martes, 29 de mayo de 2018

Hay que levantar una gran bandera




El discurso del representante de AUTE el 1 de mayo, Gonzalo Castelgrande, hizo que la ministra de Turismo, Liliam Kechichian, abandonara el acto.




"Hay que levantar una gran bandera de la “desmercantilización” de los derechos sociales elementales de nuestro pueblo". 

Con Gonzalo Castelgrande*, Vicepresidente de AUTE

Hemisferio Izquierdo (HI): ¿Cómo describiría la situación en Uruguay de la clase trabajadora en general y del movimiento sindical en particular en la actualidad?

Gonzalo Castelgrande (GC): En primer lugar, agradezco la invitación a Hemisferio Izquierdo de poder ser parte de un debate de suma relevancia para los trabajadores y el conjunto del pueblo, más particularmente en el contexto del 13avo Congreso del Pit-Cnt donde la democracia obrera se pone en tensión y debemos dejar lo mejor de nosotros para que se logren las mejores síntesis posibles.

En cuanto a la pregunta en concreto, para abordar la condición de clase trabajadora en Uruguay, hay algunos indicadores que -si bien no son toda la verdad- ilustran algunos elementos que son de enorme relevancia. Primero, vale decir que desde la llegada del Frente Amplio al gobierno en el 2005 se abre un nuevo proceso histórico en nuestro país. Había depositadas en aquel entonces un montón de expectativas considerando que el FA sintetizaba muchas de las demandas populares, a la vez que significó la derrota -después de más de 150 años- de los partidos de derecha tradicionales. Por tanto, debe tomarse este punto como el comienzo de un nuevo mojón para el análisis de la lucha de clases. Se abre desde allí, un conjunto de políticas sociales con cierto énfasis redistributivo y también se avanzó en la regulación laboral, permitiendo avances indiscutibles tanto en lo económico como en facilitar aspectos organizativos a la clase obrera.

Pero esto no debe llevarnos a negar todo otro conjunto de elementos coincidentes con el arribo del FA al gobierno. Los aumentos de salario real, que existieron y han permitido recuperar y superar el mojón de los noventa, todavía estamos un 30% debajo de los niveles salariales pre-dictadura, y todavía tenemos cerca de 400 mil trabajadores por debajo de 16 mil pesos a la vez que hay sectores económicos que han tenido unos niveles de acumulación enormes. De hecho, a nivel de quiénes y cuánto se apropian de la riqueza se ha variado muy poco y el 1% de mayores ingresos del Uruguay acapara -según investigaciones recientes- un 14% de los ingresos. Probablemente, esto obedezca a contradicciones de clase del propio gobierno pero lo cierto es que tras muchos años de una brutal ofensiva del capital contra la clase trabajadora, los gobiernos progresistas tuvieron como estrategia no entrar en disputa contra los grupos de poder económicos dominantes de nuestro país.

También sucede que la clase obrera en nuestro país vive un proceso de fragmentación, de cierta atomización ideológica, adoptando un cultura de consumo y endeudamiento. Por tanto, es necesario poner sobre la mesa la necesidad de generar una contrahegemonía ideológica y cultural en la clase obrera. Sino, vamos camino a mayores derrotas como pueblo. La clase obrera organizada es la principal organización histórica del campo popular y tiene una responsabilidad sobre el devenir fundamental.

Hoy, se tiene un nivel de afiliación como nunca antes, pero sacar a relucir estos datos -importantes- esconde dos problemas. En primer lugar, seguimos con déficits organizativos muy importantes en sectores altamente precarizados, informales, etc. Y, en segundo lugar, porque la legitimidad del movimiento sindical ante el conjunto del pueblo, no se desprende linealmente del número de afiliados. La legitimidad la ganás con el método, la forma de construcción sindical, y en ese sentido, hay elementos de la conducción actual que deben revisarse para volver a estar a la altura de las herencias que nos legaron de la vieja CNT, no sin aggiornarnos a los problemas actuales.


