lunes, 4 de junio de 2012

La llamada derecha "demócratica" al desnudo


Muchos quizás piensen que es dedicar demasiado espacio a las reveladoras declaraciones de Patricio Aylwin sobre temas que son del pasado, se podrá pensar. Allende, la Unidad Popular, el golpe y la dictadura militar, Pinochet, parecen cuestiones de museo, palabras de un hace mucho, mucho tiempo atrás. Sin embargo, creemos que no es así, dado que gracias a estas descarnadas declaraciones del líder de la Democracia Cristiana chilena nos adentramos en uno de los problemas capitales para la izquierda latinoamericana. Ayer y HOY.

Se trata del problema de las alianzas, pensadas estas desde la izquierda y con el objetivo de reunir fuerzas con otras formaciones o partidos de la derecha para de esa manera acceder al gobierno bajo formas de coalición electoral o gubernamental. Siempre ha habido una izquierda que ha andado a la caza de sectores de la derecha creyendo que así salvarían muchos obstáculos y podrían acceder al gobierno. Mucho se ha hablado de "acumular fuerzas", de no "asustar" a estos posibles aliados, de "ir creando las condiciones". Mucho se ha frenado también a nombre de esta estrategia para llegar al gobierno. Se han trancado luchas populares, combates sindicales y estudiantiles y aún luchas revolucionarias. Todo a nombre de poder presentarse con mejores credenciales frente a los eventuales aliados de la derecha. 

Eran duchas de "realismo" concebido éste como que lo real era la alianza politiquera con la derecha, no las luchas populares y el empuje desde abajo para llevar adelante las reivindicaciones mil veces postergadas de los trabajadores del campo y la ciudad. 

Sin embargo, estos problemas no son algo que tenga relación solamente con el pasado, son actuales en grado sumo. Sea para ganar elecciones o pretender volver a ganarlas después de haberlas perdido a manos de la derecha sin decorados, como ha sido el caso de Chile con la llamada Concertación que ocupó el gobierno desde el fin de la dictadura hasta la llegada del actual gobierno y que estaba compuesta por la mayoría de los partidos políticos de la izquierda -menos el Comunista que ahora pretende allegarse-, y por la Democracia Cristiana. La misma que  ha dirigido este caballero de las presentes declaraciones, este golpista que en el fin de sus días dice algo que todos sabíamos entonces, cuando el golpe militar y cuando la preparación de éste, y que desatan un gran debate político. 

La Democracia Cristiana chilena, como partido, y sus legisladores y dirigentes entonces, así como un gran número de sus militantes, subvertieron y sabotearon cuando el gobierno de la UP para allanarle el camino al golpe militar. Fueron ellos los que fueron "creando las condiciones" políticas y el clima necesario para que la horda asesina desatara su odio criminal contra el pueblo trabajador. Ellos sí que "crearon las condiciones". En este caso para un golpe fascista y la masacre del pueblo trabajador. La DC fue golpista y participó activamente en la consumación del mismo. Por lo tanto es también responsable de lo que sucedió después. No se puede atizar la hoguera y después pretender no tener responsabilidades en la quema del bosque. Fueron, en el terreno político, parte del estado mayor civil del golpe. A consecuencia de malos cálculos políticos se creyeron que los golpistas les iban a entregar el gobierno a ellos, una vez que éstos lo habían conquistado en la práctica. Así no fué, como es sabido y el resto es historia. 

Lo que también fué historia mal contada era que la DC no tenía nada que ver con el golpe. Se han hecho los sorprendidos durante decenios. Y los inocentes, claro, y de esta manera han revalidado sus credenciales democráticas, tanto es así que han gobernado en comandita con los restos de aquella izquierda a la que le dieron el golpe junto con el resto de la derecha recalcitrante y los militares fascistas. Estas declaraciones reabren el debate en Chile sobre el rol de la llamada "derecha democrática". Que mucho tuvo y tiene de derecha y poco de democrática. El debate, los argumentos, los documentos, los ejemplos concretos, son aleccionadores. No solamente para entender lo que pasó en Chile con la "vía pacífica al socialismo" que era la alternativa en aquél entonces a los levantamientos revolucionarios y armados, sino además para clarificarse sobre el verdadero carácter de esta autodesignada "derecha democrática". 

