jueves, 12 de febrero de 2009

Reflexiones sobre la muerte de la tupamara Yessie Machi

Hasta siempre compañera

La muchacha de mirada clara,

cabello corto,

la que salió en los diarios;

no sé su nombre, no sé su nombre.

Pero la nombro: primavera.

Pero la veo: compañera.

Pero yo digo: mujer entera.

Pero yo grito: guerrillera.


--Murió Yessie.

--¡Cómo!

--Sí, Yessie Machi, se murió.

--¡Hay Rodri! ¿Cómo me lo dices así? –reacciona mi compañera Laura, con lágrimas en los ojos.

--No sé. ¿Cómo querías que te lo dijera. Acaba de llamar mi viejo y me lo dijo. No sabía que te iba a afectar tanto. Perdona.

(Abrazo)

Lo primero en lo que yo había pensado era en la pérdida de un referente, en la guerrillera, la leyenda; Laura, además, recordó a nuestra amiga, a la mujer solidaria, a la que seguro veríamos en nuestro próximo viaje a Uruguay.

Rememoramos los momentos juntos, cuando hace años nos hizo llegar el poema de Miguel Hernández a su hijo muerto. Nos lo envió como muestra de solidaridad al enterarse de la pérdida de nuestro primer embarazo. Entonces no caí, estaba centrado en nuestro dolor y olvidé que ella, treinta años atrás, también había perdido un embarazo, debido a los tiros y golpes de los milicos.

Corría el año 1972, en Uruguay la guerra de clases era abierta y despiadada, la de los militares con los tupamaros, también. Yessie era responsable de una parte del sector militar de la guerrilla y su compañero Leonel Martínez Platero, uno de los históricos de la organización. En aquel contexto bélico, en el que muchos tupamaros vivían en clandestinidad, la dirección del MLN-T había aconsejado a sus miembros no tener hijos. Pero ellos, justamente por ver tan de cerca la posibilidad de morir, querían dar vida, trascender. “Se precisan niños para amanecer” (para la revolución) cantaba por entonces Viglietti. Los más pequeños serían los principales beneficiarios de la nueva sociedad.

En una persecución por la costa uruguaya, las fuerzas armadas mataron a su compañero e hirieron a Machi, provocándole la pérdida del embarazo. Luego, la torturaron durante semanas y la encerraron durante trece años en condiciones durísimas. Durante su cautiverio se las arregló para concebir una hija, Paloma, con otro tupamaro preso.

Conocí a Yessie en 1995, cuando visité Montevideo para realizar las entrevistas que serían la base de Ecos revolucionarios. Luchadores sociales, Uruguay 1968-1973. Estaba al tanto de su historia y la leyenda que había en torno a ella y, pese a sus reticencias iniciales, quería dar a conocer su testimonio.

De aquella visita me impresionó su fuerza y lucidez, su entereza, su no claudicación de su pasado. “¡Qué mujer! ¡Cómo no enamorarse cuando era una muchacha!

Días antes de entrevistarla había estado en la hemeroteca de la Biblioteca Nacional , viendo su foto de fugitiva. ¡Qué hermosura! Y no me refiero solo a los rasgos finos y sugerentes, sino a la mirada fresca y rebelde de aquellas muchachas tupamaras.

Benedetti, para presentar la canción de Muchacha de Daniel Viglietti, contaba que aún en aquellas fotografías de prontuarios, los lindos rostros de las --y los-- jóvenes llamaban la atención, sobre todo si se los comparaba con las expresiones corrompidas y los rasgos tumefactos de la gerontocracia.

Crecí escuchando esa y otras canciones de Viglietti, cuando descubrí la foto de Yessie requerida (cuando, junto a la parda Topolansky, era la mujer más buscada del país), por fin pude ponerle rostro a aquella muchacha anónima de la canción. Le pregunté a Daniel si al escribirla había pensado en Machi, pero me aclaró que no solo en ella. “Sería injusto nombrar a una sola”. Como en Anaclara se inspiraba en muchas, en todas en general.

