viernes, 29 de noviembre de 2019

Tiempos violentos




por J. Zabalza publicado en VOCES




Haití, Venezuela, Honduras, la vergüenza de Nicaragua, Brasil, Perú, Argentina, Ecuador, cientos de miles por todo Chile, millones de Tupaj Katari en Bolivia y, último momento, Colombia también resiste! Diferentes realidades, cada una con sus particularidades sociales y políticas, pero que, entre todas, componen un panorama cruzado por la violencia que viene de arriba, desde las clases dominantes. Descartaron el modo pacífico de dominación que venían utilizando y dieron rienda suelta a la represión más salvaje, la verdadera razón de ser del Estado. Se quitaron el traje de liberales y dejaron al desnudo el lobo feroz. ¡Insoportable tufillo a ’68, compañeres!


Parece mentira, pero los progresismos latinoamericanos pulieron y afinaron los instrumentos represivos que les prestaron los dueños del poder. El muy moderado impulso de cambio se detuvo en las puertas de los cuarteles. Nadie tocó la esencia de la institución criminal. Los progresismos engordaron a sus sepultureros… les compraron armas, aviones y barquitos nuevos, radares, sistemas Guardian, cámaras de vigilancia y de identificación facial, los entrenaron y los prepararon para comerte mejor. ¿En qué cabeza cabe alimentar los cuervos que te arrancarán los ojos?




Viejos ilusionistas indujeron un mundo imaginario de “oficialidades jóvenes” y “nuevas policías”, pero luego, se miraban sorprendidos al verlos asesinar, violar y torturar con la misma saña sádica que en los ´70. Los pueblos de América Latina, desarmados, a pura sangre y coraje, están enfrentando las fuerzas genocidas. Las horas de los hornos debieran ser horas para cuestionar el monopolio estatal de la violencia, para pensar otras formas de defender territorio, derechos y libertades. La filosofía de la otra mejilla frena la imaginación, nadie piensa ya en pueblos reunidos y armados como los pensó el artiguismo.




Como no somos ninguna excepción, los tiempos violentos ingresaron al país, pero lo hicieron lateralmente, “a la uruguaya”, video de Manini mediante. De cierta manera, el estado de violencia latinoamericano hizo de trasfondo ideológico en el ballotage y multiplicó el rechazo a Manini, más que sus palabras, su impronta miliquera genera rechazo. De todos modos, provocó la avalancha de votos que echó por tierra las profecías de opinión pública. Miles de mujeres y hombres salieron defenderse de la coalición multi reaccionaria mediante el voto. Otra proeza de movilización popular.


En la batalla electoral del 2019 no estuvieron en juego las transformaciones profundas que el Congreso del Pueblo reclamaba medio siglo atrás y que parecen cosa del pasado. Sin embargo, la avalancha popular fue suficiente para dejar dividido en dos el padrón electoral. En una vereda, la mitad que aceptó encubrir con su voto a los futuros posibles los golpistas, portadores de los más reaccionarios sentimientos, esos que sobreviven en los casinos cuarteleros y los salones de las cámaras empresariales. En la vereda de enfrente, un poco más a la izquierda, la otra mitad coreaban “milicos nunca más”, un mensaje antimilitarista aún más expresivo que el enviado en octubre, cuando se frenó la tentativa de sacar el ejército a la calle con fines represivos.




Probablemente parte de esas energías antiautoritarias sean utilizadas como respaldo para acordar y pactar con los partidos de derecha, para hacer una “oposición responsable” en esta democracia plena con un millón de pobres. En un primer momento, los votantes progresistas se indignarán y se sentirán utilizados, pero, con el paso del tiempo, las urgencias por recuperar el gobierno los harán olvidar sus sentimientos negativos. Después de todo, ese es el sentido último de la democracia representativa y liberal y su sistema de partidos.




Siempre tienen otra opción los indignados. La lucha de los movimientos sociales ha logrado conmover la consciencia popular, volviéndola sensible a los grandes problemas sociales y culturales, aquellos que los partidos políticos evitaron tocar en la campaña electoral: Verdad y Justicia, la igualdad de géneros, la libertad de opción sexual, la contaminación de la tierra, el agua y el aire. Tal vez buena cantidad de votantes antiautoritarios se vuelquen a la lucha por transformar la llamada “fiesta cívica” en una manifestación por Nunca Más terrorismo de Estado, no queremos más milicos, no queremos más ejércitos.





















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