Hector castagnetto y su asesino Miguel Sofía, a la salida del juzgado situado en Uruguay y Convención en enero de 2019
>>> Hoy el Tribunal de Apelaciones Penal desestimó el recurso de Miguel Sofía en el Juicio en Penal 32 Turno
Según información recabada por el Observatorio Luz Ibarburu (OLI) de los
expedientes judiciales, Sofía participó en el secuestro y la
desaparición de Héctor Castagneto da Rosa, ocurridos el 17 de agosto de
1971, y en los asesinatos de Manuel Ramos Filippini, el 31 de julio de
1971, e Íbero Gutiérrez Ruiz, el 28 de febrero de 1972.
Es tiempo
La Justicia deberá resolver la situación procesal de Miguel Sofía.
Más de un año después de que dispusiera la prisión preventiva del empresario Miguel Sofía, la Suprema Corte de Justicia rechazó las excepciones de inconstitucionalidad presentadas por este. El expediente volverá ahora a un juzgado para que se defina su procesamiento por los crímenes del Escuadrón de la Muerte.
Miguel Sofía, uno de los integrantes más notorios del Escuadrón de la Muerte, seguirá en prisión. Al menos por ahora. La Suprema Corte de Justicia (Scj) rechazó, por mayoría, la acción de inconstitucionalidad presentada por su defensa contra las leyes 18.026 y 18.831, al considerar que Sofía no tiene legitimación activa para accionar contra ellas. El recurso era esperado por la defensa, ya que un pronunciamiento favorable podía implicar el cese de la prisión preventiva, impuesta en enero de 2019, horas después de su detención, tras permanecer varios años prófugo de la Justicia uruguaya.
En este sentido, la Scj afirmó que varios de los cuestionamientos esgrimidos por Sofía ya fueron resueltos en el proceso y tienen autoridad de “cosa juzgada”. Además, la Corte reiteró su postura contraria a la prescripción de los crímenes de la dictadura. Según el máximo órgano del Poder Judicial, para calcular el plazo de prescripción no resulta computable el período de vigencia de la ley de caducidad, ya que durante ese tiempo el Ministerio Público estuvo inhibido de ejercer su poder-deber de acción penal. “La vigencia de la ley de caducidad significó un claro obstáculo insuperable (irresistible) para el ejercicio de la acción penal”, afirmó la Corte, según el fallo al que accedió Brecha.
La detención de Sofía se produjo el martes 8 de enero de 2019, sobre las 20.00, en Francisco Antuña y Benito Blanco. Un informante anónimo advirtió de su presencia en Uruguay, a donde había llegado para pasar las fiestas junto con su familia. Una investigación de Interpol confirmó el dato y comenzó el operativo para capturarlo, con allanamientos en Punta del Este y Montevideo. Al ser detenido, se identificó como Adolfo Aldo Casaballe Lapido y presentó una cédula con ese nombre, pero la foto –pese a la similitud física– no coincidía. Pasó la noche en la sede de Interpol.
Estaba prófugo desde 2009, cuando el fiscal Ricardo Perciballe solicitó que se lo procesara con prisión por tres de los crímenes atribuidos al Escuadrón de la Muerte (o Comando Caza Tupamaros), la organización parapolicial y paramilitar que operaba antes del golpe de Estado: la desaparición de Héctor Castagnetto y los homicidios de Manuel Ramos Filippini e Ibero Gutiérrez. Se estima que residió varios años en Estados Unidos. Según datos de Migraciones, ingresó varias veces a Uruguay por el paso fronterizo de Fray Bentos. La cédula de Casaballe Lapido estaba denunciada como robada desde hacía unos diez años. Con esa cédula, también se registró en varios hoteles de Uruguay.
En su primera declaración judicial tras ser detenido, Sofía se declaró inocente e intentó desacreditar las acusaciones en su contra, sobre todo el testimonio del exfotógrafo policial Nelson Bardesio –condenado por la desaparición de Castagnetto–, quien en 1972, tras ser secuestrados por el Mln, identificó a varios integrantes del grupo parapolicial. Su defensa, en tanto, se abocó a los aspectos formales: el abogado Aníbal Martínez Chaer –el mismo que defendió a Bardesio en esta causa– insistió en la tesis de la prescripción de los delitos y presentó el recurso de inconstitucionalidad. La jueza Fanny Canessa (hoy jubilada) suspendió el proceso y elevó los antecedentes a la Corte, pero antes aplicó la denominada “teoría Buñuelo” –avalada por la Corte para los juicios en trámite por el nuevo Cpp– y dispuso una medida cautelar de prisión preventiva mientras se sustancie ese recurso. Canessa entendió, al igual que la fiscal Silvia Gari, que esta tesis también podía aplicarse en las causas del viejo Cpp. La prisión preventiva se justificó en la gravedad del delito imputado y el riesgo de fuga.
