Jihab y con razón no banca a Uruguay y los uruguayos no bancan a Jihab. de la misma forma que miles de uruguayos no bancaban a los europeos cuando tuvieron que rajar al exilio. Extrañaban el mate, el dulce de leche y la familia. Sobre todo la familia. Apenas pudieron los uruguayos volvieron al paisito. Entonces Enrique Erro comenzó también una huelga de hambre en París. Francia le habia vendido a la armada uruguaya una fragata, y Erro no encontró otra forma de luchar, poniendo su propia vida en juego. Jihab tiene una prole numerosa (que no la arregla con 14 mil pesos) y un hijo muerto en bombardeo. Jihab no se adapta ni quiere adaptarse, tampoco esta agradecido a Uruguay ya que para é Uruguay es una prolongación de la cárcel de Guantánamo. no habla ni quiere aprender el idioma, le importa un carajo el futbol que los uruguayos idolatran y se desviven, no entiende nada de futbol, la idolatria de Jihab es su religión que los uruguayos tampoco la entienden, no tenemos ningún reparo en comer chorizo, y un lechon a las brazas. Jihab se muere antes de comer cerdo. Es una cultura completamente diferente. Y se quiere ir ya que se casa una hija, quiere estar allí. Gavazzo también quiso ir al cumpleaños de su nieta. Jahib pasó años en Guantanamo, es bravo!, la pijeadas allí son enormes, los que estuvieron en Libertad lo entenderán y sabrán muy bien lo que es una pijeada. Y entonces sin entender esto salta la mentalidad concheta uruguaya a opinar. Pobre Jihab! dónde fue a caer!, a dónde lo trajeron! Sin ser sensibles ante un hombre revolviendo en los contenedores de basura y comiendo de la basura, ls comentarios conchetos en FB son mortales, ya lo condenaron al pobre Jihab. Que se joda. Que se vaya. Que no joda. Y lo condenan a muerte. No porque se quiera suicidar, el no se quiere suicidar quiere vivir, pero pone su vida, lo único que tiene como forma de lucha. Y como esto los conchetos energúmenos le es imposible de entender cuando hacemos el avestruz.
Lunes 12 • Septiembre • 2016
Ojalá
Jihad Diyab, ayer, durante la huelga de hambre. •Foto: Federico Gutiérrez
Jihad Diyab: “Voy a seguir este camino hasta el final, porque deseo reunirme con mi familia en el lugar que quiero”.
Jihad Diyab está solo. Encerrado en su cuarto, reza a la pared blanca, en dirección hacia donde, muy lejos, está la Meca. Lleva 28 días sin comer y diez sin tomar líquido, en reclamo por encontrarse con su familia, que está en Turquía, también muy lejos. Está deshidratado y perdió masa muscular. El lunes pasado lo tuvieron que llevar a la emergencia del Hospital Maciel, pero no le gustó cómo lo trataron. Costó mucho que permitieran que se quedara su amigo traductor que, de perfil bajo, prefiere no dar su nombre a la prensa. Alejandra de Bittencourt también pudo pasar, dice, después de mucha insistencia. Junto con otros militantes, forma parte del grupo Vigilia por Jihad Diyab.
“Siendo un hombre libre, se fue de viaje, como podía irse cualquiera, y se armó un escándalo descomunal. Hablaban del terrorista suelto en América Latina. ¿Por qué no se puede querer ir de este país? Se dice que es un egoísta, un malagradecido. Te dejan solo en un lugar donde no entendés a nadie, las costumbres ni la religión...”, explica a la diaria la militante, sentada en la terraza de la casa de Diyab. Es un apartamento sencillo, ubicado en Soriano y Aquiles Lanza, libre de adornos. Sobre uno de los pocos muebles descansan libros de cocina árabe que no le sirven de mucho en estos días. La puerta no cierra sin la ayuda de un cartón que sus allegados, que entraban y salían durante la tarde de ayer, colocaban cada vez.
El viernes, el médico que lo visitó dijo que se tenía que internar, y Diyab estuvo de acuerdo, pero primero quería contactarse con su esposa. El sábado lo llevaron al Hospital de Clínicas. “Le plantearon que lo iban a llevar a una habitación con dos camas, con baño exclusivo, sin restricciones en las visitas. Cuando él llega al hospital ve que lo ponen en un ala que está para inaugurarse, donde no había más gente, y se entera de que las órdenes son que hay cinco personas autorizadas a verlo, dentro y fuera del horario de visita”, cuenta De Bittencourt, una de las que estaban en la lista. Y sigue: “Había policías afuera, y al que está en una garita, fuera del hospital, lo hicieron entrar en el lugar de admisión. Era él quien decía quién pasaba y quién no”. “Yo ya estuve preso 13 años, incomunicado. No quiero que me digan que la gente que me está rodeando no puede verme”, les dijo a sus allegados el sirio, que, indignado, decidió volver a su casa. La integrante del grupo que lo apoya dice que le prometieron una ambulancia en diez minutos, que, pasadas tres horas, no había llegado, así que se fue en taxi. No esperó a que le hicieran el chequeo. “Sintió que le habían mentido, que se había repetido lo del Maciel”, dice la militante, que ve que el ánimo y la energía de Diyab van bajando, que se pierde en lo que está hablando. Cuando intenta caminar para ir al baño -a veces a lavarse para poder rezar-, se cae.
