Con la dirigente del PIT-CNT, Fernanda Aguirre
Angelina de los Santos
5 mayo 2017
“Hay que salir más a la calle”
En 2002 Fernanda Aguirre tenía 26 años y necesitaba “llevar el
puchero” a la casa. Se puso a estudiar y trabajar en el sector
gastronómico por consejo de la maestra de uno de sus hijos: “si estudiás
ahí, seguro que te podés reinsertar”, le dijo, y ella, que había sido
echada del Devoto el mismo día que propuso armar un sindicato, le hizo
caso. Empezó trabajando como moza en el Hotel del Prado, y casi
inmediatamente se metió en el sindicato del que desde 2009 es secretaria
general, el Sindicato Único Gastronómico y Hotelero del Uruguay
(Sughu). Esta mujer, que se define como una militante sindical, una
luchadora social, de izquierda y con intención revolucionaria, fue una
de las voces que representó al movimiento sindical este Primero de Mayo.
Compartió estrado con Elbia Pereyra (magisterio) y el “Chifle” Gabriel
Molina (telefónica estatal). Hizo un llamado a la paz y pidió
solidaridad con Palestina y Haití, pidió verdad y justicia. Después,
grabador de por medio, advirtió sobre los principales desafíos del
sindicalismo y lamentó la desmovilización que año a año se hace más
evidente; propone generar consignas más claras para que los trabajadores
y la ciudadanía se sientan más “identificados con la lucha”.
—Un problema que está enfrentando el movimiento sindical y que se
percibe a simple vista es la desmovilización. Año a año mengua la
cantidad de gente que, por ejemplo, va al acto del Primero de Mayo.
—Hoy (por el martes) estuvimos analizando esa situación con
preocupación. Sin duda el nivel de concurrencia ha bajado, y entendemos
que hay muchos factores que inciden en eso. La trasmisión directa por
múltiples medios de comunicación es uno. Después está claro que hay
determinadas contradicciones en la propia interna del movimiento
sindical y en la propia izquierda, que hacen menguar la participación en
todos los ámbitos. El hacerse presente en la plaza el Primero de Mayo
era un compromiso de cualquier militante; ese nivel de compromiso de
militancia del conjunto del pueblo ha cambiado.
—¿A qué contradicciones se refiere y por qué cree que ha cambiado ese compromiso?
—No sé si denominarlo contradicción… Tal vez hay que revisar si como
movimiento sindical estamos dando el enfrentamiento en el nivel que es
necesario, tal vez hay que redoblar esfuerzos para que el conjunto de la
población y los trabajadores se sientan identificados con la lucha. Es
un poco de ida y vuelta, porque si no poblamos las calles para defender
nuestras reivindicaciones, no las vamos a conquistar, un poco por
aquello de que nunca nos regalaron nada y no va a pasar ahora tampoco.
Claro que hemos sacado gente a la calle y que en esas situaciones se han
revertido algunas situaciones adversas para los trabajadores, pero creo
que los tiempos requieren que logremos salir bastante más.
—¿Esta posible reformulación se está discutiendo a la interna del
Pit-Cnt? ¿Se están generando estrategias para atraer más a la
ciudadanía?
—En realidad las campañas de sindicalización vienen desarrollándose
en los últimos años y vienen teniendo éxito en la medida que la cantidad
de afiliación crece exponencialmente en forma permanente. El tema es
cómo lograr generar el compromiso con el conjunto de los trabajadores,
que forman parte de la herramienta, participando activamente también de
las discusiones, de las elaboraciones, y de la lucha concreta por
conquistarlas. Entiendo que la discusión es permanente para ver cómo
desarrollar la batalla para conquistar las reivindicaciones, pero yo
creo que en particular en este momento hace falta que todos revisemos la
necesidad de la participación del conjunto del pueblo para llevar
adelante acciones que beneficien al conjunto del pueblo.
—¿Y cómo observa los problemas para movilizar que aparecen en
buena parte del sindicalismo, y por otro lado fenómenos como el masivo
ocho de marzo, que marcó un hito?
—Justamente, la marcha del 8 de marzo fue impresionante. No hubo
ningún tipo de dificultad con la concurrencia porque era una consigna
absolutamente sentida. La necesidad de reflexionar colectivamente sobre
cómo se tiene que vincular la sociedad y cómo inhibir los niveles de
atropello que hay contra las mujeres fue clara. También todo esto generó
una visualización del tema en un día que es de reivindicación histórica
para las trabajadoras, que es un día de lucha obrera en el que un
montón de compañeras perdieron la vida por pelear por mejores
condiciones laborales. Ahí había una reivindicación clara, con respecto
al derecho de las mujeres no sólo a la no violencia sino a todos los
derechos de las mujeres que hoy tienen un nivel de ingresos menor que
los hombres, que tienen un nivel de representación menor en los ámbitos
de decisión, y que es una dificultad del conjunto de la sociedad que
tenemos que superar. Lo mismo pasa con la Marcha del Silencio. Está
claro lo que se reivindica y todo el que se siente identificado con esa
causa de luchar en contra de la impunidad.
