Manini Ríos quiere que Uruguay vuelva a la seguridad del siglo pasado
15 junio 2019
Para el militar retirado la inseguridad comenzó en el nuevo
siglo con las crisis económicas y las "políticas cerradas" del Frente
Amplio.
El general retirado y candidato a la presidencia de Uruguay por
Cabildo Abierto (CA), Guido Manini Ríos, explicó que quiere ayudar a que
su país vuelva a los niveles "históricos" de seguridad que había entre
los años cincuenta y hasta principios de los noventa.
Según el
exComandante en Jefe del Ejército, en aquella época del siglo XX, que
incluye el período de la dictadura cívico-militar (1973-1985), en
Uruguay "se podía dormir con las puertas abiertas".
"Uruguay,
hasta fines de los años ochenta, fue relativamente seguro, más allá de
que en los años sesenta y setenta hubo una guerrilla irracional que
irrumpió", dijo en su despacho situado en el centro de Montevideo en
referencia a los Tupamaros, movimiento al que perteneció José Mujica,
quien presidiría después el país entre 2010 y 2015.
En tanto,
para Manini Ríos, haciendo una "excepción" del período dictatorial, en
el que la seguridad estaba "muy controlada", durante la segunda mitad
del siglo existía un "Uruguay sin miedo" y la inseguridad se activó a
inicios del siglo XXI con las crisis económicas y las "políticas
cerradas" del izquierdista Frente Amplio (FA) a partir de 2005.
"(Uruguay)
se agravó en estos últimos quince años de gobiernos del FA porque se
partió de otra concepción: el delincuente ya no era un agresor, sino que
era un agredido por la sociedad", resaltó el observador en misiones
uruguayas a Irán, Irak y Mozambique.
Por lo tanto, la corrupción y
el narcotráfico son los mayores enemigos de CA, partido que no se
etiqueta de izquierda, centro o derecha ni de militar, sino como
artiguista, en honor al prócer José Gervasio Artigas, quien lideró la
independencia del Río de la Plata.
"Hay que dar una batalla sin
cuartel, frontal, firme, sin corrupción al narcotráfico, hay que hacer
desaparecer la oferta de droga en el mercado", apostilló el general,
quien añadió que sin el narcotráfico la mitad del problema de la
seguridad quedaría resuelto.
Por ello, otro de sus frentes es
mejorar el sistema carcelario en Uruguay, ya que piensa que en la
actualidad es "una vergüenza nacional".
"Las cárceles hoy son
depósitos de seres humanos, en los cuales siguen operando bandas, donde
muchas veces el que ingresa a la cárcel tiene que pagar por su
seguridad, si no puede ser víctima de una banda y puede terminar
asesinado", subrayó.
Son tres las medidas que Manini Ríos quiere
implantar para cambiar esta realidad: que los guardias vuelvan a tener
el control de las prisiones -pues dijo que algunas son controladas por
presidiarios-, rehabilitar a los encarcelados mediante el trabajo y
crear una prisión de "alta seguridad operada por militares".
"Esa
cárcel es donde van a estar los presos más peligrosos y los
narcotraficantes, a los cuales pensamos sacar de circulación
rápidamente", recalcó.
En esta batalla contra las drogas también entraría el cannabis recreativo, que fue legalizado por el Gobierno de Mujica en 2013.
"Hablamos
de derogar la ley que autoriza la marihuana recreativa, no así la
medicinal, porque entendemos que la legalización hace bajar la
percepción en la juventud, principalmente, de lo dañino, de lo malo que
es la droga en la salud de la gente", declaró.
El descendiente de
políticos de derecha señaló que no le parece correcto que este tipo de
droga que "envenena" se venda en las farmacias junto a medicinas que
usan para "curar".
Asimismo, defendió que no existe ningún
estudio que demuestre que desde la legalidad del cannabis haya bajado el
narcotráfico y que, en su opinión, si ha bajado lo ha hecho de forma
"irrelevante".
Bolsonaro-Manini Ríos: Las comparaciones son odiosas
Por
su bagaje militar, Manini Ríos ha sido comparado con el presidente de
Brasil, Jair Bolsonaro, algo con lo que el general uruguayo no coincide.
