Era afiliada al PCU. La historia de Mónica Benaroyo, la uruguaya desaparecida en Chile en 1973
ROGER RODRIGUEZ - rogerrodriguez@adinet.com.uy
La república Domingo, 27 de julio, 2008
El cuerpo de la ciudadana uruguaya Mónica Benaroyo fue encontrado decapitado y momificado en el desierto de Arica. Todavía tenía ropas y una caja de cigarrillos. La Comisión para la Paz no pudo confirmar su desaparición. Era afiliada al PCU, según el prontuario de Inteligencia policial.
Mónica Cristina Benaroyo Pecu había nacido en Bucarest, Rumania, en abril de 1925.
Tiene una hermana, Fernanda, un año mayor. Eran hijas del embajador de Irán (Persia) en la capital rumana, pero debieron emigrar cuando, luego de la segunda guerra mundial, rusos y británicos derrocaron al Sha Reza Khan. "Monique", como le decían sus amigos y conocidos, era ciudadana legal uruguaya desde 1954 y se destacaba por haber conocido el mundo gracias a ser hija de diplomáticos. Dominaba siete idiomas. Además del persa paterno y el rumano materno, sabía inglés, italiano, francés, alemán y español. Su conocimiento en idiomas fue lo que le permitió conseguir trabajo en el telégrafo Italcable de Montevideo, donde trabajó hasta 1973. En los años sesenta comenzó a estudiar en la Facultad de Humanidades, donde obtuvo su título de Licenciada en Filosofía, en la cátedra del profesor Emilio Oribe. "Je suis persianne", se presentaba aquella mujer pequeña, de pelo enrulado, que vestía diferente a los universitarios de la época. No tardaron en bautizarla cariñosamente "la persiana". Su soledad es lo que recuerdan sus compañeros. Tenía una triste melancolía, aunque era vivaz y con buen sentido de humor. Aquella Universidad de los años sesenta terminó por convertir a aquella mujer (mayor que sus compañeros de estudio) proveniente de una clase alta, en una intelectual de izquierda. Un prontuario en la Dirección Nacional de Información e Inteligencia (DNII) dice que se afilió al Partido Comunista en octubre de 1971.
Soñar Cuba, morir en Arica
Ganó un concurso de monografías sobre la vida del Ché Guevara y terminó becada unos meses en la Universidad de La Habana. Aquella realidad terminó de afirmar sus ideas y fue al intentar volver a Cuba, según algunas fuentes, que viajó a Chile, que mantenía sus relaciones diplomáticas, para tomar un avión. La situación política en Uruguay y un distanciamiento con su hermana, casada con un diplomático, terminaron por llevarla al exterior, según otras versiones. Vendió todos sus muebles del apartamento que habitaba en 25 de mayo y con poco dinero y un baúl repleto de sueños cruzó la cordillera de los Andes. Pero en Santiago su sueño se frustró. Hubo desentendimientos y terminó viviendo en la Casa del Maestro de la capital chilena esperando confirmación de una invitación desde La Habana. Tuvo que conseguir empleo en una firma de Arica, donde se radicó. Terminó trabajando en cultura para la municipalidad. Mónica Benaroyo también tenía un hermano de crianza, Enrique Colman, hoy de 85 años, que es el único familiar que denunció su caso a la Comisión para la Paz durante el gobierno de Jorge Batlle. Enrique había perdido contacto con Mónica luego del golpe de Estado del 11 de setiembre de 1973. Una vez recibió un llamado telefónico de alguien que le dijo haber visto a Mónica en el Estadio de Santiago. Le pidieron dinero y ropas para ella. Se los dio, pero nunca más supo de su paradero. También el embajador uruguayo Roberto González Casal dio esa versión, que ahora se confirma era mentira.
Dos compañeras de trabajo y un catedrático la recuerdan
Inteligente, culta y frágil
Graciela Torresani y Mary Armelius, dos compañeras de trabajo en Italcable, recuerdan a Mónica por su ternura e inteligencia, aunque su soledad y melancolía eran otras de sus características. El profesor Juan Flo también da testimonio de aquella estudiante cuya monografía final sobre Heidegger juzgó. "Trabajé con ella 8 años. Ella era telefonista en Italcable.
Vivía casi enfrente, en un apartamentito de 25 de Mayo y Zabala. Contaba que de niña tenía mucho dinero y hasta una caballeriza. Había vivido una buena vida, pero después de salir de Rumania estuvo por Italia y finalmente en Uruguay. Su hermana trabajaba en IBM, pero no se llevaban. Se fue a Chile poco antes del golpe. Sabíamos que era comunista. Era inteligente y culta.
Había sufrido polio y le habían quedado secuelas en un lado de la cara y una pierna, quizás por eso era solitaria...", cuenta Graciela. "Trabajé con ella desde 1964 hasta 1972. Hablaba mucho con el profesor Eugenio Petit Muñoz que la iba a visitar. Sabía muchos idiomas. Fumaba mucho.
Cuando cobraba se compraba un cartón de cigarrillos Exeter. Vivía sola. Leía mucho, sobre todo filosofía. No cocinaba. Adoraba a sus dos sobrinas, en las que gastaba mucho de su sueldo, pero no se llevaba con la hermana. Era una persona que te atrapaba con su conversación y su cultura", la recuerda Mary. "Era alumna de la Facultad. Cursó "Estética" a fines de los sesenta con el profesor Emilio Oribe. Yo juzgué su monografía para titularse en filosofía. Era curiosa, apasionada, algo ingenua... Durante algunos meses conversamos con frecuencia. Militaba como estudiante, aunque era mayor que yo. Era un personaje peculiar en su elegancia y su ropa. Supe de ella cuando estuvo en Arica, trabajando en la alcaldía. No supe más.
Siempre me quedó la angustia de su destino... la veía frágil", comparte el profesor Flo.
.
0 comentarios:
Publicar un comentario
No ponga reclame, será borrado