Y yendo del pasado al presente, este debate nos permitirá adentrarnos en el "disco duro" de estos sectores, que después de las dictaduras militares reverdecieron como LA alternativa. Naturalmente con el enfervorizado apoyo del imperio que se hacía el demócrata y de la socialdemocracia europea que al fin veía premiados sus esfuerzos con el surgimiento de un sector de la derecha en disposición de colaborar y aliarse con las fuerzas llamadas "democráticas" de la izquierda, previo saneamiento de rémoras socializantes o populares en sus programas y objetivos inmediatos. El proceso ha sido diferente en cada país pero en el fondo la tónica ha estado marcada por la pretensión de establecer gobiernos de coalición, formalmente o en los hechos prácticos, con esta derecha que así de pronto había comprendido que la izquierda debería ser su aliado natural. En algunos casos ha funcionado así, Chile es el ejemplo extremo, en otros toma formas locales, como en El Salvador para poner un ejemplo, y en otros, como en Uruguay ha sido y es la eternamente buscada quimera. 

La cosecha en Uruguay ha sido bastante pobre pero al menos -dicen- se ha llegado al gobierno aupados por la ayuda de diminutos sectores burgueses para lo cual se han dejado de lado programas, historia y estrategias. Todo ha ido en función de llegar al gobierno. Una vez en él, como ahora con el gobierno de Mujica todo ha estado dirigido a lograr alguna forma de "acuerdo nacional" al menos parcial, como ha sido el tan agitado y tan fracasado acuerdo político de la educación. La izquierda que se conforma con los sillones parlamentarios y gubernamentales se siente realizada mientras no la saquen del gobierno. Aunque en concreto no haga mucho ya que el gobierno, de instrumento ha devenido en un fin. En Uruguay también hay sectores que se proclaman  "derecha democrática" y hacia ellos se han dirigido todos los invites del progresismo gubernamental. Sin mayores resultados. Lo interesante del ejemplo de la Democracia Cristiana chilena, que nada tuvo de democrática y tampoco de cristiana, es como piensan, razonan y ACTÚAN estos sectores. Es aleccionante. La lección principal es que operan como la faceta "humana" del sistema pero en realidad son tan carniceros como la "otra" derecha, a la que Mujica llama "lo peor de la derecha", y que llegado el momento de que el sistema está en peligro o lo consideran en condición de tal, aún por via pacifica o elecciones, se sacan los guantes blancos y entran a la conspiración masacradora.

Esto no se debe de olvidar NUNCA, ya que en Uruguay, por ejemplo, toda la derecha, la llamada "progresista" y lo "peor" de ella según definición mujiquista, ambas apoyaron y votaron el estado de guerra interno en 1972, la suspensión de las garantías individuales, el establecimiento de la justicia militar, etc, que condujeron directamente al golpe militar y a la instauración de la dictadura. Es que ésta derecha no puede con su condición de representante político de un sistema explotador y de opresión. Esa es la cruda realidad. Ayer y hoy, en Chile y en Uruguay. Esperamos pues, que los materiales sirvan como información, para la reflexión y como lecciones que nos brinda el hermano pueblo chileno, lecciones que ha pagado con mucha sangre.


