viernes, 23 de octubre de 2009

Los ojos


Miércoles 21 de octubre de 2009. Montevideo. Uruguay


Los ojos, los ojos, ayer, erizaban la piel. Los gritos, ayer, atizaron las entrañas de un Montevideo aparentemente adormecido.
Los pájaros, los pájaros rosados acariciaron tal vez la memoria de aquella niña que dibujó los ojos de los pájaros para llevarle en un árbol a su padre preso, cuando los milicos prohibieron los pájaros.
Los pasos ágiles, los pasos cansinos, los cochecitos de bebes, los pies, no terminaban de pasar, imperecederos, miles y miles retumban como voz de la memoria, una identidad dormida que parece despertar en la conciencia de los jóvenes de ayer y lo más importante, lo más emocionante de los jóvenes de hoy.
Alguna vez imaginamos las calles, la libertad tras las rejas. Imaginamos otro mundo para sobrevivir a los gritos de los compañeros torturados, a los llantos de los padres o los hijos.
Y si no se anula la ley de impunidad el domingo, sabemos que los responsables son los que han permitido volver a plebiscitar los DDHH, los que teniendo las mayorías no la anularon, los que han desterrado los principios, los que han sumido en un atroz silencio las verdades, los que recién ahora recuerdan para mal decirnos una y otra vez “dejen todo en nuestras manos”.
Todos los que recorrieron 18 de julio el 20 a las 20, los cientos de pegatineros que salieron a las calles, los que pintaron el mural del Cerro, los que salen a convencer uno a uno a sus vecinos, han retornado a un rol que nunca se debió delegar a nadie.
Alguna vez he contado que hay un número que marca mi vida, poblado de mis vivencias el: 20. Tenía 20 años cuando caí presa. El 20 fue el número que el sargento Lara me dio al llegar al penal de Punta de Rieles. Me dio a elegir entre el 19 y el 20 y ante mi negativa a elegir un número porque tengo un nombre él me dijo: “el 20 entonces, las PMF identifican mejor los números enteros”
El 20 de octubre del 2000 moría Bruno, el vasco, mi compañero de lucha y vida durante 18 años, ayer se cumplían nueve años de su muerte física, el 20 a las 20, caminamos ayer, para derribar la valla que la impunidad nos puso por delante.
Al amanecer le dije a mi hija: “hoy caminemos también por tu padre, en su memoria” creo que ayer, las manos de los jóvenes en Plaza Libertad, sus cometas y pájaros rosados me reconciliaron con el número 20.
Esos significados místicos (o no) o numéricos (o no) días o fechas que nos marcan algo: pequeñas historias de cada uno, están para decirnos que seguimos vivos. Esta vez una fecha, una marcha me golpeó para decirme:

pase lo que pase el domingo con la ley de impunidad las reservas de este pueblo están, para potenciar los sueños y sobre todo para imaginar otro mundo sin claudicaciones, sin retaceos, sin rebajas al proyecto social de libertad y justicia.
Salú memoria. Hasta quebrar la impunidad.
Irma Leites
postaporteñ@________________________________________________

Por esos ojos

Gracias ViejoBlues

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