martes, 4 de noviembre de 2014

Quijote, Sancho y la positiva

57% más de votos anulados y en blanco

Enviado Por Jorge Zabalza

Columna Rafael Bayce
viernes 7 noviembre 2014


Resumamos algunas conclusiones de las recientes elecciones de primera vuelta. Es posible que haya sido ‘ejemplo de madura conducta cívica’ en comparación con épocas pasadas nuestras y con lo que puede pasar en otros países, pero esa supuesta virtud debe ser enmarcada en varios vicios, quizá mayores que esa virtud, lo que deja pocas razones para celebrar y festejar, a saber:

VOTO OBLIGATORIO QUE MIENTE INTERÉS, Y CAMPAÑAS DEFORMANTES

El voto obligatorio deforma la auténtica voluntad popular y la lleva a votar por bajas razones, mal informadas desde medios partidizados e ideologizados, y desde campañas electorales muy poco ejemplares por su cansadora repetición, su falta de debate real, la superabundancia de jingles y spots dedicados a seducir más que a convencer o ilustrar, signados por exceso de ‘bolazos’ numéricos, polarizaciones enervantes y babosedas mezcladas con abrazos. Para ello se gastó un disparate de plata que sin duda debe ser reducida y reasignada en el futuro político, porque es claro que informan poco, desinforman mucho, enseñan a discutir de mala fe y a mostrar diversas caras que en realidad pueden ser simples caretas mientras muchas necesidades sociales son postergadas por ese carnaval político. Los porcentajes de votación se producen porque es obligatorio votar, incluso para ancianos postrados hace años (voraz rapacidad estatal), sin lo cual sería la mitad. El interés es en parte ´deportivo’, como esperando resultados de partidos o carreras; hay interesantes estudios en ciencia política sobre la similitud de espectadores e hinchas deportivos con el público electoral.

BALOTAJE: NO SUMA LEGITIMIDAD NI REPRESENTATIVIDAD Y SUMA MÁS DE LOS MISMOS DEFECTOS
El balotaje sumará a la falta de representatividad de los candidatos, elegidos en régimen cupular, sin que la gente los conozca en su mayoría, ni a los programas, propuestas ni planes de candidatos, fracciones o partidos. La motivación y fundamentación del voto es, entonces, paupérrima, esperable producto de su pobre proceso de construcción sociopolítica. El balotaje, bajo absurdo justificativo de aumentar la legitimidad y representatividad, obligará nuevamente a votar por cosas aún más lejanas e inciertas que las votadas en primera vuelta, en mayor grado aun por males menores y no tanto por bienes conocidos. Pergeñado para dificultarle las elecciones al Frente en 1999 como razón básica, agregará un nuevo, carísimo, cansador e invasivo carnaval, probablemente menos informativo y formativo aún que el de la primera vuelta.

QUIJOTIZACIÓN DE SANCHO Y SANCHIFICACIÓN DE QUIJOTE
El diálogo íntimo de los dos aventureros cervantinos, más su necesidad de contemporizar puntos de vista radicalmente diversos en la aventura cotidiana compartida, los lleva a aceptar en tal grado el punto de vista del otro que un moribundo Quijote termina pidiendo perdón por sus locuras mientras Sancho intenta salvarlo incitándolo a asumir su misión caballeresca; han completado su mimetización cruzada. Algo similar le ha ocurrido a los discursos electorales frentista y de la oposición, en parte explicable el frentista por el ingreso en las lógicas de la economía de mercado y de la democracia: cupulización, burocratización gubernista, han sido previsibles desde Mannheim, Offe y anteriores experiencias de antiguos radicales devenidos gobernantes. Pero que los que insisten en la necesidad de ‘cambios’ sean los partidos tradicionales – por un regreso al pasado dorado Bordaberry, por un salto positivo a no se sabe dónde Lacalle Pou- y que el que predica seguridad, tranquilidad, confianza en el statu quo –porque solo al final ilusionó y prometió profundizar y avanzar- fuera la izquierda progresista configura una vuelta de carnero difícil de prever en toda su dimensión ideológico-política.
 En medio de ese enroque de posiciones retóricas, la izquierda abandona cada vez más la izquierda clásica y se juega al centro, sorprendentemente abandonado por los partidos tradicionales desde 1971 en adelante, en su compulsión por oponerse al avance de las izquierdas, que, pese a ello, no solo avanzaron sino que se apropiaron de las todas las banderas históricas de centro-izquierda que podían hacer ondear los partidos tradicionales; ha sido increíble la habilidad de los partidos tradicionales, en especial del Colorado, para cederle todo el centro-izquierda a la izquierda y abroquelarse suicidamente en una derecha paranoica crecientemente famélica y representativa solo de obsoletos fantasmas de la Guerra Fría y del Plan Cóndor. Pepe Batlle, Batlle Berres, Arena, Grauert, Zelmar Michelini, Gutiérrez Ruiz, Roballo, Wilson, casi solo son mencionados y homenajeados por la izquierda dado el abroquelamiento amnésico y paranoico de los partidos tradicionales ya desde 1971, pero acelerando el harakiri desde 1989.

