jueves, 20 de diciembre de 2012

1956 / 20 de diciembre / 2012

de Gabriel "Saracho"Carbajales



Los puentes sin fronteras de la dignidad de los humildes

pero no sumisos de este mundo ancho y nuestro

Aprovechando el descanso relativo del “Día del/la trabajador/a Gráfic@” en Uruguay y hurgando en los confines positivos de la internet burguesa, encontré esta muy oportuna notita de la rama Detroit del Partido Comunista Revolucionario de los EE.UU., de 2005, homenajeando a una verdadera revolucionaria y recordando un ejemplo de resistencia popular activa en el corazón mismo y el cerebro mismo del imperialismo capitalista, un imperialismo y un capitalismo esencialmente idénticos al viejo esclavismo que sobrevive maquillado en el “mundo moderno”, porque la llamada “revolución burguesa”, no fue eso. No fue revolución, porque si las grandes transformaciones sociales lo son solamente de lo formal, o lo técnico, o los modos de producción, los contenidos, los rasgos esenciales, permanecen, por más camuflados que estén… En los EE.UU., en Europa, en Asia, en Latinoamérica, y en Uruguay también…
(La Revolución, la única, la que liquida la explotación y la opresión y las clases y subclases y capas medias, todavía está pendiente, aguardándonos desde los tiempos de la insurrección espartaquista y de las negras haitianas y los negros haitianos sublevados en los siglos XVIII y XIX, por lo menos).
Quiso la casualidad que haya sido también un 20 de diciembre; y por eso estos renglones tienen más sentido, aun, creo.
Y que, ¡por favor!, Tania no sienta que esto es una lisonja barata de blancos con cola de paja o un inútil culto a la personalidad, pero ella debe entender que sí, que es nuestra pequeña Rosa Parks oriental, y que su ejemplo es una manera de tender no solamente puentes raciales o de defensa étnica; su gesto es, fundamentalmente, el gesto más elementalmente revolucionario que todas y todos debemos esperar de quienes poseemos únicamente –y ni más ni menos- nuestros brazos, nuestro cerebro y nuestra dignidad, para vivir decentemente y para enseñar que esta es la única manera humana de vivir, y que hay que organizarla y colectivizarla incansablemente, para que más temprano que tarde, no haya ya ni un solo individuo que viva de nosotros o que sienta que su aspecto físico le hace superior a otras y otros.
Como no estuve en la marcha antirracista de ayer para no codearme con los mismos que mandan botones a reprimir a nuestros hermanos de Haití y del Congo, arrimo estas líneas y esta imagen, en honor a Tania y, también, para ayudar a que sintamos, todas y todos, que todo en esta sociedad, es discriminación y abuso de los que seguirán sintiéndose poderosos mientras se lo sigamos permitiendo… 
Pues el racismo y los arrebatos fascistas de todos los días, son la misma mierda burguesa funcional a las pautas de vida de una clase que parece haberse creído que una varita divina, mágica, insuperable, allá lejos y hace tiempo, la nominó para cumplir el rol de fiolo y verdugo de todo el mundo.

Gabriel –Saracho- Carbajales, Montevideo, 20 de diciembre de 2012, “Día del/la Trabajador/a Gráfic@”
(va la nota del PCR rama Detroit del 2005).



“A la memoria de Rosa Parks:

Luchadora

"Siempre dicen que no me paré del asiento porque estaba cansada, pero no es cierto. No tenía más cansancio físico de lo normal al fin de un día de trabajo. No estaba vieja, aunque mucha gente cree que en esa época era vieja; tenía 42 años. No, lo que estaba era cansada de ceder y ceder".
Revolución #021, 6 de noviembre de 2005
El lunes 24 de octubre falleció Rosa Park a los 92 años de edad. El 1º de diciembre de 1955, en Montgomery, Alabama, ella rehusó pararse de un asiento designado para blancos y la arrestaron. Su audacia impulsó el movimiento en defensa de los derechos civiles. En cuestión de días, los negros de Montgomery organizaron un boicot casi total a los autobuses, que en un año culminó con el fin de la segregación en ellos en Montgomery y un mayor nivel de organización popular.
Rosa Parks ya era una luchadora desde años atrás. En 1943 rehusó sentarse en los asientos de atrás y el conductor blanco la tiró del bus. Pero, como dijo, "eso pasó como si nada". Los negros tenían que pagar primero al frente y luego subirse por la puerta de atrás, y si los asientos para blancos se llenaban, los negros tenían que cederles su asiento. A veces los conductores recibían el pasaje y arrancaban antes de que tuvieran tiempo de subirse por la puerta de atrás. Era una institución repugnante que tenía como objetivo humillar a los negros y quebrarles el espíritu, una parte del sistema de segregación conocido como Jim Crow.
Ella no fue la única que luchó. Unos meses antes, Claudette Colvin, una adolescente, rehusó obedecer al conductor y confrontó a la policía que llegó a detenerla. Además, Rosa Parks se había forjado en la lucha. Su esposo, Raymond Parks, militó en el movimiento para liberar a los Scottsboro Boys en los años 30: nueve jóvenes negros acusados injustamente de violar a dos mujeres blancas, por lo cual ocho fueron sentenciados a muerte y uno de 13 años a cadena perpetua. Los Scottsboro Boys salieron libres después de muchos años y muchas apelaciones jurídicas, y porque tenían el apoyo de un enorme movimiento popular contra esa injusticia, en el cual desempeñaron un papel clave el Partido Comunista norteamericano y otras fuerzas progresistas. Eso también era parte de la rutina que los negros tenían que soportar y combatir en el "viejo Sur".
Rosa Parks también era activista y participó en una escuela de organizadores en Tennessee. Así que cuando rehusó levantarse del asiento para blancos, ya era parte de una red organizada. Además, unos meses antes lincharon cruelmente al joven negro Emmett Till en Mississippi, y la audaz posición de su mamá de abrir el ataúd en el entierro para que todos vieran cómo quedó, atizó las llamas de resistencia en el Sur. Ese fue el contexto en que Rosa Parks rehusó levantarse del asiento.
El acto no fue parte de un plan organizado, pero la noticia del arresto corrió y electrizó a los activistas negros que, esa misma noche, se pusieron a planear la respuesta. Al día siguiente, un viernes, difundieron 52,000 volantes. ¡Y eso que no existían fotocopiadoras! La actividad de ese fin de semana, con la ayuda involuntaria del diario que publicó la noticia en primera plana, hizo que el boicot fuera tan exitoso el lunes siguiente.
A pesar de que tuvieron que caminar hacia el trabajo durante meses, a pesar de la violencia del KKK (que incendió las viviendas de los organizadores), y a pesar de represalias económicas y jurídicas, las masas negras se mantuvieron firmes. Poco a poco, y después con más rapidez, cuando el intento de aplastar el boicot fracasó, la noticia de la lucha se difundió por todo el Sur y después por todo el país. Tras una larga lucha, el 20 de diciembre de 1956, prácticamente un año después de que empezó el boicot, las autoridades tuvieron que integrar a los negros en igualdad de condiciones a los autobuses de Montgomery. Era una victoria, pero la lucha contra el sistema Jim Crow apenas empezaba o, para ser más precisos, entró a una nueva etapa.
El sistema de segregación contra el que Rosa Parks luchó no surgió de la nada. En 1876, los capitalistas del Norte pactaron con los terratenientes del Sur terminar el período de Reconstrucción que siguió a la guerra de Secesión y someter a los negros a la semiesclavitud, y el nuevo sistema de segregación y el terror Jim Crow se encargaron de hacer cumplir el nuevo arreglo. La esclavitud misma surgió de las exigencias del capitalismo y su inagotable sed de ganancias, y generó ideas propias y un sistema de gobierno para justificarlo. Debido a que no se han arrancado las raíces de ese sistema, nuevas formas de opresión han crecido encima del viejo sistema.
Hoy Rosa Parks recibirá honores en la capital. Se derramarán muchas lágrimas honestas. Pero también correrán ríos de lágrimas de cocodrilo y chorros de oratoria florida de quienes han aprovechado y defendido la supremacía blanca en todo momento, de formas más perversas que el sistema Jim Crow, y de quienes hace dos meses escribieron un nuevo capítulo de racismo con el huracán Katrina, especialmente George Bush. La hipocresía no tiene límites en el mundo oficial.
Pero las masas populares pueden enorgullecerse del legado de Rosa Parks y sacar importantes lecciones de él: la certidumbre moral ante la autoridad injusta y la fuerza potencial del desafío que se difunde y se conecta con la furia, resolución y organización del pueblo. Esas lecciones se deben aplicar hoy”.




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