HI: Pensando en el horizonte de organizar a la clase en su conjunto, ¿cuál son los principales desafíos que tiene por delante el PIC-CNT para crecer cuanti y cualitativamente? ¿cuáles son las principales dificultades para esto?

GC: Sin dudas que como Pit-Cnt tenemos por delante un conjunto de desafíos. Actualmente, estamos a las puertas de un Congreso y eso, es muchísimo más que decidir quién va a estar en la “conducción” sino que, de lo que verdaderamente se trata, es de definir la construcción sindical, cómo democratizamos, cómo nos dotamos de legitimidad. Es fundamental que quienes hoy no se sienten identificados con el sindicalismo puedan hacer un proceso de acercamiento. Y para ello, garantizar mecanismos que amplifiquen la democracia sindical, donde hacer valer la opinión de todas y todos sea importante.

En cuanto a las tareas más concretas, hay un sin fin. Sólo por jerarquizar, tenemos un número significativo de trabajadores que, teniendo laburo, están por debajo de la línea de pobreza.

Un elemento central para el crecimiento, en cantidad y calidad, debe ser un mayor desarrollo de la solidaridad. No sólo con los trabajadores sindicalizados, sino también con los que no están sindicalizados. Y esa solidaridad, que es de carácter estratégico, debe trascender a la clase trabajadora y amplificarse con otros movimientos del campo popular. Hoy, por suerte, hay varias brigadas solidarias, comisiones de apoyo de conflictos, que más allá de orientaciones sindicales, están desarrollándose. Y es así cómo se construye, en la calle, en el encuentro, en el apoyo de conflictos una unidad verdadera. Cuando te una la acción, las discrepancias en posicionamientos son secundarias.

Un segundo elemento para el desarrollo sindical, es fortalecer y dejar claro -en posicionamiento y en práctica-  la independencia de clase. Y con esto no me refiero a la “independencia de los partidos políticos”, sino a como se pensó en términos integrales con la creación de la CNT. Esto es pensar con autonomía, con total independencia de gobiernos, patronales y partidos, y para ello, es fundamental dar señales. Esas señales implican cuestiones de contenido -y no sólo de forma- y por ello, es fundamental levantar un programa propio de la clase obrera. Que podrá coincidir en tal o cual punto con tal o cual partido político o medida gubernamental, pero que no va a la saga de nadie. El Pit-Cnt tiene sus estatutos, tiene su plataformas y debe elaborar caminos propios. Con esto sobre la mesa, podrá construir alianzas con partidos, con gobiernos o lo que fuera. El marco de alianzas tiene que ser amplio y no sectario. Pero a veces, esto parecería que opera al revés, se espera a que haya una propuesta o programa gubernamental para posteriormente acompañarlo. Por eso, este cambio metodológico entiendo que es fundamental para dar señales claras al pueblo de nuestra independencia como clase.

Esto nos abre un montón de dificultades. Estamos viviendo un momento de inflexión en la región. El Uruguay no es ajeno a ese proceso, acá ya se está llevando un proceso de ajuste sobre los servicios públicos. Estamos convencidos de que en escenarios en que se tensa la lucha de clases, los ajustes se nos vienen encima y más allá del gobierno de turno, vamos a tener que discutir en profundidad el rol de los trabajadores sindicalizados. Hay una serie de clichés que se utilizan permanentemente como que “somos todos parte de un bloque social y político de los cambios”, o que acá hay “dos proyectos de país”. Y así, le hacemos un flaco favor a la clase dominante. A mi entender, de lo que se trata es de tomar conciencia de la necesidad de enfrentar como clase los ajustes y el recorte de derechos, y cuál va a ser el rol del Pit-Cnt para acometer dichas tareas.


HI: Desde 2015 la economía uruguaya ingresó en una fase de enlentecimiento, lo cual tuvo impactos en el mercado laboral con la pérdida de 30.000 puestos de trabajo y el cierre de numerosas empresas, a lo que se suma una ofensiva patronal tendiente a flexibilizar el mercado laboral y la amenaza de desplazamiento de fuerza de trabajo por avances tecnológicos. En este escenario ¿qué desafíos tiene la clase trabajadora en su conjunto? ¿Qué agenda programática y qué estrategia general se debería impulsar?