El discurso retro-paranoico con odio de Bordaberry representa a pocos en este siglo XXI. El discurso cosmético de Lacalle Pou tiene lo suyo en esta posmodernidad, para algunos ya desideologizados; es esa máscara de ‘más allá de las ideologías’ que intenta Lacalle Pou entre los muchos que no perciben la suculenta ideología que acarrea de polizonte el terso barco sonriente y positivo del nuevo candidato blanco. Pero con esa ocupación del terreno centroizquierdista regalado y con esa aceptación de reglas de mercado económico y del de competencia electoral entre partidos de masas, la izquierda ha ido abandonando las banderas de la izquierda tradicional y muchas de la nueva izquierda antineocolonialista, ambientalista; es claro que con ello ha ganado más terreno del que perdió, por ahora; y que también ha adoptado parte de una agenda liberal izquierdista que la aggiorna en parte.

Pero necesitará cada vez más Constanzas para evitar la fuga por izquierdas de los votos nuevos; y deberá encarar la difícil sustitución de liderazgos, carismáticos y populistas con los que ha malacostumbrado quizás al electorado uruguayo, que ha cambiado tanto desde los solemnes líderes de partidos de ideas hasta los folclóricos gurús del nuevo escenario de masas. En este movimiento histórico jamás podrá abandonar el centro, salvo que los partidos tradicionales vuelvan a disputárselo, lo que por ahora, al menos desde tiendas coloradas y buena parte de las blancas, no se intenta. La obsoleta paranoia tiene otros miedos, difícilmente materializables; se les sigue temiendo como felinos depredadores potenciales a quienes han confesado no ser más que gatitos. No será solo una cuestión de disputa de sillones para sentar a los suyos la futura contienda político-electoral en el horizonte?

LA REGRESIVA ‘POSITIVA’ Y EL ODIO DE ESTRATOS

La consigna por ‘la positiva’ es un intento derechista de desideologización típico de las nuevas derechas, en especial las europeas. Basado en un marketing anclado en una mezcla de Pare de Sufrir y Autoayuda con toques de aforismos clásicos (querer es poder, el que persevera triunfa, hay que mirar la mitad llena del vaso, no hay que tener ojos en la nuca) la positiva implica que nada debe cuestionarse sino simplemente afrontarse con propuestas, sin agarrarse contra nada ni nadie (cosa que después no hace en sus discursos, aunque lo diga de nuevo mientas no lo hace en ellos). En la historia humana, y no solo en esquemas dialécticos, la negatividad ha sido probablemente más creativa o paridora de alternativas e innovaciones que las positividades, tantas veces encubridoras de protección del statu quo, desfocalización de la búsqueda de causas, y ahuyentadora de crítica social. La ‘positiva’ huele a ese gatopardismo que suma autoayuda y evangélicos pentecostales, a nueva derecha europea que vende candidatos como objetos de la sociedad de consumo espectacular.

Una frase final para el odio entre estratos que signa esa contienda electoral tan ‘ejemplar’. Si Mujica fue defenestrado como gobernante potencial debido a su desaliño personal, su lenguaje lumpen- rural, sus ropas, vehículos y arreglo facial, como Rosadilla fue estigmatizado antes como Intendente potencial, ahora Lacalle Pou es estigmatizado por petiso arrogante pituco, independientemente de sus ideas y de su potencial habilidad para gobernar; su pedigrí parece solo fuente de negatividad y no de herencia de experiencia hasta mamada en familia. El odio resentido uruguayo disfrazado de principios en todo su esplendor y desde todas las trincheras. Las redes sociales muestran el verdadero rostro de la rivalidad, que se acerca más a las palabras de Bordaberry a da Silveira que a las de los discursos públicos de los candidatos. Los argumentos ceden muy frecuentemente a los prejuicios etnocéntricos y casi racistas, sin duda de odio entre estratos (si no de clases). Otro punto negativo de la campaña y de la elección. Y van… Aunque siempre son mejores que la esclavitud, el feudalismo, el integrismo teocrático, autocracias y dictaduras imperiales o reales. Pero no da para entusiasmarse ni para festejar, salvo por la mantención de sillones y de posibilidades de negocios o de colocación de amigotes, compañeros o familiares.



Los gráficos de "Saracho"

6 comentarios:

  1. 57% más de votos anulados y en blanco
    DONDE QUEDARON'?????????

    ResponderEliminar
  2. NO ME DAN LOS NUMEROS
    270.000 abstenciones donde estan???????

    ResponderEliminar
  3. NBA
    NULO EN BLANCO Y ABSTENCIONES
    270 ANSTENCIONES
    SE VOLARON ?

    ResponderEliminar
  4. QUE PORCENTAJE DAN LAS 270 ABSTENCIONES?
    APRENDAMOS A SUMAR

    ResponderEliminar
  5. NOS ESTAFARON 57% DE VOTOS ANULADOS Y EN BLANCO
    EL F.A TENDRIA 43,27% Y AHORA RECLAMARLE A MAGOYA

    ResponderEliminar
  6. se pasan son los dueñosa de los votos anulados !que pajaron! con razon estamos asi

    ResponderEliminar

No ponga reclame, será borrado