sábado, 12 de marzo de 2011

Bienvenidos al siglo 21

enviado por Nora Fernandez

Siglo 21: Dinero, Fraude y Verdad                                                  Por Nora Fernández

Habia un tiempo en que la pluma era mas fuerte que la espada, eran tiempos en que la gente creía en la verdad y miraba la verdad como un poder independiente y no como un poder auxiliar al gobierno, la clase, la raza, la ideología, o al interés personal o financiero.”

Es Paul Craig Roberts, quien así se expresa. A la verdad no se le da la bienvenida, la verdad preocupa y está lejos de nuestro alcance, dice, y en los Estados Unidos se vuelve “anti americana,” “anti semita” o “teoría de conspiración.” Roberts argumenta además que quienes antes tenían como meta descubrir la verdad son ahora muy bien pagados para ocultarla, por lo que no puede sorprendernos que la mayor parte de los norteamericanos estén muy confundidos y que la confusión se extienda al resto del mundo que confía en las agencias norteamericanas de información, parte fundamental de este circulo vicioso.

Bradley Manning

El caso de Bradley Manning ilustra no sólo el empeño con que se oculta la verdad sino también el riesgo que corren quienes intentan descubrirla y hacerla pública cuando viven en un país que no la honra.  Acusado de entregar documentos a WikiLeaks, aún sin pruebas, Manning está privado de libertad y pasa su tiempo en una especie de limbo que amenaza con quebrar su salud física y mental.  Está prisionero en Quantico, una prisión militar operada por los cuerpos de Marina en la Base de ese nombre en Virginia.  Desde unas noches atrás su situación ha empeorado. Con la excusa de que lo están protegiendo de si mismo, aparentemente de riesgo de suicidio, le obligan a entregar todas sus ropas antes de acostarse y a pasar la noche desnudo en el frío de su celda...Son formas de hacerlo sentirse mal, de avergonzarlo de atreverse (supuestamente) a entregar la verdad sobre lo que hacen algunos soldados norteamericanos en Iraq o de filtrar (supuestamente) documentos relevantes a WiliLeaks. El odio a Julian Assange, a quien aún no le echan mano, se materializa en la venganza que se toman contra el cuerpo y la mente de Bradley Manning.

Su abogado, David Coombs, ha expresado preocupación por su salud, argumenta que no lo tratan como a “cualquier otro detenido” y que aunque no ha sido convicto enfrenta cargos serios que pueden condenarlo a la pena capital, como “colaborar con el enemigo.”  David House, el único amigo de Manning autorizado a visitarlo regularmente en Quantico, también expresa preocupación por su salud, ha notado que se ha deteriorado física y sicológicamente en estos seis meses en prisión.  

El caso de Bradley Manning es un ejemplo de que decir la verdad en Estados Unidos es problemático y personalmente costoso. Puede que Manning sea responsable de las filtraciones. De serlo ha tomado seguramente su decisión a conciencia (él ha  explicado que le preocupaba que el público no estuviera informado de lo que se hacía en su nombre y que la gente debía de saber la verdad).  La estructura de comando no habría de escuchar, sospechaba Manning con razón, la información directa a sus conciudadanos era relevante. Vivir en una república democrática hace que los ciudadanos sean quienes al menos en la letra de la Ley controlan el poder militar. Puede que Manning haya sido quien sonó la alarma y filtró documentos, pero su acción fue moral y merece un juicio público. El aislamiento en que lo tienen lo pone en peligro.

Daniel Ellsberg, el periodista que filtró los Papeles del Pentágono, piensa que Manning es un crédito a la evolución humana, un adelantado de los seres humanos por venir.  Ellsberg nota, que es posible que sobre Manning caiga todo el peso del poder. Obama ha sido más duro incluso que Bush con quienes se han atrevido a decir la verdad. Durante los años anteriores a Obama hubieron tres cargos de este tipo, pero en los dos años de Obama han habido ya cinco. Esto muestra, dice Ellsberg, una creciente agresividad de parte del presidente contra quienes denuncian abusos de poder. La teoría de Ellsberg es que Obama, ex profesor universitario de leyes, se siente más avergonzado que Bush frente a estos hechos y por esto reacciona mucho más agresivamente contra quienes se atrevan a filtrar la verdad.  Por la creciente agresividad norteamericana frente a las denuncias de arbitraridades, dice Ellsberg, es que es particularmente importante apoyar a WikiLeaks, último refugio de quienes se atreven a denunciar arbitrariedades que debemos luchar por mantener.

