lunes, 24 de agosto de 2015

El gigante no es invencible; su “Apocalípsis Show” no debe ser el nuestro


 


 “Hay que cuidarse del enano fascista que todos llevamos adentro”...

Una frase hecha que venimos escuchando desde que nos conocemos, y que, invariablemente, alude al supuesto y emblemático enano virtual de nuestro “interior profundo”, pero nunca al real y portentoso gigante nada oculto en el alma pútrida de la clase dominante.

Es una inteligente frase hecha a la medida de las necesidades absurdas de la burguesía, cuidadosamente elaborada hace más de un siglo en los talleres de producción de la ideología dominante (y demasiado repetida hasta por algunos de los que no deberíamos hacerlo), que trata de “enseñarnos” día y noche que todos somos en definitiva una manga de mal paridos y que para que no despierte la fiera fascista (que necesariamente sí hay en los opresores y explotadores, siempre despierta, nunca dormida), no hay que desafiarla con locas pretensiones de cuestionamientos de fondo, de abolición del capitalismo y de conquista de una sociedad sin clases, o alguna tontería utópica y romántica por el estilo.

Si hacés molde, si te tranquilizás y metés violín en bolsa, solamente estará ahí, adentro tuyo, como al cuete, el pobre enano que no jode a nadie más que a vos mismo y a tus iguales, “autoconvenciéndonos” de que hay que aceptar las cosas tal como nos vienen masticadas, y listo... Sin siquiera resistir ni organizarte al menos para sobrellevarla sin terminar siendo un suave osito de peluche domesticado y manoseado.

(No sea cosa que estire los brazos el gigante burgués siempre listo, y ¡zás!!! nos vuelva a meter en algún bestial “proceso cívico-militar” reordenador de las buenas costumbres y preceptor bondadoso del infeliz enano sin iniciativa propia, casi, al que de vez en cuando hay que militarizar para que aprenda a vivir en santa democracia y respetando y haciendo respetar las leyes republicanas).

El fascismo es adoctrinado socialmente, masivamente, sistemáticamente, por profesionales del sistema. Hay toda una megaindustria que lo “manufactura” y toda una megared superestructural que lo distribuye prolija y exitosamente a lo ancho y a lo largo del mundo, tal como lo estamos presenciando dramáticamente en nuestros días con andanadas “mediático-culturales” tan poderosas y aletargantes como el más eficiente y paralizador gas lacrimógeno.

* “Hay que escucharlo y considerar lo que ha venido a decirnos el tipo (Amodio). Él es portador de su verdad, nos trae su versión de los hechos del pasado reciente, nos ha escrito la otra historia para que la conozcamos y podamos juzgar”...
* “A estos guachos no alcanza con patearlos en el piso y tenerlos encerrados todo el día. Hay que liquidarlos desde chiquitos, que terminen durmiendo en las cunetas antes de que metan el caño”...
* “Sí, son torturadores de los chiquilines aunque no tengan uniforme. Que vayan en cana y cháu, y los sindicalistas que los defienden, también, por cómplices”... * “No es tan grave lo que hicieron con los chiquilines... Ta, sí, la macanearon. Para dar palos están los milicos, para eso les pagamos... No estoy con la represión, pero mientras tanto ¿qué hacemos?”...
* “No tienen perdón de dios ni los maestros ni los profesores. Le hacen perder el año a los gurises, manga de atorrantes; laburan cuatro horas por día y quieren media canasta familiar. Hay que decretar la esencialidad de la enseñanza y dejarse de joder”...


Palabras más, palabras menos, lo anterior son buenos ejemplos -unos pocos- de cómo el gigante fascista ha venido haciendo cabezas trágicamente encorsetadas en parámetros conceptuales que en esencia son los que legitiman la megapodredumbre filosófico-ética sobre la que se asientan las “buenas costumbres” y el “sentido común” de un sistema social capaz de engatusar incluso a los más listos, despiertos y sanos del pueblo trabajador, si te distraés con la hojarasca diaria de sus coletazos de muerto que sigue matando y alienando al por mayor por finado que esté.

Cada una de las apreciaciones más corrientes que podemos escuchar y leer pululando en las redes, han surgido o se han “pulido” de algún modo desde los centros de fabricación de “opinión pública” no inventados hace unos minutos o unos días.

Lo que tienen en común es que todas sin excepción eluden lo que la burguesía quiere que eludamos sí o sí:

El poder, el asunto del “marco referencial”, como diría algún politólogo; el tema clave, la cuestión definitoria de un poder burgués hipócrita y falluto que nos hace creer que “trabajar” (como “educador” o “cuidador”, eufemismos para reclutar gente hacia el complicado INAU) es mantener a raya a muchachos subalimentados, seres humanos cuyo hábito de vida es delinquir, que no pesan más de 50 kilos mojados y cuya masa encefálica promedio no supera a la de un cavernícola en la selva de cemento (y pasta base); se nos hace creer que es “trabajar” dar cachiporrazos con uniforme y torturar mismo a “menores infractores” o más o menos adultos cuestionadores y luchadores, y volcar buena parte del PBI al presupuesto represivo como si él fuese parte de la “enseñanza” y no el músculo defensivo-ofensivo del Estado capitalista, negrero, violador de la condición humana, exterminador de fé y esperanzas, torturador y asesino, y, encima, educador del fascismo liso y llano como moneda corriente con la que se pone precio de mercado a todo...

