De Nora Fernández
“Agarrate Catalina,” la murga, nos contaba una media-verdad cuando decía que se había desatado “la locura” con la elección del “Pepe” (José Mujica, presidente de Uruguay). Pero hablar de locura parece incorrecto, hasta injusto; la locura puede ser positiva y hasta marcar transformaciones necesarias. A veces los “locos” tienen medida de razón. Recordemos a Piazola y esos locos que encontraron el amor... Lo que vive el país es diferente, es el imperio de la confusión surreal en la política. Una coalición de izquierda que aplica planes de derecha desde el gobierno. ¿Que podrá decirse ahora que se ponen mas autoritarios? ¿ Habrán dejado definitivamente de ser “progresistas”?
Se anunciaba un miedo al candidato presidencial de 74 años de edad, un miedo a que “se descangalle o pierda la chaveta igual que Batlle.” Pero no se trata simplemente de un asunto de edad, aunque la edad sea importante, se trata de un candidato caprichoso y lleno de mañas, que le falta el respeto en particular a los trabajadores, la gente común y la prensa, catalogado publicamente de “decir pavadas”pero que además se dice y se desdice cuando quiere. Ser una confusión andante, aunque no sea pecado, es relevante. Pero, hacerlo para servir los intereses de la oligarquía es lo que tenemos que cuestionar. La murga no cuestiona lo fundamental, no se mofa del surrealismo político en que viven los uruguayos diariamente.
Además, Mujica no gobierna sólo, tiene un equipo, uno que controla la fuerza política más importante del país, y que seguramente tiene sus “cerebros” planeando y alimentando la máquina electorera que los anima. Por lo tanto, aunque los destinos de acceso al gobierno para el Frente hayan descansado en la figura de un ex tupamaro sobreviviente, la realidad de la práctica política del Frente descansa en varias otras partes. Mujica subió como símbolo, para encender la imaginación popular.
Para Eduardo Galeano es el presidente “que mas se parece a lo que somos,”a “las raíces más hondas de la identidad nacional,”a aquello de ser “sencillos” y es por eso, piensa, que la gente se reconoce en él. Inevitablemente, sin embargo, Mujica se nos parece también en otras cosas. Ha sido parte de la tragedia y la locura nacional. Somos sobrevivientes de un naufragio, de una pesadilla de terror, de un trauma colectivo -de injusticia, abuso, desapariciones, torturas, violaciones, algo que no debemos ni podemos ignorar, algo no superado que sigue a flor de piel, apenas encubierto. Mujica captura la imaginación como cualquier sobreviviente que viene de muy lejos. Pero parece que se insiste en demostrarle falsamente al mundo, y quizás a nosotros mismos, que estamos “bien,” y seguimos andando. Aunque caminamos con nuestras heridas abiertas y sangrantes. Acatando sin respiro una nueva “normalidad” creada e impuesta desde el imperio. Llegado el momento de las “democracias” tuvimos que someternos y aceptar, “creer o reventar.” Pero, por sobre todas las cosas, nos comprometieron a “olvidar” y no podemos hacerlo.
El entusiasmo popular por el candidato es un artificio electoral, parte del juego repetitivo que transforma la realidad en segmentos de tiempos políticos y conteos de votos. Había que afianzar y renovarle el contrato a esa alianza política que tanto prometiera, y tan poco cumpliera, después de tratar por tantos años de hacerse gobierno. Para el Frente, el “empujoncito Mujica” fue muy necesario. Esa figura popular que la gente eligió pensando que con eso estaba dando un paso muy radical, le regaló al Frente unos años más en el gobierno. Pero los votantes entendieron a Mujica como talismán y garantía de cambios. Es creible solamente porque vive como uno más, en una casa cualquiera. Es tan común, que ponerse traje casi se transforma en episodio notable. Pero el pueblo no lo eligió presidente por sus dotes discursivas sino porque habla como uno cualquiera. En Uruguay, la llegada de Mujica a la presidencia tomó el lugar del pueblo alcanzando “el poder.” Porque cuando la realidad se hace inalcanzable, los actos simbólicos pueden servir de compensación temporal. No todos son engañados ni inocentes, a no olvidar que sobre las ilusiones del “pueblo frenteamplista” navega esa cúpula Frentista, tanto más privilegiada y educada que sus bases. Ni debemos tampoco olvidar, que gobierno y poder son animales diferentes. Si el Frente continúa en el gobierno, el poder no ha cambiado de manos, está en las manos de siempre.
Creo que prestamos poca atención al lenguaje cotidiano que habla el país, que acaso sea una expresión más de que lo popular como norma es aceptable sólo donde transforma poco. Puede que no sea casual que la voz del Uruguay para afuera tenga modismos muy diferente que la voz del pais dentro de casa. Afuera sale la voz poética de Galeano, que pienso observa el país desde su nube. Para adentro, sin embargo, cunde la voz del caudillo “realista,” encarnación de la sabiduría cuestionable del viejo Vizcacha con variantes “Pepe.” Puede parecer una arrogancia, pero cada vez que escucho el lenguaje que domina en el país me siento una extranjera. Siento que he perdido el país una vez por fuerza y otra por elección, y que lo sigo perdiendo al escucharlo hablar de esa manera que nos desmerece. No somos más auténticos por hablar peor. Todo lo contrario, estamos aceptando limitaciones innecesarias en el lenguaje, limitaciones que seguramente afectan nuestra capacidad de dar voz crítica a lo que experimentamos como pueblo.
