Relación de clase: Hay una patronal, la Intendencia Municipal de Montevideo, y hay asalariados en relación de dependencia, los funcionarios municipales. La cuestión central es que el patrón debe salario a los municipales y, evidentemente, no quiere pagar. El patrón quiere cambiar a su favor los términos de la relación salarial.
En el capitalismo, la expresión más cruda de la relación de poder se da en el momento de fijar el salario que "se determina en la lucha antagónica entre el capitalista y el obrero. Triunfa necesariamente el capitalista. El capitalista puede sostenerse más tiempo sin el obrero que éste sin aquél". (Carlos Marx, Manuscritos de 1844)
Marx explica en esos manuscritos que "el capitalista posee este poder, no por sus cualidades personales o humanas, sino en cuanto es propietario del capital". El capital otorga a su dueño el poder de subordinar al que le vende su fuerza de trabajo. Es el poder económico y lo ejercen los que administran el capital privado y el capital público.
Relaciones partidarias: Muchas veces, a lo largo de la historia y también en el presente, mayoritariamente los asalariados pertenecen al partido gobernante. Hay muchos ejemplos.
Un paradigma se daba el sistema asalariado estatal de la URSS, donde el Estado era el comprador monopólico de la fuerza de trabajo y los trabajadores, como todo el pueblo soviético, como la mayor parte de la humanidad, estaban convencidos que ese Estado y el PCUS impulsaban la revolución proletaria en el mundo entero. Sin embargo, la relación entre el que vendía y el que compraba siguió siendo de dependencia y explotación, el salario era una de las armas melladas del capitalismo que continuaba actuando en el "socialismo real" y conduciéndole al camino sin salida del retorno al capitalismo.
Otro paradigma, se da nivel del municipio de Montevideo, donde los asalariados votaron, en su gran mayoría al partido que desde hace 18 años proclama que el gobierno municipal se asiente sobre tres pilares: la descentralización en base del traslado de poder a los vecinos, proceso que quedó en farsa; la participación de los trabajadores en la gestión (otra farsa) y el elenco de gobierno (transformado en "nomenklatura" al mejor estilo burocrático).
Como consecuencia de esos18 años de lucha de clases, los trabajadores municipales votan en las elecciones nacionales al partido que gobierna el Municipio, y para lasd direcciones sindicales apoyan a los que les ofrecen garantía de clasismo y combatividad. O sea, los municipales han avanzado por el camino de la independencia de clase que recién inician el resto de los trabajadores estatales.
Ruptura revolucionaria: La cuestión de clase quedó bien clara con la actitud de jorge Larrañaga. Por encima de los partidos está la clase y, cuando los asalariados se insubordinan, el partido único de la clase dominante debe actuar de conjunto. Dejar las boberías mediáticas y unirse contra los trabajadores, es lo que ocurrió cuando la toma de tierras en Bella Unión, con George Bush y ahora con ADEOM.
Desde una mirada arrojada hacia el horizonte revolucionario, queremos centrarnos en los significados más profundos de esta lucha sindical que por algo ya lleva más de diez años. Dejar a un lado el chisperío de los fuegos artificiales y tratar de escarbar en las honduras de las relaciones de clase y su lucha.
En el "mensaje" a ese horizonte se hablaba de la necesidad de romper el control de las ideas y del debate que hace el progresismo. Se está imponiendo un modo de hacer política que se va introduciendo en las "cabezas" de los uruguayos de manera tan profunda como hizo el batllismo un siglo atrás. La lucha de los municipales hace pensar a todo el mundo, particularmente a la militancia (a la frenteamplista y a la que tiene definiciones más revolucionarias). Y, opera en el sentido de la ruptura con el control ideológico mucho más que nuestros discursos radicales. Lo mismo ocurrió cuando la toma en Bella Unión: bastó la ocupación de 32 hectáreas para que se desempolvara la cuestión de la reforma agraria y, por suerte, cunde el ejemplo de ocupar la tierra para trabajar.
Pareciera ser ese el camino de ruptura con el sistema de dominación: apoyar las luchas y movilizaciones sociales y, sobre las olas que desata, ir conformando la alternativa política necesaria para romper con la democracia burguesa y con los partidos que la sostienen.
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