viernes, 25 de septiembre de 2020

Acción defensiva

Otro incidente policial

Desde el Ministerio del Interior Larrañaga quiere enviar señales por los reiterados casos de abigeato, la última señal le costó la vida a un joven por carnear tres ovejas con un disparo en la cabeza


Larrañaga calificó como "acción defensiva" el disparo de un policía a un joven en Artigas
 

El ministro relató que el 911 recibió el llamado y la policía "desplegó a sus efectivos de forma escalonada". El disparo fue una "maniobra en la nocturnidad".
 

24 de septiembre de 2020

 


El ministro del Interior Jorge Larrañaga justificó como “acción defensiva” el disparo con el que un policía hirió en la cabeza a un presunto ladrón de ovejas, en Artigas.
Sobre el "caso especial" en el departamento de Artigas, el ministro dijo que hay que "situarse en que eran las 23 horas aproximadamente" y explicó que el 911 recibió una denuncia de que dos jóvenes "estaban incurriendo en un abigeato".
"Se dispuso un móvil policial que desplegó a sus efectivos de forma escalonada, la moto a alta velocidad con dos ocupantes sorteó el primer policía que pedía el alto y en el segundo como maniobra defensiva en la nocturnidad se produjo ese deselance" relató.
El herido, que recibió el balazo cuando huía en moto, portaba un cuchillo, según relató el ministro del Interior. "En ese momento, a esa velocidad y a esa hora de la noche no se puede determinar por parte de la Policía si alguien podía tener o no arma" concluyó.


>>> Ministerio del Interior envía una señal



La Fiscalía de Artigas investiga el accionar de un efectivo policial, luego de que le disparara a un joven de 19 años por presuntamente cometer un delito de abigeato, informó el fiscal Raúl Iglesias al medio Artigas Noticias.

Iglesias indicó que fue notificado del caso luego de que un policía lo llamó para informarle que había un joven herido de bala, que actualmente se encuentra internado en un centro de salud.

Según las primeras informaciones el joven estaba junto con un amigo cuando faenaron unas ovejas. En la mochila se les encontró un cuchillo, posiblemente utilizado para cometer el delito de abigeato, pero no tenían armas de fuego.

La versión de los efectivos que declararon por su participación, fue que los jóvenes se transportaban en una moto y habrían intentado atropellarlos. "Yo tengo que escuchar ahora otras declaraciones y tengo que corroborar cada elemento que se va aportando a la investigación", explicó el fiscal.

"Hay que ver si hubo un proceder de acuerdo a derecho o no y eso es lo que tenemos que investigar, independientemente de si estas personas estaban vinculadas a un delito o no", aclaró en relación a los jóvenes involucrados.

Iglesias le dijo a El País en horas de la tarde que "se están haciendo pericias balísticas del arma del funcionario policial que admitió haber realizado un disparo intimidatorio". El joven recibió un balazo en la cabeza. 

El funcionario policial actualmente se encuentra en libertad y se le retiró su arma reglamentaria. De todas maneras debe permanecer a disposición de la Fiscalía para ir a declarar en el momento en que se considere necesario.

Además, Iglesias contó que dispuso la incautación del arma de los otros dos funcionarios intervinientes "porque surgió información de que pudieron hacer disparos".

Por otra parte, Sonia de los Santos, madre del amigo del joven herido, reclamó el accionar del efectivo y expresó: "Errores todos cometemos y quien tiene hijos no está libre de que sucedan estas cosas, pero me parece que el error más grave es que una autoridad mate a una persona de esa manera, porque el muchacho está gravísimo, está luchando con la muerte para sobrevivir", expresó al medio.

"¿Dónde está la ley?, queremos ver la ley, porque sería más fácil que los hicieran parar, que los persiguieran, que vinieran hasta sus casas, que los detuvieran y que la ley los procesara y estuvieran presos. Presos pero vivos", expresó.




>>> Pena de muerte


Fuentes Subrayado y El País

>>> Otra perla del collar

INTOLERABLE: NO ESTAMOS EN DICTADURA!

CRONICA DE "LA DIARIA"

En una pared de una casa frente a la terminal de ómnibus del barrio Santa Catalina hay una leyenda: “No al abuso policial”. Las letras están dibujadas pero sin rellenar. No hubo tiempo. En el momento de la pintada llegaron policías de la Seccional 24 y de la Guardia Republicana. Pretendieron ingresar a la casa de alguien sin orden judicial, un vecino que le había dado refugio a dos jóvenes que hacían los grafitis. Tuvieron la mala suerte de que el vecino conocía sus derechos.

Las pintadas tienen una historia un poco más larga, pero un desencadenante principal. El martes de madrugada, policías de la dirección de Investigaciones, dependiente de Jefatura de Policía, y de Narcóticos, dependientes del Ministerio del Interior, llegaron al lugar. Algunos estaban identificados con chalecos, pero otros iban de particular y llevaban ametralladoras. Detuvieron a seis jóvenes en el barrio y los pusieron contra una camioneta Hyundai, según los vecinos, matriculada SBJ 7406. Les pegaron golpes de puño, patadas y palazos. No se identificaron ni dieron razones para el arresto. A tres los dejaron libres en el lugar. A los otros tres los llevaron al sótano de la seccional 19, donde funciona Investigaciones. Desde el principio los golpearon y los insultaron. Con uno de ellos se ensañaron, porque les dijo que no podían actuar de esa manera. Lo tiraron en el piso de la camioneta, le pisaron la cabeza y le dieron culatazos en la nuca. Le dijeron puto, llorón, bocón. Uno de ellos le pegó un culatazo en el pecho que lo dejó sin aire, y como no podía caminar, lo llevaron arrastrando hasta la seccional. “Así se llevaban a los presos en dictadura”, dijo un vecino que había asistido ayer de noche a la asamblea improvisada que se realizó en la terminal de Santa Catalina para difundir los abusos.