GC: Es evidente que toda esta nueva situación que se nos abre a partir del 2005 tiene un quiebre en el 2015: la política económica que toma como centro el déficit fiscal, que parte de un enlentecimiento económico, baja de los commodities. Se empieza una política de recortes y ajustes, moderados, pero ajustes. Actualmente estamos con un nivel de desempleo que ronda el 9%, con cierres de empresas -principalmente a nivel industrial-. Todo esto viene de la mano con una ofensiva del capital contra el trabajo no solo a nivel nacional sino a nivel regional y global. En Argentina hay tarifazos, ajustes, represión constante a la movilización popular. En Brasil, estamos con un golpe de Estado que se le dió a Dilma Roussef y, tras una serie de varias reformas antipopulares (reformas laborales, presupuestales, tributarias) y que se corona con el encarcelamiento a Lula.

La derecha no tiene como único objetivo la recuperación de la administración del aparato de Estado sino que, y principalmente, viene a ajustar con fuerza a la clase trabajadora. En Uruguay, se da la peculiaridad que no es tras el advenimiento de la derecha tradicional al gobierno en que se procesa el ajuste sino que lo llevan gobiernos del FA. Se expresa con recortes de inversión y funcionamiento en Empresas Públicas, se expresa con políticas de privatización en sectores públicos estratégicos, se expresa en un agotamiento más general de las políticas más redistributivas. No obstante, tal vez la expresión más clara de ese agotamiento progresista es ideológica, en la que ante una disyuntiva de tensión ha optado por el capital en contra del trabajo. Esto pone al Pit-Cnt en una situación sumamente compleja: una derecha que se viene con todo, gobiernos del FA que ceden al capital y un pueblo que está empezando a ser avasallado en derechos.

Es ahí, en ese escenario de recrudecimiento de la lucha de clases que tenemos que evitar la lectura de que hay “dos modelos de país”. Esa discusión sobre caracterización de etapa nos pauta el escenario próximo. En lo personal, creo que nos hace mucho daño como movimiento sindical enroscarnos en que hay un “bloque social y político” donde el Pit-Cnt es una parte constitutiva junto con el gobierno. De lo que sí se trata, es de que hay dos proyectos de sociedad: el capitalismo y una sociedad futura, sin explotados ni explotadores. Por esa segunda sociedad, es por la que debemos pelear como trabajadoras y trabajadores. Esto no quiere decir que se deba ser indistinto a los gobiernos de turno, pero la independencia de clase y el objetivo por transformar la sociedad tiene que ser nuestra orientación estratégica, no subordinada a ningún gobierno ni partido. Claro que habrá gobiernos más cercanos y más lejanos, pero los “modelos de país” que se nos plantean, sea el oligárquico tradicional o el de los gobiernos del FA tienen como presupuesto perpetuar el modo de producción capitalista. Como Pit-Cnt, deberíamos afirmar una estrategia propia de superación del capitalismo y, con ese proyecto de sociedad en mente, pensar posibles alianzas. Lo otro nos toma de rehenes en cada instancia electoral y nos hace perder la razón de ser como clase trabajadora.

Después, hay todo un eje de debates que son más de funcionamiento interno del movimiento sindical. Todo el debate de autoconstrucción es sustantivo. Necesitamos llegar al conjunto de la clase trabajadora y no solo al núcleo militante o a quienes están afiliados a un gremio.
Y por último, está el eje programático. Tomando como base la necesidad de modificar radicalmente las relaciones sociales de producción, se abren toda una serie de desafíos que tienen que ver con combatir la desigualdad y la dependencia y transitar hacia una economía más autogestionaria, asociativa y con un Estado jugando un rol sustantivamente diferente al actual. Asimismo, hay todo un avance científico-técnico que trae algunas buenas noticias pero toda una serie de problemas que están reeditando el viejo debate del “fin del trabajo”. Tener posicionamientos claros en ese sentido y propuestas alternativas, que permitan que el desarrollo científico sea en pos de las mayorías, nos es vital como clase. Nosotros somos contrarios a la postura “adaptacionista” respecto a las nuevas tecnologías, que la única alternativa que nos deja es hacer cursos de capacitación laboral para “reconvertirnos” como trabajadores. El capital históricamente ha jugado con eso y tenemos que saber cómo lidiar y apropiarnos del cambio tecnológico. Hay que generar una política que permita discutir cuáles son los trabajos necesarios socialmente y cómo generamos mejores condiciones para todas y todos con la aplicación tecnológica. Desarrollo científico y pleno empleo, solo son contradictorios en el capitalismo.