Colectivo del Blog Noticias Uruguayas


Carta a un conspirador

Miércoles, 30 de Mayo de 2012 10:07 Enrique Villanueva M- Clarín de Chile
aylwin_1990Es cierto y también legal que cada persona y en particular los dirigentes políticos de la época tengan su visión y su opinión respecto a Salvador Allende, de su gobierno y de los acontecimientos que terminaron con el golpe de estado  de 1973.
Pero lo que no es posible aceptar es que aquellos dirigentes de partidos que conspiraron o que fueron parte de la conspiración en contra de su gobierno, legalmente constituido y por voto popular, intenten con prepotencia tergiversar la historia o simplemente lavarse las manos.
Y menos aceptable es que los actuales herederos de Pinochet, empresarios, políticos de derecha otrora el brazo armado del golpismo en Chile y actores directos del  terrorismo de estado que asoló y saqueó el país por 17 años, levanten la voz intentando limpiar su imagen y la de su líder, condenado por la opinión mundial por asesinatos, desaparición de personas y torturas.
Ciertamente que todo esto es posible por el manto de impunidad que les brinda la ley de amnistía de 1978, que protege aun a cientos de violadores de derechos humanos y por la actitud acomodaticia y oportunista que desde Chile impidió el juzgamiento del dictador. Decisiones más que equivocadas, intencionales o cobardes, que se unieron desde dentro de la Concertación para protegerle de la ley internacional que en su momento  el juez Garzón intento aplicar a nombre de la dignidad internacional.
Pero mas allá de Pinochet, no se puede opinar de manera tan irresponsable de un periodo histórico que aun no se ha cerrado, que todavía punza heridas abiertas y que significó tanto dolor para miles de familias chilenas.
La historia es la que tiene la palabra y esta muestra una verdad que nunca se podrá ocultar, que el gobierno de Allende fue democráticamente elegido y que fue derrocado por una conspiración en la que tomaron parte los mandos superiores de las Fuerzas Armadas, la derecha chilena ( hoy RN y UDI) la mayoría de la directiva del partido democratacristiano, empresarios, bancarios opositores al gobierno popular, El Mercurio, intelectuales y periodistas, entre otros, quienes formaron parte de la gran cruzada anticomunista que impulsaba la CIA y el gobierno de Estados unidos de la época.
Nosotros como militares que apoyamos y defendimos al gobierno legalmente constituido, fuimos testigos de cómo se desarrolló esta conspiración y una política de guerra ideológica que terminó por dividir a la sociedad e impregnarla de un odio a muerte entre chilenos. Ese odio de clases llevó a la derecha al extremo de asesinar al Comandante en Jefe del Ejército General René Schneider en 1970, como una acción destinada a impedir la ratificación de Allende como Presidente de la República.
También en esta cruzada asesinaron al edecán naval de Allende, el comandante Arturo Araya Peters, además de la realización de cientos de acciones tales como voladuras de torres de alta tensión, acciones, entre otras, que efectuaban los grupos paramilitares de la ultra derecha, que comandaba uno de los abogados defensores de Pinochet, Pablo Rodríguez.
A nosotros se nos incitaba a ser parte del golpe de estado, del cual sabíamos que su realización era cuestión de tiempo, pero nuestros mandos hacían la vista gorda con los cientos de actos terroristas que se realizaron y estaban destinados a crear el caos económico, la inseguridad y el rechazo a las políticas que impulsaba el gobierno de Allende.
Por eso es oportuno recordar al Sr. Patricio Aylwin, que todas estas barbaridades cometidas se amparaban en la gran mentira de la cual él formó parte, intentando demostrar que Chile estaba al borde del comunismo y de la guerra civil, afirmando que éramos invadidos por rusos y cubanos. Esa guerra solo existió en la cabeza de quienes la diseñaron, en Chile no hubo guerra, lo que hubo fue una conspiración cobarde en contra de un gobierno socialista y la represión que se desató con el golpe de estado fue parte de una política represiva desde el estado, realizada en forma sistemática, salvo casos excepcionales, en contra de ciudadanos desarmados e indefensos.
Esta es una verdad que tanto jefes militares y políticos de la época han tratado de tergiversar, insistiendo en hablar de guerra para justificar el golpe militar de 1973 y la represión política que ejercieron durante todo el periodo de la dictadura.