"No
corresponde ese paralelismo que hacen con mi figura y Bolsonaro, más
allá de que los dos seamos militares y paracaidistas; creo que después, a
partir de ahí, hay un montón de diferencias, incluso los países son
totalmente diferentes", declaró.
Tampoco quiso calificar las
políticas del brasileño -aunque señaló que no coincide con muchas de sus
ideas-, ya que explicó que todos los gobiernos tienen que velar por
"sus intereses".
"Acá no hay amistades, en el tema de la política
internacional hay intereses de países", añadió y explicó que para él el
bloque del Mercosur es una "buena herramienta", siempre y cuando sea
"bien utilizada".
También quiso alejarse de la imagen xenófoba
que reflejó la prensa tras decir en un mitin que el Gobierno de Uruguay
da beneficios a los inmigrantes que muchas veces no tienen los
uruguayos.
"Se distorsionó lo que yo dije, se me llevó hacia una
xenofobia que no hubo", declaró el militar, quien explicó que desde la
audiencia le preguntaron por qué se permite que haya empresas que solo
den trabajo a extranjeros.
Ante ello contestó que en Uruguay
todos son descendientes de inmigrantes (sobre todo europeos) y que la
gente que llega a Uruguay en la actualidad es mayormente venezolana y
cubana que huye "de los infiernos que viven en sus países" y que el
pueblo uruguayo siempre los recibe "con los brazos abiertos".
"Después
dije que yo entiendo que no debe haber beneficios a la hora de dar
empleo para un extranjero sobre un uruguayo; todo aquel beneficio que se
le dé a un extranjero antes hay que dárselo a un uruguayo, de ahí se
sacó que es una frase xenófoba", añadió.
Los desaparecidos y crímenes de la dictadura son temas del pasado
Pese
a que no cree que las investigaciones sobre los desaparecidos durante
la dictadura -varias organizaciones estiman que son unas 200 las
personas que desaparecieron durante el régimen- sean un tema que haya
que olvidar, el exjefe del Ejército cree que hay que mirar "para el
Uruguay del futuro".
"En el cargo que yo ocupé hasta hace poco,
jamás puse un obstáculo en ese tema, siempre que hubo una información,
siempre que hubo una denuncia en algún lugar, se fue, se excavó, se
buscó", agregó.
No obstante, dijo que "la realidad" señala que 40
años después, "prácticamente no existe ningún documento de relevancia
que ayude a encontrar nada" y que los implicados ya son muy ancianos.
"Yo
puedo hablar del Ejército en la actualidad, me consta que nadie sabe
nada", dijo tras ser preguntado por un posible pacto de silencio.
La
posibilidad de un hermetismo en las elites de la milicia uruguaya salió
a la luz este año cuando se filtró que un exmilitar confesó haber
tirado a un río el cadáver de un guerrillero tupamaro ante el Tribunal
de Honor del Ejército y esta información no fue presentada a la justicia
inmediatamente.
Manini Ríos -que ya no encabezaba las Fuerzas
Armadas cuando este caso se hizo público, pero sí era comandante cuando
se dio la confesión- justificó que no se alertó al Poder Judicial
inmediatamente porque al exmilitar José Nino Gavazzo se le estaba
interrogando por otro caso y que la muerte de Roberto Gomensoro ya se
había investigado sin éxito años atrás.
"Se consideró en su
momento que eso (las declaraciones de Gavazzo) era una chicana, chicana
quiere decir una jugada para desviar la atención e irse por otro tema
lateral", comentó y señaló que pese a no dar la alerta a la Justicia, sí
se le entregó toda la documentación al Ministerio de Interior, quien
luego la pasó a Presidencia.
En ese sentido, Manini Ríos apuntó
que Gavazzo ya estaba preso (aunque por otros delitos) y que Gomensoro
ya "había muerto hace medio siglo" y que si la Justicia lo llama para
declarar lo hará.
Sarah Yáñez-Richards/EFE
“Manini tiene a Eduardo Radelli entre sus colaboradores que mató a Berríos”
El periodista Mazzarovich con Cotelo en su tertulio radial metió el cuchillo a fondo, y desnudó la interna de Cabildo Abierto.
Fue muy duro, y se quedó con ganas de hablar un poco más.
Sabíamos que el nombre de Eduardo Radaelli iba a salir a luz, protagonista de un caso que fue muy mediático.
