En memoria de Ronald Scarzella (cuyo asesinato continúa impune) y a 30 años del cortejo que acompañó a Raúl ‘el Bebe’ Sendic hasta el cementerio de La Teja.
de Jorge Zabalza publicado en VOCES
21 febrero 2019
Nací en 1943 y Colgate Palmolive ya era una de las multinacionales que distribuía buenos dividendos entre sus accionistas. Prevalecida de su posición dominante del mercado, si los pequeños comercios querían que los corredores dejaran media docena de pasta de dientes, estaban obligados a comprar gomina Brancato u otros productos invendibles. Más tarde, la ley de inversión redujo aún más su carga impositiva y, gracias a la protección de los gobiernos, su rentabilidad promedió el 12,5% según el STIQ (Sindicato de Trabajadores de la Industria Química). También informan que, en 2018, la DGI le devolvió un millón doscientos mil dólares por exoneraciones.
Sin embargo, pese a todos esos privilegios, apenas vio la oportunidad de acrecentar su tasa de ganancia ampliando su planta en Méjico, hizo las valijas y emprendió la retirada. El costo de los productos que importará desde allá le permitirá destrozar deslealmente a los competidores que continúen produciendo en el Uruguay. Excitados por la perspectiva de mayor ganancia, rompieron el convenio que los obligaba a avisar antes de cualquier reestructura de la empresa. Arrojaron a la calle, sin la menor piedad, un centenar de asalariadas y asalariados e hicieron desaparecer unos 500 puestos de trabajo indirectos. Un acto tremendamente violento que vuelve a demostrar que de nada vale bajarse los pantalones, los abusadores no tienen escrúpulos.
Los dueños del capital sienten que los asalariados son la máquina que les permite vivir felices a costillas del trabajo ajeno, alcanzar la finalidad de su vida. Se deja de percibir la condición humana de quienes están condenados a venderse para sobrevivir. La violencia latente en las relaciones salariales emerge a la superficie cada vez que el capitalista decide aumentar su rentabilidad. La tasa de ganancia es la fuente de inspiración del burgués. Le hace perder su compostura habitual, se quita su traje y corbata y se coloca la armadura del afán de lucro. En pie de guerra, ataca violentamente a los proletarios, ya sea con las armas de su poder económico, ya sea con las que monopoliza el aparato policíaco militar.
Para ganar más se debe explotar más y más, mientras que, para aumentar los salarios es preciso reducir las ganancias del patrón o la recaudación del Estado. Los intereses del que paga salario y del que lo cobra son antagónicos, es una ley de la naturaleza. Podrán firmar convenios en los consejos de salarios o podrán votar al mismo candidato a la presidencia, pero a la hora de decidir el salario, se levanta la muralla inexpugnable que los separa más allá de los juramentos de amor o de la muy mentada paz social.
¿Cómo impedir que los dueños de Colgate Palmolive hagan sus cuentas y decidan irse a Méjico? ¿Cómo pedirles que sean humanos y no despidan trabajadoras y trabajadores? ¿Apostando a los buenos sentimientos de las patronales? No, es inútil. La clase empresarial se enceguece y agrede a su enemigo, la clase trabajadora. La lucha de clases hace perder sentido a la educación para la paciencia que promueven los Cardozo, la Catalina, el Pepe Mujica y otros predicadores. Es la hora de la poesía clasista y combativa de Miguel Hernández y César Vallejo.
El STIQ reclama que se paguen despidos triples, que el seguro de paro sea complementado por la empresa hasta cubrir el sueldo de cada uno de los despedidos. Que a los mayores de 58 años se les hagan los aportes a la seguridad social para que puedan jubilarse con el 75% de su salario. Que las maquinarias pasen a propiedad de una de las tres cooperativas que gestionan los laburantes en el marco del sindicato. Que Colgate Palmolive done unos 300.000 dólares -apenas el 5% de su botín- al hospital de niños con cáncer del Pereira Rossell. Al defender su clase, el sindicato lucha por el pueblo uruguayo, para que se respeten los derechos laborales y los convenios logrados en consejos de salarios, para que no se lleven las máquinas y ellas puedan seguir produciendo en Uruguay y la riqueza que se genera en el cuidado de la salud bucal quede en el país.
Para defenderse de la violenta agresión multinacional, los trabajadores emplean medios pacíficos y legales de presión: el paro, la ocupación de la planta y la huelga de hambre. Toda la población debería apoyar esta lucha donde están en juego sus intereses, los consumidores deberíamos hacer piquetes frente a los supermercados, llamando a no comprar los productos de Colgate Palmolive. El gobierno de Tabaré, si no quiere ser cómplice, debería impedir la entrada al país de los productos Colgate Palmolive. Hasta la portada de VOCES debería llamar al boicot.
COLGATE-PALMOLIVE y FLEISCHMANN decidieron cerrar sus fábricas en Uruguay dejando respectivamente a unas 50 y 30 personas desempleadas. Tanto la multinacional estadounidense como la alemana no argumentan quiebre, ni dificultades económicas o financieras. Simplemente van a empezar a importar los mismos productos que se fabricaban acá desde sedes extranjeras (porque se ahorran los salarios de nuestros trabajadores) para que nosotros les sigamos comprando y aumentando su capital a cambio de casi 100 familias en la calle.
No es la crisis del país, ni la Ute, ni los impuestos, son los salarios y una hijoputez de cara al año electoral nada más.
Personalmente los siguientes productos van a dejar de ser parte de mi hogar, porque si jodes a los uruguayos yo NO te sigo el juego, y no te compro más 👇:
PRODUCTOS COLGATE PALMOLIVE:
Colgate - cuidado personal
Kolynos - cuidado personal
Speed stick - desodorantes
Palmolive- cuidado personal
Protex - productos de limpieza
Ajax - productos de limpieza
Accion - productos de limpieza
Fabuloso - productos de limpieza
PRODUCTOS FLEISCMANN:
Levadura y polvo de hornear
Flanes y gelatinas
Chantilly
Premezclas para budines y bizcochuelos
Otros productos para repostería
viernes, 22 de febrero de 2019
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