En aquella ocasión, en 1995, en las oficinas de la agencia de información alternativa en la que trabajaba Machi, no nos hicimos amigos. Discrepaba con ella en que tuviera esperanzas en que el Frente Amplio, y el MPP dentro de él, pudieran ayudar a transformar la realidad social. Ella, por su parte, me observaba con desconfianza: “europeo”, historiador... Fue la única de las cincuenta personas entrevistadas que me pidió: “como no me fío en la manera en que se puedan usar mis palabras, te pido que antes de publicar nada, me mandes una copia”.

Durante años no supe de ella, pero cuando terminé el borrador del libro se lo envié. Aprobó todos los fragmentos en los que aparecía su testimonio y me agradeció el trabajo. A pesar de las diferencias con algunos planteamientos de mi investigación, veía en esa obra un homenaje y una comprensión de los luchadores sociales de los sesenta y setenta, inclusive de aquellos que habían optado por la acción directa y armada para combatir el capitalismo. Ahí nació nuestra amistad.

Cuando en el 2003 viajé a Uruguay para publicar Ecos revolucionarios, tenía claro quien quería que presentara la obra: Yessie Machi. Me dijeron que era difícil que aceptara, que no andaba muy bien, que había tenido problemas con el alcohol. Pero aceptó e hizo una intervención brillante. El otro protagonista de los hechos que presentó mi libro fue Hugo Cores, de quien también tuvimos que lamentar su muerte (fines de 2006).

Cuando llegó Laura a Uruguay en abril de 2003, quise que conociera a Yessie y quedamos para cenar. Fue todo muy agradable, conocimos a su compañero Rolando y charlamos de asuntos políticos relajadamente.

Entonces, que el Frente Amplio se preparaba para gobernar sin proponer grandes cambios y que ella ya no estaba militando en ningún partido de dicha coalición, tuvimos más acuerdos.

Justo antes de ir a cenar a su casa, Laura y yo, habíamos estado en la sede del MLN-T de la calle Tristán Narvaja, charlando con algunos creyentes frenteamplistas y mirando la exposición de fotos que había en el local. Había imágenes ordenadas cronológicamente. Se iniciaba la serie con las fotos de los primeros tiempos de los tupas, cuando eran cuatro gatos y nadie les hacía caso; luego estaban las míticas de las fugas de las cárceles y de las acciones espectaculares; más adelante, las de las detenciones y liberación de los presos y presas de los años ochenta. Acababa la exposición en instantáneas contemporáneas de los mítines del Frente Amplio, de los senadores tupamaros. Cuando llegamos a casa de Machi, le pregunté:

--¿Cómo vos y los otros tupas, que rechazan la práctica de los actuales dirigentes del MLN (encarada hacia la victoria electoral y la gestión del capital), permiten que la gente crea que la evolución del movimiento tupamaro, su madurez política, acaba en el gobierno? ¿Cómo no se dignan a explicar que formar parte del Estado, que reprimirá cualquier acto revolucionario, es una traición a todos los preceptos del pasado, a toda la resistencia, a todos los compas caídos?

--Tené paciencia –me contestó crípticamente, en referencia a la carta que tiempo después (durante el gobierno frenteamplista) redactaría Zabalza y firmarían unos cuantos tupamaros.

“¿Pa’ qué diablos sobrevivimos, Ñato? Carta a Eleuterio Fernández Huidobro

x Jorge Zabalza.

Hay viejos tupas, ustedes entre ellos, que ya no hacen política tupamara, esto es, política con un horizonte insurreccional, como el que alumbraron los soles de los 60, pero también las lunas primaverales a la salida de la dictadura.

Clandestina o en la legalidad, con armas o sin ellas, en los 70 o en los 90, juntos hicimos política en serio, política para transformarnos en mujeres y hombres con valores e ideas revolucionarias, para transformar la sociedad actual en otra, sin clases y sin Estado.

Después, al perder el horizonte revolucionario, ustedes se han vuelto "operadores políticos". Hacen política sin horizonte transformador, política para medrar en el sistema. Aceptan como algo inevitable -"es lo que hay, Valor"- la dominación de clases y la explotación capitalista. Aceptan vergonzosamente, la dependencia del imperio en lo económico y militar. Anoche mismo ¡Votaron la operación UNITAS y el refuerzo de las tropas en Haití! ¿Votarán ahora el Tratado Bilateral de Inversiones?

