PARA ENTENDER GUALEGUAYCHÚ.
Tres días después de electo, ya Mujica debía negar sus negociaciones con los Kirchner sobre Gualeguaychú.
Alguien reveló la naturaleza de las conversaciones para complicarlas. ¿Quién? Busquemos en el periodismo más conservador la fuente de la infidencia.
El desmentido forzoso complica, además los planes gubernamentales rioplatenses, un tanto disparatados, de pedirle a Chávez que cumpliera un papel de presión indirecta sobre los protagonistas colectivos del corte de ruta que la Casa Rosada y el Palacio Estévez desean liquidar. Pensaban ambos gobiernos, en su desesperación, que el revolucionario venezolano se vería obligado a aceptar un papel "pacificador" a cambio del apoyo crítico que (Argentina más, Uruguay menos) le dan a sus proyectos de consolidación de la paz y la soberanía continentales.
Botnia (o como se llame) sí contamina. Si no la echamos a tiempo será la muerte irreversible del Río Uruguay. Ese Río Uruguay donde Mujica no descarta seguir colocando pasteras (que no estén pegaditas, eso sí, a la manzana a de la discordia).
Pero quiero centrarme en el aspecto político y no en el ambiental
Lo cierto es en vísperas del -seguramente ambiguo- fallo de La Haya, vuele a ponerse en el tapete la historia de este peculiar "soviet" gualeguaycheño, que no tiene un "partido bolchevique" que lo conduzca... y que, para la fase puramente de resistencia, tampoco lo necesitó hasta ahora. Su lúcida autogestión sin embargo no responde aún a una inquietante pregunta: ¿podrá la Asamblea de ciudadanos, órgano soberano, navegar las aguas cada vez más complejas a las que están arribando? ¿Podrá sobrevivir a las crecientes presiones externas e internas que lo acosan?
De todos modos lo que ya ha hecho la Asamblea de Gualeguaychú perdurará por siglos en la mejor historia del Continente.
Es ante todo un episodio más de la lucha planetaria entre pueblos y trasnacionales, en estos tiempos en los que el imperialismo incorpora el saqueo ambiental sistemático y la exportación de capitales contaminantes como parte de su estrategia exterminadora.
Pero desde este punto de vista la lucha contra Botnia (y contra la ya derrotada Ence) no es más dramática ni más acuciante que otras tantas luchas que se dan simultáneamente en la región.
En cambio su masividad, su creatividad, su presencia mediática, su capacidad de jaquear a poderosas trasnacionales y hacer que ambos gobiernos rioplatenses pierdan la iniciativa por años, todo eso es lo que nos exige un atento estudio de sus características... y nos debería hacer pensar a los orientales si estamos haciendo todo lo que debemos por Gualeguaychú y por nosotros mismos.
La histórica resistencia de Gualeguaychú a las trasnacionales del papel suntuario exhibe una serie de aspectos sumamente complejos.
El conflicto parte de una equivocada evaluación previa de las trasnacionales, por desconocer
a) que la orilla argentina del río iba a recibir los impactos sin que su clase política ni sus empresarios se beneficiaran directamente;
b) que ya había fuertes inversiones del lado argentino para un "turismo verde";
c) que existían movimientos agro ecológicos locales ya enfrentados a la expansión de la soja y otros monocultivos;
d) que la clase política entrerriana permitiría demagógicamente que se organizara el movimiento popular de resistencia local advirtiendo demasiado tarde que ya era incontenible.
La profundidad inesperada del conflicto exhibió las contradicciones entre el gobierno vacilante de los Kirchner y el gobierno pro-trasnacionales de Vázquez, contradicciones que no se deseaban mostrar. Y saca a luz, desarrolla, una confusa mezcla de sentimientos localistas, de indignación ética ante la mentira política, de mística religiosidad ecologista, y conflictos de la pequeña y mediana empresa local junto a expresiones de auténtico antimperialismo. Todos estos elementos subjetivos se suman a las claras definiciones de clase y antiimperialistas de una minoría de los asambleístas y de un sector muy activo de jóvenes anti-sistema. .
En estos días se presentó un importante libro sobre el corte y su protagonismo ciudadano. Su autor, Fabián Magnotta, nos da algunos datos interesantes sobre este conflicto.
En "2000 días de conflicto" Magnotta hace un seguimiento a los cien asambleístas más destacados.
En la Asamblea Ciudadana de Gualeguaychú no hay líderes explícitos ni jefes, pero hay gente de una militancia más constante y Magnotta advierte que en el grupo más activo hay 35 mujeres y 65 hombres; que 30 son profesionales universitarios y sólo 16 son obreros y empleados, y otros tantos docentes. El pequeño empresario local juega un papel muy activo en la Asamblea Ciudadana.