Cae la verdad frente al dinero

Paul Roberts también ha cuestionado la historia oficial; sus comentarios tampoco son bienevenidos en la prensa dominante.  A partir del 2004 en que se atrevió a cuestionar abiertamente el mito de la “Nueva Economía,” Roberts paga un precio como periodista.  Economista de profesión, Roberts ha tenido dificultad en aceptar que sus colegas, antes respetables, hayan contribuido a la mentira que ha destruído la economía real norteamericana para beneficio de un puñado de ricos, corporaciones y bancos. 

Pero que los economistas mientan, explica, deja de ser gran sorpresa cuando uno descubre que muchos otros mienten también. En los EEUU, los economistas se enriquecen mintiendo pero también se enriquecen mintiendo los médicos -que mienten sobre la efectividad de las medicinas que recomiendan. Miente la prensa en favor de la guerra –por ejemplo en el caso en que transformó al poblado de aldeas de Marja en una ciudad de 80 mil personas bajo el control Taliban para aumentar la euforia en el país. Las Ong, las Naciones Unidas y la industria nuclear han mentido coludiendose en el famoso escándalo del calentamiento global.  Donde sea que miramos, dice Roberts, vemos como la verdad cae frente al dinero. 

Se ha mentido mucho con respecto a la economía. Al tiempo que se destruyen las bases económicas que le han permitido al país funcionar, las corporaciones norteamericanas globales pagan bonos multimillonarios por rendimiento a sus directores, sabiendo que contribuyen a la destrucción de esas bases económicas fundamentales. Nadie cuestiona, por ejemplo, que estos crecimientos en rendimientos corporativos se logran reemplazando trabajadores norteamericanos por extranjeros.  Mientras Washington le hace la guerra a la famosa “amenaza musulmana,” explica Roberts, Wall Street, las coporaciones norteamericanas y el libre mercado destruyen la economía norteamericana y el futuro de decenas de millones de norteamericanos sin que nadie diga absolutamente nada.

Un sistema de mentiras muy bien pensadas

Lo peor ha sido el fraude. Matt Taibbi, en su libro Griftopia, explica como instrumentos financieros fraudulentos y productos tóxicos han llenado el mundo de basura (particularmente los Estados Unidos, Inglaterra y Europa) exigiendo un rescate multimillonario que los ciudadanos tienen que pagar con “ajustes” estructurales no muy diferentes a los que antes impusieron en el Tercer Mundo.  Y aún después de los fraudes multimillonarios la codicia de los más ricos y sus peones políticos no queda satisfecha; se continúa planeando como echarle mano a los fondos públicos de los estados. 

Roberts argumenta que en Estados Unidos están en la mira los fondos de pensión y el medicare, pero se trata también de vender y robarse todo lo que quede que sea bien público. Hank Paulson y Ben Bernanke, argumenta Roberts, continúan refiriéndose a la seguridad social y al medicare llamándolos despectivamente “derechos” para presentarlos como problemáticos o cuestionables. Engañan a una población fácil de manipular por su ingenuidad, justifican el robo encubierto de esos fondos.  Actúan, dice Roberts, como si no supiesen que efectivamente estos beneficios han sido pagados por los ciudadanos con sus impuestos y a través de toda una vida de trabajo. 

En Griftopia (2010) Taibbi responsabiliza a la “grifter class” de estos robos, y en ella incluye a los mayores jugadores de las finanzas y a los políticos que hacen (por un precio) lo que ellos quieren. Especificamente responsibiliza a Allan Greenspan de haber terminado con el Acta Glass Steagall que contenía a los banksters (banqueros gangsters) y de haberla removido justo cuando los fraudes estaban en apogeo.  Greenspan hizo imposible que se regularan las derivadas, eliminó incluso a Brooksley Born cabeza de la CFTC- Commodities Futures Trading Commission (Comisión del Comercio del Futuro de las Commodities) que quería regularlas. Luego el Congreso crea y aprueba un Acta (Commodity Futures Modernization Act) para desregularlas totalmente. Más tarde se imprimen 1,7 billones (1.700 000 000 000) de nuevos dólares.  En fin, no puede ser casual, que se deregulen las derivativas, se eche a la autoridad que las quiere regular, se termine con toda regulación por ley y se eleve a Greenspan a categoría de héroe y sea portada en el Times.

