"Vieja enfermedad". Convocó a "tener la humildad intelectual de no creerse los dueños de la pelota"
Mujica atribuyó derrota chilena al "sectarismo" en la izquierda
El presidente electo, José Mujica, señaló que la derrota del candidato Eduardo Frei en Chile "nos deja una lección" de lo que es "el problema de la unidad de la izquierda, del sectarismo, vieja enfermedad que acompaña a la izquierda, a lo largo y a lo ancho de su vida arriba del planeta".
José Mujica. "Nuestro sello no tendrá sentido sin el alero de la construcción colectiva".
"Es bueno analizar estas cuestiones: aprender con el dolor ajeno, prevenir los propios dolores, mirarse hacia adentro y decirnos que lo que les pasa a otros también nos puede pasar a nosotros", enfatizó Mujica.
Los problemas para consolidar la unidad de la izquierda son "eternos", nunca "estarán totalmente solucionados", y representan peligros "ante los cuales no se puede, ni por asomo, bajar la guardia", advirtió.
"Lo que le pasa a otros, también puede pasarnos a nosotros", comentó ayer en su audición diaria por la emisora M24, en un primer pronunciamiento respecto al triunfo de Sebastián Piñera.
"El oficialismo perdió; por poco, pero perdió", remarcó Mujica. Y subrayó que la derrota ocurrió a pesar del gran nivel de popularidad de la presidenta socialista Michelle Bachelet.
"Hace más de 20 años", argumentó no obstante Mujica, la coalición de centroizquierda realiza una "buena gestión" y "gobernó con mucho éxito para bien de mucha gente". Mujica atribuyó el triunfo de la derecha al "problema de unidad de la izquierda".
Mujica indicó que la centroizquierda que gobierna Chile tiene divisiones internas, y alertó que lo mismo podría sucederle al Frente Amplio. "¿Cómo es posible que pierda las elecciones un pacto político que logró desarrollar una sociedad y que tiene una señora presidenta con 80 y pico de apoyo popular?", se preguntó.
La experiencia de la derrota de la centroizquierda chilena "sirve para tener la humildad intelectual de no creerse los dueños de la pelota" cuando el progresismo está en el gobierno, dijo Mujica.
"La unidad entre fuerzas afines pero distintas no está lograda de una vez y para siempre, sino que siempre está en jaque", alertó. "La unidad se debe construir y custodiar permanentemente", añadió Mujica.
Opinó además que "la construcción de la unidad no es sólo una cuestión de palabras, o de conceptos teóricos, sino que es una cuestión de método y de respeto verdadero hacia las demás personas que componen una asociación de carácter político".
Argumentó también que la coalición centroizquierdista derrotada en Chile "ha padecido problemas con la unidad y, en consecuencia, ha tenido sucesivas separaciones de fuerzas que antes integraban" la llamada Concertación de Partidos por la Democracia, que proclamó el derrotado candidato Eduardo Frei.
Comentó además que preservar la unidad implica respetar las decisiones mayoritarias pero, acotó, que las resoluciones colectivas "no son absolutistas", y dijo que "la unidad nos obliga a tener proyectos que por ser comunes, son hijos de negociaciones, y requieren acuerdos".
Señaló en tal sentido que "la construcción del Frente Amplio, con un viejo sistema de alianzas y un programa de objetivos en común, carga en su maleta los peligros que conlleva el desarrollo de esa enfermedad congénita de la izquierda, que es el sectarismo".
"No podemos pretender que la sigla general que nos convoca esté subordinada al interés de nuestro sello que no tendrá desarrollo ni sentido sin el alero fundamental de la construcción colectiva", concluyó.
"Por el sectarismo se puede contribuir, sin proponérselo ni quererlo, a crear condiciones a favor de la derecha. Este caso chileno tiene mucho de eso", fundamentó Mujica, para quien "respetar a los demás es incluir la forma y los métodos con que se opera".
"Si cegados por el sectarismo y por el acceso de amor a nuestra pequeña divisa terminamos aislando a otros, nos estamos exponiendo a recibir respuestas parecidas", alertó.
Resaltó a la vez que "una fuerza progresista lucha por el Poder como un instrumento para alcanzar el objetivo de favorecer el interés de la mayoría de la sociedad". El objetivo es "propender a la justicia social, al desarrollo económico, a la equidad creciente", ilustró.
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Te devuelvo la pelota, la izquierda no tiene la pelota. Los dueños de la pelota son los que tienen responsabilidad de conducir el pais. El resto en la platea agita las banderitas, y si la cagan te chiflan mirándola pasar.
