A Sara. "Al compartir muchas cosas lindas de la vida, también estás diciendo te quiero"
Simón: "Los que cometieron delitos de lesa humanidad deben ser juzgados"
Simón Riquelo se llama Aníbal. Vive en Buenos Aires, donde se ha casado y tiene un hijo, Juan Ignacio. El niño que le robaron a Sara Méndez de los brazos en 1976 y fue recuperado en 2002 habló con LA REPUBLICA. Cuenta de su vida cotidiana y de lo complejo que es adaptarse a su historia. Una historia que no rechaza porque es lo que le pasó, pero sobre la cual también pide verdad y justicia.
Roger Rodríguez | Editor - rogerrodriguez@adinet.com.uy
La república Domingo, 23 de noviembre, 2008
Sara Mendez y Juan Ignacio. Madre, hijo y nieto, en una playa de Uruguay en el verano de 2008.
Pide que lo llame Aníbal, pero acepta que en Uruguay todos le digan Simón.
Le habían quedado cosas por decir. La difusión en LA REPUBLICA de la entrevista que para un libro que se lanzará el próximo 26 de noviembre en Buenos Aires le había hecho hace más de un año una periodista argentina, había dejado cosas pendientes y generado equívocos. Para explicarse, Aníbal (Simón) nos envió una carta que derivó en este encuentro. En un bar de la calle Corrientes hablamos. Un diálogo en el que él, cauto, puso reglas y explicó de qué no quiere hablar. Casi parco y hasta desconfiado, empezó con pausas y silencios, que a lo largo de la conversación dejaron salir a la luz toda su ternura, los sentimientos de Simón hijo. Pero como Aníbal hombre, también sabe que fue víctima de la represión y no duda en afirmar: "Estoy a favor de la anulación de la Ley de Caducidad, los que cometieron delitos de lesa humanidad deben ser juzgados"...
"Es lo que me pasó"
--¿Aníbal o Simón? ¿Cómo te llamo?
--Aníbal.
--Durante los últimos seis años, desde que descubriste tu otra historia, habías logrado mantener tu intimidad, sin hablar en la prensa, sin que tu imagen apareciera, pero eso ahora cambió y tu nombre argentino, tu cara y tus palabras aparecieron en una entrevista para el libro "Volviendo a casa" de la periodista Analía Argento. ¿Qué cambió?
--(Hace un largo silencio)
--¿Pongo "larga pausa"?
--(Se ríe). Sí, de hecho cambió. hoy estamos acá sentados.
--¿Te sentís vulnerable?
--Sí. Fue una entrevista que se había hecho hace un año y cuatro meses, y en la cual quizás no se refleja la relación que tenemos con Sara.
--¿Por qué diste esa nota?
--No sé. Fue un día que estaba en casa, sonó el teléfono, Analía me contó que estaba haciendo un libro, me dijo de qué se trataba y, no sé por qué, accedí. Supongo que en ese momento yo sentía necesidad de contarlo. Era el momento indicado para que dijera que sí y accedí a la nota. Después, durante un tiempo, y más ahora, cuando salió publicado, estoy arrepentido de haber dado la nota porque no refleja la relación.
--¿Arrepentido de lo que dijiste o de dar la nota? ¿Era más fácil quedarte detrás de una muralla?
--Sí, creo que sí. Pero ahora que vi la nota veo que no aparece la verdadera relación.
--¿Era lo que sentías hace un año y cuatro meses, en ese momento y en ese lugar?
--Sí, en la relación propia de un hijo y una madre.
--Pero la periodista no dejó de decir lo que le dijiste y narró correctamente tu historia, la de Sara y el reencuentro.
--Si bien es así, porque Analía puso todo lo que yo dije, en ese momento la relación con Sara atravesaba altibajos, como ha ocurrido en todos estos años. porque, ¡no es fácil conocer a tu mamá con 25 años!
--Hoy tenés 32, pero, además, han pasado muchas cosas en tu vida durante estos años: estás casado y también sos padre. ¿No sos aquel Aníbal?
--No.
--¿Cuál es la diferencia entre aquel y este Aníbal? Además de la lógica madurez que hoy tenés, ¿masticás mejor toda esta historia?
--Sí, la puedo llevar mejor, claro. Aprendí a aceptarla.
--¿Hubo algún momento en que llegaste a rechazarla?
--No. Dolía y era dura la historia, pero ¿rechazarla?... En ningún momento. Esta es la verdad y es lo que me pasó a mí.
"Me parezco a Sara"
--LA REPUBLICA tuvo acceso al libro y, con autorización de la autora y de la editorial, publicamos tu entrevista. ¿Eso le dio más difusión de la que querías?
--Si bien lo tendría que haber imaginado, no tuve la dimensión de que al dar la nota para un libro iba a tener la repercusión de que aparezca en un diario, con titulares en la tapa. Unos días antes de que ustedes la publicaran, nos reunimos con Analía y los otros chicos de las otras historias en la casa de la editora y nos entregaron el libro. Yo ya en ese momento estaba arrepentido, pero el libro estaba impreso. La publicación en el diario no hizo más que reafirmarlo.
--Luego que publicamos tu entrevista, nos escribiste una carta, para decir lo que entendías que no habías dicho. ¿Cuál de esas cosas que no dijiste querés contar?
--(Hace otro largo silencio). No. No me vienen a la mente anécdotas, ni nada, pero sí la buena relación que tenemos, el compartir a mi hijo Juan Ignacio, que ella sea abuela.
-¿Sara es de las abuelas rezongonas?