En agosto de 2015, la Corte Suprema chilena dictó sentencia
definitiva en la investigación por los delitos de secuestro, homicidio y
asociación ilícita en la muerte de Berríos.
Cassella y Radaelli son
dos de los procesados y condenados en Chile por el secuestro en Uruguay
de Eugenio Berríos, el químico que trabajó para el dictador Augusto
Pinochet. En Chile también se les tipificó el delito de asociación
ilícita.
Radaelli fue condenado a diez años y un día por su responsabilidad como autor de secuestro y 800 días por asociación ilícita.
Hoy Radaelli es la mano derecha de Guido Manini Ríos en la política.
Radaelli es el Ideólogo de Cabildo Abierto, ¿con sed de venganza?, por
lo que el ex Comandante del Ejército es un “elegido” para cumplir la
tarea de ser el presidenciable.
Hace mucho tiempo que esto se viene organizando.
Manini debía ser dado de baja antes del vencimiento de los plazos legales para poder asumir la candidatura presidencial.
Es por eso, que sorprendió a todos sus actitudes, violando casi descaradamente sus límites.
Sus apariciones en público fueron transgresoras, habiendo sida sancionado por eso con un mes de arresto.
Luego con las actas del Tribunal de Honor de Gavazzo y su maniobra para
que él Presidente firme, logra su objetivo de su cese e incorporarse a
la tarea política.
Su presencia en el homenaje a Huidobro a dos años de su muerte, no pasó desapercibida en la tumba del ex Tupamaro.
Hoy Manini es solo una parte de todo este invento electoral, hay intereses ocultos sin duda....
“RADELLI MATÓ A UN TIPO ACÁ QUE LO TENÍAN SECUESTRADO”
El periodista Gabriel Mazzarovich en la radio dijo:
“A mí me cuesta mucho creer, que alguien como Manini Ríos,
Tenga casi la misma intención de votos que el Partido Colorado, en tan
solo dos meses.
Creo que hay que debatir algún día, el uso que hizo de su
cargo de Comandante del Ejército, y de lo peor de los violadores de los
Derechos Humanos, para proyectarse como candidato.
Manini basó su proyección en defender a Gavazzo y a Silveira,
defendió a la lacra peor de la historia del Uruguay, y además de eso,
para no dejar dudas, tiene entre sus colaboradores a Eduardo Radaelli,
que mató a Berrios acá en plena democracia.
Es de cuidar señoras, escondan a los niños cuando pase Manini con sus escoltas por las calles.
Porque los tiene ahí, junto a él, Radaelli ayer estaba con él, andaba en la caravana.
Radaelli es asesino en democracia, asesinó, mató a un tipo
acá que lo tenían secuestrado, que se lo fueron a sacar de una comisaría
a Juan Andrés Ramírez y lo mataron.
Hay una película con el caso Berrios y al que no le guste
leer, puede ver la película, y ese señor que aparece en la película es
el asesor de Manini, está muy bueno”
Berríos, de profesión químico, trabajó para la DINA en la fabricación
de gas sarín, y se presume que intervino en la muerte del ex presidente
Eduardo Frei Montalva, en 1982.
Su nombre ha sido vinculado al secuestro y asesinato del diplomático español de Naciones Unidas Carmelo Soria, en 1976.
En 1991, cuando debía declarar en el proceso por el crimen del ex
canciller Orlando Letelier, Berríos fue sacado subrepticiamente de Chile
y llevado a Uruguay, donde fue visto por última vez en noviembre de
1992, cuando se presentó en una comisaría para denunciar que estaba
secuestrado.
El agente fue entregado a los militares Tomás Casella y Eduardo
Radaelli que llegaron tras él y nada más se supo hasta abril de 1995,
cuando su cadáver, atado y con disparos en el cráneo, fue encontrado en
la playa de El Pinar.
En el juicio en Chile están procesados como autores los ex mayores
Arturo Silva y Jaime Torres, y por obstrucción de la Justicia varios
otros oficiales, entre ellos los generales retirados Hernán Ramírez
Rurange y Eugenio Covarrubvias, ambos ex jefes de la Dirección de
Inteligencia (DINE) del Ejército chileno. En Uruguay, la investigación
judicial por el homicidio del ex agente se extendió varios años, fue
archivada y reabierta varias veces, hasta su archivo definitivo sin
perjuicio. Los uruguayos que aparecen reiteradamente mencionados en la
causa fueron los militares Eduardo Radaelli y Tomás Casella.