En estos momentos, dice Taibbi, el país mismo está a la venta a  precios modestísimos. Está siendo comprado por los mismos que se enriquecieron con la burbuja del petróleo que creó Goldman Sachs.  Gracias a Goldman, Morgan Stanley y otros bancos de inversión que levantaron artificialmente el precio del petróleo, se enriquecieron productores de petróleo que hoy con esas mismas fortunas compran infraestructura en EEUU.  Entre los compradores están la Autoridad Inversora de Qatar (Qatar Investment Authority), los Holdings SAMA (SAMA Foreign Holdings), la Autoridad Inversora Abu Dhabi de Emiratos Arabes Unidos (UAE´s Abu Dhabi Investment Authority).  Se venden pedazos de carretera de Indiana y de Florida, el puente carretero con peaje llamado Chicago Skyway y hasta un puerto de Virginia. (http://www.rollingstone.com/politics/news/exclusive-excerpt-america-on-sale-from-matt-taibbis-griftopia-20101018).

El fraude, explica Taibbi, enriqueció a Goldman Sachs que involucró a AIG -a Joe Cassano en lo que es la calificación de las hipotecas y a W.J. Neuger en lo que es la provisión de seguros. La calificación fue fraudulenta y los seguros inexistentes. Gente jugando en un casino que ni exige que se cubran las apuestas ni que los jugadores sean dueños de los instrumentos financieros que las aseguran. Goldman, sin embargo, se aseguró muy bien de que el pueblo norteamericano pagara ese robo. O sea, Goldman explotó a AIG (a través del TARP) y además especuló con el petróleo llevando al alza del precio de la gasolina el 2008 y que todos pagamos, lo hizo porque Goldman controla la oficina del Tesoro de los EEUU, y Timothy Geithner y Ben Bernanke son sus hombres allí. Taibbi pregunta ¿Por qué en un país con 2.5 millones de presos por crímenes no violentos, no hay ni un miembro de Wall Street preso por “perder” el 40% de la riqueza del mundo en un fraude criminal?

Los chinos y los pobres tienen la culpa

En medio del debacle y la confusión se buscan culpables convenientes, capaces de mover el alma nacional simplista e ingenua –y lista siempre a culpar a los menos favorecidos y a los extranjeros. La culpa de la crisis norteamericana, dicen, la tiene China. China nos ha quitado los trabajos dicen. Pero incluso esto no quita que esperen aún que la misma China que culpan los venga a salvar –comprándoles sus productos y vendiendole los suyos muy baratos.  Algunos argumentan que China ha mantenido artificialmente baja su moneda, pero como explica Paul Roberts esto es imposible: la moneda China fluctúa junto con el dólar norteamericano.

Para otros la culpa de la estafa inmobiliaria la tienen los pobres. Quienes la planearon, la hicieron crecer y se beneficiaron de ella los pobres son los culpables. Los pobres fueron qienes se endeudaron en más de lo que podían pagar por “codiciosos.” Y ahora lo pierden todo y con ellos cae el país en una debacle. La verdad es que perdemos todos los que no controlamos el sistema, los que lo controlan ganaron muchísimo, incluso ganaron con perder. Se jugó a la bolsa y se compró la basura vendida como valores, se engañó a los compradores institucionales de acciones y así se fueron por la borda o a la bolsa, muchos fondos de pensión y valores personales.  

Detrás de todo ha estado el mito de la “Nueva Economía” que hizo creer a la población que íbamos camino a mejores y mejores empleos, por lo que aceptó calladamente que desaparecieran sus puestos de trabajo. Sería temporal, pronto vendrían los mejores empleos, empleos que requerirían más calificación, educación e idioma. Pero los famosos trabajos para el Primer Mundo nunca llegaron. Como no llegaron los trabajos de la esperada “recuperación” que seguiría en el Tercer Mundo a los mentados “ajustes estructurales.” Nos dieron a todos la misma “medicina”, a unos antes y a otros despues. Las que ganaron fueron las corporaciones que movieron sus  plantas a China para abaratar el precio de su mano de obra pero seguían cobrando los mismos precios de antes por sus productos, un negocio redondo. Hoy sabemos que hemos sido vulgarmente engañados, que todo aquello era una falsedad. Hoy el desempleo está aqui para quedarse, los puestos de trabajo desaparecidos no se vuelven a materializar. Aunque nos dan números falsos como si fuésemos niños, sabemos que son engaños a esta altura. No hay industria, ni producción y hasta la agricultura está manipulada por las grandes corporaciones. Entonces, ¿que empleo? ¿que industrias? ¿que producción?