Pero son distintas la versión y la visión de Christian Mirza, el nexo entre el gobierno y los seis refugiados procedentes de la cárcel de Guantánamo que llegaron en diciembre de 2014. Ayer, Mirza fue a visitar al sirio, como hace cada tanto, y la charla fue la más larga de todas, dicen sus allegados. También en la terraza, el hombre que hace de vínculo -de forma honoraria- explica que, en coordinación con Raquel Ballesté, directora del Clínicas, decidieron internarlo en el piso 9, para que estuviera más cómodo. “Es una sala especial, que no tiene capacidad; no puede haber diez personas”. Según Mirza, la lista de los cinco habilitados a acompañarlo se armó en colaboración con sus allegados, y no hubo una presencia policial particular ni coordinación alguna con el Ministerio del Interior. ¿Y el policía de la garita? “El hospital puede disponer que su personal de seguridad esté donde esté”, contesta. “Cuando Diyab dice que se siente más preso que paciente, creo que es una muestra de que está sumamente confundido, porque no es así”.
Sin dar detalles, Mirza cuenta que el fin de semana estuvo en contacto con el canciller, Rodolfo Nin Novoa, y con Presidencia. “En estas horas [el domingo de tarde] se siguen haciendo gestiones para lograr una solución viable a cortísimo plazo. La idea del gobierno es, si se abre esa posibilidad, concretarla. Él nos dice ‘o me voy a encontrarme con mi familia o me voy a encontrarme con Alá’ y nuestra respuesta es ‘vamos a tratar de que te encuentres con Alá cuando lo disponga, no ahora’. Me consta que el canciller se puso a trabajar en esa línea”.
Ayer, la dirección del Hospital del Clínicas emitió un comunicado en el que se afirma que Diyab se retiró por voluntad propia. “El hospital y la dirección de este servicio universitario respetan la autonomía del paciente y el derecho a decidir sobre su salud, pese a la opinión contraria del personal médico que lo atendió. Si Jihad Ahmad Diyab decide cambiar su decisión, será nuevamente recibido en el hospital”.
Dos oscuridades
Jihad Diyab está acostado en un colchón en el piso, tapado hasta los hombros, con los ojos entrecerrados: la luz del cuarto le causa dolor en los ojos, así que le tuvieron que llevar una lámpara más tenue. A su lado están su alfombra para rezar, enrollada, y el único medio de contacto que tiene con su familia: la laptop por la que chatea vía Skype. Está flaco, con el pelo y la barba más largos que de costumbre. Casi inmóvil, susurra al traductor las respuestas a las preguntas. En contraste con su imagen frágil, contesta con palabras firmes y decididas.
¿Cómo te estás sintiendo, en cuerpo y mente, después de estos 28 días de huelga de hambre y diez días de huelga seca? ¿Es la más larga que hiciste?
-No puedo enfocar bien, a veces me olvido de cosas y a veces no sé qué es lo que estoy haciendo. Me duele todo el cuerpo, particularmente los riñones. Siento tanto, tanto frío, y me siento muy débil. Mi cuerpo no está bien. Quiero decir algo, y que los medios lo sepan: yo he pasado por una huelga de hambre en Guantánamo. Hay alguna gente de aquí que se pregunta cómo estoy vivo o cómo no entré en coma después de tanto tiempo sin comer ni beber. Sí, hay estudios médicos sobre eso, pero es teoría, no práctica como la que hice en Guantánamo. Me alimentaban forzadamente, pero no comí por 32 días y no tomé nada por 15 días. El último día estaba practicando deportes y de pronto me desmayé.
¿Cómo fue el diálogo que acabás de tener con Mirza?
-El gobierno quiere llevarme al hospital. Cuando me llevaron [el sábado] me di cuenta de que me pusieron en un lugar alejado de la gente, como si quisieran que esté solo, lejos del mundo. Eso no me gustó, y me volví a casa. Yo sé que algunos medios no creen, o ven raro que pase diez días sin agua, pero es porque no lo practicaron. De todas formas, yo sé bien lo que estoy haciendo y voy a seguir este camino hasta el final, porque deseo reunirme con mi familia en el lugar que quiero. Nadie me puede parar, y no me importa lo que digan.