En la seccional, pusieron a los tres en calabozos diferentes. Los desnudaron, los hicieron agacharse, le dijeron al que más golpearon: “Te vamos a coger”. El interrogatorio fue una burla. “Vos vendés [droga]?”, le preguntaron a uno de ellos. “No”, contestó. “Bueno, ahora vendés”, le dijeron, y le patearon las costillas. “¿Vos te chupás la pija?”, le preguntó otro de ellos al mismo joven. “Te vamos a meter un 357. Acá mandamos nosotros”, le decían, haciendo referencia a que lo iban a incriminar de portar un arma.

Desde el oeste
Los vecinos presentes ayer en la asamblea de Santa Catalina eran de todas las edades; hombres, mujeres, ancianas y hasta bebés. Los que presenciaron los hechos aseguran que los policías estaban drogados. “Cada vez que te veamos en la calle, palo y al calabozo, porque acá mandamos nosotros”, los amenazaban. Ellos mismos pateaban las puertas y cuando los golpeaban les decían que era porque uno de sus compañeros había pateado la puerta.

Los soltaron de mañana, luego de hacerles firmar una declaración que no les dejaron leer, porque los estaban golpeando continuamente. Uno de ellos, al que más le pegaron, fue a hacer la denuncia junto con su familia. Cuando llegaron al juzgado de la calle Bartolomé Mitre, no los querían dejar entrar. Les pedían un papel de la comisaría, les decían que fueran a Salud Pública. Sólo los dejaron entrar cuando fueron acompañados por un abogado. Allí el joven fue visto por una médica forense y realizó la denuncia. También denunció el hecho en el Instituto de Estudios Legales y Sociales del Uruguay y en la Institución Nacional de Derechos Humanos. Las pintadas del martes de noche fueron una protesta. Los policías querían arrestar a toda costa a quienes las hicieron y pretendían ingresar en la casa de un vecino sin orden de allanamiento. Los vecinos filmaron el procedimiento y los policías les dijeron que estaba prohibido captar imágenes de un procedimiento policial. Insultaban a los vecinos, les decían “ignorantes”. El dueño de casa les advirtió que iba a hacer una denuncia judicial por violación de domicilio, y entonces desistieron de ingresar a la vivienda. Antes de irse, detuvieron a tres jóvenes que estaban en la terminal, según los vecinos sin hacer nada, y golpearon a otro.

“Se está violando la Constitución y los derechos humanos”, afirmaba ayer en Santa Catalina el padre del joven golpeado. Se iba a hacer una asamblea, pero fue innecesario porque todos se conocían. Se quedaron conversando en grupos y con algunos medios de prensa que se acercaron al lugar.

Dicen que el barrio es tranquilo, y que muchos duermen con la puerta abierta. Los jóvenes se juntan en las esquinas de noche, y a veces el ruido molesta a los vecinos, que sin embargo estaban ayer presentes en la asamblea, en silencio, como respaldo y para marcar un límite que no debería transgredirse.

Sergio Sommaruga

El tiro en la cabeza. Las voces que festejan y las leyes que justifican.
Para evitar la elusión de una moto donde iban dos personas que habían faenado de manera ilegal tres ovejas, al policía no se le ocurre mejor cosa que dispararle en la cabeza a uno de los motociclistas.
Hoy en la mañana, a los 19 años, esa vida dejó de soñar con otras vidas posibles.
El tiro en la cabeza es la muestra cabal de la impericia y la total falta de sentido de la proporcionalidad de parte del policía.
El muchacho asesinado solo portaba un cuchillo, que además, nunca llegó a desenvainar.
No se trata de justificar los robos.
Lo que está mal está mal. Lo digo sin vueltas. Sencillo y claro.
Pero el problema de fondo está en otro lado.
Nadie hace algo tan grave como matar una persona, si no piensa que está haciendo lo correcto.
Y pensar que puede ser correcto matar a alguien porque no obedece una voz de alto, solo puede pasar por dos cosas.
Por el sentimiento de que esa acción homicida es lo que la sociedad espera de él y porque hay una “nueva normalidad” política que le dice que antes que el derecho a la vida está la ley y la propiedad privada.
Por eso, el tiro en la cabeza también es producto del bullicio de voces que legitiman la muerte del “pichi”, sin importar contexto ni circunstancias. Nada.
Si es “pichi” está bien que lo maten.
Así de terrible. Así de inhumano.
Los alucinados que festejan la violencia, al grito de un supuesto recreo que llegó a su fin, son parte del dedo que aprieta el gatillo.
Pero además esta la ley.
La ley y la orden del ministro.
La LUC habilitó, como parte de esta nueva normalidad política, las ejecuciones extrajudiciales. Ésta, claramente, es una ejecución extrajudicial.
Ese mensaje político hecho ley, también fue parte del dedo que apretó el gatillo.
Y por último está el ministro y sus declaraciones, que dan un mensaje unívoco:
No hay excesos, no hay errores.
La policía está haciendo lo que tiene que hacer.
Si ese es el mensaje, que se recrudece con su desacreditación permanente a los derechos humanos, entonces lo peor está por venir.
La falta de pensamiento critico y de controversia ideológica sobre el coro desaforado de los adictos a la violencia del Estado es parte del problema.
Un problema que si no se enfrenta, se va a seguir desarrollando. Como la nieve cuando forma avalancha. Y ese sí que es un problema de fondo, porque es el desarrollo del autoritarismo





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