jueves, 21 de agosto de 2008
¿No ves que estoy piantao…?
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zurdatupa@gmail.com
Uruguay
Una tarde verano, las buenas gentes que disfrutaban del ocio contemplaban la bahía y el puerto, mansos y circunspectos. Pensaban. Pero su razón quedaba estrechada por alambrados varios: ¿cómo hago con el alquiler?, ¿y con la luz?, no puedo comprar la bicicleta, ni siquiera las frutas y las verduras.... ..¡otra vez arroz con panchos! En realidad no pensaban…hilvanaban angustias y quejas. Infelices y agobiados, pero serenamente sometidos.
En cambio, enamorado, yo disfrutaba del sol recostado contra el pedregal de la Fortaleza. Loco de felicidad. Un derepente, sentí el deseo incontenible de colocarme una margarita en la cinta del sombrero. Una bruta y hermosa margarita, los albos pétalos bien abiertos, desafiando la ley de la gravedad. ¡Qué bien me quedaba! Cinco minutos después arranqué cuesta abajo por la falda del Cerro saltando de piedra en piedra como un guazuvirá cualunque, silvestre y medio alzado.
Bajé con la luna por Callao. Un circunspecto me miró de soslayo pero no dijo ni ay!. ¿Qué le pasa a éste?, preguntó el circunspecto número dos…Es un loco, sentenció el primero, repantingado en su cordura.
Estar loco es hacer lo que a uno le parece correcto sin importarle la opinión de los demás. Sentirse bien haciendo, satisfecho y cómodo con uno mismo. Es hacer lo que dicta la conciencia y no lo políticamente correcto, lo que será aceptado por la buena gente circunspecta.
Estar loco es como imaginar insurrecciones. ¿Para que gastar imaginación si es mucho más sencillo imaginar una campaña electoral? Ahí es donde hay que volcar energía, esfuerzo y creatividad, en cosas útiles, que sirvan para algo, que ponga un poco de arroz quebrado y pollo de cuarta en la mesa del desamparado.
Prolegómeno
27 de junio de 1973. A las seis de la mañana el pueblo asalariado ocupa centros de trabajo y de estudio en rechazo al golpe de estado. Con la gente ya en la calle, la CNT decreta la Huelga General.
Síntesis de un siglo de crítica del sistema capitalista, de denunciar el papel de la democracia burguesa y de batallas combativas. De siembra de ideas revolucionarias en el movimiento obrero. También momento en que tomó cuerpo la consigna “ocupar los lugares de trabajo y de estudio”, agitada por el dirigente textil Héctor Rodríguez desde el Congreso del Pueblo (1964).
En diez años de debate y agitación, esa idea terminó por quedar claramente dibujada en el imaginario de cada militante e influyó sustancialmente para la reacción espontánea contra el golpe militar.
Ese 27 de junio de 1973 la ruptura de las multitudes no podía desembocar en insurrección popular. Las ideas insurreccionales dormían bajo custodia encarpetadas en documentos partidarios internos. No se las agitó ni debatió. Si en el horizonte de los protagonistas no existía dibujo claro de la insurrección y guerra por el poder…¿cómo pedir que el movimiento fuera otra cosa que protesta y resistencia?
La idea de lucha armada que tenía la gente se constreñía a imaginar acciones guerrilleras enfrentando a las FFAA. Nadie podía pensar en desarrollar organizadamente “tejazos” o “cordobazos” que se transformaran en insurrección masiva. No fue el MLN (T) quien faltó a la cita de la huelga general…el gran ausente fue el debate sobre los temas del poder revolucionario, de la insurrección del pueblo armado y organizado.
Anticientífico
En Uruguay siglo XX campeaba el “cientificismo arismendista”. Su tesis asume que “el parto revolucionario será violento”, pero al tiempo que hacía esta contundente definición estratégica, Arismendi relativizaba la contundencia al hablar de la coyuntura táctica.
El Partido será quien estime exactamente el momento político propicio para la insurrección y fije el día “D”, la hora y el minuto en que el pueblo inicie las acciones insurreccionales, decía el teórico del comunismo latinoamericano. Para esa tarea el Partido cuenta con un acervo de elementos científicos que le permitirán hacer el cálculo exacto de las condiciones objetivas y subjetivas antes de dar la orden de insurreccionarse.
Claro que siempre prevalecieron las consideraciones “conservacionistas” del aparato partidario y, por consiguiente, a ojos de la dirección del Partido, las famosas condiciones nunca llegaban a madurar lo suficiente como para tocar el clarín. Con la digna excepción de Lenin en 1917, que apostó a la insurrección popular en contra de la dirección del Partido Bolchevique, la historia de las revoluciones está salpicada de transas y entregas realizadas entre gallos y media noche por partidos comunistas que hacían de amortiguadores y frenos en lugar de incentivar el espíritu insurreccional de las masas.