En cuanto al origen político de "los cien" sólo quince se autodefinen como de origen "de izquierda".
Advierte este autor que si se exceptúan las grandes movilizaciones como los "abrazos al puente", es más usual ver automóviles y motos cubriendo los 30 km entre el corte de Arroyo Verde y la ciudad de Gualeguaychú, que camiones con trabajadores o estudiantes.
El libro refleja los hitos centrales de este conflicto y desentraña las causas externas (IIRSA, Consenso de Washington, resignación de los gobiernos al saqueo ambiental de las trasnacionales). Hace énfasis en el masivo apoyo popular a la Asamblea.
En efecto: aún aquellos pocos ciudadanos que quieren levantar el corte (sea por presiones políticas, por conveniencia mercantil o por convicción propia) se apresuran a declarar que apoyan la lucha contra Botnia ·"por otros medios".
Los orientales que hemos tenido el honor de acompañar esta lucha (casi exclusivamente somos militantes de Asamblea Popular) podemos atestiguar esta inmensa adhesión ciudadana, a la que no se pliega (según Magnotta), una parte de los residentes orientales allí pues sufren según sus palabras "una confusa noción de patria".
Quisiera detenerme en esa "confusa noción de Patria".
Cuando la Provincia Oriental se separa del resto de las provincias en 1828 y jura su Constitución separatista, antiartiguista en 1830, sobre su población comienza una exaltación chovinista que el Partido Colorado introdujo en los programas de estudio. Este esfuerzo colorado lo refuerza el gobierno del FA transformando su servidumbre ante Botnia en "nacionalismo antiargentino".
La dócil historiografía oficial miente y atribuye a los entrerrianos la traición a Artigas que en realidad encabezó el oriental Rivera.
La enemistad argentino uruguaya así manipulada es un nuevo servicio de Vázquez al imperialismo.
Otro tema que el conflicto desnudó es el ambiguo papel de las ONGs ambientalistas. Primeras en la lúcida denuncia a Botnia, se vuelven agentes del apaciguamiento cuando su propio financiamiento entra en riesgo. El pueblo organizado sencillamente las ignora, pero no debemos subestimar su capacidad de disfrazar las fachadas claudicantes y llamarlas "mesas de diálogo".
Los conflictos sociales nunca son "puros". En el 2008 estalló el conflicto del campo y la política contradictoria de Kirchner permitió una alianza circunstancial entre los pequeños productores endeudados y los grandes empresarios de la soja. La alineación de fuerzas contaminó circunstancialmente la lucha de la Asamblea pero no la destruyó. La sabiduría ciudadana recuperó los ejes de la lucha sin agotar el debate sobre las (esencialmente justas) detracciones (retenciones) y el (perverso) abandono gubernamental a los pequeños productores.
Hay quien objeta que la lucha de Gualeguaychú no la dirige el pueblo sino un puñado de pequeños empresarios e intelectuales.
En algunos momentos de merma militante puede ser así. Pero en los momentos duros está el pueblo caminando, majestuoso, sobre el puente, porque no hay doscientos mil empresarios en esta ciudad; y cuando hay que ir a Buquebús o navegar desafiando el territorio ocupado por Finlandia, no son empresarios los que se juegan. Además no olvidemos que la lucha de Gualeguaychú, que es la lucha de todos, no es por el socialismo; es parte de las tareas impostergables de liberación nacional.
En lugar de mirar con lupa el origen de clase de algunos dirigentes, o su actitud ante el conflicto del campo, pensemos que en este conflicto ellos están haciendo lo que los orientales deberíamos hacer...
Gonzalo Abella
postaporteñ@_________________
MUY BUENO GONZALO, ADMIRO TU CLARIDAD PARA VER EL "BOSQUE"
ResponderEliminarEmpieza falaz este editorial de Abella, me pregunto porqué hay que imponer a un artículo una foto mentirosa de BOTNIA para ensalzar a tu gusto un "holocáusto" que aún no sé si es ambiental o imperialista o ninguna de las dos cosas ? Porqué no adornar este artículo de Abella con una foto REAL de BOTNIA, con su chimenea que no humea como esta, con un sol que se pone exactamente por el lado contrario, y por unos colores que mas bien predomina el azul y verde que ese rojo, naranja y negro con el que querés presentar este artículo.
ResponderEliminarPorque no empezás por lo cierto para continuar con los dislates de Abella ?
Saludos
Tito