miércoles, 28 de noviembre de 2012

La cantera del zorro


Un barrio al fondo a la izquierda 

El gobierno desembarcará en La Cantera del Zorro, donde campea “la indigencia en estado puro”

  Nicolás Delgado @nicodelgado13 - 24.11.2012 El Observador

La Cantera del Zorro huele a excremento y a quemado. Al fondo de la casa de Alejandra Rotela, presidenta de la comisión La Cantera del Zorro, al final del pasaje 1, hay una fuente de aguas servidas que chorrea litros de microbios por segundo y aromatiza el ambiente. “Y no te imaginás lo que es esto cuando hace la calor”, dice Alejandra, mientras observa cómo se desborda el vertedero, minuto a minuto, desde hace al menos un año.



Junto a la fuente de excrementos corre el arroyo Pantanoso, que arrastra bolsas, basura, esqueletos de autos.

Entre 2011 y 2012, el municipio A retiró 600 vehículos herrumbrados de uno de los rincones de La Cantera del Zorro. El pasaje 2 es, paradójicamente, la única calle asfaltada del asentamiento. Después de pasar por el desguazadero, los ladrones llegan allí en los autos robados, los queman y los tiran a una de las arterias del Pantanoso.

El alcalde del municipio A, Gabriel Otero, y el presidente de la Asociación Pro Fomento Tres Ombúes, Mario Sánchez, explicaron a El Observador que retiraron la chatarra para evitar que se corte el arroyo y se forme una represa que inunde los ranchos de la ribera.

De inundaciones saben en la zona: el temporal del 19 de setiembre de este año dejó a muchos vecinos con las patitas en el agua.

“Esto es la indigencia en estado puro”, dice Sánchez, mientras camina por la calle Alaska, que une a Tres Ombúes con La Cantera del Zorro. Otero coincidió en que hay un “núcleo importante de pobreza e indigencia” en el cantegril.

A un lado de las calles de barro, ranchos de chapa. Al otro, ranchos de chapa y montones de basura. Al final de las tres calles que recorren el asentamiento, el Pantanoso hecho un basural. Y en el medio, niños jugando, fumando pasta base, yendo a comprar el pan al almacén de Alejandra.

En el Centro Comunal Zonal 14, que comprende los barrios La Teja, Belvedere, Paso Molino, Nuevo París, Cadorna y Tres Ombúes (dentro del que está La Cantera del Zorro) la indigencia llega al 1,4% de la población, según un estudio poblacional realizado por el sociólogo Martín Toledo a encargo del municipio A y publicado este mes.

El Ministerio de Desarrollo Social (Mides) está trabajando en el análisis y la elaboración de datos más precisos para desembarcar en esta zona con más políticas sociales. Fuentes ministeriales informaron a El Observador que aún no está definido si los nuevos programas del Mides se aplicarán  en Tres Ombúes o específicamente en La Cantera del Zorro, donde los guarismos de indigencia se disparan.

Mientras que en Tres Ombúes viven unas 22 mil personas, en el asentamiento hay 1.000. Si el presidente de la Asociación Pro Fomento Tres Ombúes se queja porque la presencia estatal en el barrio es “nula”, los vecinos de La Cantera del Zorro sospechan que son invisibles. “No aparecemos ni en el GPS”, dice Carlos Tropiano, un hurgador de 40 años que se crió en el cantegril.

Afuera de su casa tiene estacionados sus tres carros de caballos. La mayoría de quienes viven en el asentamiento se dedica a recolectar y clasificar basura. El alcalde municipal los define como “una comunidad de clasificadores”. Es una forma de vivir del desecho de los demás. Pero también hay otras.






Alejandra Rotela, la almacenera de 35 años, cuenta que algunos vecinos, del otro lado del Pantanoso, le cobran a camioneros para que descarguen sus volquetas llenas de basura en el patio de sus casas, a orillas del arroyo.

Durante la recorrida matutina por el barrio, desfilaron al menos tres de estos camiones. Está prohibido tirar basura en el lugar y los inspectores de la Intendencia de Montevideo trabajan para evitarlo. Pero cuando detienen un camión, entran cinco, según los vecinos.

Por el agujero que hay entre el vacío estatal y el intento por sobrevivir se cuela la basura y la droga. “De noche entran autos al barrio (a traficar droga) que parecen del embajador de Japón”, dice Sánchez.








Sin embargo, todos los consultados coincidieron en que en los últimos dos años la Policía apresó a muchos delincuentes. “De los que vivían acá, hay muchísimos presos”, dice Tropiano.

En la zona se realizaron megaoperativos a fines de 2011. El Ministerio del Interior pretende ahora establecer una mayor presencia a través de la Policía Comunitaria. Junto al Mides, Interior comunicará esta semana específicamente dónde y cómo aplicará estos planes. En principio, los barrios montevideanos son Tres Ombúes, Marconi, Chacarita de los Padres y Santa Teresa. También se aplicarán en dos barrios de Canelones.

En Tres Ombúes no hay policlínica pública, ni escuela pública, ni oficina pública, ni un cajero, ni una murga, ni un cuadro de fútbol. No hay nada que dé identidad al barrio”, se queja el presidente de la Asociación Pro Fomento Tres Ombúes, que trabaja en el taller de su casa confeccionando uniformes empresariales. “Esta zona tiene una ausencia total del Estado: excepto la luz y el agua, no hay nada que identifique al Estado como Estado. Hemos sido parte del olvido por ser pobres” .

Tampoco hay pizzería ni delivery que entren cuando cae el sol. Los taxis no ingresan al barrio por el temor a los hurtos y las rapiñas, que se redujeron en relación con años anteriores, pero siguen siendo los fantasmas de la noche. Las ambulancias solo llegan acompañadas de patrulleros.