La razón del golpe de estado entonces no fue porque “ Allende hizo un mal gobierno, que cayó por las debilidades de él y su gente” o que fuera “un mal político” como lo dijo  Aylwin. El sabe perfectamente que la razón es otra porque participó de ella y fue uno de sus artífices. De lo que se trataba era impedir que un gobierno socialista elegido democráticamente llegara realmente al poder y que tuviera éxito.
Los opositores de la Unidad Popular sabían que su programa de gobierno, significaba acometer de frente contra grandes intereses nacionales y sobre todo extranjeros que controlaban nuestra economía, lo que implicaba desafiar y luchar a la vez, contra los consorcios financieros, los monopolios industriales y el latifundio. Por lo tanto el golpe de estado fue una respuesta clara y anticipada, además predecible, porque los planteamientos de Allende establecían el punto de partida para crear una nueva economía y un nuevo estado.
No caben dudas que el gobierno popular y sus funcionarios cometieron errores, de todo tipo, pero también es cierto que en tres años se construyó una obra histórica; se nacionalizó el cobre y los demás recursos estratégicos del país, lo que obviamente despertó la ira de la Kennecott y de otras  empresas norteamericanas dueñas hasta esa fecha del cobre por más de 50 años. En la Agricultura se terminó con el latifundio y se continuó con la Reforma Agraria iniciada durante el gobierno democratacristiano de Eduardo Frei, orientada a liquidar este régimen de producción de la tierra, como una expresión, además, bien vinculada a la evolución política y social de Chile.
En la idea y práctica de construir la nueva economía los esfuerzos se centraron en la constitución del área de propiedad social, ya que el cambio estaba en el sistema de propiedad de la producción, no en el nivel del intercambio. El Gobierno Popular asumió el control de los bancos nacionales y las funciones de éstos se orientaron en beneficio de los medianos y pequeños industriales, mineros y agricultores. En Chile las instituciones bancarias eran los principales vehículos de clanes económicos que concentraban la mayor parte del poder industrial, comercial y financiero del país.
Paralelamente, el gobierno desarrolló actividades y medidas concretas en beneficio popular, todo ello en el marco de transformaciones radicales de la estructura económica. En el plano social se mejoró el Servicio Público y se desarrolló un programa social extensivo; en todo el país fue entregado gratuitamente medio litro de leche diario a todos los niños de Chile y los policlínicos periféricos fueron puestos sin costo al servicio de toda la población. Con esto la tasa de mortalidad infantil descendió considerablemente, al amparo de una  política de protección a la madre y al niño.
El gobierno intensificó la construcción de viviendas populares, llegando a duplicar los metros de construcción, en comparación con el periodo anterior. Y la educación recibió un impulso importante, expresado en su extensión masiva a toda la población escolar, para reducir el analfabetismo y en la ampliación considerable de las matriculas en todos los niveles de la enseñanza. En este proceso surgieron muchos artistas populares, quienes trabajaron para recuperar el carácter nacional de la cultura.
Estos son algunos de los logros del gobierno  de Allende, por lo que y más allá  de las conspiraciones, el pueblo nunca dejó de responder a sus llamados. Este le señaló un camino y fuimos muchos quienes participamos y vivimos instantes de gran  exaltación nacional y de  motivación colectiva.
Señor Aylwin, el gobierno de Allende no fue un mal gobierno para el pueblo. Sí lo fue para quienes se le oponían. Usted tuvo el derecho a oponerse a sus ideas, pero esto no justifica la conspiración de la cual formó parte y que propició el derrocamiento de un gobierno legalmente constituido y no le exime de las consecuencias de sus acciones.
Su participación en la planificación del golpe está comprobada y acreditada en los documentos confidenciales desclasificados por el gobierno de Estados Unidos, los que entregan pruebas irrefutables del apoyo financiero de la CIA y algunas transnacionales norteamericanas al Partido Demócrata Cristiano del cual usted era su presidente. Dineros que se entregaron para fortalecer la campaña electoral de Eduardo Frei Montalva en 1964, luego para impedir el triunfo de Allende en 1970 y, más tarde, para desprestigiar y desestabilizar al gobierno de la Unidad Popular.
