NAUFRAGIO
Por Eleuterio Fernández Huidobro |*|
Se trata de un texto inédito que proviene de una novela inédita. La pensé nueve años: desde 1973 a 1982. Era rehén, tenía tiempo de sobra.
La pude escribir en pocos días, de casualidad, en un escueto y agresivo calabozo del Batallón de Ingenieros de Combate Nº 3 en Paso de los Toros cuando en 1982, por descuido, logré tener a mano un cuaderno, un bolígrafo y varios pedacitos de lápiz. Pido se tenga en cuenta, y por pudor, el atenuante de dichas condiciones. En aquel entonces éramos casi desaparecidos o, en todo caso, "proyectos" de desaparecidos. Queríamos dejar algún rastro.
Ante tanta vileza circundante, va como homenaje a todos quienes pasaron por lo mismo. Decía y dice, sin retoques, así:
¡Ay del espíritu si le tapan los agujeros! ... Y basta con apretarle la nariz.
Ahora bien, lo que desespera es el hambre. La sed y las demás cosas matan rápido.
El hambre, una tarde aciaga, lo lanzó a la mar a bordo del barquichuelo, con un sobrecito de café soluble y un paquete de pastillas por todo cargamento. En tierra firme no había comida. En la Isla, y según sus cálculos, debía quedar una vaca. La última. Que no debía matar si quería sobrevivir. Pero podía ordeñarla. A ello iba, dispuesto a morir en la demanda.
En plena mar, sacaba cuentas: - "Quinientos quilos de vaca viva me comen treinta y cinco de pasto por día... ¡Praderita por el amor de Dios no te me mueras!... Tres quilos de pasto me son un litrito de leche y se inclinaba sobre la borda casi a ras del agua para contrarrestar los embates de un viento cada vez más desatado y cada vez más en contra, haciendo caso omiso de los gritos que desde las vísceras le anunciaban despavoridos: - ¡La tormenta! ¡La tormenta!
Pasó lo que tenía que pasar: como montón informe de astillas, carne y trapo, una ola, la definitiva, lo arrojó con barco y todo sobre los dientes afilados de una mandíbula de arrecifes bastante lejos de la Isla.
Se pegó al mástil como una ventosa desahuciada. La vela era un látigo de jirones sucios azotándole la cara con chasquidos más ensordecedores que el bramido de la mar y del viento; y el insulto iracundo de los truenos.
Las olas enfurecidas se alzaban contra los arrecifes rajándose los pechos en el afán asesino de arrebatarlo.
Hojas de afeitar, las valvas de los mejillones incrustados en las resbaladizas rocas lo sajaban sin clemencia de punta a punta.
Enloquecido de pánico se ató con alambre al mástil. Alambre acerado... Se ató sin lástima para quebrarse junto al tronco de un árbol navegante. Desconfiaba de los garfios entumecidos de sus dedos y se aferró contra el mástil pecho a pecho con el hilo de acero que sonreía mientras cortaba... - "¿Para qué tanto sufrir? ¿Para qué empezar de nuevo? ¿Para qué me cago en Dios se tomó tanto veneno y se trepó tanto Calvario? ¿Qué mierda es lo que el hombre ahorra? ¿¡Qué carajo es lo que acumula!? Bañado en el fulgor cegador de los relámpagos escupió esas y otras blasfemias que quedaron sin respuesta y se fueron en alas del viento al Valle de los Gritos.
Quedaron fuerzas para apretar los dientes y hundir los dedos, como clavos, en las astillas del palo.
Pasó la tormenta pero quedó el naufragio.
Ahora dolía más el hambre que la tormenta. Y la sed. Y el frío. Y el sueño. Y las ganas de orinar... ¡Todo lo del cuerpo que puede torturar el alma! ¡Todo eso golpea como un martillo degenerado!
Pudo mear y, gracias a Dios, beberse la orina.
La orina también es un subproducto del pensamiento. Los seres que piensan, mean. El pensamiento mea.
-"El pensamiento ahora será un subproducto del pichí" pensó mientras lo bebía. No era la primera vez ni tampoco sería la última.
Ya más tranquilo, decidió matarse.
Tampoco era la primera vez. Había salvado las pastillas bien envueltas en su cinto. Estaban en buen estado gracias a Dios. Hacía ya mucho tiempo que había contraído el vicio de llevar la muerte en el bolsillo siempre; día y noche: esta era la segunda vez que la iba a usar en esta vida.
Nadie vuelve a matarse con la misma herramienta. Antes usó el filo. Le dejó tal recuerdo que para la próxima vez eligió el veneno.
Esta vez no hubo las angustias de antes. Ya no era primerizo. Esta vez no estuvo una semana sin dormir caminando de ida y vuelta con la muerte crispada en el puño dándose argumentos para la vida y razones para la muerte. Lográndose postergaciones. Incubando en el más recóndito miedo alguna excusa para seguir viviendo; para convencerse o, aunque no más fuera, engañarse decentemente.
Ahora no: casi sin pensarlo se tomó las catorce pastillas con buches de agua salada.
¡Qué lindo es tragar! ¡Qué cosa sublime beber! Se dispuso a esperarla.
Como un nudo desatado; como un tenso cable al fin suelto, distendido, relajado, quedó plácidamente dormido.
En la mar había una extensa mancha que todo lo ensuciaba y él, el muerto, estaba vivo.
Tenía las manos y los pies monstruosos, hinchados; una picazón intensa en todas sus mucosas; una gran dificultad para respirar... Pero vivo.
"Hasta los venenos vienen fraudulentos" protestó.
Hacía muchas horas que debería estar muerto. La mar, ahora en calma: sucia y maloliente. Era de día. ¿Tenía ganas de vivir? La vida se le aferraba como él al mástil.
La muerte, dígase lo que se diga, es cuestión de geometría... De matemáticas. Si pudiera medirse la desesperación podría hacerse una ecuación rigurosa: sin literatura.
La muerte es poca cosa para ciertas vidas. La muerte es un premio para ciertas otras. Por eso hubo que inventar la cruz: para que los esclavos no se les mataran, los mataban de un modo insoportable.
No podían amenazar con una cosa que, sin cruz, sería premio.
La muerte nunca fue suficiente para nada.
Hay que agregarle la cruz para que valga un poco... Para hacerla respetar.
El dolor es muchísimo más que la muerte; Jesús no pidió la vida: pidió agua. Tenía sed y le dolía.
Estaba también muy mareado, la mar en calma, la Isla lejos... Indiferente a todo, se tiró al agua.
|*| Escritor, senador de la República.
Lamentable lo del Ñato, se vé que la memoria la perdió el día que empezó a negociar con los milicos, en el año 72.- Además me pregunto cómo un senador(al que le pagamos el sueldo todos) le queda tiempo pa escribir libros.- Querido Ñato, qué lástima que no te pelaste en aquellos años , hoy tendríamos una placita con tu nombre y no una vergûenza ,das asco.-
ResponderEliminarLos milicos amigos que el Ñato defendía de su extradicción a Chile y decía que eran "perejiles" fueron hallados culpables y penados con varios años de penitenciaría y prisión. Ésto como ejemplo de las posiciones políticas vergonzosas del Ñato, por lo menos estos últimos años, que muestran su total decadencia.
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