domingo, 21 de octubre de 2012

El país tristemente gris



 "La actualización ideológica de Tabaré" (Cambiar para que nada cambie y aferrarse al sillón)

"El Frente Amplio es el único capaz de llevar adelante el proyecto para que los uruguayos vivan mejor" (ver al final de esta nota si hay otra opción)

El que no cambia todo, no cambia nada 
Todo cambia
 




VOY A SER DURO Y POLÉMICO SOBRE TABARÉ: Este es el momento exacto en que Tabaré Vázquez habló de que si ganan los blancos y colorados volveremos al país gris. Bien, más allá de que eso es una típica frase que solo ve en Negro y bBlanco, vaya si estoy de acuerdo en lo que significará para todo el Uruguay que ganen el gobierno blancos y colorados (juntitos o separados en rosada coalición histórica). Pero no puedo dejar de decir que Tabaré Vázquez tiene todo el derecho de querer ser presidente y ganar la interna del FA para ser elegido como candidato, y vaya si hizo una buena presidencia; pero no me callo sus profundos errores e imposiciones antidemocráticas (como el Veto de "Yo el supremo" que impuso anteponiendo sus ideas a la de los cientos de miles que lo llevaron a ser presidente y sin los cuales estaría a años luz de serlo) así como varias decisiones e indecisiones en muchos temas. Y sobre todo, no me puedo callar su apoyo a la marcha del PP e
n España contra el aborto, algo que es un insulto a toda la izquierda uruguaya y un guiño a quién sabe quien. Vázquez representa no solo a un FA viejo, sino antiguo por más que se pase hablando de actualidad ideológica (de la que no dice una sola idea clara). A esta altura representa una restauración conservadora y un retroceso, y por eso la derecha mediática lo instala un día si y otro también como futuro presidente. Aparte de que aunque tantos acríticos lo declaren, no garantiza ganar ninguna elección sin ningún análisis politológico serio que lo respalde. Todo esto más allá del legítimo y gran apoyo que Tabaré cosecha. Eso sí, detrás de él van casi todos los sectores flotando como corchos. Aparte del hecho de que de nada sirve ganar elecciones si lo que se frenan son los cambios. Queremos el gobierno para transformar, no para ganar como un fin en si mismo. Y como si fuera poco, Tabaré dijo lo del país gris vestido con un traje gris, con el pelo gris, y con un fondo gris. Toda una iconografía que lamentablemente no es casualidad. Por lo menos, a cambiar de repertorio y de escenografía. (la foto lo testimonia). Yo quiero una izquierda realmente actualizada , renovada, con fuerza, pensante, con mucho espíritu crítico y transparencia, y transformando a fondo en cada rincón de la realidad e intentándolo con la gente como protagonista y no con una elite que hace y quiere que los demás los miren hacer. Nada de eso es fácil pero mucho menos si no se intenta.


Javier Zeballos Madera

La izquierda neoliberal: "no se trata de arrancar de cero, solo se trata de asumir un proyecto con amplio consenso político y social", que se opone "al de la derecha neoliberal".

 Todos revueltos en el mismo lodo



Zonas marginales en las perisferias de Montevideo

Antes del Frente Amplio y después también

Tabaré Vazquez dijo que sin el Frente Amplio en el gobierno, Uruguay "no será blanco o colorado, será un país gris". El ex presidente habló en un acto con dirigentes comunistas

Pardiñas: "Algunos integrantes del Frente se sienten desmoralizados"

El secretario general del Partido Socialista, el diputado Yerú Pardiñas, reconoció en su discurso de apertura del Comité Nacional "la desmoralización de algunos sectores sociales, integrantes de las fuerzas progresistas, evidenciados por sus dudas en las tareas de gobierno que son el principal elemento de confusión o decepción de una parte de la militancia que luchó durante décadas para ganar el gobierno".
"Casi se puede oír el pensamiento susurrado ¿para qué tanto sacrificio? ¿La sociedad del pan y las rosas para cuándo? El hombre nuevo sigue siendo una utopía inalcanzable ¿Quién no escuchó las críticas que se han realizado sobre todo en el terreno de la economía?". Sin embargo, Pardiñas indicó que "hay frutos del trabajo" y de los compromisos programáticos cumplidos, y como ejemplos citó: la reciente aprobación de la ley de despenalización del aborto, la reforma de la salud, la reforma tributaria y las "políticas de libertad y justicia".
En el plano internacional, Pardiñas reconoció "dificultades y tensiones", pero defendió el papel asumido por el gobierno en las relaciones con Argentina.
"¡Y ya lo ve, y ya lo ve, el presidente es Tabaré! (En el reino de los ciegos el tuerto es rey)


Trabajadores anuncian ofensiva para defender salarios



Por Jorge Luna

Montevideo, 20 oct (PL) La creciente inflación amenaza con polarizar más aún a la sociedad uruguaya, especialmente entre sindicalistas y empresarios.
Ante el lento pero seguro trepar de ese indicador, voceros empresariales propusieron "atenuar los salarios" de los trabajadores, pero estos denunciaron que el problema radica en "la renta que se apropian las empresas".

