Leandro Secinaro
Después de que se destapara la polémica por la imputación del exintendente Besozzi, la pregunta que resuena es inevitable: ¿cuántos Besozzi habrá? ¿Cuántos intendentes se manejan como patrones de estancia, utilizando los dineros de la Intendencia como si fueran propios? No es un caso aislado. Es un modelo de gestión que se repite en distintos departamentos, una estructura de poder enquistada en el Estado, donde el dinero público se confunde con el patrimonio privado de quienes administran los gobiernos locales.
Este caso recuerda al del "hombre de las mil gauchadas" en Florencio Sánchez, donde los fondos públicos y los recursos municipales se destinaban a beneficiar a correligionarios y amigos. Un sistema de prebendas y favores que pone en entredicho la transparencia de la gestión pública. Y la historia se repite. Porque si hay un Besozzi en Soriano, ¿cuántos más habrá en el resto del país?
No es solo una cuestión de un intendente en particular, sino de un modus operandi que trasciende fronteras partidarias y geográficas. ¿Cuántos Besozzi habrá en cada departamento? ¿Cuántos jefes comunales disponen de los dineros públicos como si fueran propios? ¿Cuántos usan el presupuesto de la intendencia para pagar hoteles a candidatos presidenciales en plena campaña electoral?
La lista es larga. Pensemos en los Caram en Artigas, con sus empresas favorecidas por contratos municipales, con las horas extras que mágicamente benefician a correligionarios y funcionarios municipales del gobierno. Son patrones de estancia modernos, que creen que la intendencia es su feudo personal y los recursos públicos su caja chica.
Por eso la pregunta sigue en el aire y se repite como un eco interminable: ¿cuántos Besozzi habrá? ¿Cuántos gobernantes seguirán usando los recursos del pueblo para su propio beneficio? La justicia ha puesto la lupa sobre uno de ellos, pero detrás hay un entramado de intereses que aún permanece oculto. Porque si hay un Besozzi en Soriano, es muy probable que haya otros en el resto del país. Y hasta que no se revele el alcance real de este sistema de abusos, la pregunta seguirá resonando: ¿cuántos Besozzi habrá?
Números rojos hacen chispa
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