Sin embargo, en su sentencia, la Corte cuestionó la decisión de Canessa de dictar la prisión preventiva de Sofía con base en la “teoría Buñuelo”. Según la Scj, la jueza “no cumplió en forma exacta, precisa y completa” con las disposiciones del viejo Cpp, que regulan este proceso y no podían desconocerse aplicando preceptos del nuevo Cpp. Esto –según la ministra María Elena Martínez– ameritaría “la formación de pieza por proceso disciplinario” contra Canessa, algo que no se podría hacer, ya que la jueza se jubiló a mediados de 2019.
PALABRAS SUELTAS. Tras la sentencia de la Scj, el expediente volverá al juzgado para que se defina la situación procesal de Sofía, es decir, su procesamiento o su absolución. Se estima que antes de dictarse la sentencia, el expediente pasará en vista a la Fiscalía Especializada en Crímenes de Lesa Humanidad, para que ratifique el pedido de procesamiento. Algo que se estima evidente, ya que fue Perciballe quien solicitó el procesamiento de Sofía, el inspector Pedro Freitas y otros dos policías vinculados con la Dirección Nacional de Información e Inteligencia (Dnii). En 2010, en tanto, la Justicia dispuso el procesamiento del fotógrafo Miguel Bardesio –hoy condenado–, detenido en Argentina y extraditado a Uruguay, tras permanecer casi treinta años con paradero desconocido.
El vínculo de Sofía con la ultraderechista Juventud Uruguay de Pie (Jup) y el Comando Caza Tupamaros quedó al descubierto con el testimonio de Bardesio ante el Mln, que dio lugar a las denominadas “actas de Bardesio”, difundidas por el grupo guerrillero. Tras ser liberado, Bardesio confirmó sus dichos ante varios legisladores, entre ellos, Wilson Ferreira Aldunate. Por esos años, Sofía era una persona de confianza del entonces subsecretario del Interior, Armando Acosta y Lara, asesinado por el Mln en abril de 1972.
Según Bardesio, Sofía tenía acceso directo a las dependencias de la Jefatura de Policía de Montevideo y a las oficinas del personal estadounidense que colaboraba con esta en Uruguay (Brecha, 29-VIII-08). Su relato señala que Sofía (alias “José”) participó en la muerte del joven Héctor Castagnetto, secuestrado, torturado y asesinado por miembros de la organización paramilitar, cuyo cuerpo fue arrojado a las aguas del Río de la Plata.
Tras el golpe de Estado, Sofía cumplió funciones como diplomático. Fue jefe de la sección de pasaportes del Ministerio de Relaciones Exteriores y, más tarde, funcionario de confianza en la embajada de Uruguay en Estados Unidos –cuando el embajador era Jorge Pacheco Areco– y en la embajada en Taiwán. Sobre el final de la dictadura, recibió la concesión de la radio Emisora del Plata y, más tarde, ya en plena democracia, obtuvo la concesión para explotar el servicio de tevé cable en Ciudad de la Costa. Esa adjudicación fue revocada en 1998, lo que derivó en un millonario juicio contra el Estado, que fue rechazado. Ahora deberá pronunciarse la Justicia penal.