Hacia fines del mes de mayo de 1993, un policía de la comisaría de
Parque del Plata envió cartas a varios parlamentarios relatando lo
sucedido allí con Berríos. Juan Andrés Ramírez, el ministro del Interior
del presidente Luis Alberto Lacalle (Partido Nacional) se manifestó
sorprendido por los acontecimientos, y el 6 de junio destituyó al jefe
de Policía de Canelones, coronel Ramón Rivas, por no haberle comunicado
lo sucedido. Al día siguiente fue baleada la casa del capitán de fragata
Hugo Cabrera, el vecino del coronel Radaelli que ayudó a Berríos a
escapar de sus captores y lo llevó hasta la comisaría. Un día más tarde,
se iniciaron las acciones judiciales.
El nueve de junio, 14 generales del ejército se reunieron con el
ministro de Defensa Nacional, Mariano Brito. Dos días después, fue
destituido el comandante en jefe del Ejército. El tema comenzó a ser
tratado en el Parlamento, y varios legisladores fueron amenazados de
muerte. Curiosamente, el día 18, el canciller de la República Sergio
Abreu dio a conocer el facsímil de una foto en la que se veía a Berríos
sonriente, con la edición del 10 de junio de Il Messagero de Milán en la
mano; y una carta autógrafa suya anunciando que se encontraba sano y
salvo en Italia. Dos peritos grafólogos policiales autenticaron la carta
y todo volvió a la calma.
Sin embargo, el 21 de junio de ese 1993, el entonces diputado Yamandú
Fau recibió una llamada telefónica comunicándole que Berríos estaba
muerto y enterrado desde febrero de ese año. El día 29 fue baleada la
casa del juez a cargo de la investigación, Rolando Vomero. Dos años más
tarde, el 14 de abril de 1995, finalmente se descubrió un cadaver
semienterrado en las dunas del balneario El Pinar, a pocos quilómetros
de Parque del Plata. Seis días después, un estudio antropométrico
estableció que el cuerpo encontrado con dos balazos en la nuca
pertenecía a Eugenio Berríos. Ese dictamen fue luego confirmado por el
Instituto Técnico Forense, y varios años después un análisis comparativo
de ADN lo ratificaría definitivamente. Mientras todo esto sucedía en
Uruguay, en Chile la Justicia avanzó rápidamente.
Mientras durante más de diez años de actuaciones, la Justicia
uruguaya sólo pudo determinar la identidad del asesinado, al otro lado
de la cordillera se esclareció todo y los responsables del asesinato ya
están presos. Los militares uruguayos que serán extraditados pertenecen a
la Legión Tenientes de Artigas.
Tomás Casella
Tomás Casella, es un oficial de elite del arma de Infantería que
culminó su carrera ascendido a coronel, tras un polémico y acalorado
debate parlamentario, poco después que tomara estado público el “caso
Berríos”. Su historial militar arranca en 1967 como egresado de la
Escuela Militar de la tanda “José Enrique Rodó”, conocida como la
“Rodosca”. Esa promoción de oficiales constituyó, años después, uno de
los núcleos más influyentes dentro del Ejército uruguayo y afín al hoy
ex presidente Julio María Sanguinetti, al que, sin embargo, Casella no
adhirió. En febrero de 1967, asistió a la Escuela de las Américas al
curso de “Cadet Orientation”. En enero de 1974, recién ascendido a
teniente, se graduó en “Operaciones de Combate y Contrainsurección” en
la misma institución. Está considerado como uno de los precursores del
paracaidismo en Uruguay. En 1975 asistió a un curso básico de esta
disciplina en Chile. Años después, ofició como edecán de Pinochet,
cuando el veterano dictador realizó su segundo y último viaje al
Uruguay, en febrero de 1993. También prestó servicios en la Compañía de
Contrainformación.
En noviembre de 1992, Casella llegó hasta Parque del Plata para
convencer a Berríos que desista de la denuncia de secuestro y se retire
del lugar. A partir de ahí, se tejieron múltiples conjeturas sobre su
participación en el complot para asesinarlo. Ante el Ejército, declaró
haber recibido una llamada de Berríos desde Porto Alegre, a posteriori
del episodio de Canelones, en la cual el ex agente le anunciaba un
próximo viaje a México.