La izquierda es sectaria cuando hay valores falsos, y la izquierda no se sube a un carro que lo lleva al pantano.
Digamos que en Chile la concertación tampoco supo llevar esos valores, y la gente al final, desconcertada, defraudada vota cualquier cosa. No le van a echar la culpa a la izquierda de las propias agachadas.
Y depende de lo que se diga "hacerle juego a la derecha". hacerle juego a la derecha es creer que los capitales especuladores, depravadores, explotadores de riquezas y gente, son cosa "benébola".
Hacerle juego a la derecha es llamarle viejitos a los hijos de mil putas que están presos por genocidas.
Hacerle juego a la derecha son las alianzas que se hacen con el diablo, también con Saul Liberman.
Y la cosa se critica, es lógico que desde la tribuna si pateas a favor del otro cuadro te critiquen, se sientan defraudados, que se diga estos progresistas no cambian nada, y lo que es peor que le sirvan la mesa al sistema.
Si la critica a ello contribuye a hacerle el juego a otra derecha mas derecha que el progresismo, también se evita la critica conduciendo cambios, como la recuperación de Cristalerias del Uruguay. Eso son cosas que estan bien hechas y que hay que apoyar, aqui no hay sectarismo.
Sectarismo y desconfianza hay cuando te abrazas a la culebra en alianzas políticas, conciliaciones, y desfigurando un programa y creando espectativas falsas desde un sillón de los salones.
Y claro que te puede pasar! que un dias te bajen del caballo. Que derechas mas derechas te caminen por el lomo. Pero no va a ser culpa de los defraudados, ni de los indesisos, ni de sectarios, ni de enfermos. La pelota la tenes vos Mujica.
Es tuya la jugada
Hablando de enfermedades de izquierda, el reformismo es un cruel enfermedad. Te acordás cuando en asambleas nos cagaban a palos, los primeros de mayo dándole a los cañeros al grito de UNIDAD!
Y ahora hablas de desarrollo, que desarrollo ni ocho cuartos! si te subís manejando una aplanadora!.
La unidad es una herramienta para un fin, cuando el fin solo se limita al PODER de intereses ajenos, de un desarrollo económico que no es para la gente sino para el capital y gente que vive de ello (que no son mayorías, son tres gatos pudientes)
El resto sigue rascándose la cabeza, con un cacho de esperanza, que es lo último que se pierde
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¿Qué pasó en Chile?
Sebastián Piñera obtuvo medio millón de votos más que en la primera vuelta, pese a que el total de votantes disminuyó en 34.161 electores respecto a diciembre. Eduardo Frei añadió 1,3 millones a sus resultados de diciembre (2.043.514), pero perdió por 222.742 preferencias.
Los votos nulos y blancos bajaron a 242 mil, contra 284.369 en la primera vuelta, pero la abstención aumentó de 11% a 12%, es decir, 965 mil inscritos no fueron a votar. En definitiva, Piñera le ganó a Frei por 3,23 % (51,61 versus 48,38).
¿De dónde sacó Piñera los 506.524 nuevos votos que le dieron su estrecha victoria? Del 36,3% de la votación de Marco Enríquez-Ominami (ME-O), de 1,4 millones de sufragios. Ambos candidato también captaron algunos de los 42 mil votos nulos/blancos de la primera vuelta que en el balotaje se convirtieron en sufragios válidos.
¿De dónde obtuvo Frei sus 1,3 millones de nuevos votos? Arrate le aportó sus 430.824 sufragios disciplinados de la primera vuelta y el resto, 855.970 preferencias, necesariamente provino del 61,3% de la votación de ME-O.
Cada vez votan menos ciudadanos. La votación válida descendió el domingo en 106.445 sufragios respecto al del SI y el NO de 1988. Hace 21 años votaron 7.251.930 y ahora lo hicieron 7.145.485.
El padrón electoral chileno tiene 8.110.265 electores inscritos, pero la población habilitada para votar asciende a 12,18 millones. Hay un 31% que no está en el padrón y tiene menos de 40 años. Se trata de 3,8 millones de ciudadanos. Desde 1988, el padrón creció sólo 9%.
Piñera deberá gobernar en “consenso” con la Concertación, tal como ésta lo hizo durante 20 años de consolidación del modelo neoliberal legado por la dictadura. La Concertación tiene 19 integrantes del Senado, frente a 16 de la extrema derecha y tres independientes. En Diputados existe un empate entre los 120 legisladores
Síntomas de fascismo
Piñera hizo anoche por TV un discurso conciliatorio prometiendo un gobierno de unidad nacional y agradeció a sus partidarios, al gobierno, la Concertación, su familia, Dios y otros factores. Pero la serenidad del presidente electo al parecer no es compartida por todos su adherentes.