Pero, peor aún, si esa imagen que proyecta Mujica ha ayudado a establecer “conexiones” con la gente del país (ese país pobre y apenas sobreviviente de las torturas y violaciones económicas impuestas, luego de todas las otras torturas y violaciones que le impuso el Estado en dictadura) porque de poco han de servir esas conexiones sin proyecto de transformación. Sabemos demasiado bien que aunque la Standard & Poors nos suba de categoría, continuamos siendo un país lleno de pobres, en especial de niños y mujeres pobres. Entonces, pienso y confío, en que no nos creeremos por mucho tiempo las mentiras sin límites de la S&P, demostrada a nivel mundial como una voz manipulada por la Banca Internacional.
Pensando en Mujica, el ex guerrillero, imagino que de alguna forma tiene que seguir siendo quien es y dar vida pública al Mujica tan esencial como contradictorio. Pero que el juego sucio de la política neoliberal ha transformado en la artimaña populista que hoy llamamos “Pepe.” Una artimaña armada para satisfacer subliminales deseos ciudadanos incumplidos y ambiciones corruptas, o cínicas, de la cúpula en el gobierno. Se me hace a veces, como que se ha resucitado al “viejo Batlle” con saborcito “popular.” Con una marcada diferencia, porque hasta el viejo Batlle, quizás por vivir en otros tiempos, se hubiera negado a aceptar las políticas neoliberales criminales que hoy la cúpula en el gobierno implementa usando una “piel de izquierda.”
Quiero imaginarme también que quedá un rinconcito auténtico en Mujica, y que por eso en el discurso del Pepe –manipulable, caprichoso y confuso, sobrevive alguna pista del plan que la cúpula de la que él forma parte está tratando de implementar. Acaso el subconsciente obliga a alertar a los demás sobre nuestras mas dudosas, cuestionables intenciones. Y él Pepe las plantéa públicamente describiéndo a su gobierno con frases grandes como “ortodoxo” en lo macroeconómico –vale decir, en lo económico y en su relación con otros países y el imperio, pero “heterodoxo, innovador y hasta atrevido” en lo demás. Está diciendo que afuera se va a “acatar la linea,” que tendremos simplemente más neoliberalismo, más papeleras, extranjerización de la tierra y pagos a la odiosa deuda. Pero adentro será diferente, y hay que prepararse bien para esos atrevimientos por implementarse en casa.
Pero ¿cuales atrevimientos y heterodoxias tendrán planeadas el Pepe y su séquito? Pronto nos enteramos de uno: dejar salir de la cárcel a los presos viejos incluyendo, por supuesto, a los violadores de nuestros derechos humanos, a quienes el Pepe (muy entendido en eso de la edad) ha decidido perdonar y obligarnos a que todos perdonemos. Es que el Pepe interpreta la historia, sorprendentemente, como la entienden los militares golpistas y nos define a todos “sobrevivientes de una guerra interna,” incluso si nunca cargamos un arma. En su “final feliz” puede que hasta desee la conciliación de los torturadores con sus víctimas. Y aquellos tiempos de Terror que conocimos en Uruguay, sean finalmente entendidos como tiempos de “guerra entre pares."
En lo económico la política sigue siendo “chez Astori, FMI y Banco Mundial,” incluso aunque el imperio parezca estar haciendo agua y la obediencia neocolonial pudiera cuestionarse. Se cae finalmente un mito, el de “nos obligan a” regalar el país, pero lo viene a ocupar otro “miren que bien que nos miran” cuando lo regalamos. Se desaprovechan oportunidades de integración latinoamericana en un momento crítico, nos jugamos el futuro que no es nuestro, es de los uruguayos por venir. Ignoramos el Alba y a los países que en el continente están planteando y haciendo cambios relevantes, para unirnos ideológicamente a la patota cuestionable de Chile, Mejico y Colombia. Si la realidad neoliberal en tiempos de crisis asusta, por la creciente pobreza y opresión que implica para todos, también asustan las “heterodoxias” porfiadas, caudillistas, irrespetuosas de la gente.
En 1989 Lacalle, a punto de conocerce con Vázquez en un programa de televisión, hablaba que el “don fundamental de los políticos” era ser “plásticos.” Por supuesto que no se refería a que deberían tener talentos artísticos, sino a esa cualidad de “amoldarse” a lo que sea que mas bien merecería el titulo de “inmoral.” El Pepe y su equipo han mostrado esa plasticidad, toman la forma que más convenga a sus intereses de sobrevivir en el gobierno. No existe el bien mayor, y no se trata de gobernar para “hacer algo” o crear una sociedad más igualitaria, justa, solidaria. Se incrementa la dependencia, los créditos que financian la especulación y se privilegia la deuda externa y la venta de recursos, los motores del crecimiento son externos y de corto plazo[1] . Y en el proceso, si se puede, se enriquece también a algún amigo, se privilegia a algún pariente y a la cúpula misma. Son aspiraciones muy vulgares y que apenas se disfrazan de otras cosas en el discurso público.