La gran mentira fue venderle a buena parte de la población del planeta el “sueño de la casa propia,” un sueño que además contaba con que esa “casa propia” iba a irse transformando en un pequeño castillo suburbano. Con las casas, nos pasó algo similar a lo que nos pasó con los autos –fueron desapareciendo los económicos en favor de los lujosos y costosos, nos acostumbraron a pensar que era “normal” pagar 30 o 40 mil dólares por un vehículo aunque en el proceso nos demoraramos diez años. Con las viviendas fue algo similar, crecieron en tamaño y en lujo, aumentando marcadamente de precio, un precio que era aparte inflado.

Canadá no fue excepción, en los años 80 una casa de 1200 pies cuadrados era considerada más que suficiente para una familia con dos niños. Pero esto cambió en los años 90, para entonces la “casa deseable” era una de por lo menos 2000 pies cuadrados de porte y nadie quería ya una que no tuviese garage o techos altos en la sala, y por lo menos dos baños. Y mucho mejor si era nuevecita a estrenar porque quien quería una “casa usada” –vaya el asco de pensar que alguien haya ocupado mi castillo.

Esta transformación de perspectiva en lo que es o no una casa deseable no fue ni casual ni espontánea, fue muy bien planeada para expandir el mercado y las ganacias. Fue además muy bien publicitado todo y no sólo desde la prensa, también desde la televisión. Esa cajita mágica que tenemos nos dice como vivir, como aparecer frente a los demás, como y lo que comer, como movernos y hasta que tipo de papel higiénico preferir. Naturalmente directa e indirectamente nos ha venido diciendo en que tipo de casa debemos aspirar a vivir. Desaparecieron las familias trabajadoras de la televisión, y hasta Roxanne tuvo que ganarse la lotería en su show para continuar teniendo popularidad. Los modelos de familias eran profesionales, aunque ultimamente, y más acorde con la realidad norteamericana, poco importaba si los habitantes de la casa tenían o no profesión y aunque trabajaran en un servicio que sospechamos mal pagado, la casa en la que vivían era de lujo. Todo gracias a la magia de Hollywood y al crédito. Nos vendieron bien el modelo de que hay que endeudarse para vivir, endeudarse en grande y hacerlo de contínuo.  

Casa, auto, vacaciones, han sido una obligación en el Primer Mundo. Se ha creado una población muy sibarita, de gustos refinados pero con sueldos muy miserables. Por supuesto que no niego la responsabilidad personal que tenemos, somos personas adultas eligiendo como vivir, más bien argumento que se ha modelado la irresponsabilidad financiera general de la población, que se la ha invitado a vivir muy por encima de sus posibilidades y a pensar en términos de “flujo de dinero contante” como si todos fuéramos agentes de la bolsa, en lugar de gente que vive de su trabajo y de un sueldo muy regular, gente que es ultimamente responsable de pagar por todas y cada una de sus deudas.

Así llegamos a hoy, y al fuerte endeudamiento personal y colectivo, y al creciente desempleo y a nuestras muy limitadas miras de mejoras. No puede sorprendernos que algunos jóvenes se nos emborrachen en las calles y otros caigan en otras drogas porque el panorama se presenta turbio. Hemos vivido en sociedades que además basan sus satisfacciones por décadas ya esencialmente en consumir. ¿Que hacer si no pueden consumir porque ya no queda con qué? La primera opción, confundirse mucho y no saber que hacer. Otra opción, escapar a como de lugar. La final, enfrentar la realidad.  El sueño prometido está siendo negado, es un sueño imposible pero eso es un tema en si mismo.

