viernes, 3 de junio de 2016

El coronel Ernesto Ramas no podrá escapar

Tranquilo tomando mate




Este sábado 4 de junio, Plenaria Memoria y Justicia junto la Asociación de Funcionarios de la Universidad de la República, la Unión de Funcionarios del Codicen, el Centro de Estudiantes del Instituto de Profesores Artigas, la Mesa permanente por los Derechos Humanos, la Tendencia Clasista y Combativa y compañeros y compañeras independientes que conformamos la “Coordinación Escrache a Ramas”, convocamos a un Escrache al coronel retirado Ernesto Ramas frente a su casa “Rosemar” en la ciudad de Piriápolis, situada en la calle Talcahuano entre Sarmiento y Urquiza.
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Ernesto Ramas, torturó, asesinó, secuestró y desapareció compañeros y compañeras. Estuvo encargado de la Organización Coordinadora de Operaciones Antisubversivas (OCOA), teniendo así un rol importante en el Plan Cóndor. Operó en Uruguay y Argentina, torturó mayoritariamente en los centros de detención clandestinos Automotores Orletti en Buenos Aires, la casona de Punta Gorda, mejor conocida como “Infierno chico”, en Montevideo y participó de los vuelos de la muerte. Es culpable de la desaparición de María Claudia García de Gelman, Adalberto Soba, Alberto Mechoso, Gerardo Gatti, León Duarte, Walter Barrios, del asesinato de Silvia Reyes, Diana Maidanik y Laura Raggio, y del secuestro y apropiación de Simón Riquelo, entre otras 28 causas en la que está implicado. (...)"
31-05-2016

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>>> Respuesta de Veronika Engler al coronel retirado Ernesto Ramas

19 de agosto de 2012

El coronel retirado Ernesto Ramas, procesado por la desaparición de Adalberto Soba y de Washington Barrios escribió una carta por sentirse “tocado” por lo que expreso en un reportaje que realizó Tagliaferro para Montevideo Portal. La carta está, según el mismo expresa, dirigida principalmente a los integrantes de las FFAA y fue publicada por Gavazzo en la página que mantiene desde la “cárcel” Domingo Arena. Ergo, siniestros personajes siguen adoctrinando a los integrantes del actual ejército, ese ejército que alguno quiere mostrarnos como ideológicamente renovado, el mismo que nos sigue ocultando el paradero de nuestros muertos. La carta fue a su vez comentada por Ultimas Noticias y algunas radios. Les envío la respuesta y la misiva de Ramas.


Estos milicos se sienten evidentemente afectados por los logros obtenidos por Henry Engler a nivel cintífico y se empeñan con ridícula saña en repetir como papagayos la versión de las FFAA de la muerte del peón, caso que lo involucra. Más allá de lo terrible, injusta y lamentable que fue esa muerte, es de señalar que la utilizan como “caballito de batalla” y con ella tratan de justificar las atrocidades que cometieron en nombre del estado. Se olvidan también de mencionar los años de cárcel inhumana a la que sometieron a tantos y tantas compañeras, cárcel capaz de hacer purgar cualquier culpa, cualquier error, cualquier equivocación.


Sin ir más lejos, ayer se realizó una actividad en memoria de los jóvenes estudiantes que fueron asesinados por las fuerzas represivas en los años 60 y 70. Estos y estas compañeras eran muy jóvenes, algunos de 16 años, los mayores de veinte y poco. La mayoría de esos crímenes siguen impunes. Ayer recordamos también que aún quedan niños desaparecidos, recordamos que aún se siguen buscando los restos de quienes fueron asesinados por militares como Ramas.

Hablar de principios éticos, sin explicitar que hay de ético en la tortura, ni que ética mostraban cuando violaban, secuestraban niños o asesinaban adolescentes es habitual en ellos.


Por Verdad y Justicia


Veronika Engler



>>> Carta a Verónika


Habiendo leído la entrevista realizada a la Sra. Verónika Engler realizada por Gerardo Tagliaferro para Montevideo Portal, de fecha 19 de junio de 2012, debo decir lo siguiente:


En primer lugar que no es mi intención polemizar con una hija que ama a su padre aunque tenga tanto odio en su interior, por otro lado que esta misiva esta dirigida principalmente a los integrantes de las FF.AA. y público en general para que no escuchen una sola “campana” en esta historia.


La Sra. Engler sigue viendo enemigos y sintiendo odio por los militares y cuando le hablan del Perdón responde enfáticamente “Yo no perdono porque son delincuentes”


También dice que veía a su padre como un “Robin Hood”viejo mito que pretendieron transmitir los Tupamaros en sus inicios hasta que la espiral de violencia y sangre los desenmascaró.