Eduardo Radaelli
El teniente coronel Eduardo Radaelli es el más joven de los tres.
Tiene 48 años. Pertenece al arma de Artillería y su especialidad es el
área de Contrainteligencia. Allí fue donde conoció a Casella. Además de
su profesión militar, divide su tiempo como empresario en el rubro
seguridad y como dirigente de un club de fútbol de primera división.
“Siempre fue un oficial serio, muy trabajador y de perfil bajo”, comentó
un oficial del Ejército uruguayo que lo conoció. Presuntamente una
orden, lo colocó a las 10 de la mañana de aquel 15 de noviembre de 1992
en la comisaría de Parque del Plata, pidiendo colaboración policial para
recapturar a una persona que estaba bajo su custodia. Además, en la
casa de sus padres, estuvo alojado Berríos. Radaelli está casado.
Sarli
El coronel Wellington Sarli participó en numerosas misiones de paz
bajo mandato de Naciones Unidas. En junio de 2003, fue destinado al
Estado Mayor del Ejército, donde pasó a desempeñarse como Jefe de Area
del Centro Coordinador de Operaciones de Mantenimiento de La Paz. Niega
haber conocido a Berríos y, según su declaración ante la Justicia,
concurrió a la comisaría de Parque del Plata porque le habían informado
que Radaelli había sufrido un accidente.
En la oportunidad dijo que no vio a nadie salvo algunos militares de
civil que “no conocía” y que así se enteró que “tenían un chileno que
había enloquecido”. Agregó que permaneció en la comisaría por unos “15 o
20 minutos” y que luego avisó por radio que no había accidente. Dio
alojamiento, en su casa de Parque del Plata, a otro militar chileno
escapado de la Justicia de ese país, llamado Julio Sanhueza Ross. Sarli
actuó también en Inteligencia. Está casado y las tragedias no son ajenas
a su vida: un hermano que revistaba en la Marina falleció en un
accidente al recibir la descarga de un rayo. *
Enrique Mangini el asesino de Rodriguez Muela
10 mayo, 2019
Cuando todavía era comandante en jefe del Ejército, Guido
Manini Ríos participó en al menos dos reuniones políticas para fraguar
su candidatura con un grupo de antiguos camaradas. El anfitrión fue el
militar retirado Enrique Mangini, quien los recibió en su chalet,
ubicado en Pinares, a unas cuadras de la playa Mansa. Como parte de su
gira nacional, el candidato de los militares exhibió ayer su postulación
en Maldonado: en una de las zonas más empobrecidas, habló con los
vecinos y, en Punta del Este, convocó una conferencia a la que sólo
asistió Brecha.
Al influjo de
recientes encuestas de opinión pública que lo ubican como un candidato pujante
en el camino electoral hacia octubre, en el último mes el general Guido Manini
Ríos ha realizado una frenética gira por barrios de Montevideo y múltiples
localidades del interior del país para posicionar su partido. El ex comandante
en jefe del Ejército irrumpió públicamente como candidato presidencial de
Cabildo Abierto a escasos días de su destitución, el 12 de marzo, y no pierde
oportunidad de afirmar o deslizar, en sus apariciones mediáticas, que nunca
antes participó en actividades políticas, aunque, como se verá más adelante en
este artículo, esto no fue así.
En las
últimas semanas, Manini recorrió Artigas, Rivera, Cerro Largo, Treinta y Tres y
Salto; el miércoles estuvo en Rocha y ayer recaló en Maldonado. Afirma que su
objetivo es darse a conocer, recolectar ideas para su programa de gobierno y
buscar soluciones a las principales preocupaciones de la gente en todo el país,
y que ha tenido
“una receptividad muy grande”. La intensa agenda de la
jornada en Maldonado –que incluyó visitas a medios, encuentros con vecinos y
una reunión de trabajo con referentes de las seis agrupaciones departamentales que promueven su
candidatura– se abrió con una conferencia de prensa a la que sólo asistió
Brecha.