¿Para qué sobrevivimos, entonces? ¿Para hacer política virtual en la televisión? Política mediática que ni siquiera roza la estructura del poder económico (…).

Política virtual y mediática donde viejos revolucionarios tupamaros aparecen como garantía de las viejas instituciones del sistema sin percibir que, al ser incapaz, no digo de eliminar, sino al menos achicar, la brecha de desigualdad e injusticia sociales, esta democracia se va agotando por sí misma. De puro inoperante, nomás.

Y ustedes le están saliendo de garantía a eso, a una democracia chueca, sin contenido de pueblo asalariado, que sólo es instrumento para profundizar la dependencia de los organismos financieros internacionales. (…)

A no equivocarse. A no repetir la película de Salvador Allende pidiendo apoyo a Pinochet para derrotar el golpe de Estado. Las Fuerzas Armadas aquí, y donde sea, siguen siendo la columna vertebral del poder económico y político de los dueños del capital y del imperialismo. Son tan ajenas al pueblo asalariado como lo fueron en los años setenta, cuando secuestraban niños y desaparecían gente. (…)

¡Cuántos estábamos dispuestos a dar la vida para preservar la tuya y la de los viejos!

¿Se dan cuenta del montón de los convocados, que tomaron los fierros para ofrendar la vida? ¿Olvidaron a Carlitos Rodríguez Ducós?, ¿al Percherón Clavijo?, ¿y al Hugo Candán y al Caudillo Lerena? ¿y a los caídos en Pando? ¿Ustedes creen que se jugaron para que el pueblo uruguayo recibiera los mendrugos que quedan después de pagar los servicios de la Deuda Externa ?

Podrán convencer a los televidentes de la política que este Uruguay progresista tiene algo que ver con aquella patria para todos o para nadie de los tupamaros. Pero a nosotros, no. Los viejos testigos de los años tupamaros, los que no perdimos el horizonte insurreccional, seguimos sintiendo la responsabilidad de continuar aquella lucha por un poder revolucionario del pueblo, por una producción gestionada por los productores libremente asociados y un país independiente de toda dependencia. Algún día, estoy seguro compañeros, ¡habrá patria para todos o para nadie!

Tambero

8 de octubre de 2005”

Aquellos que no tuvieron la oportunidad de charlar con Yessie Machi del intenso período 1968-1973, pueden leer algunos pasajes de las entrevistas realizadas por Clara Aldrighi, Silvia Soler, Fabián Werner… y el testimonio que me brindó para la elaboración de Ecos revolucionarios. La entrevista en formato audio está íntegramente en el archivo personal de David Cámpora y su índice es:

- Mujer y MLN-T.

- Resistir en la cárcel.

- Sobre el uso de los conceptos clase y pueblo.

- Unidad de los explotados.

- El surgimiento del MLN-T.

- La tendencia combativa y su relación con el MLN-T.

- La línea sindical de la CNT.

- Sobre el apoyo al Frente Amplio en 1971.

- Cambios de táctica, objetivos y líneas políticas del MLN-T.

- Infraestructura.

- Justicia popular revolucionaria.

- Dualidad de poder.

- Crecimiento y pérdida de apoyo.

- Propaganda armada.

- Guerra popular.

- La violencia revolucionaria.

- El Frente de Liberación Nacional.

- La derrota y sus causas.

- Plan del pentágono y dictaduras.

- Desacuerdo con la tregua armada.

- Revolución interna.

- Sexualidad, lucha, relaciones amorosas.

- Cantones: comunidades de guerrilleros.

- Comandos de Apoyo Tupamaros.

- Izquierda revolucionaria e izquierda reformista.

- Extracción social de los miembros del MLN-T.

Abro Ecos revolucionarios por el final y encuentro la trayectoria política de Yessie Machi.

«Nacida en 1947, ingresa en el MLN en 1966 después de haber militado en otras agrupaciones políticas como el MAC (Movimiento de Ayuda al Campesino). Milita como legal hasta 1968, pero tras viajar a Cuba queda en estado de semi ilegalidad.