El Banco Central registró este mes una inflación entre 8,75 y nueve por ciento, por lo que algunos economistas consideran que también debe darse un ajuste del gasto oficial.

El ministerio de Economía y Finanzas, a su vez, planteó esta semana la necesidad de que industriales y proveedores de alimentos congelen los precios al público hasta enero.

Con todo, Marcelo Abdala, coordinador de la máxima central obrera PIT-CNT, insistió en que "el salario no es la variable que afecta la inflación, sino una tasa alta de rentabilidad de algunos segmentos de las cadenas de producción y comercialización que no quieren perder".

Al salario, precisó, le queda muchísimo por recuperar en su grado de participación en la riqueza, por ejemplo, el que tuvo antes de la dictadura.

Agregó que la clave para asegurar los precios está en "si el Estado está dispuesto a tener una mayor intervención en la economía política de las cadenas productivas, de modo de promover que las necesidades del pueblo lleguen a un precio adecuado".

El PIT-CNT acaba de aprobar el documento "A retomar la ofensiva", de 27 puntos, y también varias asambleas de aquí a fin de año, incluyendo un paro nacional con movilizaciones el 22 de noviembre.

Planteó, en esencia, la necesidad de enfrentar "la ofensiva de la derecha política y del bloque de poder de las clases dominantes, retomando la ofensiva reivindicativa, programática, política, ideológica y de movilización".

Tras denunciar una campaña sistemática contra los sindicatos, exhortó a fortalecer la unidad y las tácticas comunes para "la participación de las grandes masas en cada instancia".

Como objetivos de la ofensiva, el PIT-CNT propuso, además, la redistribución de la riqueza, el aumento del salario mínimo y avanzar en la justicia tributaria, entre otras medidas.

Asimismo, convocó a la "Concertación por el Desarrollo Productivo" y a una Comisión Nacional para la reforma de la Constitución.


Video de la Embajada Americana cuando Tabaré Vazquez  hace una "alianza estratégica" con EEUU




Frente al fracaso del neoliberalismo, ¿humanizar el capitalismo?
  Augusto Lapp Murga