Hay negación a aterrizar pero es la realidad diaria que nos aterriza. Estamos frente a una gran transformación en nuestra forma de vivir. No sólo la crisis, es la cercanía al final del petromundo. Las mentiras de los más ricos y sus medios oscurecen el camino. Esta transformación que enfrentamos podría haber sido buscada conscientemente y ser positiva, un mundo diferente, sustentable, posible. Pero ha sido más bien una transformación inevitable, y sentimos que no tenemos mayor control. El mundo deseado, el del consumo sin fin, se nos va de entre los dedos como arena de playa. Nos urge hacernos de algunos instrumentos críticos para entender la encrucijada en la que estamos.  Se está materializando lo que parecía un imposible: el Primer Mundo se nos transforma en Tercer Mundo al andar, debajito mismo de nuestros pies.

Bienvenidos al siglo 21 que si suena como el 19 no es por casualidad. Aunque cueste tenemos que aceptarlo antes de poder transformarlo. La vida puja, se acepta o te pasa por encima. Habrà llegado la hora de la verdad y de luchar para transformar lo posible para vivir humanizadamente. Con valor y humor, o como dice irónicamente el lema nada menos que de la CIA: la verdad habrá de hacernos libres...Por un mundo mejor posible para todos y todas...

Esta vez nos llevamos el planeta entero con nosotros.     Por Chris Hedges  (traducción Nora Fernandez)
He caminado a través de los restos infértiles de Babilonia, en Irak, y de la antigua ciudad romana de Antioquía, la capital de la Siria romana, ahora enterrada en depósitos de limo. He visitado las ruinas de mármol de Leptis Magna, una vez uno de los más importantes centros agrícolas del imperio romano, ahora aislada en las desoladas dunas de arena al sudeste de Trípoli. He trepado a la puesta del sol los ancianos templos de Tikal, mientras bandas de coloridos tucanes sobrevolaban en el foliaje de la selva allá abajo. Me he parado entre los restos de la antigua ciudad egipcia de Luxor a lo largo del Nilo, mirando la estatua del gran faraón egipcio Ramses II quebrada en el suelo, con el poema Ozymandias de Percy Shelley en mi mente:
“Mi nombre es Ozymandias, rey de reyes:
Mira mis trabajos, tu poderoso, y desesperate
!”
Nada queda a su lado. Alrededor del deterioro de la ruina colosal, enorme y desnuda
Las arenas solitarias y niveladas se extienden en la lejanía.

Las civilizaciones se alzan, decaen y mueren. El tiempo para los individuos y estados, como los antiguos griegos argumentaban, es cíclico. A lo que las sociedades se vuelven mas complejas se vuelven inevitablemente más precarias. Se vuelven crecientemente vulnerables. Y cuando se comienzan a quebrar la aterrorizada y confundida población se repliega de la realidad, con una inabilidad de reconocer su evidente fragilidad y su inminente colapso. Las élites al final hablan en frases y en un lenguaje que no se corresponde con la realidad. Se refugian en espacios aislados, sea en la corte de Versalles, o la Ciudad Prohibida o en los modernos palacios estatales. Las élites se dedican al hedonismo sin control, a una aún más vasta acumulación de riquezas y al consumo extravagante. Se hacen sordas al sufrimiento de las masas que son reprimidas incluso con mayor ferocidad. Los recursos son agotados sin piedad hasta que se terminan. Y entonces, el edificio vacio colapsa. Los imperios romanos y sumerios cayeron así. Las élites mayas, luego de que terminaron con los bosques y contaminaron los rios con limo y ácidos, se volvieron al primitivismo.
 

A medida que los alimentos y el agua escasean, y esto se expande a través del globo, a medida que la creciente pobreza y miseria causan protestas callejeras en el Oriente Medio, Africa y Europa, las élites hacen lo que todas las élites han hecho. Lanzan más guerras, construyen monumentos más grandes para ellos mismos, sumergen a sus naciones en un aún mayor endeudamiento, y a lo que todo se desarma se desquitan con los trabajadores y los pobres. El colapso de la economía global, que ha borrado la increíble suma de $ 40 billones (40.000.000.000.000), fue causada por nuestras élites, que luego de destruir nuestra base manufacturera, ha vendido cantidades masivas de documentos apoyados en hipotecas fraudulentas a los fondos de pensiones y a pequeños inversionistas, bancos, universidades, al estado mismo y gobiernos extranjeros y a sus accionistas. Las élites, cubrieron sus pérdidas cuando se robaron el tesoro público para volver a especular de nuevo. Ellas también, en el nombre de la austeridad, comenzaron a desmantelar las bases de los servicios sociales, quebrar lo que quedaba de las uniones, cortar empleos, congelar salarios, tirar millones de personas de sus hogares, sin aproblemarse mientras creaban una clase de permanentes desempleados y subempleados.

