sábado, 27 de mayo de 2017

Gente en Obra- Recibimos a Andres Olivetti







El País DANIEL ISGLEAS15 abr 2017
Trece años después de ser izada la bandera nacional en Haití para cumplir con el mandato de Naciones Unidas, esta tarde será arriada por última vez en la base que el Ejército tiene en Morne Casse. En tres vuelos programados por el organismo, los 250 efectivos que permanecen en la misión comenzarán a regresar al país en los primeros días de mayo.
El ministro de Defensa Nacional Jorge Menéndez indicó a El País que el personal comenzará a regresar desde el lunes 1° de mayo en vuelos programados por Naciones Unidas para ese día, el miércoles 3 y el viernes 5.
Mientras, el equipamiento pesado (camiones, vehículos blindados, jeeps y equipos generadores de luz, entre otros) será alistado para el viaje, trasladado desde Morne Casse (al norte del país) y llevado a Puerto Príncipe donde será embarcado para Montevideo en un transporte también provisto por la ONU.
"Mañana (hoy sábado) será un día especial porque luego de 13 años se baja la bandera uruguaya al servicio de Naciones Unidas en Haití. Para el gobierno es positiva la misión porque cumplimos con el mandato", sostuvo el ministro.
"Trabajamos con dedicación. Por la misión pasaron más de 12.000 personas de las tres fuerzas. Hemos perdido la vida de compatriotas en accidentes, por el terremoto y ahora depende de Haití su destino", sostuvo.
Según Menéndez, es positivo que la situación interna de Haití haya permitido que un gobierno electo sea sucedido por otro. "Pero no podemos verlo a imagen y semejanza de nuestras democracias, de nuestra institucionalidad. Ahora son ellos quienes marcarán su camino, tienen un destino por delante. Nosotros hemos cumplido con el servicio para Naciones Unidas. El sentimiento desde el ministerio y el gobierno es de conformidad", precisó.
A su vez, el coronel Wilfredo Paiva, vocero del Ejército, explicó en radio Sarandí que a partir de hoy sábado está previsto el cese de las operaciones. A las 17 horas de Uruguay habrá una ceremonia de fin de misión, y por consiguiente los efectivos ya no harán más patrullas.

Sin ley.

Desde otro ángulo de la información, en la oposición se considera "grave" que una parte del contingente permanezca sin autorización legal. "En diciembre cuando se votó la última prórroga (ley 19.482), se dijo que era la última. Quizás a la bancada del gobierno no le convenga volver a dar la discusión en el Parlamento", dijo a El País el diputado nacionalista Jorge Gandini.
Aquí es donde se presenta la polémica porque esa ley en su artículo 1° autoriza la permanencia del contingente hasta el 15 de abril de 2017. Pero a su vez un segundo inciso de ese artículo señala: "Asimismo, con el fin de hacer efectivo el procedimiento de repliegue correspondiente y para la repatriación de los recursos materiales allí emplazados, se autoriza la permanencia del personal requerido a tales efectos, por el período adicional considerado mínimamente necesario".
El ministro Menéndez descartó que se piense enviar al Parlamento un nuevo pedido de prórroga de la misión, apoyado en la interpretación de ese segundo inciso del artículo 1°.
El que inicia hoy su regreso es el último contingente de soldados en Haití. Uruguay forma parte de la Minustah (Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización de Haití) desde 2004, precisamente el año en que el Frente Amplio ganó sus primeras elecciones nacionales. La permanencia en la misión le ha traído más de un dolor de cabeza a la izquierda, que ha debido sostener duras batallas en el Parlamento por esa causa, y ha perdido a dos diputados: Guillermo Chifflet (PS) y Esteban Pérez (MPP).

EN PRIMERA PERSONA.

"Haití es como un paciente que recién salió del CTI".

Por Mariana Castiñeiras
Claudia Batista no tuvo mucho tiempo para pensar cuando, el año pasado, le ofrecieron viajar a Haití. Fue en un apuro y en reemplazo de alguien que se había bajado a último momento.
En Uruguay, esta mujer dejaba a su madre, sus hermanos y su hijo de 20 años, con quien nunca se había separado más de 15 días.
Batista es enfermera del Hospital Militar y reconoce que los primeros tiempos lejos fueron difíciles. Su deformación profesional es vincular sus vivencias con la medicina: estando allá, la gripe de un familiar puede parecer una neumonía. La distancia, dice, deforma todo.
Sin embargo, a un año de haber partido, Batista compara sus emociones con respecto a Morne Casse, la base donde vive, con el síndrome de Estocolmo. Después de tanto tiempo, el lugar se volvió una parte de ella.
A un día de cesar las actividades allí, Batista palpa entusiasmo en el ambiente. "Todos queremos volver, aunque ya no seamos los mismos. Ningún ser humano que venga a Haití vuelve siendo la misma persona", reflexiona.
La rutina de un enfermero hasta ahora variaba entre guardias y patrullas. En el batallón Uruperbat (compartido con Perú) la tarea del personal médico era acompañar al ejército en recorridas. A partir de hoy los equipos estarán inoperativos y deberán preparar todo aquello que se va a donar. "Casi todo va para instituciones de la zona", cuenta Batista. "Son camas, colchones, medicación, ropa de cama, roperos y utensilios de cocina, es una linda tarea y todos queremos colaborar".
Para Batista, Haití es como un paciente que acaba de salir del CTI. Los próximos tiempos son cruciales y un mínimo desequilibrio podría tirar los esfuerzos por la borda. "Aprendí a amar a este país y creo que esto debería ser prevenido, para terminar el trabajo correctamente". Los apoyos más necesarios serían en educación y servicios, opina.
Durante el último año, Batista estuvo en contacto con la pobreza extrema que se vive en partes de la isla. Pellizcó algo del idioma local y aprendió a querer su música. En el último año también escribió las memorias de su viaje, que ha ido publicando en su cuenta de Facebook. Allí, reflexiona: "¿Con su sencillez y sus humildes vidas, no serán más felices?"


>>> Con Mónica Riet








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