Para poner las cosas en perspectiva voy a transcribir las declaraciones de un “compañero de lucha”, Piriz Budez alias“Tino” realizadas en el año 1972 sobre alias “Octavio” (Henry Engler):

“Lo conocí personalmente a fines de 1970 en oportunidad de la planificación del secuestro del embajador Británico. Él en ese momento integraba el Comando de la Columna 15, como responsable militar había ido a supervisar la planificación y realización de dicho secuestro.
  

Parece que era un viejo integrante del sector de dicha columna y uno de los mejores responsable de grupos de acción militar conjuntamente con alias “Nepo” Wassen Alaniz. Cuando Almería (cae el Ejecutivo) ya era integrante de dicho comando. Es integrado al ejecutivo en 1971 creo que lo ponen como responsable de la Columna 30 sur y del Collar (Plan). Cuando se organiza el Comando General el lo atiende desde el Ejecutivo con alias “Mauro”(Donato Marrero). Luego atiende solo al Comando de la Columna 7 (Collar) y es considerado conjuntamente con Candan Grajales el tipo mas capaz desde el punto de vista militar.


Desde el ejecutivo concurre a las reuniones con los militares y el Partido Fundación del Plan Contragolpe. También concurre a reuniones con Seregni y atendía el Cnel. Pedro Montañes y otros militares.
  

Participo en la toma del pueblo de Soca como responsable y durante el desarrollo de la acción mantiene un tiroteo con un guardia civil en el medio de la calle, él en ese momento estaba usando una metra UZI de las venidas de Cuba.


Durante la acción es él conjuntamente con el“Chiquito” (Becca Tessa) quienes dan la orden a alias “Cecilia”(Jessie Machi) que dispare la granada para adentro de la comisaría.


Cuando la muerte del peón de Pan de Azúcar (Pascasio Báez) él es el encargado de dar la solución conjuntamente con la gente del Caraguatá, él participa en el hecho junto con Andrés, el “Pelado” Bassini y Paco. Luego de llevar acabo lo que sucedió él informa al ejecutivo. Creo que tiene muchas mas acciones realizadas”.


Hasta aquí parte textual de las declaraciones que son mas extensas pero con esto es suficiente para conocer un poco quien era“Robin Hood” Engler.


Evidentemente la Sra. Engler tiene una visión romántica del pasado de su padre, debe ser que el odio hacia los militares o el amor a su padre le nubla la razón.


“Octavio” era un guerrillero de lo mas efectivo que no dudaba en matar para cumplir los objetivos del movimiento.


Hoy el Dr. Henry Engler es el director del CUDIM, luego de vivir en Suecia durante varios años, estudiar y convertirse en un renombrado científico. Evidentemente en ese país no necesitaban ningún“Robin Hood” que robara, secuestrara o matara en nombre de la liberación nacional y la lucha de clases.


Quienes combatimos a estos hombres y mujeres no estábamos formados para luchar en este tipo de guerra, hicimos nuestro mayor y mejor esfuerzo por vencerlos inspirados en los principios de la lucha contra la sedición Argelina.


"Si no comprendemos que los principios éticos en que hemos sido formados para la guerra clásica no sirven para la lucha contra la subversión, perderemos. Para la lucha contra la subversión hay que meterse en el lodo, ensuciarse y salpicarse. El que no lo entienda de esa manera, más vale que se rinda de antemano."

 Coronel Lacheroy, veterano guerra de Argelia.

Esta frase marcó nuestro camino a la victoria militar, nos metimos en el lodo y nos ensuciamos, pero felizmente no fue suficiente ya que nuestros antiguos enemigos hoy son Presidente, Ministros, Senadores, Diputados y Director del CUDIM, entre otros.


Cnel. (R) Ernesto Ramas


C.I. 707.695-5

18 de agosto del 2012



>>> Parece que el coronel no tiene quien le escriba



Respuesta de Veronika Engler al coronel retirado Ernesto Ramas



La preocupación del coronel Ramas de que el ejército no escuche una sola“campana” con respecto a la historia de nuestro país me parece válida, entendible, pero debo recordarle a él y a quien lo haya olvidado que las campanas del ejército repicaron durante mucho tiempo y escribieron una historia unilateral y llena de huecos y ausencias. Nuestra historia está teñida con la sangre de muchas y muchos hombres y mujeres, está manchada de muerte y de gritos de tortura, de profundo dolor, de hijos sin padres, de secuestros, de allanamientos, de represión, de abuso de poder. No podemos dejar de señalar que las campanas de Ramas siguen ocultando verdades atroces, por lo que lo invito a repicar con campanas que devuelvan a los desaparecidos, lo insto a decir la verdad, lo invito a tener la vergüenza de devolvernos a nuestros muertos antes de manifestarse.