La élite maya se volvió al final, como escribe el antropólogo Ronald Wright en sus notas “Una pequeña historia de Progreso,” ...”extremista y ultra conservadora, sacándole hasta las últimas gotas de ganancia a la naturaleza y la humanidad.”  Esto es como en todas las civilizaciones, incluso la nuestra: se osifican y mueren. Los signos de muerte inminente son imposible de negar. El sentido común reclama una respuesta radical. Pero la carrera hacia la auto inmolación sólo es acelerada por la parálisis moral e intelectual. Tal como pensó Sigmund Freud en “Más allá del Principio del Placer” y en “Civilización y sus Descontentos”, las sociedades humanas están intoxicadas y enceguecidas por su propia carrera hacia la muerte y la destrucción, tanto como lo están por la búsqueda de la satisfacción erótica.  

Los levantamientos del Medio Oriente, la autodestrucción de las economías nacionales, como la de Irlanda y Grecia, la creciente rabia de la clase trabajadora en casa y en el extranjero, la creciente desesperación de las migraciones humanas y la negación a detener nuestra despiadada destrucción del ecosistema en el que depende la vida misma son todas señales de nuestro colapso, consecuencia de la idiotez de nuestra élite y de la locura de la globalización. Las protestas que no se construyen alrededor de una completa reconfiguración de la sociedad norteamericana, incluyendo el rápido desmantelamiento del imperio y del estado corporativo, sólo pueden retrasar lo inevitable. Seremos salvados solamente por el nacimiento de un nuevo radicalismo militante que busque destronar nuestra élite corrupta del poder, y no negociar mejores términos con ella.

La economía global está construída sobre la creencia errónea de que el Mercado –leamos mejor codicia humana- debe de dictar la conducta humana y expandir eternamente las economías. El globalismo trabaja bajo la creencia de que el ecosistema puede continuar siendo golpeado por emisiones masivas de carbón sin mayores consecuencias. Y la máquina de expansión económica global está basada en que siempre habrá petróleo barato y abundante. La inabilidad de confrontar ciertas verdades simples sobre la naturaleza humana y del mundo natural hace a las élites incapaces de articular paradigmas sociales, económicos y políticos nuevos. Simplemente buscan formas de perpetuar un sistema moribundo.

La globalización es la articulación moderna de la ideología antigua usada por las élites para transformar a los ciudadanos en ciervos y el mundo natural en un páramo, en pos de ganar dinero. Nada es sagrado para estas élites. Los seres humanos y el mundo natural son explotados hasta que queden exhautos y colapsen. Las élites no pretenden defender el bien común. En síntesis, es la derrota del pensamiento racional y la muerte del humanismo. La marcha hacia la auto-destrucción ya ha terminado con el 90% de los grandes peces en los océanos y la mitad de los bosques naturales maduros, los pulmones del planeta. A este ritmo para el 2030 sólo existirán el 10% de los bosque tropicales de la Tierra. El agua contaminada mata a 25.000 personas cada día en el planeta, y cada año 20 millones de niños son dañados por la malnutrición. El dióxido de carbono en la atmósfera está hoy por encima de 350 partes por millón y la mayor parte de los científicos sobre el clima nos advierten que es nivel máximo para sostener la vida como la conocemos. [Nota del editor: la frase anterior ha sido revisada desde que este artículo ha sido publicado primero aqui.] El Panel Intergovernamental sobre el Cambio Climático estima que la medida podría alcanzar de 541 a 970 ppm para el 2100.  En ese punto enormes áreas del planeta, sufriendo sobrepoblación, sequías, erosión de los suelos, tormentas inesperadas, fallas masivas de los granos y crecientes niveles del mar, quedarían incapacitadas para la existencia humana.  

Jared Diamond en su ensayo “Los ùltimos Americanos” nota que para el tiempo que Hernan Cortés alcanzó Yucatán, millones de mayas habían desaparecido.