Es detenida en 1969 y pasa seis meses en prisión. Se evade con doce compañeras más, el 8 de marzo de 1970. Sigue su militancia tupamara en la clandestinidad, hasta que la vuelven a detener el 31 de enero de 1971, durante uno de los tantos, Estados de sitios. Escapa a fines de julio del mismo año, junto a treinta y ocho mujeres, en una espectacular fuga por las cloacas. Es detenida nuevamente por las FFAA el 13 de junio de 1972, tras un tiroteo en Parque del Plata, donde muere su pareja.

Acusada de delitos de sangre y sin posibilidad de beneficiarse de la amnistía, empieza a cumplir una de las condenas más largas del Uruguay. Pasa trece años en la cárcel, de los cuales tres años y medio figura como rehén, en régimen de total aislamiento.

Sale de la cárcel el 14 de marzo de 1985, siendo una de las últimas presas liberadas. A partir de entonces se reincorpora, ya legalmente, a su movimiento político.

En la actualidad trabaja, ocasionalmente, como periodista y forma parte de una ONG que promueve proyectos sobre mujeres y comunicación».

Esta breve biografía la escribí tras la entrevista, en 1995, en ella falta hablar de su hija Paloma, su hermana Ivette, su compañero Rolando, que conoció en uno de sus múltiples viajes a Cuba, de la Agencia de Información Alternativa, de su alejamiento con la dirección del MLN-T, del Comcosur, el lugar desde donde escribía sus artículos de opinión, de sus épocas de sufrimiento extremo, del recuerdo de las torturas sufridas en el pasado, del dolor emocional, de sus períodos de alcoholismo, de la superación de dicha enfermedad, del cáncer y del ataque al corazón que acabó con su poderosa, pero a la vez, frágil vida.

Después ojeo el libro y encuentro las palabras de Yessie sobre las condiciones que propiciaron la aparición de la guerrilla en Uruguay; la solidaridad tupamara con los trabajadores en conflicto, secuestrando a los representantes burgueses en litigio; su participación en la toma del cuartel de la Marina , donde se apoderaron de casi mil armas; los cuentos sobre las fugas carcelarias en las que participó; la derrota y su negativa a la tregua armada por negarse a entregar las armas y a Sendic, condición de los militares.

En la página 101 leo:

"En determinado momento nos dimos cuenta que había que saltar a otra etapa, que la propaganda armada estaba muy bien, que las acciones tipo financiera Monty habían caído muy bien, servían para difundir la realidad del país, pero que estábamos asistiendo a un fenómeno que nosotros no queríamos y era que estaba operando un foco armado en la ciudad y en el campo y la gente balconeaba, o sea, miraba el fenómeno con mucha simpatía pero desde sus balcones. Y nosotros lo que queríamos era que la gente interviniera en la guerra, que la guerra fuera popular. Y ahí empezaron las acciones donde hubo que usar violencia revolucionaria. Pienso que mucha de la gente que antes nos miraba con simpatía ahí se asustó, también hubo gente que se corrió o no le gustó. Eso es bastante explicable. Es muy diferente asistir a una guerrilla que sea tipo Robin Hood (que robe a los ricos para dárselo a los pobres pero que en definitiva no transforme la realidad) a asistir a un movimiento revolucionario que pretende transformar la realidad, no solamente para darle a los pobres, sino para que no existan pobres. Y eso hay solo un camino de lograrlo y es mediante la violencia popular”.

El testimonio de Yessie fue sin duda uno de los más profundos e importantes de mi investigación. No solo habló sobre los acontecimientos históricos, sino también sobre la vida cotidiana de los luchadores sociales: la naturalidad con la que reaccionaban sus compañeros hombres cuando ella organizaba una acción; la originalidad del MLN-T en el hecho de que las mujeres estuviesen presentes en las acciones militares; la revolución personal, de liberación y ruptura de prejuicios que le supuso hacerse tupamara; lo difícil pero apasionante que era establecer una relación de pareja en plena clandestinidad, los cambios de pareja que había por las circunstancias de la guerra; la vida en los cantones rurales, el entrenamiento guerrillero, la distribución de tareas y el clima de camaradería; el contacto con las presas sociales y cómo estando en la cárcel nunca dejaron de militar; la importancia de los abrazos y el afecto para sobrevivir en la cárcel, “el llorar y reír juntas”.