Ya parece un hecho evidente para todo el mundo bien pensante que el capitalismo neoliberal, con su pensamiento único del “ laissez-faire” y la “ mano invisible” del mercado autorregulado, al cabo de apenas tres décadas de dominio global ha resultado en un estruendoso fiasco. La crisis financiera que afecta al mundo entero, la recesión de la economía productiva en los países desarrollados, las enormes deudas soberanas y el rescate leonino de las finanzas públicas y privadas en quiebra, el desempleo galopante y el aumento de la pobreza, entre otras cosas, así lo indican.
Ante esta crisis de la economía global vuelven a enfrentarse las dos ideologías fundamentales del capitalismo. De un lado, el neoliberalismo, con su idea de la defensa del libre mercado y la libre competencia hasta sus últimas consecuencias, en una evidente huida hacia adelante, insiste en seguir aplicando las consabidas políticas de plena apertura de los mercados para los grandes capitales transnacionales, mayor flexibilización laboral para incrementar las ganancias de las empresas capitalistas, ayudas masivas a la banca para salvar el sector financiero, y austeridad presupuestaria para estrangular aún más el “gasto” social.
Por otro lado, en respuesta ante el colapso del capitalismo neoliberal, se ha planteado la opción de retornar a un capitalismo “más humano”. Sería éste una versión del keynesianismo, con un sistema regulado donde el gobierno tome la forma de un estado benefactor que interviene para prevenir los excesos a los que conduce la lógica del capitalismo de buscar expandir las ganancias a toda costa. Aunque los críticos liberales acusan a su vez que son las políticas expansivas y asistencialistas de estos estados las causantes de las grandes deudas públicas y altas tasas de inflación que al final condujeron al fracaso del keynesianismo en la década de los setentas.
Observamos entonces que esta nueva crisis del capitalismo y sus consecuencias no sólo movilizan amplias masas de trabajadores y sacude a la opinión pública mundial, sino que también ha desatado nuevamente la polémica entre las diferentes corrientes del pensamiento económico capitalista. Esta polémica no sería algo extraño, dado que, como ya observara Marx en su libro Miseria de la Filosofía [2], cuanto más evidente se muestra el carácter antagónico de los intereses de clase, más se embrollan en su propia teoría los economistas, los representantes científicos de la producción burguesa; y por ello aparecen distintas escuelas.
Marx identificaba en su época dos escuelas: Por un lado, “Están los economistas fatalistas, que en su teoría son indiferentes a lo que llaman los inconvenientes de la producción burguesa, como lo son los burgueses mismos a los padecimientos de los proletarios, que los ayudan a adquirir las riquezas”. Dentro de esta escuela fatalista hay clásicos y románticos. Para ambos “la miseria es, según su criterio, el dolor que acompaña a toda creación, lo mismo en la naturaleza que en la industria”. Son los también llamados capitalistas salvajes.
Por otro lado, dice Marx, “Surge luego la escuela humanitaria que toma a pecho el aspecto malo de las relaciones de producción actuales. Dicha escuela trata, para tranquilizar su conciencia, de mitigar, en lo posible, los contrastes reales; lamenta con sinceridad las angustias del proletariado, la competencia desenfrenada de los burgueses entre sí; aconseja a los obreros que sean mesurados, que trabajen bien y que tengan pocos hijos; y recomiendan a la burguesía que moderen el ritmo de la producción. La entera teoría de esta escuela –observa Marx- se apoya en distinciones efectivas entre la teoría y la práctica, entre los principios y los resultados, entre la idea y su aplicación, entre el contenido y la forma, entre la esencia y la realidad, entre el hecho y el derecho, entre el aspecto bueno y el aspecto malo”.
Estas palabras las escribió Marx entre los años 1846-1847, pero aun hoy conservan toda su vigencia. Desde entonces esta escuela “humanitaria” ha continuado elaborando diversas propuestas de remiendo del capitalismo. Tres disciplinas vienen a justificar o reforzar su teoría: a) la filosofía moral y política de claro corte normativista, centrada fundamentalmente en el “deber ser” de las organizaciones económicas y sociopolíticas, sólo se ocupa de reclamar discursivamente la necesidad de atender la dimensión ética de la gestión capitalista; b) el sociologismo, que acentúa unilateralmente las relaciones sociales y relativiza la influencia de las estructuras económicas en las que descansan dichas relaciones; c) y por último, la economía política reformista, con su fórmula de una economía desarrollista y redistributiva como alternativa dentro del capitalismo.
Estas disciplinas, con sus doctrinas y propuestas, incluidas las que surgen desde posiciones autoproclamadas como socialistas, suelen hacer certeros análisis de las aberraciones del sistema, sin embargo, sólo terminan por querer maquillar algunos de los principios y categorías fundamentales de la economía capitalista. Algunas plantean como una solución efectiva, por ejemplo: regular el mercado; normar el capital financiero; socializar la mercancía; compartir las ganancias; o cumplir con la “responsabilidad social” de las empresas.
Con estas medidas se pretende saldar las deudas sociales del capitalismo. No son malas per se , pero obviamente son soluciones cosméticas que van a contrapelo de las leyes inexorables que gobiernan el sistema, como de las contradicciones internas que lo caracterizan. Sin dudas, estas medidas se contradicen con los principios de la producción de plusvalía y la maximización de las ganancias, con los de la reproducción y la acumulación del capital, que son leyes fundamentales que le dan vida y rigen al capitalismo. Como también se enfrentan a las relaciones de producción y las formas de propiedad y distribución que las sustentan. Cuesta entonces pensar que el capitalismo esté dispuesto a mutilar algunos de sus miembros fundamentales, o que la burguesía llegue hasta sacrificar su propia existencia en beneficio de la sociedad. Por ello, aunque nos perezcan bien intencionadas, esas propuestas “humanitarias” a todas luces resultarán utópicas o insuficientes, y tarde o temprano serán nuevamente sustituidas por el capitalismo verdadero.
No obstante esto, los filósofos, sociólogos y economistas pro capitalistas siguen edulcorando cada vez más la infusión, han venido añadiendo refinamientos y correcciones a la fórmula, perfeccionando el discurso sobre el capitalismo “humanitario”, pero al fin y al cabo siempre resulta el mismo brebaje. Con relación a esto, Marx explica: “La escuela humanitaria perfeccionada recibe el nombre de escuela filantrópica. Niega la necesidad del antagonismo, quiere hacer burgueses a todos los hombres; quiere realizar la teoría, en tanto que ésta se distinga de la práctica y no contenga antagonismos. Claro está que en la teoría resulta fácil hacer abstracción de las contradicciones que se encuentran en cada instante en la realidad. Esta teoría sería entonces la realidad idealizada. Los filántropos desean, entonces, conservar las categorías que expresan las relaciones burguesas sin el antagonismo que las constituye y que les es inseparable. Creen que combaten seriamente la práctica burguesa, y resultan más burgueses que los otros”.
En resumen, las crisis periódicas y sistémicas del capitalismo demuestran tanto la utopía del pensamiento único neoliberal, como revelan las limitaciones y la insostenibilidad de las políticas y los gobiernos socioliberales. De tal manera que no podemos caer en el juego pendular del hayekismo-keynesianismo que nos ofrece la burguesía. Resulta evidente entonces que la crisis actual del neoliberalismo no puede solucionarse dentro del capitalismo; sólo con un socialismo verdadero, que adelante una transformación estructural más profunda basada en cambios en la propiedad de la tierra, los modelos comerciales y la propiedad de las industrias estratégicas, al mismo tiempo que modifique la cultura no solidaria, consumista y depredadora del capitalismo, es como se podrá lograr la máxima felicidad del ser humano en el planeta Tierra.
Referencias:

[1] Marx Karl. Miseria de la Filosofía , Gradifco, Buenos Aires, 2010, p. 119.

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