miércoles, 21 de noviembre de 2007

Las encrucijadas del nacionalismo radical (Parte I)


Por: Claudio Katz (ARGENPRESS.info)

Las sublevaciones populares que sacudieron a Sudamérica en los últimos años condujeron al derrocamiento de varios presidentes neoliberales, reforzaron la presencia de los movimientos sociales y facilitaron nuevas conquistas democráticas. También permitieron modificar las relaciones de fuerzas en desmedro del imperialismo y a favor de los oprimidos.

Otro efecto de las rebeliones ha sido el establecimiento de gobiernos nacionalistas radicales, como Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia y probablemente Correa en Ecuador. Estos presidentes favorecen un curso económico estatista, mantienen fuertes conflictos con Estados Unidos, han chocado con las burguesías locales y desenvuelven políticas económicas que oscilan entre el neo-desarrollismo y la redistribución progresiva del ingreso.

Son gobiernos que se ubican en las antípodas de las administraciones conservadoras de Uribe en Colombia, Calderón en México y Alan García en Perú. Los derechistas mantienen políticas pro-norteamericanas, cursos abiertamente neoliberales y reaccionan con brutalidad represiva frente a cualquier demanda popular.

Los presidentes nacionalistas también se distinguen de sus colegas de centroizquierda, como Lula en Brasil, Kirchner en Argentina o Tabaré Vázquez en Uruguay. Estos mandatarios mantienen relaciones ambiguas con el imperialismo, apuntalan a las clases dominantes locales y utilizan los mecanismos constitucionales para obstaculizar el logro de mejoras sociales. (1)

En los países gobernados por el nacionalismo antiimperialista se han creado condiciones de movilización por abajo y polarización socio-política, que no se verifican en las naciones dónde el poder burgués fue reforzado por medio de la desilusión (Brasil), el control (Uruguay) o la contención (Argentina). ¿Qué escenarios afrontan los gobiernos radicales? ¿Avanzarán en la construcción de sociedades igualitarias o recrearán otro sistema de opresión?

Una forma de esclarecer estas disyuntivas es revisar el rumbo seguido en circunstancias semejantes de la historia latinoamericana. Esta comparación exige analizar cinco situaciones: la Unidad Popular Chilena, el Sandinismo nicaragüense, el PRI de México, los ensayos de nacionalismo militar en Perú, Bolivia o Panamá y la revolución cubana.

Este contraste no es un ejercicio académico para sugerir conclusiones imparciales. Apunta a definir estrategias adecuadas para la izquierda. Revisando el pasado se puede percibir cuáles son los caminos que conducen a la preservación del capitalismo o al avance hacia el socialismo.

De esas experiencias no surgen modelos de copia para el futuro. Ningún desenlace del siglo XX se repetirá en los próximos años. Pero resulta imposible construir el mañana ignorando lo que sucedió ayer. La manía por la novedad siempre oculta la reproducción de algo ya realizado. Asumir herencias, asimilar logros y cuestionar desaciertos es la condición de un nuevo proyecto de la izquierda.




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