El que entra y sale a toda hora es el ómnibus de la línea 524, que une Tres Ombués con la Ciudad Vieja. “Y cada tanto los apedrean y los roban”, dice Ruben Álvarez, otro vecino.

La policlínica, que según los vecinos es el lugar de referencia del barrio, cerró en marzo de 2010, cuando comenzaron las obras de remodelación. Pero la reforma nunca terminó y hoy está abandonada.

El alcalde Otero explicó a El Observador que la empresa constructora dejó la obra y que será multada y suspendida por la intendencia. El mes próximo, la construcción se adjudicará a una nueva empresa.

Otero informó que el municipio tiene previsto construir un centro cívico en la plaza de Tres Ombúes para marcar la presencia estatal en el barrio: habrá un puesto de Policía Comunitaria, oficinas municipales y un lugar donde los vecinos puedan reunirse. El año próximo el municipio abrirá la licitación para iniciar la obra. A Sánchez se le dibuja una sonrisa cuando habla del centro cívico y sueña con que se instale un cajero automático. Pero, según Otero, no habrá ninguno.

El alcalde aspira a que también pueda construirse un espacio deportivo y recuerda, con la esperanza en la voz, que este proyecto concuerda con la Estrategia por la Vida y la Convivencia, el plan elaborado por el gobierno nacional para combatir la inseguridad y recuperar la armonía en los barrios. El documento expresa como uno de sus objetivos “generar nuevas centralidades en algunos barrios del área metropolitana a través de plazas de convivencia con equipamientos que tendrán infraestructura deportiva, espacios para actividades culturales y equipamiento para actividades sociales y recreativas. A su vez, se instalarán servicios públicos orientados a la integración social realizando sinergia con programas e iniciativas que ya implementan ministerios y organismos de gobierno”.

Sánchez también confía en este proyecto, pero asegura que es la falta de cajero automático el karma del barrio, porque lo inmoviliza. “Cuando la gente va a sacar dinero del cajero, ya compra los comestibles y lo que tenga que comprar en esa zona; entonces, en el barrio no anda nada, no hay nada, ni una pizzería”, sostiene.

Si en Tres Ombúes la mayoría de los servicios estatales están en etapa de proyectos, en La Cantera del Zorro, el Estado aparece, para los vecinos, en la forma de luz, agua y planes del Mides. Donde en otros barrios hay monumentos, en La Cantera hay esqueletos de autos que adornan las esquinas.

A pesar de que los vecinos no lo perciban como tal, el Estado aparece camuflado detrás de ONG o instituciones privadas.

En el colegio Monserrat funciona un centro CAIF que trabaja con 80 niños, un colegio privado, cuya matrícula es de $ 1.500, en el que estudian 278 escolares, y una policlínica con médicos de ASSE. Algunos vecinos, sin embargo, se quejan porque en la policlínica los invitan a colaborar con $ 10 después de las consultas. “Y $ 10 en este barrio, a veces, es mucho”, dice uno de los vecinos, que prefiere atenderse en el Cerro.

También trabajan en el barrio la ONG El Abrojo, el merendero Sonrisas y el club de niños Proyecto Botijas. Los vecinos celebran su presencia.

Tropiano es uno de ellos. Junto a su esposa y cinco hijos, recibe el apoyo de El Abrojo. “A una de mis hijas le consiguieron trabajo”, comenta, con el pecho hinchado de orgullo. A su vez, les dan $ 3.000 por mes, que deben justificar con la compra de alimentos mediante boletas. “Muchas veces vamos a llevar las boletas y nos dan ropa”, comenta. “Poné eso. Esa gente ayuda”, dice.

Tropiano es agradecido. Pero cuando se le pregunta cómo está La Cantera del Zorro y qué podría hacer el Estado para mejorar el barrio, sus ojos se abren y se ponen tiesos. “Acá, en La Cantera, nunca hicieron nada. En el barrio nuevo (se refiere al llamado Tres Ombúes Nuevo) hicieron iluminación y desagüe. Acá nada”, repite y luego reconoce: “Pero tampoco hay voluntad de nosotros. Nos aburrimos de luchar”.





Rambo, justiciero del barrio

Nelson Peña Otero, alias El Rambo, nació y se crió en el barrio 19 de Abril, pero fue en La Cantera del Zorro donde, tras vivir durante cuatro o cinco años, donde adquirió fama. El Rambo fue procesado por homicidio y copó las primeras planas cuando en junio de 1999 lideró un motín en el penal Libertad y tomó como rehén al periodista Yuri Gramajo, quien grababa un programa televisivo dentro de la cárcel. “El Gordo (por El Rambo) era un fenómeno, era mi amigo, nos criamos juntos”, dice Carlos Trapiano, un hurgador de La Cantera del Zorro. El feriante Alejandro Franco, otro vecino, también lo recuerda con cariño y respeto. Mario Sánchez, presidente de la Asociación Pro Fomento Tres Ombúes, asegura que si El Rambo estuviera vivo, el barrio no estaría como está. “Él era el justiciero, el patriarca de la zona. Ante cualquier inconveniente entre vecinos, él actuaba. Vos tenías un problema con alguien y él era la autoridad para decir quién tenía razón y quién no. Te robaban una bicicleta y vos le decías al Rambo: ‘Mirá que fulano me robó ’. Y él se hacía cargo: iba a caballo con un palo o una cadena y le daba una paliza para que devolviera la bicicleta. Funcionaba así el barrio. El tipo tenía dominado a todo el mundo. La gente lo respetaba”. El Rambo murió el 8 de marzo de 2011 en La Isla, un sector de máxima seguridad del penal de Libertad, a manos de Alexandro Rodríguez de Armas, quien le dio cinco disparos.












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