El señor Ramas no parece entender que el reclamo por justicia y verdad no es el tipo de reclamo que se puede convertir en una lucha de índole personal. Puedo decir lo que pienso al respecto y hablar sobre mi experiencia de vida, pero estarán de acuerdo en que la justicia es algo que nos corresponde a todos, es nuestro derecho, el tema va mucho más allá de ver o no ver enemigos en el ejército o en las FFAA, más allá del odio y del perdón como sentimientos individuales. Además y solo a modo de aclaración, si debo poner un nombre a mis sentimientos con respecto a lo que esas FFAA hicieron con hombres, mujeres y niños de nuestro país, se ajustaría mejor la palabra desprecio, profundo asco y vergüenza ajena.


En el ámbito personal reafirmo lo sostenido en la entrevista de Montevideo Portal, “Yo no perdono”. Para simplificar aún más el concepto que intento trasmitir voy a poner un ejemplo. Henry (mi padre) como tantos y tantas otras sufrieron tortura y encarcelamiento en condiciones muy precarias y durante muchos años, los asesinos y violadores del terrorismo de estado están en su enorme mayoría gozando de impunidad y quienes están presos como este tal señor Ramas, cumplen su condena de una forma muy distinta, no solo a los expresos políticos, sino al resto de todos los presos de este país, eso le permite decir lo que piensa y publicar cartas en la página que Gavazzo digita desde Domingo Arena, arengando a sus seguidores y fomentando el “odio” que paradójicamente en estas letras me endilga.


Le pido a Ramas que haga memoria y recuerde los pocos y censurados renglones que nos entregaban a los niños en las visitas cuando nuestros padres y madres estaban en las cárceles. Si la memoria le falla, puedo mostrarle alguna de esas cartas, ya que las he guardado, varias no miden más de tres centímetros de ancho, porque en un pedazo de papel debía alcanzarles para escribir a toda la familia y tocando solo los temas que estaban permitidos.


Veía a mi padre como un “Robin Hood”, lo dije y lo sostengo, lo eran todos los luchadores que querían un reparto más justo de las riquezas, fue además, la forma en que muchos niños y niñas encontramos fuerza para sobrevivir las visitas y el estado en el que se hallaban nuestros seres amados. Obviamente no voy a entrar en una discusión filosófica sobre las cualidades o características del personaje, coincidencias y diferencias...


Ustedes siguen de una u otra manera teniendo el control en cuanto al acceso a los archivos y a la información de los crímenes que cometieron en nombre del estado, tienen acceso a los archivos que ocultan lo que el país entero debería saber.


Que un militar de esa época hable del “espiral de sangre” es bastante atrevido, no hablemos de razones nubladas, más bien de eclipses de verdad. Ni el amor ni el odio puede borrar el hecho de que todavía seguimos buscando los restos de los desaparecidos.


Los presos políticos de esa época fueron apresados y encarcelados, por ende juzgado por ustedes. Se lo torturó como se torturó a tantas y tantos compañeros. En esas declaraciones sacadas del horror basaron su historia, con la sangre de cientos de personas escribieron la “verdad” que manifiestan. Pero me pregunto: ¿cómo se justifica señor Ramas una violación?, ¿cómo se le da otro nombre al sadismo de quienes torturaban? ¿qué nombre le podemos poner al secuestro de bebés, a la desaparición de hombres y mujeres?; ¿”Espiral de sangre”?..., sin embargo creo que no alcanza con eso.


“Quienes combatieron a estos hombres y mujeres no estaban formados para luchar en este tipo de guerra, hicimos nuestro mayor y mejor esfuerzo por vencerlos inspirados en los principios de la lucha contra la sedición Argelina”, dice usted, entonces recurrieron a formadores como Mitrione y a actos tan bajos como la tortura y la violación, el que no lo hizo, permitió que se hiciera y es igualmente responsable.


"Si no comprendemos que los principios éticos en que hemos sido formados para la guerra clásica no sirven para la lucha contra la subversión, perderemos. Para la lucha contra la subversión hay que meterse en el lodo, ensuciarse y salpicarse. El que no lo entienda de esa manera, más vale que se rinda de antemano." Coronel Lacheroy, veterano guerra de Argelia. Y ustedes se salpicaron, se embarraron y cayeron bajo, muy bajo, y lo siguen haciendo cuando a través del silencio perpetúan crímenes y eternizan el sufrimiento de madres, hijos, compañeras y compañeros. La deuda no está saldada coronel y usted desde su “cárcel” nos demuestra que sigue habiendo injusticias. Adalberto Soba y Washington Barrios lo podrían afirmar si estuvieran entre nosotros, pero a usted, que se nos presenta en esta carta como un gran moralista y defensor de principios éticos le deben el no poder hacerlo.


