sábado, 18 de octubre de 2008

Modesto Quiñones desapareció el 24 de junio de 1977





Equipo forense argentino identificó restos de mercedario desaparecido

El Equipo Argentino de Antropología Forense le confirmó al ex soldado Juan Carlos Pérez Quiñones que los restos encontrados en el cementerio de Villegas (Argentina) corresponden a su hermano Modesto, desaparecido el 24 de junio de 1977 en la provincia de Buenos Aires.

Pérez Quiñones relató a LA REPUBLICA esta dura experiencia de vida, precedida de un capítulo no menos oscuro, cuando fue testigo involuntario de los vejámenes y las torturas a que eran sometidos los presos políticos en el Cuartel "Gral. Luna" del Batallón de Infantería N° 5 de Mercedes.

¿En qué año ingresó como soldado al Batallón de Infantería N° 5 de Mercedes?

-A principios de 1972. La peor época del 72 y 73. Me fui alrededor de octubre o noviembre de 1973.

¿Qué vio? ¿Qué era lo que estaba pasando allí?

- Los primeros días estaba tranquilo. Estaban los detenidos, estaba el Dr. Martínez Platero y 7 u 8 en un rincón. Pero de un día para el otro cambió. Nos llevaron al Casino de tropa y nos informaron lo que iba a pasar. Que se había declarado la guerra a los terroristas, y que teníamos que tener cuidado en la calle y con la familia.

¿Quién le informó eso?

-El capitán (Darío) León.

Rocha, uno que era cabo, preguntó que si nos iban a dar armas para andar en la calle, y el capitán León le dijo que no, que la única arma que íbamos a llevar era la bayoneta, nada más.

¿Qué hacía usted en esa época?

-Trabajaba de albañil. Había que hacer mucha cosa, y también contrataron a mi padre. Él dijo que necesitaba peones para hacer los trabajos y yo le dije al comandante Alberto Laborde por qué no ponían a trabajar a los tupamaros que estaban ahí, comiendo y durmiendo. Yo dije eso para sacarlos y que hicieran un poco de gimnasia. El comandante Laborde aceptó. El primero que trabajó conmigo era un muchacho de Carmelo que le alquilaba la casa al Dr. Martínez Platero. Este hombre trabajaba en el telégrafo, tenía una nenita recién nacida cuando cayó el Dr. Martínez Platero a él también lo llevaron.

¿Qué edades tenían los que estaban detenidos en el Cuartel N° 5? ¿Eran todos mayores de edad?

-No. El Niyo Lapalma no sé si tenía 15 o 16 años. Iba al liceo. Él estuvo como 5 o 6 años y lo llevaron al Penal de Libertad.

Cuando le dijeron que la cosa cambiaba y que comenzaba la guerra, ¿se formó algún grupo especial para salir a detener personas?

-Claro, los mentalizaban para eso. A mí me eligieron porque pegaba muy bien. A 50 metros pegaba con los ojos cerrados y en preparación física estaba bien, pero les dije que no, que yo era albañil, y ahí me fui aguantando.

Por lo general se dice que en el Cuartel de Mercedes no hubo tortura, o hubo muy poca gente que fue torturada.

-La principal tortura era mental, porque el hecho de llevarte y tenerte dos o tres días encapuchado era la manera de ablandar a la persona. Los llevaban a la cancha de frontón que daba a la calle Artigas, lo ponían con la nariz contra la pared, con las piernas abiertas y las manos atrás; y días enteros así. ¿Eso no es tortura? A la noche los llevaban a la carpa grande y los sentaban con la capucha en la cabeza y las manos atrás y las piernas abiertas. ¿Eso no es tortura? ¿Cuántas horas puede estar así una persona? Sin comer, con sed...

Porque el plantón era el desgaste previo a la tortura.

-Claro. Como se hizo en todos lados.

¿Qué era la carpa grande?

-Una carpa que estaba en el patio y ahí los metían. Después en los talleres mecánicos se hicieron las divisiones, parecitas con block, que las hicimos nosotros, donde entraba una persona apenas; y ahí metían a la gente. El submarino estaba en el pasillo, en el pasaje de la plaza de armas del frente a la de atrás. Había un pasillito con una piecita chiquita, y también estaba el caballete.

¿Y había soldados que estaban para determinada tortura o todos lo hacían?

-El grupo del S2 todos lo hacían. Unos de buchones: iban a la esquina y se pasaban 20 horas mirando quién entraba a las casas.

Me acuerdo que había dos chicas que eran hermanas, que no sé si tendrían 18 años. Estaban en el calabozo y permanentemente 4 o 5 milicos que las violaban. Me decían "che loco Pérez, ¿qué estas mirando, no querés pasar vos también?". Yo me agachaba, me daba vuelta y me iba.

¿Quién era el médico que certificaba?