El asesinato de Castagnetto según Bardesio
Por Walter Pernas
9 enero, 2019
Las confesiones que Nelson Bardesio hizo a los tupamaros durante su secuestro fueron leídas por el frenteamplista Enrique Erro en una tumultuosa sesión del Senado a mediados de abril de 1972. Constituyen lo que se conoce como las “actas de Bardesio”. A mediados de mayo, una vez liberado y entregado a la Policía, a pesar de un compromiso expreso de no hacerlo, Bardesio se retractó. La retractación fue la excusa para que la mayoría parlamentaria de blancos y colorados calificaran la existencia del Escuadrón de la Muerte como un invento de los tupamaros. De aquellas confesiones, la más detallada y escalofriante es la referida al secuestro, interrogatorio mediante torturas y posterior asesinato del joven Héctor Castagnetto da Rosa, ultimado a balazos por dos funcionarios del Departamento 5 de la Dirección Nacional de Información e Inteligencia, en la madrugada del 19 de agosto de 1971, y cuyo cuerpo fue arrojado a las aguas de la bahía de Montevideo por el capitán de la Armada Jorge Nader. En la difusión periodística del debate parlamentario, los censores sustituyeron con equis los nombres aportados por Bardesio. La siguiente es la versión original:
“Yo, Nelson Bardesio, oriental, casado, de 31 años, funcionario del Ministerio del Interior, declaro ante el Tribunal del Pueblo mi participación y los hechos que conozco en relación con el secuestro y posterior asesinato de Héctor Castagnetto da Rosa:
Encontrándome en la oficina de Estadística, Contralor y Difusión del Ministerio del Interior, el oficial inspector Pedro Fleitas requirió mi participación para un operativo. La oficina de Estadística, Contralor y Difusión, cuyo director honorario era el inspector (r) Jorge Grau Saint Laurent, servía de cubierta a la planificación y ejecución de atentados sobre los cuales he prestado ya declaración ante el Tribunal del Pueblo. El oficial inspector Fleitas era secretario del coronel Volpe (encargado del Registro de Vecindad) y oficiaba como enlace entre el Ministerio del Interior y el denominado Comando Caza Tupamaros. Según me dijo Fleitas, el subcomisario Delega, del departamento 5 de la Dirección de Información e Inteligencia, le había solicitado su colaboración para dicho operativo, manifestándole que también me necesitaba a mí y a mi automóvil (un Volkswagen matrícula ficticia 505 210), que pertenecía a la Jefatura de Policía de Montevideo y que había quedado en mi poder después de haber sido utilizado en uno de los atentados referidos.
En horas próximas al mediodía me dirigí con el inspector Fleitas hacia el hotel Carrasco, frente al cual debía esperarnos el subcomisario Delega. AI llegar allí encontramos a Delega, a los funcionarios del Departamento 4 (que habían sido enviados a Brasil para recibir entrenamiento estilo Escuadrón de la Muerte) y a un joven que luego me enteré era Héctor Castagnetto. Esas cuatro personas estaban en un automóvil marca Opel, que pertenecía al comisario Pablo Fontana, del Departamento 4.
Pude saber que Castagnetto había sido detenido esa mañana en avenida Italia y Propios, por los dos funcionarios del Departamento 4 aludidos. Yo no poseía antecedente alguno sobre la persona del detenido. El subcomisario Delega nos dijo que había que ‘pasear’ a éste durante toda la tarde, para lo cual había requerido la utilización de mi automóvil. Castagnetto fue trasladado al automóvil sentado junto con Fleitas; Delega se ubicó adelante. El detenido vestía pantalón y saco y llevaba una bolsa que contenía discos de música popular. Se le notaba algo nervioso, pero no parecía asustado.
Informé al subcomisario Delega que el auto no estaba en condiciones mecánicas como para andar toda la tarde, contestándome él que me dirigiera hacia afuera, que ya se le ocurriría algo. Un rato después me indicó que iríamos hasta El Pinar y pasaríamos la tarde en un rancho abandonado que él conocía. Explicó que en ese rancho habían vivido algunos militantes del mln, contra los cuales se realizó un procedimiento en que él había participado, y que ahora la construcción estaba abandonada.