Mi padre, como usted bien dice: el doctor Henry Engler, conocido científico e investigador, terminó su carrera de medicina y se dedicó a investigar males que aquejan a un gran porcentaje de la población mundial, como el Alzheimer, el Parkinson, etc. Estuvo preso, lo intentaron enloquecer, intentaron también destruir el entorno familiar, nos denigraron, nos persiguieron, nos acosaron. ¿No será que se siente como un fracaso muy grande el no haber podido destruir a muchos de estos hombres? ¿Duele que un hombre haya podido, no solo sobrevivir a eso, si no también haber hecho de su vida algo significativo?, a pesar de ustedes coronel Ramas, ese Henry que describe a través de declaraciones de Piriz Budes no necesita presentación, porque su vida actual lo presenta. Por todo lo demás que usted o cualquiera lo acuse, lo cierto y lo falso, pagó con años de cárcel. Cuando ustedes hayan saldado su deuda, entonces, recién podemos hablar.


Entonces coronel... de qué me está hablando, ¿acaso no tiene quien le escriba?


Veronika Engler



Montevideo, 13 de agosto de 2012

>>> Nacer muriendo


Ruben Bouvier
Fue una noche inolvidablemente mágica. A ningún ser humano habitante del planeta esa noche le resulto tan especial como a mí. Fue mi noche y también la de aquellos que fueron compañeros de viaje hasta ese día de mi corta y especial existencia. Fue mi noche del 17 de Julio del 72 donde mágicamente nací desde la muerte.
En un viejo Barracon de Infantería, de una histórica Colonia del Sacramento, se planificó militarmente un andrajoso baile siniestro del terror donde danzaron los muertos y los recién nacidos.
Fue un baile cruel, interminable, sádico, húmedo, de aullidos sin nombre, sin rostro. Una especie de baile de mascaras, donde nadie pudo elegir su propia representación.
Todo fue ordenado desde un mando verde, con botones dorados en los hombros, con bastones de madera, fustas, y botas de cuero negro. No era un baile con entrada libre. Todos eran invitados especiales
El frío era seco, intenso, cortante y mis pensamientos se desbocaron como un caballo del futuro en una frenética carrera donde mis jóvenes 21 años supieron por primera vez, de la existencia de algo que llamaban taquicardia, pulsaciones disparadas, miedo a un precipicio que me invitaba a una caída vertiginosa, en un solitario vuelo hacia la muerte.
Los hombres verdes vinieron a buscarme para ser los parteros de una casi-muerte que alumbro un nacimiento diferente, de otro ser que ya no era, que nunca seria igual.
Ya no volvería a ser el que fui. Nadie de forma natural puede volver a nacer a los 21 años y por eso fue mágico y lleno de una singular belleza, pese a estar en una escenografía pulverizada de dolor.
Lizette en mis brazos entendió con sus diecinueve meses de vida, que los hombres verdes que entraron en tropel con sus bayonetas en ristre eran autómatas portadores de una historia que comenzaba a cambiar para todos y para ella en especial.
Los hombres verdes eran sepultureros y portadores del dolor humano.
La capucha, las manos a la espalda y el frió metal que ajustaba mis muñecas eran el prologo de un viaje corto-eterno-imborrable-adrenalinico-histórico e impredecible.
La capucha de tela gruesa y verde se incrusto con fuerza en mi cabeza y el rostro de Lizette paso a ser un recuerdo permanente que impregno mi piel y endureció mis mandíbulas con un dolor nuevo para mí durante once años.
Todo se hizo intangible, me quede sin tacto, sin visión, con mi boca reseca. Me quede solo con el olor a mugre de cuartel que impregnaba la áspera tela de la capucha.
Mis oídos pasaron a ser la referencia con un mundo en lo que todo indicaba que me iba de él.
Solo un hilo fino, tenue, me ataba a la vida que no quería perder y una estrella fugaz de cinco puntas se vio caer en picada hundiéndose masivamente en el fondo de una derrota histórica en el Uruguay. que le cambio la vida radicalmente a decenas de miles de hombres, mujeres y niños. Caíamos en el fondo oscuro de un rió cualquiera del Uruguay.
La energía que esa estrella irradio al tocar la profunda soledad, me incito a pelear por un mundo nuevo que habría que construir.
Mi familia quedaba cada vez más atrás en la medida que el jeep verde cargado con hombres y bayonetas caladas, devoraba las calles que tantas veces transite con el sol o la luna acariciando mi cara.