Otro eje programático tiene que ver con toda una redefinición de las Empresas Públicas. Los gobiernos del FA se han centrado en el aspecto recaudador de las empresas pero para nosotros tienen que jugar otro rol. En primer lugar, ser garantes de derechos y generar el cumplimiento de los derechos humanos más esenciales (como el acceso al agua potable, el acceso a la energía eléctrica, etc). En segundo lugar, deben ser parte de una estrategia soberanista, desarrollando inversiones, tecnología y conocimiento para el conjunto del pueblo. Esto implica desandar toda una serie de limitaciones actualmente existentes como los Manuales de Cuentas Públicas que limitan la inversión de nuestras empresas, toda una serie de normativas vigentes y la discusión actual de la “gobernanza”, que fortalece al poder central y excluye a los trabajadores y a los usuarios de la toma de decisiones en torno al funcionamiento de nuestras empresas.

Siguiendo en este eje, toda la defensa de los bienes comunes y el patrimonio público es fundamental: la tierra, el agua, la energía. Son estratégicas y tienen que estar en manos del Estado. Sobre la renta de la tierra, la concentración y la extranjerización hay ríos de tinta escritos y son todos elocuentes. Es hora de ponerle el cascabel al gato. Es imposible cambiar las relaciones sociales de producción sin tener la conducción del agua, la energía, la tierra y la alimentación. En ese marco, hay que levantar una gran bandera de la “desmercantilización” de los derechos sociales elementales de nuestro pueblo: educación, salud, vivienda, entre otras. El capital ha avanzado mucho en estos ámbitos de la vida y como movimiento sindical debemos militar a brazo partido por arrebatarle al capital la injerencia sobre esos derechos.

En otro orden de cosas, se hace necesaria una política salarial integral. Como movimiento obrero se ha estado a la saga en cada Ronda de Consejos de Salario, en cada Rendición de Cuentas. No se puede esperar a que el Ejecutivo tire las pautas para que los trabajadores empecemos a discutir si aceptamos o no. Y en ese marco, rediscutir la Seguridad Social tiene que jerarquizarse. Hablar de AFAPs es hablar de mercantilización de los derechos jubilatorios,  y con tres gobiernos del FA con mayorías parlamentarias, el régimen sigue sin derogarse.

Otro de los grandes pendientes, que si bien forma parte de las mejores tradiciones del movimiento obrero pero que necesita un nuevo abordaje, consiste en pelear por el acceso universal al acervo cultural y científico de la humanidad. Hay una suerte de empobrecimiento cultural y como clase nos debemos volver a levantar banderas de autoformación y jerarquizar la importancia de la cultura.

Por último, dos puntos que creo que son de principios. Primero, el combate a todo tipo de violencia y, en particular, a la violencia de género. Ahora es más que evidente que este es un flagelo en nuestro país con decenas y decenas de mujeres asesinadas por hombres que se sienten que son sus propietarios y se arrogan el derecho de disponer de sus vidas. Por eso es fundamental plantearse una defensa acérrima de la mujer trabajadora y la pelea contra las desigualdades de género. Y segundo, cuando hablamos de lucha contra la violencia debemos seguir peleando por verdad y justicia, contra la impunidad, porque seguimos conviviendo con  torturadores, con delitos económicos de la dictadura no resueltos, propiedades que siguen confiscadas y como trabajadores debemos seguir reclamando contra todos esos vejámenes.


* Militante de Aute.







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