Fuimos hasta la construcción señalada por Delega. El ranchito de construcción algo vetusta está ubicado en la calle que va del Autódromo a avenida Italia. Una vez instalados en él, yo fui con el coche hasta un almacén que queda en avenida Italia, a más o menos dos quilómetros de distancia, y compré algún fiambre y dos o tres botellas de agua mineral. Pasamos toda la tarde en El Pinar. La mayor parte del tiempo Castagnetto estuvo sentado en el suelo, en un rincón, esposado. Prácticamente no se habló con él. Sólo Delega le hizo algunas preguntas: si aún pertenecía al mln, a lo que Castagnetto respondió que no; si sabía dónde estaba la Cárcel del Pueblo, a lo que también respondió negativamente; y qué hacía con la bolsa de discos, a lo que dijo que estaba trabajando como corredor independiente de discos. Nos fuimos turnando y mientras uno vigilaba a Castagnetto, los otros dábamos algún paseo por los alrededores. Le pregunté a Fleitas qué pasaría con el detenido y él me dijo que no tenía idea, que ése era asunto de Delega. Le hice la misma pregunta a éste, quien me dijo que sólo estábamos haciendo tiempo, mientras los dos funcionarios del Departamento 4, que habían identificado y detenido a Castagnetto, reunían sus antecedentes y preparaban el interrogatorio. Me indicó que no debíamos hacerle ninguna pregunta a Castagnetto y dijo que los referidos funcionarios ‘estaban formando un equipo nuevo’.
Casi al oscurecer partimos hacia Montevideo, indicándome Delega que tomara por la rambla. Llegamos hasta una casa que queda en la calle Araucana. Allí nos recibió Ángel Pedro Crosas, diciéndonos que en la casa se encontraban personas compartimentadas y que deberíamos dar algunas vueltas con el auto, durante el tiempo en que dichas personas salían. Crosas me había sido presentado anteriormente por el coronel Walter Machado, asesor militar del Ministerio del Interior. Es de nacionalidad paraguaya y le dicen ‘doctor’. Había trabajado con Acosta y Lara en la intervención de Secundaria y tenido participación en la organización de la jup. Al ser nombrado subsecretario del Interior, Acosta y Lara lo había traído al ministerio. Al presentarlo, el coronel Machado había dicho que por orden del subsecretario, Crosas iba a realizar algunos operativos ‘especiales’ y había que prestarle la colaboración que él solicitara. En una reunión realizada en la oficina de Estadística, Contralor y Difusión, en la que participamos Machado, Fleitas, el inspector Grau y yo, Crosas planteó que había que llevar adelante una ‘acción psicológica violenta’ para hacer frente al mln. Yo manifesté que estaba en desacuerdo con ese planteo y que lo que debía hacerse era organizar un grupo eficiente de información, a lo que Crosas respondió que ésos eran sueños irrealizables.
Cuando regresamos a la casa de la calle Araucana, después de dar algunas vueltas, entramos a Castagnetto, ubicándolo en un sofá del corredor central. La casa era amplia y estaba amueblada con elegancia. El alquiler, que era de 300 dólares mensuales, lo pagaba el Ministerio del Interior; algunas veces había oído en el ministerio el comentario de que no había plata ni para comprar papel, pero se gastaba esa suma en la casa de Crosas.
Crosas nos dijo que deberíamos quedamos para custodiar a Castagnetto durante la noche, ya que los funcionarios del Departamento 4 no llegarían hasta las primeras horas de la mañana siguiente. Dividimos la noche en tres turnos de guardia y nos quedamos. A mí me tocó la guardia de la mitad de la noche. No hablé con Castagnetto. Éste dormitaba a ratos en el sofá.