Atrás quedaban para siempre mis años de niñez y adolescencia y a su vez frenéticamente se acercaba un nacimiento parido por la muerte.
La noche se hizo noche total y fue como sentir una extraña, placentera y tibia especie de muerte aun no descubierta por los hombres de ciencia.
Me aferre a todas las preguntas y respuestas que debería dar para ganar tiempo o para callar y no delatar, para no entregar.
Me sacaron entre dos, tres o tal vez yo sentí que fueron miles desde dentro del jeep.
Sentí que el perro era muy grande y que mis piernas no llegarían a los brazos de mí madre para salvarme de sus colmillos de acero.
Caí pesadamente en un piso duro, militar, sediento de golpes y sentí voces, muchas voces.
Como en un espejismo vi que mi madre se alejaba, se diluía y el enorme perro toco con su poderosa mano derecha sedienta de dolor, mi talón izquierdo débil, de niño aun.
Pase a ser un eslabón más de la derrota de muchas guerrillas latinoamericanas. Caíamos en las babeantes fauces de los seres del terror.
Rodé y di vueltas sin cesar mientras el perro trataba de atraparme definitivamente para morder mi rostro.
Era el umbral entre un mundo que se iba y otro nuevo que era necesario construir.
Fue un parto doloroso, sangriento, violento, eléctrico, místico y único.
Dentro de mi capucha, Lizette planeaba junto conmigo y me alentaba a nacer en una noche llena de magia, profundamente fría y nuestra.
Mi extraña y nueva madre pujaba y pujaba para traerme al mundo de los golpes, los aullidos de dolor y de la resistencia.
Sentí correr el agua helada por mi cabeza y por mi espalda.
En ese torbellino mi cerebro se inundaba y mis pensamientos se disparaban, mi adrenalina se electrificaba y súbitamente a la luz de un relámpago vi a mi madre gritando.
Manoteaba desesperadamente a mi estrategia que quería escaparse de ese lugar. Le explique a ella que debería estar no a mi lado, sino dentro mió.
Fueron segundos el tiempo que me llevo elaborar una estrategia para no morir, para permanecer, para no claudicar, para no enloquecer, para no dejar de ser.
El agua entraba salvajemente, fría, decidida, en torrente. La capucha se inundo, se cerró en el cuello y sentí los gritos de otros muertos, de otros nacimientos, de otras estrategias que también lucharon para no abandonar nunca más el mundo milenario de la lucha de los pueblos.
Mi espalda y mi piel sintieron como el agua se electrificaba y quemaba mis neuronas.
Pero la lucha de los pueblos pudo más.
En ese primer minuto de vida se decidía todo. Mi cabeza daba vueltas y la estrategia se debatía para no morir ahogada.
Boqueaba y buscaba oxigeno desesperadamente donde no lo había. El gemido, el vomito y mi cuerpo que se tenso en un espasmódico movimiento de gigante fueron de una intensidad y fuerza brutal.
El hombre verde acicateado para matar, dejo por un momento su automatismo y pensó (lo que estaba terminantemente prohibido para él).
Fue un momento y fue la causa de que la estrategia no muriera y de que Joaquín este hoy a mi lado.
Ese hombre verde nunca supo que levantando su brazo y sacando a ese nuevo ser desde el fondo del tacho, estaba siendo partero de la vida y de la lucha.
Aquel era un tiempo solo de trágicos presentes, de morbosos electrodos, cuerdas que levantaban cuerpos que a cada segundo pesaban más y más y parecían estallar.
Era una mordedura filosa, atroz, que masticaba los cuellos, los brazos y las espaldas tensadas a más no poder. Y en ese infierno eléctrico y planificado para matar, violar, destrozar cuerpos y vencer resistencias, en ese infierno usted era el Jefe Supremo, usted era el Diablo personificado, el que pegando con su fusta en su bota lustrosa gozaba como en un orgasmo de crueldad cada aullido de dolor y de cercanía a la muerte.
Era usted Coronel Ernesto “Tordillo” Ramas. Usted aun esta libre producto de pactos en los cuarteles. De aquellos pactos, de aquellos tupamaros que después escribieron libros construyendo una mística falsa. Y aquí estamos ubicandolo en su casa de Piriapolis donde un Juez le permitió vivir, aquí estamos para que nos escuche, para que sienta el aullido atronador en su cerebro, para que recuerde aquellos años. A 44 años ya, aun tiene quien le escriba, Coronel Ernesto Ramas.










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