Pascual Muñoz
15 noviembre, 2019
Una visión desde la tradición anarquista
1) EL FANTASMA DE LOS NOVENTA. Hay
un fantasma que recorre la banda oriental. El fantasma de la derecha.
Desde el resultado electoral de octubre, la militancia frenteamplista
parece haber entrado en pánico ante el posible triunfo de la derecha.
Mientras que Martínez apeló a los votos batllista y wilsonista, la
militancia viralizó el pánico en forma de memes, y hasta se pudo leer
algún artículo que apeló al voto anarquista.1
Más allá del avance en la agenda de derechos y la relativa bonanza económica, como virtudes de una eficiente gestión del capitalismo en la era progresista, cabe trascender la lógica del mal menor y plantearnos algunas interrogantes.
2) EL MAL MENOR. Lacalle Pou, proveniente de una familia de declaradas simpatías fascistas, defensor de un proyecto económico neoliberal que nos recuerda las penurias de 2002, en alianza con Manini Ríos, también de linaje fascista, cómplice de torturadores y defensor de los años del terrorismo de Estado. No hay dudas, Martínez es el menos malo.
Pero si el balotaje fuese entre Manini y Lacalle, ¿habría que votar a Lacalle? Mientras la lógica sea el mal menor, sólo estaremos justificando nuestra derrota ante un corrimiento hacia la derecha del electorado. Esta lógica sólo nos lleva a legitimar la “derechización” de la izquierda.
3) ANTIFASCISMO. Otro argumento electoral es frenar la avanzada fascista que sacude Latinoamérica y su expresión local, Cabildo Abierto. Pero sabemos que Manini está donde está por obra y gracia del sector más votado del FA, y que la impunidad militar está garantizada por la derecha y el silencio militar, pero también por el pacto entre la cúpula tupamara y los represores.
El asunto es que al fascismo no se lo va a frenar democráticamente, porque el fascismo desconoce la democracia. De hecho, es la alternativa no democrática del capitalismo. Ya que los partidos democráticos, tanto de izquierda como de derecha, no han tenido el valor de enfrentar la herencia de la pasada dictadura y han perpetuado la impunidad, y las leyes y los decretos aprobados en ella, todo aquel que se sienta antifascista debe prepararse desde ya para enfrentar el fascismo en las calles y neutralizar su violencia.
4) LA DERECHA EN EL GOBIERNO. Aunque coincido con el argumento de que la política económica de la derecha repercute negativamente en los trabajadores y favorece al sector empresarial, sería muy ingenuo pensar que la coalición de izquierda es el instrumento político electoral que representa a las clases subalternas, como ha sostenido un documento reciente publicado por reconocidas personalidades de la cultura local.2
Podemos ver la continuidad de la derecha gobernante en el sostenimiento de la impunidad, en la ley antiterrorista, en el nuevo Código del Proceso Penal,3 en la represión sistemática de los movimientos sociales, en las 27 muertes en manos de la Policía en 2019,4 en el modelo extractivista de las papeleras como Upm 2, o la ley de riego aprobada en 2017.
Si no queremos que gobierne la derecha, ¿por qué le toleramos a la izquierda la ejecución sistemática de políticas de derecha?
5) LA ILUSIÓN DEMOCRÁTICA COMO MOTOR DE LA TRANSFORMACIÓN SOCIAL. Lo que debemos preguntarnos es, ¿realmente se definen nuestros destinos en el acto electoral? ¿Es un mecanismo eficiente para transformar la sociedad en un sentido igualitario y beneficioso para todos?
En 1916, cuando también se temía la avanzada conservadora que se materializó en el Alto de Viera, el periódico anarquista La Batalla advertía: “En el Uruguay (…) contamos con un gobierno que (…) legisla sobre el trabajo al estilo socialista y concede socorros a los necesitados como pudiera hacer una sociedad de beneficencia de corte católico, (…) consideramos que sus proyectos son ineficaces para mejorar nuestra situación y perjudiciales para el logro de nuestros deseos de emancipación”.5Es justamente la confianza en la sociedad para transformarse y organizarse a sí misma la que lleva al descreimiento de un sistema político creado, no para transformar la sociedad, sino para mantener sus privilegios.