--No (sonríe). Lo sabemos compartir. Es linda la relación que tenemos con él.
--¿Cómo hacen para recuperar lo que no pudieron vivir antes: tu niñez, tu adolescencia, los enojos, los te quiero, hasta ser hoy un hombre que le da un nieto a esa madre? ¿Es todo acelerado o miden el no lastimar al otro?
--Desde ya que en ambos hay una búsqueda de no lastimar al otro. Eso está claro. Es indudable que aquello no se va a poder recuperar, ni lo vamos a poder compartir, pero sí estamos disfrutando hoy otros momentos.
--¿Cuáles?
--Hoy disfruto mucho de ser padre y compartirlo con ella. Eso hace más linda la relación. Yo creo que para ella debe ser muy movilizante, cuando de por sí toda la situación es movilizante, el hecho de compartir con mi hijo todo lo que ella perdió de estar conmigo.
--¿Vos y ella recuperan aquella niñez en tu hijo?
--No digo que sea lo que yo busco, pero ocurre, ocurre naturalmente.
--¿Han llorado juntos?
--No.
--¿Todo esto te angustia?... Sé que tenés un gran apoyo en tu esposa, Emilce.
--Sí. pero soy una persona que lo lleva para adentro.
--¿En eso te sentís parecido a Sara? Antes de empezar la nota me dijiste que vos te notabas un carácter diferente al de los hermanos con los que te has criado y ahora veías que eso podía ser de algún modo genético. ¿Podés explicármelo?
--En la personalidad nos parecemos mucho. Los dos somos personas bastante tranquilas para dialogar. Yo me siento muy bien conversando con ella en general, de todo, de la vida. Mis hermanos quizás son un poco más extrovertidos.
--¿Algo parecido te pasó cuando conociste a las dos ramas de tu familión uruguayo?
--Sí, cuando el primer encuentro. Viajé a conocer la familia y fue todo muy lindo, todo muy nuevo. (Los ojos se le iluminan y habla sonriéndole al recuerdo). El primer día conocí a un lado de la familia, donde los primos fueron los más extrovertidos, muy afectuosos. Me hicieron sentir muy bien. Por el otro lado de la familia, los otros primos eran quizás más como soy yo, menos demostrativos... Pero además de la familia estaban los amigos, los que ayudaron a Sara durante todos estos años que me estuvo buscando. De todos recibí realmente mucho afecto y mucho respeto en esto que me pasaba a mí, en que era todo nuevo en tan poco tiempo.
Veraneaba en Marindia
--Cuando se confirmó que eras Simón, me impresionó pensar que tuviste que buscar en Internet tu otra historia para encontrarte con cientos de artículos que hablaban sobre vos y la búsqueda de Sara, sin que lo supieras.
--Sí, es indudable que todo fue muy fuerte y muy rápido. En pocos días me entero de toda la historia, de que existía Sara, de que me estaba buscando, me hice el ADN, la conozco a ella y a toda la familia. Fueron un montón de cosas que ocurrieron en poco tiempo y yo estaba ávido de información. Aunque me habían explicado todo, encontré muchos detalles y muchas cosas.
--¿Qué significa ser padre?
--Es lo más lindo que me pasó. Significa que una persona depende de vos para todo, es alguien que te da mucho cariño. es una relación linda que tengo.
--¿Estuviste en el parto?
--Estuve en el parto, lo presencié y ayudé a que naciera. Fue lindo, a pesar de que yo siempre fui impresionable (sonríe), pero en ese momento sentí que era mi hijo el que nacía y no se me pasó por la cabeza otra cosa.
--Después que fuiste padre, ¿viste las cosas distintas con Emilce y con Sara? ¿Cambió tu forma de mirar la vida?
--Sí.
--¿Habías ido antes a Uruguay?
--Sí, siempre fui desde muy chico. Iba a veranear a Marindia, a casa de amigos. Yo conocía la Costa de Oro, donde seguí yendo cuando más grande.
--Tenés amistad con Macarena Gelman, que tiene una historia similar a la tuya.
--Sí. Me la presentó Sara. Es alguien con quien tengo muchas similitudes debido a las cosas que nos pasaron. Yo tuve la suerte de haber encontrado a mi mamá, ella no, pero es una persona con la que comparto muchos momentos y quiero mucho. Es una amiga.
--También te reencontraste con dos hermanos, Paula y Felipe.
--Sí, dos hermanos. Con Felipe tuve desde el primer momento un acercamiento por el lado del deporte. A los dos nos gusta mucho el fútbol. Es de Peñarol. El fútbol me unió con Felipe.
--¿Y con Paula?
--Con Paula, quizás en un capítulo del libro no quedó clara la buena relación que tenemos. Nos hablamos seguido.
--En otra parte de la carta que nos habías enviado, decís: "Tampoco puedo menos que reconocer la exhaustiva búsqueda, llevada a cabo por mi madre, y sostenida a lo largo de tantos años", y agregás: "Al leer esa entrevista, la sentí fría y despojada de los lindos sentimientos, y del cariño que aprendí a sentir por Sara, mi madre". Tú te has definido como calmo y poco demostrativo, pero leo que allí le estás diciendo a Sara te quiero, ¿no?
--Sí... Con muchos actos o al compartir muchas cosas lindas de la vida, también estás diciendo te quiero.
Si claro que yo soy otra de las que habían dado por muerta . Estoy vivita y coleando junto con unos que se creen unos extraterrestres que me van a llevar a volar por los aires y que hablan confuso de los nervios que tienen !
ResponderEliminarja
EliminarEn realidad debería decir la verdadera Macarena Ailén Gelman .
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