“¿Por qué,” escribe Diamond, “reyes y nobles no reconocieron y resolvieron estos problemas? La mayor razón fue que su atención estaba evidentemente focalizada en problemas a corto plazo para su enriquecimiento, guerras, levantar monumentos, competir entre ellos, y extraer suficientes alimentos de los campesinos como para apoyar todas estas actividades.”

“Bombear ese petróleo, cortar esos árboles y pescar esos peces puede beneficiar a la élite dándole más dinero o prestigio y sin embargo ser malo para la sociedad (incluyendo los niños de la élite) a largo plazo,” Diamond dice. “Los reyes Maya estaban consumidos por las preocupaciones inmediatas por su prestigio (que requería más y más grandes templos) y su éxito en la próxima guerra (requiriendo más seguidores), en vez de por la felicidad de los comuneros o de la próxima generación. Esas gentes con el mayor poder de decision en nuestra sociedad hoy hacen dinero regularmente en actividades que pueden ser malas para la sociedad como tal y para sus propios niños; entre los que toman decisiones están los ejecutivos de Enron, muchos que desarrollan la tierra (construcción), y quienes exigen cortes de impuestos para los ricos.”

No fue diferente en la Isla de Pascua. Cuando los habitantes llegaron a la isla de 64 millas cuadradas en el siglo 5, encontraron agua fresca en abundancia y bosques llenos con la Palma Chilena del Vino, un árbol que puede llegar a ser tan grande como el roble. Los alimentos del mar, incluyendo peces, focas, marsopas y tortugas, y las aves marinas que anidan eran abundantes. La sociedad de la Isla de Pascua, que se dividió en un sistema de castas elaborado de nobles, sacerdotes y comuneros, había aumentado en cinco o seis siglos a 10.000 personas. Los recursos naturales fueron devorados y comenzaron a desaparecer.

“Los bosques fueron cortados para crecer granos que llevarían a un aumento poblacional pero también a la erosion del suelo y al declive de la fertilidad del suelo,” Paul Bahn y John Flenley escriben en “Easter Island, Earth Earth, o Isla de Pascua, Isla Tierra.” “Progresivamente más tierra tendrá que ser deforestada. Árboles y arbustos tendrán que ser cortados para hacer canoas, para leña, construcción de viviendas y para las maderas y cuerdas necesarias para levantar estatuas. Los frutos de la Palma serán comidos, reduciendo la regeneración de la palma. Las ratas, introducidas con los alimentos, pueden alimentarse de los frutos de la palma, multiplicando rapidamente y completamente previniendo la regeneración de la palma. La sobre explotación de los prolíficas aves marinas las habría eliminado excepto en los islotes lejos de la costa. Las ratas pueden haber ayudado en este proceso comiendose sus huevos. Los alimentos abundantes provistos por la pesca, las aves marinas y las ratas habrían aumentado el crecimiento inicial de la población. El aumento de la población humana sin límites pondría presión después sobre la disponibilidad de tierra, llevando a disputas y eventualmente a la Guerra. La falta de madera y cuerda hizo imposible tallar más estatuas. Desilucionados con la eficacia de la religión de las estatuas en cuanto a proveer las necesidades de la gente pudo haber llevado a que la población abandonara ese culto. La falta de canoas restringió la pesca y llevó a un declive mayor en la provisión de proteínas. El resultado puede haber sido un hambre general, la guerra y el colapso de la economía toda, lo que llevaría a un marcado declive poblacional.”

Los clanes, en el período posterior de la civilización de Isla de Pascua, compitieron por el honor de sus ancestors construyendo imágenes de piedra cada vez mas grandes, estas demandaban el uso de lo que quedaba de madera, cuerda y mano de obra en la isla. Para 1400 no quedaban bosques. El suelo estaba erosionado y era arrastrado al mar. Los isleños comenzaron a pelear entre ellos por la madera restante y tuvieron que comerse sus perros y pronto las aves marinas que anidaban.  