Recientemente Lucía Topolansky recordó cómo, durante la crisis de 2002, en vez de utilizar el contexto crítico como escenario para realizar transformaciones sociales de fondo, se ofició de “muro de contención” ante el descontento social, para canalizarlo electoralmente.6
Pudimos ver cómo el ex presidente Mujica daba un prolijo discurso ante la Onu en setiembre de 2013, cuestionando la nocividad suicida de la sociedad de consumo capitalista, mientras, desde empresas como Antel, se fomenta y financia una cultura del consumo desenfrenado que tiene su inevitable contracara en la delincuencia como el camino más lógico y directo para materializar dicho consumo.
El gobierno democrático de Salvador Allende de 1970 intentó hacer transformaciones en las estructuras productivas desde las reglas de juego democrático y fue castigado con un feroz terrorismo de Estado. La actual situación en Bolivia, la destitución de Dilma Rousseff, demuestran los fracasos de la izquierda política de pelear con las armas del enemigo una batalla donde sólo hay un vencedor posible: el capital.
6) LA MOVILIZACIÓN SOCIAL COMO ALTERNATIVA. ¿Cuál es la alternativa a este panorama poco alentador? La limitada capacidad de transformación del sistema democrático evidencia que no es tal o cual actitud ante las urnas lo que genera un cambio social, sino lo que se haga el resto de los 365 días del año.
La participación y fortalecimiento de las organizaciones de base, la creación de redes de producción, autogestión, discusión, autodefensa y ataque al desarrollo capitalista son los medios que definirán el avance o retroceso de los valores fascistas o libertarios en la sociedad, y el sistema político deberá adaptarse a lo que la sociedad organizada le imponga y no al revés.
La insurrección chilena, sin líderes claros, sin jefes, sin medidas negociables, consolidando la organización horizontal de base y el ataque a las estructuras del funcionamiento capitalista nos demuestran, ante nuestra atónita mirada, que el recorrer nuevos caminos no sólo es posible, sino urgente e imprescindible.
El cambio, la sociedad integrada, la conquista de los derechos, el freno al fascismo institucional no se definen el domingo 24, se definen el resto de los días, y nuestro poder de incidencia es muchísimo mayor que el 0,000037 por ciento del electorado que representa nuestro voto. n
https://www.mateamargo.org.uy/2019/10/ 29/el-papel-de-los-anarcos-aqui-y-ahora/
Más allá del avance en la agenda de derechos y la relativa bonanza económica, como virtudes de una eficiente gestión del capitalismo en la era progresista, cabe trascender la lógica del mal menor y plantearnos algunas interrogantes.
2) EL MAL MENOR. Lacalle Pou, proveniente de una familia de declaradas simpatías fascistas, defensor de un proyecto económico neoliberal que nos recuerda las penurias de 2002, en alianza con Manini Ríos, también de linaje fascista, cómplice de torturadores y defensor de los años del terrorismo de Estado. No hay dudas, Martínez es el menos malo.
Pero si el balotaje fuese entre Manini y Lacalle, ¿habría que votar a Lacalle? Mientras la lógica sea el mal menor, sólo estaremos justificando nuestra derrota ante un corrimiento hacia la derecha del electorado. Esta lógica sólo nos lleva a legitimar la “derechización” de la izquierda.
3) ANTIFASCISMO. Otro argumento electoral es frenar la avanzada fascista que sacude Latinoamérica y su expresión local, Cabildo Abierto. Pero sabemos que Manini está donde está por obra y gracia del sector más votado del FA, y que la impunidad militar está garantizada por la derecha y el silencio militar, pero también por el pacto entre la cúpula tupamara y los represores.
El asunto es que al fascismo no se lo va a frenar democráticamente, porque el fascismo desconoce la democracia. De hecho, es la alternativa no democrática del capitalismo. Ya que los partidos democráticos, tanto de izquierda como de derecha, no han tenido el valor de enfrentar la herencia de la pasada dictadura y han perpetuado la impunidad, y las leyes y los decretos aprobados en ella, todo aquel que se sienta antifascista debe prepararse desde ya para enfrentar el fascismo en las calles y neutralizar su violencia.
4) LA DERECHA EN EL GOBIERNO. Aunque coincido con el argumento de que la política económica de la derecha repercute negativamente en los trabajadores y favorece al sector empresarial, sería muy ingenuo pensar que la coalición de izquierda es el instrumento político electoral que representa a las clases subalternas, como ha sostenido un documento reciente publicado por reconocidas personalidades de la cultura local.2
Podemos ver la continuidad de la derecha gobernante en el sostenimiento de la impunidad, en la ley antiterrorista, en el nuevo Código del Proceso Penal,3 en la represión sistemática de los movimientos sociales, en las 27 muertes en manos de la Policía en 2019,4 en el modelo extractivista de las papeleras como Upm 2, o la ley de riego aprobada en 2017.