No más de 25 personas –en su mayoría, oficiales retirados de las Fuerzas
Armadas– acompañaron al candidato en el local central de Cabildo Abierto,
ubicado junto a la rotonda de la famosa carnicería El novillo alegre, en la
avenida Roosevelt de Punta del Este. La elección de este punto como base de
operaciones del partido no es casual: en el afamado balneario viven o tienen
segunda residencia casi todos los militares jubilados que impulsan la
candidatura de Manini y que, por el momento, ostentan la hegemonía de la
organización. El barrio Pinares, que debe su nombre a la abundancia de coníferas
y ofrece chalets con amplios parques a unas cuadras de la playa Mansa, es su
enclave predilecto. No obstante, los organizadores tienen claro a qué tipo de
votantes debe apuntar el candidato y para su primera visita oficial le
organizaron un
“Cara a cara” con vecinos en el populoso y humilde barrio
Maldonado Nuevo, al este de la capital departamental.
“Lo nuestro es tratar
de acercarnos a la gente. Y la organización entendió que ese es el lugar donde
más podemos acercarnos”, explicó Manini, quien, a diferencia de lo que
estilan otros candidatos nacionales, se sentó solo a la mesa, sin que lo flanqueara referente local
alguno.
Consultado
por la aparente ausencia de militantes civiles en el auditorio, el ex
comandante argumentó:
“Tenemos varios que no son militares que están
participando en la organización. Por supuesto, acá viven algunos militares (en
Maldonado, hay 200 jubilados de las Fuerzas Armadas)
, como en todo el país”.
Y amplió:
“A veces, hay una intencionalidad de decir que este es el partido
de los militares, cuando en realidad hay militares porque yo provengo del
sector militar y quienes a mí me conocen de toda la vida, me respaldan. Eso
habla bien del candidato, sería triste que quienes me conocen no me
respaldaran”. Una afirmación nada menor, considerando algunas de las
figuras que, llegadas desde diferentes departamentos y a la sombra de la logia
Tenientes de Artigas, pergeñaron su candidatura en Maldonado.
LA PATA MILITAR. La expresión militar de Cabildo
Abierto en este departamento comenzó a gestarse durante el verano en
Punta del Este, según fuentes del entorno militar a
Brecha.
Sus impulsores son compañeros de promoción del candidato (la de 1978,
que se llamó “General Leandro Gómez”) o egresados en años cercanos.
Manini participó en, al menos, dos encuentros –uno en enero y otro en
febrero– junto con un grupo de viejos camaradas, unos radicados en
Maldonado y otros llegados desde diferentes departamentos, como Rivera,
Cerro Largo y Treinta y Tres.
La
convocatoria en ambos casos fue clara: evaluar las chances de que el comandante
se postulara a la Presidencia, aseguraron las fuentes a
Brecha. Una de
esas reuniones políticas con el entonces comandante en jefe se realizó en torno
al 20 de enero, mientras éste tomaba unas minivacaciones con su familia en
Punta del Este. El otro encuentro ocurrió la semana de Carnaval, también
aprovechando una estadía del comandante en el balneario. En esta instancia,
Manini
“confirmó que se iba a retirar o a hacer echar” para ser
candidato, de acuerdo con lo informado a
Brecha.
En esos
meses circulaban papeletas para habilitar el Movimiento Social Artiguista en el
Centro de Pasividades de las Fuerzas Armadas (Cepafa),
ubicado en la calle Las Heras de Montevideo. Allí se promovían firmas entre los
afiliados, a quienes se les anunciaba que eran
“para que el general Manini
sea presidente”. Como se recordará, al no lograr el permiso de la Corte
Electoral para usar el término “Artiguista” en el nombre, el partido pasó a
denominarse Cabildo Abierto. Estos hechos abonan la teoría sobre una salida
premeditada o, incluso, de un retiro voluntario acordado con el presidente
Tabaré Vázquez (véase
Brecha, 15-III-19).
Las
mencionadas reuniones tuvieron lugar en el chalet Macorina, propiedad del
militar retirado Enrique Mangini, ubicada en Pinares y rodeada de un importante
dispositivo de videovigilancia. El anfitrión, seguramente, es más conocido en
el barrio por sus aires de
sheriff (comanda el grupo de Whatsapp
“Vecinos alerta”, y comparte asados y reuniones sociales con el jefe
departamental de Policía, Erode Ruiz) que por sus antecedentes como miembro de
la Juventud Uruguaya de Pie (Jup)
en los años setenta, cuando el grupo de extrema derecha era presidido por el
hermano de Guido, Hugo Manini Ríos.