Pero pocos parecen identificar esa “plasticidad” Frentista como problemática. Se funciona en esa fosa que existe entre el discurso y la práctica del gobierno. El peso numérico de la mayoría en el Frente, y el miedo a ser acusado de colaborar con la derecha, ayuda a quitarles voz a quienes cuestionan. Galeano mismo, que ha hablado bastante del desencuentro de la palabra con la acción, y se ha reido diciendo que cuando “se cruzan ni se saludan,” discute el desencuentro en abstracto como si le faltaran ejemplos cotidianos o no aplicara a la realidad del gobierno Frentista. Callados para no colaborar con la “derecha” o silenciados por la supuesta “izquierda” la farsa continúa, pero el engaño se agota con el tiempo y gracias a la crisis mundial.
Este diciembre, cuando el gobierno decidió usar el concepto de “ esencialidad ” para obligar a los municipales (Adeom) a terminar su huelga, el surrealismo Frentista alcanzó nuevos límites. Podrían haber aplicado la Ley de Negociación Colectiva y negociar, pero aplicaron la Ley 13720 de Jorge Pacheco Areco decretándolos servicios esenciales. Es poner sal en la herida y se violaron libertades sindicales esenciales, como alegó Mario Pomatta abogado consultor del PIT-CNT. Los trabajadores están sin Convenio desde el 2002, y el convenio fue roto por la misma Intendencia. Otros gremios solidarizan con Adeom, adivinan que son vulnerables al mismo trato –bancarios (Aebu), anestesistas, funcionarios de estado (Cofe) y controladores aéreos están en la mira. Pero son Frentistas los que aplican la ley de Pacheco y aunque debería sorprender y causar reacción, no parece hacerlo. Es que cuando quienes violan derechos obreros son supuestamente “izquierda” hay que enterrar la cabeza en la arena.
Jorge Altamira, del Partido Obrero de Argentina, analiza lo sucedido y concluye de que se trata de neutralizar al movimiento obrero en tiempos de convulsiones económicas: “Uruguay acaba de 'beneficiarse' por una mejora de la calificación de deuda, por parte de Standard & Poors -un 'tesoro' que el tupamaro en la Presidencia quiere preservar a toda costa. Como en Argentina, el gobierno del Frente Amplio quiere aumentar su deuda extranjera -a este 'noble' propósito responde la declaración del servicio de recolección como 'servicio esencial', así como la posterior militarización de la tarea y la sanción de los trabajadores.” [2]
Para Altamira, la Intendente Ana Olivera, miembro del PC, se ha negado a atender al pliego de reivindicaciones de Adeom no porque exija tanto, un ajuste salarial por la inflación y 2,5% de aumento real no pueden quebrar al municipio, pero puede que Olivera prefiera privatizar los servicios. Al fin, eliminaría dos pájaros de un tiro, culpando a los sindicatos de su suerte y sacándoselos de encima. La línea del gobierno no tolera mucha lógica cuando explica su preocupación de que un aumento acentuaría las ventajas de los empleados públicos sobre los privados, la solución es obvia: aumentarle también a los privados.
El autor argentino, argumenta que el golpe a Adeom es parte de una estrategia mayor para “disciplinar” a los Frentistas “domesticando” sindicatos ariscos. Sirve además para controlar al PC y separarlo definitivamente de cualquier lealtad sindical que le tiente a enfrentar a la fracción fondomonetarista de Astori, que ha logrado creciente influencia en el gobierno. Explica que se trata también de verticalizar aún más al Frente Amplio. La cúpula Frentista planéa reducir más aún la importancia de los comités de base, donde el PC parece tener más influencia que la debida de acuerdo a sus votos. Todo suena a muy cierto.
El surrealismo político que domina el país ha alimentado la perspectiva de alguna gente de que este gobierno está poniendonos finalmente “en el mapa.” Se que suena como una aspiración ridícula, pero hay que interpretarla en el contexto de que somos un país pequeño y dependiente que ha visto su fortuna decaer desde los años 50 y que ha sido alimentado con sueños de progreso sin fundamento, sin políticas integrales que los nutran. El país vive hoy también un espejismo, uno basado en el doblez surrealista que favorece el gobierno del Frente que no enfrenta los grandes temas nacionales auténticamente. Es un espejismo peligroso que aumenta aún más nuestra vulnerabilidad y dependencia.
[2] Jorge Altamira, Prensa Obrera, 16-12-2010. Uruguay: Mujica militariza a los municipales de Montevideo Para quebrar la política rompe huelgas del gobierno se discute un paro que reclaman numerosos sindicatos. Hay que convocar un Congreso de Bases del PIT-CNT por un paro general. (http://www.kaosenlared.net/ noticia/uruguay-mujica- militariza-municipales- montevideo)
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