En una época en que fui profesor de la Escuela de Policía, les hacía escuchar a veces una parte de ese interrogatorio como elemento de enseñanza, por-que había sido hecho por personas que realmente sabían. Los tupamaros tenían manuales hechos en Cuba que enseñaban a interrogar]. Bardesio contó hechos que en verdad había cometido y terminó confesando las cosas que ellos querían que confesara. Entre ellas, cosas muy graves en las que aparecían involucrados varios funcionarios. Con esos nombres constituyeron una lista de condenados a muerte.

DC­ Ahí aparecen mencionados los nombres de los presuntos integrantes de los escuadrones de la muerte, que ya habían asesinado a varios jóvenes militantes de izquierda. Uno de los señalados era usted.

VC -Eso es verdad. Pero Bardesio luego que lo liberaron prestó declaraciones ante la Justicia Militar y ante una comisión investigadora del Senado presidida por Juan Pablo Térra, donde se retractó completamente. Uno de los que más energía demostró en esa oportunidad y más falta de consideración tuvo con Bardesio fue el senador Carlos Julio Pereyra, que le restregaba por la cara un documento firmado por el fotógrafo en el cual se hacía responsable de lo que había declarado durante su secuestro. Él se defendió diciendo que eso era lo que los tupamaros le habían obligado a decir, pero que nada de lo que había declarado allí era cierto.

DC­ Volvemos a lo mismo: se trata de declaraciones formuladas bajo presión, ya sea ante la Justicia Militar como las hechas por los tupamaros, como en esa parodia de interrogatorio formulada a Bardesio en una tatucera.

VC ­Pero usted no puede comparar una cosa con la otra.

DC­ Formalmente, no. Pero el temor a las represalias y la necesidad de decir cualquier cosa para salvarse, son muy parecidos.

VC­ No estoy de acuerdo.

DC ­Ya hablaremos de aquella jornada sangrienta donde fueron muertas doce personas y usted se escapó raspando. Hábleme de la segunda fuga masiva de Punta Carretas, que tuvo lugar dos días antes, en la cual se escaparon quince integrantes del MLN y diez delincuentes comunes. Entre los primeros, varios dirigentes de primera línea: Jorge Zabalza, Antonio Mas Mas, Efraín Martínez Platero, Héctor Amodio Pérez y José Alberto Mujica.
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VC­ Esa fuga al revés, de afuera hacia adentro, por la vía cloacal. Se concentraron en la enfermería simulando el traslado de un herido grave que aparentaba echar sangre por la boca y desde allí, luego de atar al personal, bajaron a los caños. Yo le había avisado al comisario Otero que existía un plan para una escapatoria grande que iba a tener lugar según mis informes, desde la enfermería. Pero no sé qué pasó. El asunto era que los tupamaros ya habían decidido el operativo del 14 de abril y tenían miedo de las represalias contra los dirigentes presos. Tenían que fugar de cualquier manera.

Los escuadrones de la muerte

DC ­¿Qué ocurrió después de las declaraciones de Bardesio y antes de la fuga y de los sucesos del 14 de abril?

VC ­Ellos simulan un secuestro con el diputado Gutiérrez Ruiz, que era hombre de ellos. Una mañana van por la casa, hablan con la señora y el diputado le dice a ella que tiene que salir porque estas personas lo han ido a buscar. No sé si la señora sabía que eran tupamaros o no. Tampoco sé si él le había informado que era una operación combinada o si ella pensó que realmente era un secuestro. De ahí fueron a un lugar cerca del Parque Central, pero el coche al cual lo iban a trasladar no llegó nunca así que Gutiérrez Ruiz se fue para su casa de vuelta. Esa vez su supuesto secuestro fracasó, pero la segunda, no. A los pocos días se repitió la operación siempre de acuerdo el diputado con los tupamaros. Yo tengo una cinta grabada con declaraciones de él efectuadas en el despacho del jefe de Policía Rodolfo Zubia y me acuerdo de lo que me expresó el Jefe luego de que Gutiérrez se marchó: "Todo lo que dijo, es mentira. No le crea nada. Está haciendo teatro". Había contado cómo lo habían secuestrado y metido en una tatucera bajando por una rampa y que adentro estaba Bardesio que estando a solas con él le había contado de sus actividades ilegales y de la participación de ciertos jerarcas en los escuadrones de la muerte. La idea era que después de las matanzas proyectadas para el 14 de abril, Gutiérrez Ruiz contara en la cámara a modo de justificación, lo que según él le había dicho Bardesio con el cual había hablado durante su "secuestro". Tiempo después, Bardesio contó que lo que efectivamente le había confiado a Gutiérrez Ruiz, era que había declarado todo eso a causa de coacciones y apremios, pero esto último el diputado se lo calló. Poco después fue volanteado un boletín que anunciaba nuestro carácter de condenados a muerte y la autorización a todo revolucionario a ajusticiarnos donde nos encontraran.

DC ­Pero los escuadrones de la muerte, ¿existieron o no?

VC ­(silencio) Lo que puedo decirte es que escuadrones de la muerte como organismos centralizados, respondiendo a un mando, nunca conocí. Algunas cosas ocurrieron, eso es verdad. Aparecieron tupamaros muertos con volantes con la firma: "Comandos Caza Tupamaros". Pero quiénes eran no sé.

DC­ ¿Elementos fuera del control de los mandos?

VC­ ¿Y por qué no civiles? Gente interesada en que se creara un ambiente poco amistoso hacia la policía o las fuerzas armadas. Ahí pudo haber de todo. Tampoco descarto que fuera gente nuestra.

DC­ A usted lo involucraron en la fundación de esos grupos siniestros.

VC­ Pero no es verdad, no tuve nada que ver.

DC­ ¿Y por qué era tan odiado por los tupamaros?

VC ­No creo que fuera tan odiado. A otros los odiaban más. Por supuesto que tampoco me querían (se ríe).Incluso hemos polemizado por la prensa. Hace un tiempo escribí algunas cosas en "La República", pero después dejé porque me peleé con Fasano. Le hice dos denuncias penales, que por ahí quedaron archivadas. Nunca más tuve noticias. La última vez puso en primera página con letras enormes: "Castiglioni metió el cañón en la boca de la escribana Martirena". Hice la denuncia y los jueces jugaron al ping pong con el expediente. Durante un año pasó de mano en mano. Por lo menos cinco jueces y fiscales se lo sacaron de arriba. Todos declinaban competencia por diferentes razones. Una vergüenza. Al final me aburrí.

DC­ ¿Por qué afirmaban eso de usted?

VC­ Porque me acusaba un bombero, un individuo con pésimos antecedentes que tampoco podía saber lo que había pasado porque no había estado allí.

DC­ ¿Usted sí había estado?

VC ­Tampoco. Yo llegué cuando las dos personas que habitaban esa casa ya estaban muertas.




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