Según
consignó el periodista Roger Rodríguez en sucesivas investigaciones
periodísticas, Enrique Mangini es uno de los siete miembros de la Jup que en 1972 asesinaron al estudiante
Santiago Rodríguez Muela y que fueron condenados a prisión por “violencia
particular” en ese año. En 1978 el Consejo de Estado aprobó una ley de amnistía
que benefició a los reos y se estima que, como Mangini era sobrino del director
del Servicio de Información y Defensa (Sid),
Ramón Trabal, pudo seguir sin tropiezos con su carrera militar. En 2006 Mangini
fue fotografiado frente a un juzgado de la calle Misiones como guardaespaldas
del general Iván Paulós; lo captaron con el brazo en alto, como para que se
viera claramente que llevaba un arma en la cintura. El otro guardaespaldas en
la imagen era el coronel Eduardo Ferro, hoy prófugo de la justicia española y,
hasta hace unos años, vecino de Mangini en Pinares.
Aquella
foto llevó a Roger Rodríguez a investigar quién era el hombre armado y
descubrir el citado historial. En 2011, con la acordada de denuncias por casos
de derechos humanos, la causa de Rodríguez Muela se reabrió y pasó a la sede
penal de la jueza Graciela Eustachio; ahora figura como “archivada” desde
setiembre de 2013.
LOS MUCHACHOS. Mangini, miembro de la
ultraderechista Unión de Organizaciones Democráticas de América
(UnoAmérica) e integrante de la institución honoraria de salvamentos
Ades, es actualmente uno de los coordinadores generales de la agrupación
Dragones de Maldonado-Por el Cambio (una de las tres que apoyan al
candidato en la capital fernandina). Y aunque en estos meses ha
trabajado activamente en la organización de la candidatura de su amigo,
“no integrará listas porque no puede exponerse”, aseguran las fuentes.
El otro
coordinador de la agrupación Dragones de Maldonado es el coronel retirado
Gaspar Barrabino Silveira, según consta en una comunicación interna que la
organización divulgó días atrás por Whatsapp para invitar a participar en la
gira departamental del candidato. Gaspar es hijo de Julio Barrabino Sáez, uno
de los golpistas que ingresó junto con Gregorio Álvarez al Palacio Legislativo
en la madrugada del 27 de junio de 1973 y director del Establecimiento Militar
de Reclusión número 2, Punta de Rieles. Barrabino Sáez murió el 3 de abril pasado
“en total impunidad, sin proceso por crímenes de lesa humanidad cometidos
por el Estado. En Punta de Rieles bajo su mandato fascista, cruel e inhumano,
murieron compañeras por negligencia médica, otras fueron empujadas con saña
hacia la locura y la muerte, como la compañera Norma Cedrés”, publicó días
atrás la ex presa política y fotógrafa Marta Passeggi, en su muro de Facebook.
La causa penal de Cedrés
“duerme en un juzgado”, acotó.
Gaspar
es, además, hermano de Julio Barravino Silveira, quien, junto con el capitán
Wellington Sarli, tuvo la custodia del chileno Julio Sanhueza Ross –un oficial
de inteligencia evacuado de su país cuando la justicia lo requirió por varios
asesinatos entre 1987 y 1989–, mientras el teniente coronel Tomás Cassella y el
capitán Eduardo Radaelli ocultaban a Eugenio Berríos (véase
Brecha,
octubre de 2002). Hasta hace unos meses, Gaspar Barrabino era el coordinador
general del Movimiento Basta Ya, que promovía la candidatura del líder del
Partido de la Gente, Edgardo Novick.
Tanto
Mangini como Barrabino estuvieron presentes ayer en la convocatoria de Manini a
la prensa, alejados de la mesa donde un solitario candidato respondió
preguntas. Mangini, rollizo, de estatura más bien baja, inquieto y con
permanentes gafas oscuras, llevaba una bandera de Cabildo Abierto colgada en su
antebrazo izquierdo, cual servilleta de mesero. Cada tanto la desplegaba, tal
vez pensando en darle una ubicación en otra parte del local antes de la
conferencia, pero volvía a doblarla con prolijidad. Barrabino, en tanto, tomaba
mate mansamente.