A primera hora de la mañana llegaron los dos funcionarios en compañía de Miguel Sofía, a quien llamaban José y que había sido presentado por Crosas en el ministerio como su principal ayudante. Por comentarios en el ministerio, sé que José pertenecía a la jup; al igual que Crosas, parecía tener gran confianza con el subsecretario Acosta y Lara, concurriendo asiduamente al despacho de éste. Al llegar José y los dos funcionarios, Delega y yo nos fuimos, quedando Fleitas en la casa de la calle Araucana. Yo alcancé a Delega hasta su casa y me fui para el estudio fotográfico Sichel, en bulevar España 2291. Esa misma tarde, alrededor de las 19 horas, Delega pasó por el estudio, diciéndome que necesitaba conectarse con alguien de la marina que pudiera ayudarlos a ‘sacar una persona de Montevideo’. Agregó que no podía ser el capitán Motto, pues éste tomaba mucho y era necesaria la máxima discreción respecto a esto. Recordé el nombre del capitán Jorge Nelson Nader Curbelo, que me había sido presentado en el Club Naval por el capitán Mario Risso, indicándome que podía recurrir a él para cualquier tipo de colaboración (más tarde, el capitán Nader sustituiría al coronel Machado como asesor militar del Ministrerio del Interior). Llamé a Nader por teléfono y combinamos un encuentro para dos horas más tarde en la rambla y Comercio. Allí Delega le pidió su colaboración para ‘sacar de Montevideo a un miembro del mln’, a lo que Nader accedió, acordándose un nuevo encuentro para la 1 de la mañana en pasaje Hansen y Propios, donde yo también debería concurrir para realizar el contacto. Alcancé a Delega hasta las oficinas del Departamento 5, en la calle Maldonado, comprometiéndome a estar en la casa de la calle Araucana 10 o 15 minutos antes de la hora convenida al encuentro con Nader. Llegué a la casa de Araucana muy sobre la hora, viendo que sacaban a Castagnetto con los ojos vendados, introduciéndolo en el coche de Crosas, un Chevrolet Nova argentino de color azul que tenía el parabrisas roto y que pertenecía al Ministerio del Interior. En él se ubicaron Castagnetto y los dos funcionarios del Departamento 4 en el asiento de atrás, conduciendo Crosas y yendo a su lado José. Al parecer, Fleitas no estaba en la casa. Delega subió en mi coche y fuimos hasta el lugar del encuentro, donde ya estaba Nader. Pasaron a su auto a Castagnetto y los dos funcionarios, siguiendo los tres vehículos hacia el puerto. En la entrada que queda al lado de la Estación Central del Ferrocarril, creo que es del club Rowing, el auto de Nader entró al puerto y nosotros dimos la vuelta. Dejé a Delega en el Departamento 5 y me fui a la casa de un matrimonio amigo, en la calle Canelones, donde estaba viviendo. Una hora más tarde, o sea, pasadas las dos de la mañana, Delega me telefoneó diciéndome que la casa de la calle Araucana debía ser evacuada pues Castiglioni había avisado que la casa iba a ser allanada por denuncias de un vecino, y que yo debería guardar algunos paquetes, ya que ellos no tenían dónde hacerlo. Delega pasó a buscarme en su automóvil y me llevó hasta la rambla y Araucana, donde se encontraba la camioneta que usan habitualmente los dos funcionarios entrenados en Brasil, una Volkswagen Kombi color crema. En la camioneta había dos personas que no conozco y que pertenecían al grupo de José para los cuales Crosas me recomendó total compartimentación. Me llevaron en la camioneta hasta el estudio, donde bajé dos paquetes y una caja sacados de la casa de Araucana. Ignoro el contenido de los paquetes. La caja, que estaba abierta, contenía seis metralletas calibre 45, con la marca y el número limados, y varios panes de explosivos. Éstos eran unos cubos de color esponja que en una de las puntas tienen un agujero para el detonador. Estaban envueltos en hojas de papel cuadriculado, donde había escrito con birome: ‘cct’. Destruí estas hojas por temor a que me comprometieran. Más tarde consulté a Delega acerca de si el manejo de esos explosivos podía significar peligro, diciéndome él que no, que no había peligro alguno si no se Ies colocaba detonador. Le dije también que había roto las hojas con la inscripción cct, a lo que él me dijo que había hecho bien.
Hace alrededor de un mes y medio llevé los paquetes y la caja al ministerio por indicación de Fleitas, quien me dijo que ese material debía entregarse al sid. Entregué los paquetes al capitán Nader. Entiendo que Castagnetto fue interrogado y torturado en la casa de la calle Araucana y luego eliminado, arrojándolo al río. En este caso, quienes realizaron la operación fueron los dos funcionarios que lo acompañaron en última instancia. Por lo que sé, el Comando Caza Tupamaros está integrado por Crosas, Sofía, el oficial inspector Fleitas, como enlace, Delega y los dos funcionarios entrenados en Brasil. De éstos, cuyo nombre no recuerdo, sé que pasaron al Departamento 5. Crosas y José (apodo de Sofía) desaparecieron pocos días después de lo de Castagnetto, y tras cobrar una gruesa suma de dinero en el ministerio dijeron que viajaban a Brasil, pero a José lo vi en Montevideo al día siguiente de las elecciones festejando el triunfo.
Declaro que todo lo antedicho es un fiel recuento de los hechos y admito mi participación en los mismos y la responsabilidad consiguiente. Para constancia de lo cual firmo. Nelson Bardesio. Marzo de 1972”.