Me detengo en la página 384 y leo algo que parece premonitorio.

"Más allá de que te pusieran uniforme, te raparan el pelo, te pusieran un número y no te llamaran por el apellido, seguíamos siendo lo que éramos entre nosotras. En ese sentido es una victoria. Pues como dijo uno ‘Si no los matamos cuando pudimos, al menos vamos a volverlos locos’.

No pudieron destruirnos, físicamente nos acortaron la vida, eso está muy claro, porque fue muy duro, pero a nivel afectivo y político no lograron destruirnos."

Cierro el libro y vuelvo a pensar que Yessie Machi ya no está, como tampoco otros de los me ofrecieron su testimonio --Héctor Rodríguez, Sergio Falcón, Roberto Noriega--.

Me alegra pensar en todos los entrevistados que aún siguen vivos y no traicionan su pasado (al negarse a convertirse en guardianes y gestores del Estado-Capital, como si lo hicieron otros). Leo con orgullo los nombres de Mechoso, Rossi, Irene, Garín, Cárdenas y tantos otros que siguen luchando para que los cambios sean de verdad.

En España, en los dos últimos años tuve ocasión de dar un seminario mensual en la Universidad de Barcelona sobre mis últimas pesquisas. El primer curso se tituló “Momentos insurreccionales, revueltas ignoradas” y hablaba del Cordobazo de 1969, de Irán 1979 o de la Kabilia en el 2001. Eran clases rebosantes de alumnos que se apasionaban con las luchas del pasado y opinaban sobre las acciones de los insurrectos. El segundo curso me centré en algunas “Redes y grupos de resistencia”, desde Mujeres creando de Bolivia a los shoras (consejos) en la insurrección de Irak en 1991. El último punto del temario era sobre los sucesos de Oaxaca en 2005 y la refundación del Ejército Popular Revolucionario de México. El diseñador (contratado por la universidad) de los carteles promocionales de ese curso eligió la foto de cinco encapuchados armados perteneciente a dicho grupo para ilustrar el tríptico. Eso trajo una polémica en medios de comunicación y Parlamento --“¿cómo el Ayuntamiento financiaba cursos sobre dichos contenidos?”—que ayudó a que, el jurado de la Universidad de Barcelona para los cursos de créditos de libre elección, no aceptasen –por no volver a meterse en problemas-- el tercer curso temático que tenía previsto para este año, titulado: “Vidas revolucionarias”. El seminario pretendía seguir la trayectoria política de seis militantes --Louise Michel, Rosa Luxemburgo, García Oliver, Yessie Machi, Lucio y Brad Will-- para entender las épocas que vivieron y los cambios, en la forma de organizarse y actuar, de los que luchan por un sistema social comunitario, sin trabajo asalariado ni clases sociales.

Ese curso, que debía dar en abril de 2009 y que quizá de algún día en otra universidad o ateneo, pretendía, en parte, ser un homenaje en vida a Yessie. Esperaba con ansia a que saliesen los carteles para enviarle uno a ella y que se viera al lado de Louise Michel y Rosa Luxemburgo.

Con estas militantes me pasa un poco como con Yessie Machi, a quien a pesar de las discrepancias con sus planteos políticos y con algunas de sus acciones, siempre respetaré, por su lucha, su trayectoria, su no claudicar y porque, después de tanto dolor, siguió soñando por una sociedad no capitalista.

Dentro de un año, a Laura, a mí y a nuestros hijos Mateo y Lucas, nos gustaría viajar a Uruguay y participar en algún homenaje que se haga a Yessie en el aniversario de su muerte. De hecho, nos encantaría poder ir a una placita con su nombre, donde las parejas vayan a besarse, los viejitos a quejarse, los nenes a compartir merienda y juguetes y los trabajadores y estudiantes a reunirse para luchar. Una placita en la que no entren policías ni capitalistas y que sea la propia gente del barrio quien riegue las plantas y cuide las flores.

Yessie, como dudo que te nombren en calles y plazas, te llevaremos siempre en nuestro corazón.

1 comentario:

  1. "HONRAR,HONRA" Esto lo dijo Josè Martì y se ajusta al homenaje que se le hace aqui a Yessie.-

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