Tres semanas antes de que Allende fuera derrocado, el 11 de setiembre de 1973, funcionarios norteamericanos aprobaron un millón de dólares en ayuda encubierta a partidos políticos y organizaciones privadas. Según un memorándum de la CIA, uno de los receptores del dinero fue el Partido Demócrata Cristiano.
Pero seria injusto no mencionar que en el PDC hubo también dirigentes que se opusieron a la aventura golpista del partido, entre ellos Renán Fuentealba, Bernardo Leighton, Belisario Velasco, Jaime Castillo y Claudio Huepe entre otros, algunos  de los cuales fueron detenidos, relegados o exiliados. La persecución política también alcanzó a la militancia democratacristiana en todo el país, particularmente en las universidades y en la administración pública.
En 1988 la juventud demócrata cristiana presentó una querella criminal en contra de Augusto Pinochet y otros responsables, por el delito de homicidio calificado cometido en las persona de 14 militantes de este partido. Pero el caso mas connotado fue el atentado a Bernardo Leighton en Roma en 1974.
Nosotros en la Fuerza Aérea fuimos testigos de esa represión, vimos a cientos de personas que desfilaban unos tras otros por los lugares en donde los y nos torturaban: la Academia de Guerra de la Fuerza Aérea, la Escuela de Especialidades y la Cárcel Publica, el Estadio Nacional. En todos estos lugares la prepotencia y el odio que desató la conspiración desleal para con su país, fueron el aliciente para eliminar a quienes fueron calificados como los enemigos de la patria.
Hoy después de  más de treinta años los políticos que conspiraron en contra de su pueblo se exculpan porque no participaron directamente en tales tropelías. Qué contrasentido y qué cobardía más grande. Si bien es cierto que no participaron, lo que hicieron fue crear las condiciones que justifican las peores crueldades que un ser humano se pueda imaginar a manos de torturadores inescrupulosos.
Los que propiciaron las condiciones para que se realizaran los crímenes de lesa humanidad, los que ejercieron el terrorismo de estado, que cometieron crímenes, violaciones, los que torturaron y que se apropiaron de bienes en nombre de la seguridad nacional y de la lucha anticomunista, saben que tienen que responder política y moralmente a la sociedad por el daño causado, no solo por haber actuado para mal y en contra de esta, sino por lo que hicieron de manera intencional y planificada, sabiendo las consecuencias sociales de sus actos aun cuando podían evitarlas.
Finalmente en qué pie quedan quienes condecoraron el ex Presidente de la República y ex senador Patricio Aylwin, quien recibió la medalla que concede la Universidad Alberto Hurtado, de manos de la Presidenta Michelle Bachelet por su aporte como héroe  de la paz. Un acto aberrante que es el reflejo, aunque no guste escucharlo, de la condescendencia concertacionista con los violadores de los derechos humanos y de la falta de compromiso para definir una política que permita excluir la ideología, a las organizaciones y a quienes incitaron a derrocar el gobierno de la Unidad Popular, que violentaron el sistema democrático y que abrieron las puertas a los golpistas que desencadenaron el terror en todo el país.
En la misma oportunidad se condecoró también a Sergio Onofre Jarpa, por su “generoso patriotismo y aporte en la transición a la democracia”, a quien fuera  Ministro del Interior de la dictadura pinochetista entre agosto de 1983 y febrero de 1985, el período de las protestas sociales que fueron violentamente reprimidas a balazos y torturas.
Como que el entusiasmo les pasó la cuenta a quienes idearon esta tremenda aberración.
Estas tergiversaciones en todo caso reafirman la idea de que en este ámbito aun queda mucho por hacer y que no se puede desconectar la historia actual del pasado, porque no se puede aceptar que se intente borrar la memoria histórica, eliminando las evidencias de lo que no es conveniente o se quiere ocultar.
Por eso es necesario tener presente y evocar el ejemplo, los valores y la mística de quienes lucharon antes que nosotros, con el fin de  cimentar las bases de esa sociedad en el respeto de nuestro pasado histórico. Eso ayudará a desterrar el cinismo, la doble moral, el acomodar el discurso hacia la izquierda mientras se actúa como lo acaba  de hacer Aylwin, con el cuerpo y la cabeza en la derecha.
La defensa de la memoria histórica tiene que ver con principios éticos, porque esa historia no está solo para decorar una vitrina o un monumento tranquilizador del pasado.
Dr. Enrique Villanueva M
Vicepresidente del Centro de Estudios Exonerados de la Fuerza Aérea -73