—¿Por qué no pasa lo mismo con las reivindicaciones laborales?
—Tal vez en el movimiento sindical hay que dar los mismos pasos:
generar consignas y reivindicaciones claras para que la participación se
haga más masiva. No hubo dificultades para sacar a la gente a la calle
cuando se declaró la esencialidad de la educación, la gente indignada
salió masivamente a la calle; creo que con el resto de los temas capaz
que tenemos que ser más claros en el mensaje como para que el conjunto
de los compañeros se ponga la batalla al hombro.
—Según trascendió en la prensa, existiría la posibilidad de que
la Secretaría de Género del Pit-Cnt pase a tener voto y no sólo voz en
el Secretariado Ejecutivo. ¿Eso es así?
—Esa discusión de si pasábamos a tener voto no se dio en lo formal a
la interna de la estructura. Que exista la intención, la propuesta de
algunos compañeros, puede ser, pero no se le ha dado tratamiento. Pero
tampoco ocurre que los sindicatos no elijan mujeres en su dirección, hay
mujeres en las direcciones y, de hecho, la Mesa Representativa cuenta
con un montón. Por lo tanto, si existiera la voluntad política de la
Mesa Representativa –que es el órgano de dirección entre congreso y
congreso, y es quien elige el Secretariado Ejecutivo– de poner
compañeras al frente, lo podría hacer perfectamente. Ahí no pasa por un
impedimento desde el punto de vista estructural de la central, sino que
pasa por una cuestión de resolverlo políticamente, de poner la prioridad
en ese lugar, y no se ha puesto. Para mí las cuestiones más inmediatas
pasan por entender que cuando hay compañeras a cargo de
responsabilidades no hay que invisibilizarlas, hay que permitir que
tomen el lugar protagónico. Pero cuando se genera la oportunidad de
hablar en nombre del colectivo, terminan siendo varones quienes toman la
palabra.
ALTA ROTATIVIDAD. Hay unas 2.500 personas afiliadas
al Sughu, de los casi 50 mil que se estima trabajaban en el rubro y que
en temporada (sumados a los operadores turísticos) ascienden a 110 mil.
Como secretaria general del sindicato, Fernanda Aguirre asegura que, a
pesar del crecimiento exponencial y sostenido del sector, existe una
alta rotatividad debido a las malas condiciones de trabajo, una excesiva
fuga de mano de obra calificada por los “paupérrimos sueldos” y,
justamente por eso, una lucha continua por una mejora en la repartición
de la torta: el salario promedio en el sector que genera el 7,5 por
ciento del Producto Bruto Interno es de 15.000 pesos líquidos.
“Aberrante”, dice. De los 11 subgrupos del sector, sólo tienen convenio
colectivo cuatro bares, carros de chorizos, rotiserías y hoteles de alta
rotatividad. A Sughu le ha sido imposible acordar con los grandes
capitales, multinacionales dueñas de hoteles y restaurantes.
—La línea se traza entre los que son representados por pequeñas
cámaras empresariales, donde hemos arribado a acuerdos y reconocemos el
esfuerzo por otorgar beneficios que mejoren la calidad general del
trabajo, y las grandes cámaras empresariales. Ahí hay una intransigencia
absoluta para mejorar las condiciones básicas necesarias. En los bares
logramos que los padres con hijos con discapacidad tengan cinco días de
licencia para poder llevar a sus hijos al médico. En el catering
industrial también lo logramos, pero la cámara hotelera y de
restaurantes al momento de contemplarlo dijo “si acaso tres, no cinco”.
¿El beneficio puede ser dado por un barcito y no por un hotel de 500
habitaciones? Eso da la pauta del comportamiento de esas cámaras: tienen
una política de maximizar los lucros al punto de no acceder a cosas que
incluso le son funcionales al sector… En hotelería, donde no hay
convenio, si hoy entrara un funcionario en la categoría inferior,
podrían contratarlo por 14.798 pesos nominales porque es el mínimo
salarial que les rige, para el Conrad y para el hotel de 10
habitaciones. Una de las reivindicaciones es que los hoteles de alta
gama, que hay unos 20 en Uruguay, tengan un mínimo salarial más alto que
el del hotel de 10 habitaciones… Después dicen que hay poco nivel de
calificación, pero la mano de obra calificada se fuga porque los sueldos
son paupérrimos. La cámara hotelera se quejó de que la temporada iba a
ser apocalíptica, pero quedó absolutamente demostrado el éxito de las
dos últimas temporadas y lo injusto que ha sido el criterio de
distribución, donde en definitiva no sólo la cámara no accedió a dar los
aumentos, que era terminar el convenio con 25 mil pesos mínimos para el
sector, sino que además el Poder Ejecutivo acompañó al empresariado.