Si no queremos que gobierne la derecha, ¿por qué le toleramos a la izquierda la ejecución sistemática de políticas de derecha?
5) LA ILUSIÓN DEMOCRÁTICA COMO MOTOR DE LA TRANSFORMACIÓN SOCIAL. Lo que debemos preguntarnos es, ¿realmente se definen nuestros destinos en el acto electoral? ¿Es un mecanismo eficiente para transformar la sociedad en un sentido igualitario y beneficioso para todos?
En 1916, cuando también se temía la avanzada conservadora que se materializó en el Alto de Viera, el periódico anarquista La Batalla advertía: “En el Uruguay (…) contamos con un gobierno que (…) legisla sobre el trabajo al estilo socialista y concede socorros a los necesitados como pudiera hacer una sociedad de beneficencia de corte católico, (…) consideramos que sus proyectos son ineficaces para mejorar nuestra situación y perjudiciales para el logro de nuestros deseos de emancipación”.5Es justamente la confianza en la sociedad para transformarse y organizarse a sí misma la que lleva al descreimiento de un sistema político creado, no para transformar la sociedad, sino para mantener sus privilegios.
Recientemente Lucía Topolansky recordó cómo, durante la crisis de 2002, en vez de utilizar el contexto crítico como escenario para realizar transformaciones sociales de fondo, se ofició de “muro de contención” ante el descontento social, para canalizarlo electoralmente.6
Pudimos ver cómo el ex presidente Mujica daba un prolijo discurso ante la Onu en setiembre de 2013, cuestionando la nocividad suicida de la sociedad de consumo capitalista, mientras, desde empresas como Antel, se fomenta y financia una cultura del consumo desenfrenado que tiene su inevitable contracara en la delincuencia como el camino más lógico y directo para materializar dicho consumo.
El gobierno democrático de Salvador Allende de 1970 intentó hacer transformaciones en las estructuras productivas desde las reglas de juego democrático y fue castigado con un feroz terrorismo de Estado. La actual situación en Bolivia, la destitución de Dilma Rousseff, demuestran los fracasos de la izquierda política de pelear con las armas del enemigo una batalla donde sólo hay un vencedor posible: el capital.
6) LA MOVILIZACIÓN SOCIAL COMO ALTERNATIVA. ¿Cuál es la alternativa a este panorama poco alentador? La limitada capacidad de transformación del sistema democrático evidencia que no es tal o cual actitud ante las urnas lo que genera un cambio social, sino lo que se haga el resto de los 365 días del año.
La participación y fortalecimiento de las organizaciones de base, la creación de redes de producción, autogestión, discusión, autodefensa y ataque al desarrollo capitalista son los medios que definirán el avance o retroceso de los valores fascistas o libertarios en la sociedad, y el sistema político deberá adaptarse a lo que la sociedad organizada le imponga y no al revés.
La insurrección chilena, sin líderes claros, sin jefes, sin medidas negociables, consolidando la organización horizontal de base y el ataque a las estructuras del funcionamiento capitalista nos demuestran, ante nuestra atónita mirada, que el recorrer nuevos caminos no sólo es posible, sino urgente e imprescindible.
El cambio, la sociedad integrada, la conquista de los derechos, el freno al fascismo institucional no se definen el domingo 24, se definen el resto de los días, y nuestro poder de incidencia es muchísimo mayor que el 0,000037 por ciento del electorado que representa nuestro voto. n
https://www.mateamargo.org.uy/2019/10/ 29/el-papel-de-los-anarcos-aqui-y-ahora/
- Hemisferio Izquierdo, “Carta abierta a las izquierdas”, Brecha, 8-XI-19.
- Plenaria Memoria y Justicia, Cronología de la impunidad, Urubú, Montevideo, 2019.
- Álvaro Garcé en No toquen nada, Del Sol FM, 10 de octubre de 2019.
- “El derecho a la vida”, La Batalla, número 22, Montevideo, julio de 1916, pág 1.
- https://www.montevideo.com.uy/Noticias/Topolansky–En-el-2002-podriamos-haber-incendiado-la-pradera-y-no-lo-hicimos–uc734288
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