Otro de
los participantes de las reuniones políticas estivales con Manini son el propio
Eduardo Radaelli y Alfredo Rubio (h). En el entorno afirman que Radaelli es
“un
hombre de extrema confianza, como la sombra” del ex comandante y que ha
viajado frecuentemente de Montevideo a Maldonado para participar en la
organización de la candidatura, además de estar abocado a hacer finanzas para
el partido. Como se recordará, el ex militar fue extraditado a Chile y
procesado por el secuestro del químico Berríos. Regresó a Uruguay en 2016,
después de que la justicia dictó su libertad condicional.
Rubio,
otro compañero de promoción de Manini, es hijo de quien era jefe de Gavazzo
cuando asesinaron al tupamaro Roberto Gomensoro, torturado en el Grupo de
Artillería número 1, en 1973. De acuerdo a las actas del Tribunal de Honor
divulgadas el mes pasado por el periodista Leonardo Haberkorn, Gavazzo comunicó
la muerte del detenido al jefe del Grupo de Artillería número 1, el entonces coronel
Alfredo Rubio, y ambos informaron al jefe de la División Ejército 1, el general
Esteban Cristi.
“Cristi ordenó desaparecer el cuerpo. Quien tuvo que hacer
eso fui yo”, expresó Gavazzo ante el Tribunal de Honor militar.
Precisamente
sobre la actuación del tribunal militar a raíz de las declaraciones de Gavazzo
y la investigación que encabeza el fiscal Rodrigo Morosoli, Manini declinó
hablar ayer con
Brecha.
“Eso está en la justicia y si tengo que…
eeeh… si en ese ámbito me toca… actuar, lo haré. Pero en estos momentos no da
para hablar más, la gente quiere hablar de los problemas de hoy y del futuro, y
no seguir hablando anclado en el pasado”, alegó. Luego contestó las últimas
preguntas:
—¿Usted
precipitó su salida o la acordó con el presidente, como se especula en algunos
ámbitos?
—Mi
salida no fue acordada, fue la dinámica de los hechos que fue llevando a eso.
Acordado no hubo nada. Los hechos se dieron como se dieron.
—¿Pero
usted veía venir el desenlace a raíz de esos hechos, que empezaron por lo menos
en setiembre, cuando fue sancionado?
—No… No
necesariamente…
Con una mueca y un gesto de “no va más”, el general dio por terminada la entrevista.
Entusiasmo con el FA
Además de convertir
a Cabildo Abierto
“en un partido protagónico” y ampliar la participación
de civiles, Manini pretende captar votantes desde todas las tiendas políticas.
En diálogo con
Brecha, el caudillo se mostró particularmente
entusiasmado con la cantidad de personas que, en diferentes puntos del país, le
han confesado que son frenteamplistas desencantados, muchos
“votantes de
toda la vida”, en busca de un cambio.
“Hay una suerte de voto castigo:
como hubo en 2004 a los partidos tradicionales; ahora lo habrá al FA”,
especuló.
También le entusiasma el resultado de recientes encuestas de opinión
pública, que lo perfilan como un candidato capaz de superar ampliamente a
los otros partidos y convertir a Cabildo Abierto en la cuarta fuerza
política del país:
“Todavía no nos contemplan como opción en los
cuestionarios, pero ya sabemos que en alguna encuesta nacional, que
todavía no se hizo pública, Cabildo Abierto empieza a marcar una buena
presencia. Es un camino que recién se inicia y pensamos que vamos a ser
una opción válida. No podemos decir cuál es el techo; Cabildo Abierto
pretende atraer gente de todos los partidos, porque hay una suerte de
nihilismo político, de no creer en nada, y ven en nosotros una
esperanza”. A la luz de este objetivo, Manini evita definirse en el espectro político y aquí enfatizó que encontrar
“soluciones a los problemas reales de la gente” no pasa por ubicarse en la derecha o la izquierda.
“Tenemos
cosas que podrán parecerse al discurso de la izquierda y otras que
podrán parecer el discurso de la derecha, pero acá lo que hay son
problemas que solucionar. Nos definimos como artiguistas porque
pretendemos ser una instancia superior a esas etiquetas”, justificó.