—Además de la necesidad de lograr un convenio, ¿cuáles son las otras reivindicaciones del sector?
—Una de las principales es la lucha por el respeto a la dignidad de
la persona, cosa que en muchos establecimientos no sucede. Los malos
tratos son uno de los motivos de mayor sindicalización, la gente se
acerca a partir de un abuso, ya sea por una falta de respeto en el
lenguaje, el tono soez, o por la intensidad del trabajo que marcan. Por
ejemplo, generalmente a las mucamas se les marca un nivel de exigencia
física que va más allá de lo que puede responder cualquier trabajador.
No se llega a una meta, porque es imposible de cumplir, entonces se
termina afectando seriamente la salud. En el caso de las mucamas tenemos
el mayor nivel de certificación médica, porque se generan muchísimas
enfermedades profesionales, lumbalgias, problemas de hombros. Es
insalubre desde el punto de vista ergonómico. Cuando yo empecé a
trabajar en catering, hace 15 años, en el Hotel del Prado nos hacían
servir canapés en unas bandejas de mármol que pesaban 3.800 gramos.
Claro que un montón de compañeras terminaron con el hombro descolocado y
sin poder seguir manteniendo esa profesión. Se trabajaba 16 horas, y
por supuesto que horas extra no te pagaban. El concepto era que pagaban
un monto fijo por jornada, pero no tenías límite horario. Todo esto
genera una condición de trabajo muy precaria, que se revierte sólo con
la sindicalización.
—¿Y cuáles han sido los logros del Sughu?
—En estas dos últimas rondas, la quinta y sexta, en catering no
tuvimos convenio, pero en la cuarta logramos revertir un montón de
situaciones que eran gravísimas para el sector. Una era la forma
contractual: se convocaba al trabajador el mismo día del evento y era
realmente un drama, no sólo por no saber cuánto ingreso vas a generar a
fin de mes, sino porque además pasabas al lado del teléfono todo el fin
de semana, sin poder organizar tu vida, a ver si ibas a laburar o no.
También logramos que se respetaran las ocho horas y si había horas
extra, pagarlas aparte. También se impulsó bastante el combate de la
precarización del sector porque tiene un nivel de informalidad brutal,
pero esos avances se han visto estancados. En cuanto a la hotelería y
gastronomía, en la quinta ronda logramos que se igualara el sueldo en
todo el territorio. Teníamos un mapa dividido en tres zonas: salario de
Montevideo, los departamentos donde se pagaba el 80 por ciento de éste, y
los otros (Salto y Colonia) donde se pagaba el 90 por ciento. También
logramos que se aprobara la ley de regulación del descanso, porque
también había atropellos, como que la gente salía de trabajar y a las
seis horas entraba de nuevo, y eso era identificado como una jornada
independiente, entonces no pagaban horas extra. Esas cosas las hacían
principalmente en el sector hotelero, sobre todo en las empresas
multinacionales.
—¿Cómo se están preparando de cara a la próxima ronda?
—Generamos un espacio de trabajo entre el sector empresarial, la
Organización Internacional del Trabajo y el gobierno para hacer la
evaluación y descripción de tareas (actualmente sólo las tenemos para
bares), y la nueva nomenclatura de todo el sector, que hay que
actualizarla. Esperamos que eso sirva como insumo para no sólo lograr
salarios más adecuados, sino también para un incremento salarial según
las categorías, capacitación y los distintos niveles de responsabilidad.
viernes, 5 de mayo de 2017
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No se olviden de las domenticas y mucamas que desde Mtdeo, las llevan Punta del Este, sin pagarles doble por estar trabajando en un balneario sin ver a sus flias. Los horarios varian de acuerdo a las senoras copetudas.
ResponderEliminarCorregir domesticas. A las chicas que trabajan en los hotels de Punta del Este, horas sin propio descanso. Dada la demanda de la temporada. Y muchas veces no les pagan correctamente.
EliminarConoci un caso que la chica que trabajaba en un hotel de Punta del Este, no le pagaron bien. Espero unos meses hasta que tomo accion legal. Le tuvieron que pagar $11.000 mil pesos el dueno se hacia el zota.
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