martes, 31 de julio de 2012

Sinceramiento y transparencia

Sobre las maniobras de marines estadounidenses SEALS en Uruguay

 Por Samuel Blixen.
Todo fue muy sigiloso. El simulacro de “rescate de rehenes” que efectivos de Fusileros Navales tenían previsto realizar bajo la batuta de comandos de elite de la IV Flota de la Armada de Estados Unidos al parecer tuvo lugar el miércoles 13, bajo las condiciones de “bajo perfil” que el ministro de Defensa, Eleuterio Fernández Huidobro, decretó para las actividades de los marines estadounidenses.
Las controversias generadas en el Frente Amplio –y también en la oposición– por la presencia de 15 efectivos de lo que se calificó como “la unidad de operaciones especiales más letal de Estados Unidos” indujeron al ministro a restringir el acceso de la prensa a todas las actividades vinculadas con los destacados entrenadores visitantes. Por ello no fue posible registrar qué tipo de entrenamiento reciben nuestros fusileros navales, aunque esto puede deducirse dadas las propias características de estos Navy Seals, equipos particularmente entrenados para actuar en mar, aire y tierra en operaciones de acción directa, guerra no convencional, rescate de rehenes y contraterrorismo. Seguramente las tareas de mantenimiento de lanchas y arreglo de motores, una de las actividades en que se hizo hincapié en las explicaciones parlamentarias, no son las principales de estos comandos identificados como los “cazadores de Bin Laden”.


La presencia de estos marines en Uruguay requiere dos tipos de consideraciones. Uno tiene que ver con la manera en que el gobierno administró la información y manejó el asunto, en especial en el Parlamento, que debió dar la autorización constitucional de ingreso al país de tropas extranjeras. En la bancada del Frente Amplio la información que circuló fue deliberadamente vaga, imprecisa, y con cierta urgencia por aprobar el ingreso casi a tapas cerradas, es decir, sin discusión. En la Comisión de Defensa de la Cámara de diputados el legislador blanco Javier García preguntó cuáles eran los lineamientos estratégicos que justificaban el ingreso de los marines estadounidenses, pero la presidenta de la comisión, la diputada Ivonne Passada, consideró que la pregunta no era pertinente y que, además, no podía ser respondida porque no estaban presentes ni el ministro ni el subsecretario de Defensa.
Estaba presente, en cambio, el contralmirante Daniel Núñez, del Comando General de la Armada, quien ofreció a los miembros de la comisión una explicación de por qué el adiestramiento de los fusileros navales a cargo de los Navy Seals es “fundamental”. Dijo que en un contexto de incremento de las actividades en el Río de la Plata (tráfico mercante, regasificadora, prospección de petróleo) existen “claras amenazas emergentes en nuestro mar, como tráfico de drogas, tráfico de armas, contrabando y el terrorismo a bordo de buques”. Resulta sintomático que se mencionen dos problemáticas –tráfico de drogas y contrabando– que sí son reales en el escenario del Río de la Plata, pero que no son precisamente objetivos militares de los Navy Seals, ocupados preferentemente en la “defensa interna en el extranjero”, razón por la cual han estado presentes en Vietnam, Granada, Panamá, la guerra del Golfo, Irak y otros campos de batalla que requirieron de sus habilidades para operaciones especiales.


Sin debate, la autorización fue votada en ambas cámaras, pero las primeras voces de alerta provinieron del Comité de Base General Víctor Licandro, del Frente Amplio en México. “Legalizar la actividad en Uruguay de las fuerzas de elite intervencionistas de Estados Unidos que han provocado la muerte y el sufrimiento de millones de seres humanos, muchos de ellos en América Latina y el Caribe, es una afrenta a esos pueblos y enloda la historia de digna solidaridad de los uruguayos con todos ellos”, sostiene la declaración que será sustrato de la discusión que el lunes realizará la Mesa Política del Frente Amplio y en la que la diputada Passada dará explicaciones por la forma en que se procesó la información parlamentaria.
Quizás allí comience la discusión de la segunda consideración que merece el tema: ¿qué política estratégica de defensa pretende promover el gobierno del Frente Amplio? Los antecedentes ya dan una idea de por dónde se rumbea: primero, la participación en las maniobras navales Unitas, que el FA siempre condenó y cuya aceptación indujo al diputado socialista Guillermo Chifflet a renunciar a su banca por cuestiones de principios. Después, la participación de tropas uruguayas en Haití, con el argumento de que se desplaza a Estados Unidos en tareas de “gendarmes”. Y ahora, la asociación con tropas que expresan, como ninguna, la política guerrerista y criminal de Estados Unidos en el exterior.
El rumbo parece estar consolidándose; sería bueno un sinceramiento, y la posibilidad de que la ciudadanía acceda a un discusión transparente y profunda.





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