Teoría tupamara en 1972. Eleuterio Fernández elaboraba y proponía un plan insurreccional que bautizó “Hipopótamo” : …”para ser gráficos pensamos que sería bueno plantearse preguntas como éstas: ¿Qué distancia político-militar hay entre una acción como la de Pando y una similar en Montevideo?, ¿Cuántos hombres se necesitan? ¿Cuántas armas? ¿Cuántos explosivos y armas de fabricación casera? ¿Qué estructuras orgánicas? ¿Cuánto tiempo necesitamos para mover la organización hacia uno u varios objetivos?”. Fernández estaba proponiendo una insurrección con el aparato armado del MLN (T). La participación del pueblo se limitaba a responder a la convocatoria tupamara y sumarse (o pronunciarse en contra y combatirla).
Error nuestro, de todos los tupamaros en 1970. Las condiciones para la insurrección no se preparan aprendiendo a usar fusiles. No es cosa de alinear los órganos de puntería y enseñar las reglas del aprovechamiento del terreno. No es un problema de cantidad de materiales de combate. Aunque sí, por supuesto, es importante el manejo de la táctica …la insurrección no es una simple cuestión de técnica militar: es un hecho de conciencia masivo.
Locas vestales
A partir de considerar la subjetividad como determinante, el momento del estallido insurreccional puede pensarse como la multiplicació n acelerada de hechos de conciencia individual. Luego de recorrer un largo y escabroso camino de colectivizació n cientos de miles de seres conscientes coinciden en la misma esquina de la historia. Cientos de miles de rebeliones individuales cristalizan en diamante. No lo decidió nadie, ningún partido ni caudillo. Se decide en multitud, voluntades que entonan al unísono idéntico himno insurreccional y sin embargo, esa decisión no se toma en el aire, surge de una historia, existe un proceso de desarrollo…y plantea el problema trascendental para los revolucionarios ¿cuáles son los aspectos que crean las condiciones para que una multitud rompa y se insurreccione?
Para que haya una insurrección popular la idea tiene que estar claramente dibujada en el imaginario individual y colectivo. Esa es la condición de existencia de la insurrección. El hecho de conciencia clara de los miles que sienten, simultáneamente, que es posible romper con la sujeción ideológica y política. Y no sólo el dibujo de la insurrección sino, además, es preciso tener dibujada la idea clara del para qué la insurrección, del programa revolucionario, de la estrategia insurreccional, de las tácticas y los métodos para llevarla a cabo. Recomponer el imaginario insurreccional es la tarea de las minorías activas, compañeras y compañeros, recomponer la mística, incentivar el debate y las prácticas que tienden a reproducir ideas de rebelión, de ruptura, de no acatamiento a la dinámica electoralista e institucional, al chip democrático burgués que nos implantaron en la corteza cerebral.
Pero, bueno, ahí estamos las y locos. Tenemos guardadito un imaginario insurreccional. Guardado y cuidado con esmero, protegido de las humedeces, para que no se oxide ni le venga reumatismo. ¡Qué cosa! ¿Será por eso que nos sentimos jóvenes l@s viej@s que hacemos de vestales en el templo del Ché Guevara y Raúl Sendic?
Conservar intacto el imaginario es un gran paso hacia la insurrección. Si desapareciera, desaparecería la semillita natural y se tendría que recurrir a los transgénicos, con agrotóxicos y Monsanto incluído.
En estos tiempos de cólera posmoderna, esa tarea es de l@s cero a la izquierda. Ayudar a que la pradera se reseque, prepararla para que el más frío de los chispazos la haga arder en llamaradas. Recrear la certeza de que es posible transformar la protesta y la resistencia en insurrección popular. Si el discurso es subversivo, subvierte el orden y lo permitido por la clase dominante.
Pero valor, en este Uruguay que hay, siglo XXI y progresista, a l@s vestales que quieren hacer la revolución (de intención revolucionaria, le dicen) no les queda otro remedio que ser insoportablemente asquerosos, que sostener y trasladar el debate sobre ideas subversivas, conceptos, categorías, métodos de lucha, formas de lucha, concepciones, tácticas y estrategias, pensamiento y práctica.
Por supu, para acallar la subversión de las ideas, unos dirán que las locas vestales del templo le hacen juego a la derecha y otros, más disimulados, sostienen que decir cosas subversivas es romper con los “códigos”…más disimulados, pero igualmente reyes de la manguera. Siempre sobraron los bomberos voluntarios.
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Etiquetas:
piantao Uruguay red Latina lucha subversiva
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