Desesperados, los isleños desarrollaron un sistema de creencias que planteaba que los dioses de piedra, moai, volverían a la vida y los salvarían del desastre. Este último refugio en la magia caracteriza a todas la sociedades que caen en un declive terminal. Es una respuesta desesperada a la pérdida de control, a la desesperanza y a la falta de poder. La vuelta desesperada a la magia llevó a las danzas fantasmas de los Cherokee, a que los Taki Onqoy ya perdidos se rebelaran contra los invasores españoles en Perú, y a las profesías Azteca de los 1530. Las civilizaciones en sus ùltimos momentos se separan totalmente de la realidad, una realidad que se vuelve muy deprimente como para ser absorvida.  

La creencia moderna de los cristianos bíblicos en el éxtasis, no existe en la literature bíblica, y no es menos fantástica, cuando uno acepta negar la realidad del calentamiento global, o de la evolución, o acepta la teoría absurda de que los honrados han de ser salvados e iran flotando desnudos al paraíso al fin de los tiempos, está cayendo en lo mismo. La fé que la ciencia y la tecnología, que son moralmente neutras y sirven a las ambiciones humanas, volverán integro nuevamente el mundo no es menos ilusoria. Tenemos pensamiento mágico secular tanto como religioso.
 

Pensamos que hemos de alguna forma escapado los errores del pasado. Estamos seguros de que somos más sabios y más grandes que los que fueron otros antes que nosotros. Ingenuamente creemos en la inevitabilidad de nuestra propia salvación. Y quienes proveen falsas esperanzas, en especial a lo que las cosas se deterioran, reciben nuestra adulación y nuestras alabanzas. Nosotros en los Estados Unidos, somos sólo un 5% de la población del mundo, pero nos indignamos si alguien nos dice que no tenemos derecho divino a niveles de consumo que derrochan el 25% de la energía del planeta. El presidente Jimmy Carter, cuando sugirió que ese consumo no era beneficioso, fue transformado en una figura del ridículo nacional. A medida que las cosas se vuelven peor demandamos incluso un discurso mas iluso y feliz. Quienes estén dispuestos a proveernos esa fantasia e ilusión son, porque nos hacen politicamente pasivos, apoyados muy generosamente y promocionados por las fuerzas corporativas y oligárquicas. Y en el final mismo han de llevarnos felices al despeñadero esos mismos bobalicones y lunáticos, muchos de los cuales parecen estar formando fila en estos momentos para la nominación del candidato presidencial Republicano (en EEUU).

“¿Pueden, eventos acaecidos hace 300 años en una pequeña isla, tener significancia para el mundo?” Bahn y Flenley pregunataron. “Nosotros creemos que si. Consideramos que la Isla de Pascua es un microcosmo que provee un modelo para todo el planeta. Como la Tierra, Isla de Pascua era un sistema cerrado. La gente creía que eran los únicos sobrevivientes en la Tierra, todas las otras tierras hundidas en el mar. Ellos llevaron acabo para nosotros este experimento de crecimiento poblacional sin restricciones, uso de recursos sin medida, destrucción del medio ambiente y creer con mucha confianza que su religión se encargaría del futuro. El resultado fue un desastre ecológico que llevó a un colapso poblacional. ... ¿Tenemos que repetir el experimento en mayor escala? ¿Tenemos que ser tan cínicos como Henry Ford y decir ‘La historia es una tontería’? ¿No será más sensible aprender de la lección que nos da la historia de Isla de Pascua y aplicarla a la Tierra isla en la que vivimos?”

Los seres humanos parecen sufrir la maldición de tener que repetir estos ciclos de explotación y colapso. Y con un mayor tamaño del deterioro se da una menor capacidad de comprender que es lo que está pasando alrededor. La Tierra está plagada de restos de tonterías y arrogancias humanas. Parecemos condenados a ir nosotros y llevar nuestra especie a la extinction, aunque este momento parece que vivimos el desenlace de lo que ha sido la vida establecida y civilizada del planeta que comenzara hace unos 5000 años. No queda nada en el planeta por tomar. Estamos gastando lo último de nuestro capital natural, incluso nuestros bosque, el combustible fósil, el aire y el agua.  

Esta al caer, nuestra caida ha de ser global. No hay nuevas tierras que saquear, no hay nuevos pueblos que explotar. La tecnología, que ha terminado las limitaciones tiempo y espacio, ha vuelto nuestra aldea global en una trampa de muerte global. El destino de la Isla de Pascua ha de ser escrito en grande a lo largo de la extensión del planeta Tierra.

www.globalresearch.ca de truthdig.com (Traduce Nora Fernández)



 

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