¿Cuando rezás, qué le pedís a Alá?
-Le estaba pidiendo ayuda para encontrarme con mi familia pronto. Le pedí que me diera la paciencia para poder atravesar lo que estoy haciendo, y le dije a Alá que tengo esperanzas en que el Día del Musulmán, que es el viernes que viene, me encuentre con ellos. Le dije: “Oh, Alá, el matrimonio de mi hija va a ser el mes que viene y no podré ir, y estoy triste por eso. Y los extraño mucho”.
Los allegados a Diyab se empiezan a multiplicar en la puerta de su casa. Llegan las velas que van a alumbrar la vigilia en reclamo de que el gobierno haga algo al respecto, que todos los días arranca a las 19.00, en la vereda, y que recibe algunas miradas reprobadoras de los vecinos. Cuando Mirza sale, se da el encontronazo: lo increpan, cruzan versiones sobre lo que pasó en el Clínicas. Él se va, y el grupo de vigilia se queda.
Jihad Diyab no está tan solo.
>>> Carta por Jihad Diyab
A solicitud delos primeros firmantes de la carta por Diyab y atendiendo la solicitud de mucha gente que quiere sumar su nombre a la carta la secretaria de DD.HH del PIT/CNT recibira las mismas mediante correo electronico a esta direccion: ddhhpitcnt@hotmail.com. Las actuaizaciones se publicaran en las redes sociales.
Ultimas firmas:
CARTA POR JIHAD DIYAB
Los abajo firmantes ciudadanas y ciudadanos humanitariamente preocupados por la integridad personal del ciudadano sirio Sr. Jihad Diyab, actualmente radicado en nuestro país con estatus de refugiado reconocido por el Estado uruguayo, expresan:
1.- La necesidad de agilitar las gestiones que permitan encontrar una pronta y adecuada respuesta que resuelvan la situación existente y en cualquier circunstancia su encuentro con la familia
2.- Estas son obligaciones que le corresponden en gran medida al gobierno norteamericano responsable de las graves violaciones a los derechos humanos que padecen los prisioneros en la cárcel de Guantánamo. En segundo término al Estado uruguayo por las responsabilidades emergentes del estatuto que le reconoció al Sr Jihad Diyab, y a la comunidad internacional por no tomar las medidas que pongan fin a conductas criminales como las existentes, entre otras, en la cárcel de Guantánamo.
Ademar Olivera; Carmen Beramendi, Lilian Celiberti, Daniel Viglietti, Gabriel Mazzarovich, Ana Inés Quadros, Margarita Musto, María Urruzola, Daniel Figares, Raúl Olivera Alfaro, Sara Méndez, Elsa Duhagon, María Celia Robaina, Fernanda Aguirre, Raúl Ferrando, Alicia Cadenas, Ariel Soto, Mónica Colista, Carlos Peláez, Ariel Silva, Sonia Mosquera, Valeria Rubino, Juan Angel Urruzola, Antonio Elías, Walter Cortazzo, Ana Solari, Isabel Prieto Fernández, José López Mercao, Brenda Bogliaccini, Alvaro Carballo, Virginia Cardozo, Federico Gyrkovits, Alicia M Martinez Albergati, Ana Maria Ferreira Umpierrez. Rosario Alaluf, Ana Amoros
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Mirza habla despreciando...como quien se las sabe todas...y apoya la invasion a Siria...miente sobre el gobierno de ese pais w con elecciónes revonocidas por el mundo entero como limpias gano con el 85 % de los votos.Y lo recordé ...Uruguay voto en la onu a favor de las invasiones a Libia y a Siria.
ResponderEliminarDos veces en el caso de Siria. Ahora entiendo por que no hablan con ese gobierno. Y que Mirza no va a ayudar a los sirios.
Mirza trata a los Sirios de la misma manera en que se dirigió a la gente en la calle? Los ningunea de la misma forma? . no escucha ni deja terminar de hablar como hizo con cada uno de los interlocutores en el video?
ResponderEliminarNo se si se sabe pero en siria en ciudades como Tartus se hace vida normal...se trabaja...se va a la playa...hubo algun atentado pero tambien en USA en cines y escuelas. También en Europa. Claro q en Tartus está la base rusa...y muchos refugiados que si son atendidos.
ResponderEliminarNo se si se sabe pero en siria en ciudades como Tartus se hace vida normal...se trabaja...se va a la playa...hubo algun atentado pero tambien en USA en cines y escuelas. También en Europa. Claro q en Tartus está la base rusa...y muchos refugiados que si son atendidos.
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