Indignación por declaraciones de Aylwin contra Allende y a favor de Pinochet

Lunes, 28 de Mayo de 2012  Colaboradores/ Clarín
golpeestado1973_290Líderes opositores y de la izquierda impugnaron las declaraciones sobre el golpe de Estado de 1973 ofrecidas por el expresidente Patricio Aylwin (1990-1994), a quien acusaron de distorsionar la historia y de pretender enlodar la memoria de Salvador Allende.
"Juzga a Allende livianamente y a Pinochet con una benevolencia que irrita", afirmó el senador y presidente electo del Partido Por la Democracia, Jaime Quintana, acerca de opiniones de Aylwin en entrevista publicada la víspera por el diario español El País.
"Pinochet representaba orden, seguridad, respeto, autoridad, era popular", fueron algunos de los atributos endosados al ex dictador chileno por el entrevistado, representante del Partido de la Democracia Cristiana.
En tanto, de Allende señaló que "terminó demostrando que no fue buen político, porque si hubiera sido buen político no habría pasado lo que le pasó (...) El golpe se habría producido sin la ayuda de Estados Unidos. Estados Unidos lo empujó, pero la mayoría del país rechazaba la política de la Unidad Popular, eso era evidente".

Quintana criticó las declaraciones de Aylwin y confió en que "la historia juzgue esos años desde otra óptica", al tiempo que estimó que "cuando se juzga a Allende de esa manera uno se pregunta por qué en tantas partes del mundo hay reconocimientos a su figura, hay grandes avenidas. Cuesta mucho comprender esas palabras". El presidente del Partido Comunista, Guillermo Teillier, también reaccionó molesto por las palabras de Aylwin y subrayó que sin la intervención del gobierno estadounidense hubiera sido muy difícil un golpe de Estado en Chile.

Teillier consideró grave que un expresidente justifique un golpe de Estado justo cuando ciertos sectores ultraderechistas chilenos pretenden hacer un homenaje a Pinochet en el Teatro Caupolicán al igual que han querido hacer en el Parlamento aludiendo a la democracia como argumento.

Asimismo el Partido del Socialismo Allendista, a través de su presidente Esteban Silva y del abogado Roberto Ávila, querellantes en la causa por la muerte de Allende, respondieron severamente a las declaraciones formuladas por Aylwin a El País.

Ambos militantes manifestaron que no se puede negar la participación de la Democracia Cristiana en el derrocamiento del gobierno constitucional de Allende, tal como consta en informes senatoriales norteamericanos.

Los socialistas allendistas remarcaron que Pinochet y Aylwin respondieron políticamente a las necesidades del gran empresariado chileno y extranjero expresados en un modelo político neoliberal.

"El compañero Allende es una figura que los jóvenes han señalado como el chileno más importante de la historia de Chile, nada puede ya enlodar esta imagen gigantesca que inspira las luchas sociales del presente por un Chile mejor", enfatizaron.