A esa misma hora, una caravana de vehículos pasó frente a mi casa gritando por megáfono: “¡Allende se siente!, Piñera Presidente”. Sentí un olor a fascismo al paso de los automóviles. “¿Qué significa ese grito: ¿una burla?”, pregunté a mis cercanos. “Odio fascista”, comentó uno de mis hijos nacidos en el exilio en Venezuela. Y entonces recordé las primeras palabras conciliadoras que oí por TV a los golpistas digitados por la gente de Piñera en septiembre de 1973: “No habrá vencedores ni vencidos”. Y a los pocos días comenzaron a desaparecer y/o asesinar a más de 3.000, mientras 30.000 iban a los campos de tortura.
El votó popular castigó el estilo adquirido por la Concertación al final de un ciclo de 20 años en que llevo a la práctica el legado del dictador pero con la anuencia de EEUU (que lo puso y lo sacó): libre mercado, entrega de riquezas al capital extranjero, fortalecimiento de los grupos económicos y discretas políticas de bienestar social que adquirieron más énfasis con Michelle Bachellet.
El clientelismo y el populismo elevaron la “popularidad” de la mandataria por encima del 80%, pero nada de eso se reflejó en la votación del domingo. ¿Por qué? Sólo pasó a la historia política como la jefa de estado con mayor con mayor éxito personal.
La ultra derecha ha gobernado poco a Chile “por las buenas” en el último siglo. En 1920 emergió Arturo Alessandri, un derechista disidente y populista que estableció el contrato de trabajo, la silla para los empleados de comercio y convocó a una constituyente que reemplazó la Constitución de 1832. Luego vino un periodo de desorden político, dictadura, varios golpes y la poco conocida y efímera República Socialista de 1932, en un período de incertidumbre y “ruido de sables”, matizado por las clásicas matanzas obreras.
La derecha reconquistó el poder en elecciones en 1932, con el mismo Alessandri de 1920, pero transformado, como si fuera otra persona. Y la derecha salió de la escena en 1938 con la irrupción del Frente Popular, encabezado por el partido Radical, con socialistas y comunistas, que introdujo importantes progresos en la conversión de un país agrícola a minero-industrial. El partido radical se mantuvo 14 años ganando elecciones, hasta que su último presidente, Gabriel González, traicionó a sus aliados comunistas y comenzó a perseguirlos.
La derecha no ganaba una elección desde 1958, con Jorge Alessandri (apoyado por los radicales de derecha), hijo de Arturo y capitán de empresas como Piñera. En esa ocasión, Salvador Allende se postuló por segunda vez y perdió por escasos 30 mil votos. En 1964, Alessandri hijo le entregó el país a la “revolución en libertad” del demócrata cristiano Eduardo Frei Montalva, padre del perdedor del domingo. En 1970, y después de cuatro intentos, Allende conquistó el gobierno con una nueva versión del Frente Popular de 1938, la Unidad Popular, cuyo gobierno fue derrocado cruentamente por quienes ahora eligieron a Piñera (y también algunos de los que perdieron).
La dictadura duró 17 años, la Concertación gobernó 20. La derecha acumula de nuevo todo el poder, esta vez “por la vía pacífica”. Poder económico (el presidente electo tiene su propio grupo de grandes empresas), poder mediático (dos aliados son dueños de los diarios y la mitad del país que lo adversa no tiene cómo ni dónde expresarse), poder ejecutivo, simpatía militar, eclesiástica y judicial ( más los llamados “poderes fácticos”). Pero no controla el legislativo y por eso, el hábil Piñera anuncia “unidad nacional” mientras sus partidarios emiten gritos de venganza.
Chile fue gobernado por los dueños de la tierra hasta 1920, entre 1958-1964 gobernaron los gerentes, los ejecutivos de empresa que ahora llaman CEOs, con el slogan de “apretarse el cinturón” (que significa pasar hambre). Ahora comienza el ciclo de los grandes grupos económicos, y con un doble discurso tan populista como el de Bachelet, sin ninguna alusión a apretarse el cinturón. Al contrario. Piñera prometió más educación, mejor salud y un millón de empleos. ¿Cómo lo hará? Habrá que verlo. Además, reiteró el eje de su discurso: el fin de la delincuencia y el narcotráfico y… mayor preocupación por los discapacitados. La Concertación se acaba y Chile ingresa a una nueva era en el concierto de naciones latinoamericanas con gobiernos reaccionarios.
http://www.argenpress.info/2010/01/que-paso-en-chile.html
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