-El Dr. Simeone, y había un enfermero que se mataba de risa; uno negrito que era masajista y enfermero de Asencio (el Club de Fútbol de los militares).

¿Era el único médico?

-Claro. Me acuerdo que después del enfrenteamiento de El Espinillo cayeron una cantidad, y un muchacho que era de Colonia que cantaba folclore cayó con un balazo en la tibia, y ahí lo tiraron. Los pasaban de la plaza de armas de atrás directo al S2, a hacer cola (para la tortura). Cuando pasaban por el pasillo hacían cola para pegarle, caía uno y otro lo levantaba.

¿Cuál es la historia del túnel?

-Bajaban los escalones (seis según algunos presos de la época), ponían la radio arriba y podías gritar todo lo que quisieras que nadie te iba a escuchar; y ahí no sé qué le hacían. Pasaba de todo, creo que hasta los torturaban a trompada limpia.

¿Qué cantidad de detenidos llegó a haber?

-No sé, pero todos los días llegaban 3 ó 4.

¿Ud. cree que por la tortura ahí murió alguien?

-Eso no lo sé. Pero hubo muchos soldados que se portaron bien. Si no ayudaban, por lo menos tampoco castigaban. Por lo menos permitían que cuando los detenidos iban al baño estuvieran un minuto más sentados; eso ya era mucho.

¿Ahora Ud. habla de los militares, pero había civiles que iban al cuartel para ayudar a reprimir o a pasar información?

-Claro. Uno de los que colaboraba era intendente en esa época (Arq. Francisco Russo 1972-76), que entraba como si fuera el dueño de ahí. En el 72, 73 cuando vinieron los de la Comisión Interamericana de los militares, vinieron todos, incluso hasta Galtieri. Porque nosotros, enfrente, donde estaba la caballería habíamos hecho una tatucera grande, como de 2,50 metros, entonces ellos, los capitanes y generales tenían que buscar dónde estaba, pisar y ver cómo estaba hecha, y con eso demostraban cómo los tupamaros armaban las tatuceras. Esas eran las obras de arte que les mostraban.

¿En el Cuartel de Mercedes estuvieron militares argentinos?

-Sí, de todos lados. Todos eran capitanes y oficiales de alto rango.

Después de 22 meses pidió la baja y se fue. ¿Tuvo alguna presión para que no se fuera? Porque usted sabía mucho.

-Claro. Aparte yo no tenía ningún arresto, y nunca había habido un soldado que se fuera del Batallón sin un arresto. El comandante le dijo a mi padre: "A tu hijo le vamos a dar la baja pero que se vaya a Argentina o a Brasil".

A todo esto. Su hermano había jugado al fútbol en Rampla de Mercedes y era albañil ¿Por qué se fue a Argentina?

-Porque él estaba en el Sunca, y cada vez que había manifestaciones era de los primeros que salía. El era de Zelmar Michelini y siempre estaba ahí, y lo habían detenido como 3 o 4 veces.

¿Fue a Buenos Aires?

-A mi casa en San Justo.

¿Siguió trabajando de albañil?

-Sí. Yo estaba trabajando en la provincia, en Mercedes. El domingo como estaba aburrido salió. Mi señora estaba pesadísima y él le dice "cuidate". Tenía un bolso con el termo y el mate y la ropa. Yo le debía plata de lo que había trabajado conmigo, y cuando se fue para Mercedes llevaba de plata argentina de ahora $ 10, nada más que para llegar. Salió con una campera de nylon gris, una camisa a cuadros, vaquero y zapatillas. Yo llegué a las 8 de la mañana (del lunes) a la obra y me empezaron a preguntar por Coquito. Los otros muchachos me dijeron que no había venido...

¿Cuántos años tenía?

- Tenía 34 años. Esperé al martes y no apareció. El miércoles mi señora fue a la comisaría y le dijeron que no sabían, que cualquier cosa la notificaban.

¿Cuándo recibió la información de que estaba detenido?

-Nunca. La fueron a buscar a mi señora alrededor del 28 de setiembre de 1977. Golpearon y preguntaron por la persona que había ido a la comisaría a hacer la denuncia por la desaparición del uruguayo Quiñones. Le dijeron lo mismo de siempre: que habían hecho una razzia y lo habían llevado a la comisaría de Moreno, y que el comisario mandaba decir que se presentara que la iban a notificar. Justo estaba enfrente doña Leoncia, y le dijo que no fuera.

¿Quién era doña Leoncia?

-La mamá de María Teresa Brun Gil, que había desaparecido el 21 de enero de 1977, y mi señora y yo firmamos pidiendo la aparición con vida de ella.

En ese momento estaba mi hermana pero ella tampoco fue. A mí no me dijeron nada. Me lo dijeron recién dos años después, cuando mi padre estaba muy enfermo.