Los Freistas fueron golpistas

Viernes, 01 de Junio de 2012 Rafael Luis Gumucio Rivas / Clarín
freimontalva_200La interpretación histórica de los tiempos cercanos no tiene, necesariamente, que ser objetiva: cualquier persona, sea Presidente, ex Presidente o simple “opinólogo” tiene derecho a calificar los gobiernos de  buenos o malos.
Para algunos, los gobiernos de Jorge Alessandri y, más cerca, el de Sebastián Piñera, han sido un desastre; lo mismo podría argumentarse sobre los dos  períodos de Carlos Ibáñez del Campo, o más recientemente, el de Eduardo Frei Ruiz-Tagle.
Que don Patricio Aylwin diga que el gobierno de Salvador “no fue bueno” no es ninguna novedad, pues fue y sigue siendo un feroz opositor, tanto a la figura, como a la gestión del Presidente mártir. Su gran mentor de la época, Eduardo Frei Montalva, a partir de 1970, tenía la peor imagen del extinto Presidente: lo consideraba superficial, fatuo y que iba a conducir a  Chile al peor de los desastres; de la forma en que recibió en La Moneda al presidente electo, Salvador Allende, se manifestaba tempranamente el desagrado que sentía al entregar la banda presidencial a su opositor.
Es verdad que el gobierno de la Unidad Popular fracasó, en parte, a causa de la imposibilidad de llegar a acuerdos con la Democracia Cristiana, cuyo sector freísta, al poco andar, hizo lo imposible para que el diálogo fructificara. Mi padre, Rafael Agustín Gumucio Vives, da testimonio de esta situación: cada vez que se acordaba con Bernardo Leighton y con Renán Fuentealba – o con otros líderes democratacristianos abiertos al diálogo – llegaba una llamada del sector freísta, que obligaba a los parlamentarios a retraerse.
En agosto de 1973, muy cerca del golpe militar, el Cardenal Raúl Silva Henríquez quería un diálogo entre los dos grandes ex amigos – Eduardo Frei y Salvador Allende – pero el primero se negó dejando a Patricio Aylwin como representante de la Democracia Cristiana, partido que planteó tal cantidad de condiciones que se hizo imposible el acuerdo para llegar a una salida política.
El Parlamento sacó un acuerdo por el cual condenaba el gobierno de Allende que sirvió, posteriormente, para justificar el golpe de estado y la asunción de los militares al poder. Bernardo Leighton, en  el exilio, reconoció que fue engañado por su directiva para votar a favor un acuerdo que conducía directamente a la intervención militar.
Posterior al Golpe, salvo los trece firmantes de un documento condenatorio al golpe militar, encabezados por Bernardo Leighton y Radomiro Tomic, la mayoría del partido Demócrata Cristiano apoyó el golpe militar. La carta de Eduardo Frei a Mariano Rumor – presidente de la Internacional democratacristiana, es clara, precisa y explícita, en el sentido de apoyar el golpe militar.
Eduardo Frei Montalva, junto con Gabriel González Videla y Jorge Alessandri asistieron al Tedéum, en la Gratitud Nacional, para agradecer a Dios el triunfo del golpe militar y la caída de Allende. Podrá argüirse que Frei lo hizo con cierta dosis de desagrado y a  petición del Cardenal, la realidad es que estuvo presente, en compañía de dos derechistas.
Por cierto que Frei no tiene la culpa de que sus dos edecanes hayan sido los líderes del golpe militar –  Bonilla y Arellano  - tampoco Aylwin la tuvo al creer, ingenuamente, que podría defender a la radio Balmaceda y, en nombre de la libertad de prensa, ante el ministro del Interior Bonilla, quien le respondió groseramente – como corresponde a la brutalidad castrense.
En este primer acápite, parece evidente que el freismo – no es lo mismo que la DC – animó y apoyó el golpe, tal vez a la espera de que el poder les cayera del cielo. Es una verdad, como una catedral, que se arrepintieron, como buenos católicos, y el perdón de los pecados se repite, domingo a domingo, en la misa, sin embargo, la responsabilidad política,  después de haber pedido perdón, exige reconocer el error y no tratar de autojustificarse, como lo está haciendo el ex Presidente. Por lo demás, la penitencia la cumplió, con creces, al convertirse en aliado de los socialistas.
Nadie niega que los termocéfalos, el sectarismo y algún grado de corrupción, además de una concepción dogmática del marxismo y, sobre todo, del leninismo, muy propio de nuestra izquierda utópica y subdesarrollada, colaboró al fin trágico de de la democracia.
El papel de Estados Unidos y la derecha militarista está comprobado y dilucidado hasta la saciedad.
Es una estupidez sostener que la política es solamente futuro, pues el hombre es, apenas, presente y pasado; ninguna persona seria puede predecir el futuro, por consiguiente, nuestra tarea consiste en mirar el pasado para entender el presente; sin embargo desde el golpe militar han transcurrido 40 años y el legado de la dictadura militar está a la vuelta de la esquina como una herencia  que en todas nuestras instituciones huele a podrido.
Donde el ex Presidente, don Patricio Aylwin demuestra cierta dificultad para entender la realidad es cuando alaba al tirano Augusto Pinochet, uno de los seres más abominables y funestos que han existido por estas latitudes. Nuevamente insiste en que el ex dictador Pinochet, convertido en  comandante en jefe y ex Presidente de Chile por su propia voluntad, no atropelló la legalidad y respetó al Presidente en los “ejercicios de enlace” y en “el boinazo”, y que no presionó a dos ex Presidentes democratacristianos en el caso “pinocheques” para defender a su primogénito de las manos de la justicia.
El famoso dicho “en la medida de lo posible”, una especie de minimalismo político, que ha permitido a  muchos responsables de crímenes de lesa humanidad quedar impunes, y los peores de ellos están en casinos, financiados por  todos los chilenos, cuando no se dedican a dictarle cátedra al Presidente de la República, desde el Hospital Militar - Álvaro Corvalán -.
Cuando uno lee al ex Presidente, a sus ministros, a su vocero Enrique Correa y otros tantos socialistas y democratacristianos, si no hubiera vivido en Chile,  creería que los “ejercicios de enlace” y otras bravatas del tirano eran fiestas de la primavera o juegos de disfraces para entretener  a los niños, y que jamás levantó la voz para presionar a los presidentes democráticos.
Es triste comprobar el grado de traición y complacencia con la dictadura en que cayeron muchos líderes de la Concertación que, en su servilismo inconsciente, terminan rindiendo pleitesía a su opresor, que se llama “síndrome de Estocolmo”.
Por esta razón y otras más, la ciudadanía los expulsó del poder.
Rafael Luis Gumucio Rivas 


Del Colectivo Noticias Uruguayas

1 comentario:

  1. extraordinario, yo tenía 13 años para el golpe, esa mañana temprano nos devolvieron a nuestras casas, yo iba caminando con un compañero quien estaba feliz con lo que acontecía y me dijo algo que nunca he olvidado "los militares después llamarán a elecciones y Eduardo Frei será presidente de Chile" ¿cómo diablos sabía eso un joven de 13 años? es obvio que su padre se lo habría dicho. A casi 40 años la DC aun debe encubrir el pasado

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