Los jueces con diploma y sin él, los loros repetidores, eruditos o neófitos, los legitimadores voluntarios e involuntarios de la miseria capitalista, no pueden decirnos -no les está permitido- que esta sociedad funciona gracias a la delincuencia inofensiva para la burguesía de la gurisada que mete el caño contra los más indefensos en lugar de hacerlo contra la clase que los ha condenado a ser asesinos y rastrillos; mientras la enorme y creciente masa de desclasados arremeta hacia abajo o muy de vez en cuando limpie a algún burgués fortuitamente en lugar de rebelarse y organizarse contra la clase que decidió su horrendo presente , todo está bien, todo está bajo control.

El gigante fascista tiene viento en la camiseta, y es explicable: Ha logrado entretenernos con el culebrón Amodio/El País durante un par de semanas, pero ya medio agotado éste, se le saca punta al tema de los malos tratos en el INAU como si ésto fuese una novedad y no el resultado inevitable de un diseño coercitivo estatal brutal y cobarde concebido desde los tiempos del “Consejo del Niño”, con el plus de un par de docenas de “cuidadores” presos por tortura y la polarización de la “opinión pública” (muy especialmente en el ámbito sindical) respecto a los alcances de la responsabilidad puntual de los funcionarios procesados.

Ha logrado lo que sin dudas ya está decidido: la aceptación tácita de que sean privatizados los “servicios” del “cuidado de adolescentes infractores”, con buenas inversiones en la construcción de nuevas cárceles y la contratación de represores profesionales para seguir “educando” a palos y haciendo negocio a palos. Ha logrado, también, que de algún modo los docentes aparezcan indirectamente como culpables de algo, en la medida que sus acciones sindicales afectan los cursos de niños y adolescentes que así (¡imagínese, vecina!), sin clases y en banda, queden expuestos a un futuro de delincuencia y mala vida.

El gigantón neo-nazi de la patética burguesía criolla asistida por falsos reformismos conciliadores, ha logrado, en definitiva, dividir más al pueblo trabajador y distraerlo de una vieja, larga y vergonzosa impunidad que viene de los tiempos en los que los que hoy promueven “interpelaciones” por “las torturas” a los chiquilines, encubrían y auxiliaban a ganaderos y banqueros estafadores asociados con multinacionales del saqueo y la usura, ahondando las miserias del pueblo y poniendo las armas del rastrillo en manos de adolescentes “infractores” (pero también poniéndolas en manos de otros adolescentes que apuntaron hacia arriba, con mala puntería, sin duda; si no, esta historia sería otra historia).

No se habla ni de esa histórica impunidad ni de la que vino enseguida, la de los torturadores de veras, muchos de ellos, hoy, capos de “empresas de seguridad” o gerentes del supermercadismo chupasangre, olímpicamente sueltos y sin que a nadie se le ocurra un videíto mostrando cómo operan y cómo se los ampara desde las oficinas civiles del empresariado estafador.

Detengámonos por acá al menos para impedir que la adrenalina nos haga decir disparates. Pero quedémonos con esta idea:

No hay solución desde los gabinetes del poder ni para el problema de la adolescencia condenada al delito ni para la sistematización de una metodología represora aplicada sin un gramo de ingenuidad por designios de la intelectualidad burguesa dominante; pero sí la hay para identificar y condenar desde abajo, desde el pueblo, a la delincuencia chupasangre que es la esencia del capitalismo y de la que se deriva todo lo demás.

Quedémonos con la idea de que este pueblo ya tiene demasiado división en sus filas; con la idea de que han logrado desviar nuestra mirada de lo que importa y debería unirnos férreamente hasta alcanzar un estado de cosas donde poder encarar con seriedad y humanidad todos los problemas de la adolescencia y no sólo de ella (muchos de los más jóvenes mueren y matan antes de vivir, es cierto; pero muchos de los que han vivido, también es cierto, mueren tristemente abrazados a la tablet de Tabaré Google).

Nuestra unidad, nuestra fuerza, nuestra razón, está ante nuestros ojos, enterita: en la pelea por desmembrar, meter presos y expropiar a los Fernández de ayer y de hoy, protegidos de la dictadura y de la “democracia” también, cómplices reales de la tortura y las desapariciones y culpables directos de la condena a muerte de nuestra juventud más castigada y de la condena de tod@s y todos nosotros a una vida en la que tenemos que considerar “trabajo” reprimirnos entre nosotros mismos o dar “clases” en salones con 40 alumnos, techos que se caen a pedazos y sueldos de porquería que no cubren ni la tercera parte de la canasta básica.

Si Amodio se queda o se va, tanto da; pero que nos sigan enredando las patas hasta hacernos caer de impotencia, no puede ser.

Ahora sí que es clarito -y urgente- que entendamos que todo “depende de nosotros mismos” y que “la causa de los pueblos no admite la menor demora”, porque ella es nuestra causa y no la del gigante fascista burgués...

Gabriel -Saracho- Carbajales, Montevideo, 24 de agosto de 2015 (a 21 años de la ejecución de Facal y Morroni a manos de los mercenarios a sueldo de los mercenarios amigos de todos los Fernández y de la “nobleza” franquista).-



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