¿Durante dos años ni su señora ni su hermana le dijeron que habían recibido la notificación de la Policía?

-Claro. Nunca supe nada.

¿Y por amistades de su hermano nunca tuvo ninguna noticia?

-Nunca de nadie.

¿Usted nunca se vinculó con gente que estaba en el exilio para tratar de encontrar a su hermano?

-Con todos, pero no tenía ni fotos siquiera de mi hermano. Yo militaba en el Frente Amplio, y nadie me ayudó a buscarlo. Me escuchaban, y nada más. Ni los que se llamaban frenteamplistas de acá de Mercedes tampoco. Nadie me dijo siquiera que existía la Comisión de uruguayos desaparecidos en Argentina.

¿Cómo logra dar con el cuerpo de su hermano?

-Cuando murió mi mamá, me presenté en la Conadep, porque nunca me habían recibido la querella porque mi hermano tenía el apellido Quiñones y como mi madre estaba viva tenía que ser un familiar directo.

No me creían incluso que yo fuera su hermano.

Entonces me dijeron que hablara con Daniel Bustamante (del Equipo Argentino de Antropología Forense). Le expliqué el caso y me creyó enseguida. Iba todos los meses hasta que en el mes de junio encontró un expediente de un cadáver encontrado en San Justo. Encontró los restos en el cementerio de Villegas, ahí mismo en San Justo, y se cotejó con el ADN mío. Un laboratorio de Córdoba corroboró que son y ahora se mandó a un laboratorio extranjero para que nos confirmen.

¿Dónde se presume que pudo haber estado detenido?

-En la brigada de San Justo. Lo peor que el comisario Ramírez, el torturador más grande, vive casa de por medio de donde yo vivo actualmente; 30 años después me vengo a enterar que era él.

HERMANO QUIERE DARLE SEPULTURA EN MERCEDES

Modesto Quiñones desapareció en la jornada del 24 de junio de 1977 en el trayecto entre las localidades de San Justo y Moreno de la Provincia de Buenos Aires.

Modesto Quiñones, era oriundo de Mercedes (departamento de Soriano), de profesión albañil.

La denuncia de su desaparición quedó registrada con el numero 60.489 "de la base de casos de desaparición forzada del Equipo Argentino de Antropología Forense", según lo expresa Daniel Bustamante integrante de dicho colectivo, en un documento extendido el 27 de diciembre pasado a su hermano Juan Carlos Pérez Quiñones.

Las primeros análisis realizados a un cuerpo encontrado en el Cementerio de Villegas (Provincia de Buenos Aires) confirmaron que se trata del cuerpo de Modesto Quiñones, un mercedario que a 30 años no figuraba en ninguna de las listas de detenidos desaparecidos ni de Uruguay ni de Argentina.

Su hermano, ahora pretende repatriar sus restos y enterrarlos en el Cementerio de Mercedes.

EL CUARTEL GRAL. LUNA

El Cuartel Gral. Luna de Mercedes, fundado por Pablo Galarza en 1887, fue convertido en la Terminal de Ómnibus de Mercedes manteniendo su fachada inalterada al haber sido declarado Monumento Histórico Nacional.

Existen por lo menos un par de túneles que comunican sus instalaciones con las manzanas cercanas, que eran utilizados por las tropas del siglo XIX. Esos túneles en los 70 fueron utilizados como sala de torturas.

Angel Gallero, preso político mercedario, hizo referencia a las "visitas" de militares a ese centro de reclusión: "Un día va otro oficial; a interrogarme. Me han dicho que su apellido es Abraham (...) otro que participaba en los interrogatorios era el Tte. Troya, en aquel momento era alférez".

"LO BUSQUE 30 AÑOS"

"Lo llevé un día a tomar el colectivo, el 242 y nunca más lo vi. Después fui llevado detenido cantidad de veces, fui investigado, y durante 30 años busqué a mi hermano. Mi papá murió en el 80 pensando que por culpa mía, por lo que yo había hecho en el cuartel, lo habían secuestrado a mi hermano. Mi mamá murió en el 78 pensando que por culpa mía lo habían matado; y le atacó demencia senil (...) Yo pasé a ver a mi mamá en el momento que estaba lúcida todavía y me dijo que nunca más volviera a verla si no era con mi hermano. Veinticinco años después, en 2004; culpándome de un crimen que yo no había cometido. (...) "Quiero saber quién fue, por qué lo hicieron, y que lo paguen, sea quién sea. Los vamos a perseguir, por medio de la Justicia, no con una metralleta como ellos.

Apurar al gobierno para que de una vez por todas levante la cabeza y responda al clamor de nuestros familiares, de nosotros y aun de los muertos".

Fuente: Diario "La República" del Uruguay - Noticia enviada por Mirta Clara

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