HEMISFERIO IZQUIERDO
“Hay
que agregar, además, que los pueblos son tornadizos; y que, si es fácil
convencerlos de algo, es difícil mantenerlos fieles a esa convicción,
por lo cual conviene estar preparados de tal manera, que, cuando ya no
crean, se les pueda hacer creer por la fuerza.”
“Limitar
un cambio educacional radical a los márgenes correctivos mezquinos del
capital significa abandonar por completo, conscientemente o no, el
objetivo de una transformación social cualitativa. Del mismo modo, sin
embargo, buscar márgenes de reforma sistémica en la propia estructura
del capital es una contradicción en sí misma.
Por
eso es necesario romper con la lógica del capital si queremos
considerar la posibilidad de crear una alternativa educacional
significativamente diferente.”
István Meszaros, La Educación más allá del capital, XXi Editores, Buenos Aires, 2008.
26 mayo 2018
“El
Príncipe” de Nicola Macchiavello puede considerarse el manual más
preciso del ejercicio del poder, en base a la creación de la fantasía de
un nosotros, como bien apunta Gramsci, desde la modernidad hasta
nuestros días. Esto nos da la posibilidad de utilizarlo como barómetro
de circunstancias políticas, incluyendo lecturas de cabotaje. Las dos
últimas acciones del presidente Vázquez son buenos ejemplos de mala y
buena utilización del mismo. El Príncipe debía utilizar algún chivo
expiatorio depositario del odio del pueblo cuando su acción era tenida
por gravosa para éste. Vázquez parece haber contradicho el manual en el
entredicho con el colono Arrieta, y haberlo corregido pocos días
después, con la cadena nacional de Vilar.
Pero
hay orugos de cabotaje que por su pequeñez pasan inadvertidos. Hace
algunas semanas el diputado Sebastián Sabini (MPP) publicó en el
semanario “Brecha” un artículo a propósito del proyecto de Universidad
Nacional de la Educación (UNED en adelante) al que el progresismo quiere
darle trámite parlamentario este año. La pretensión del articulista es
encontrar antecedentes ‘nacionales’ que avalen esta creación y remite al
1° congreso de Educación Maestro Julio Castro, del año 2006. Recordemos
que esa convocatoria fue realizada por el gobierno y se constituyó en
el acto de mayor participación democrática en el tema ‘Educación’ desde
el retorno de la democracia. La intención inicial era establecer las
bases de una eventual ley de Educación. La pluralidad organizada de
colectivos no partidarios que pronosticaba resoluciones distintas de las
que esperaba el gobierno (se exigió Autonomía y Cogobierno en todos los
estamentos), hizo que por esos días voces como la de los diputados
Mahía, Nora Castro, Arregui, etc., salieran a la prensa a remarcar el
carácter no vinculante de ese congreso. El articulista pretende que ese
congreso es el antecedente de esta UNED que quieren impulsar. En una
cita a pie de página aclara que refiere a resoluciones de congresos de
la educación posteriores. Una de dos: o el articulista erra por
desconocimiento o miente intencionalmente. El congreso Julio Castro
nunca resolvió la creación de una universidad de la educación, e incluso
se votó negativamente la creación de un instituto universitario de
educación. Sus resoluciones fueron desconocidas por el gobierno y el
librillo que editó el Ministerio de Educación y Cultura (MEC) es un
refrito de ideas inconexas que en su mayoría no fueron consideradas. La
ley que se terminó votando es, sin margen de dudas, la peor que conoce
la historia del Uruguay. Ni Sanguinetti se animó a meter al MEC a
educador.
Crear
una herramienta (congreso de la educación) para desconocerla,
denostarla y degradarla, y luego volverla a utilizar cuando sus
resoluciones me simpaticen, no aparece de ningún modo y en ninguna
parte, como consejo para ‘El príncipe’.
Este
extenso anecdotario pretexta el título de esta nota. Hablemos de
Educación desde los últimos 20 y pico de años. Los 90 vieron el
desembarco de la Reforma educativa, encabezada por Germán Rama. Se
introduce legalmente por la vía del proyecto de presupuesto del año
1996. Para Primaria implicó el rediseño de planes, por ejemplo en lengua
desde una perspectiva holística (?). Supuso el aprender a escribir
según cómo hablamos, lo que explica, en parte, la actual agrafía de
miles de jóvenes. En Secundaria aparecieron las áreas que implicaban que
un mismo profesor debía enseñar física, química y biología, por
ejemplo. Es por esos años que, junto a queridos compañeros, emprendimos
la tarea de investigar las bases de esta reforma de la que Germán Rama
se autoproclamaba como el nuevo Varela (mucho antes del affaire María
Julia-Netto).
Vinimos
a desayunarnos de que este proyecto tenía un alcance global y que
poseía casi las mismas características para lugares tan disímiles como
España y Bolivia. A los comienzos de los 90 el Banco Mundial empezó a
preocuparse por estas materias y lanzó una convocatoria en Jomtien.
Reedita esta convocatoria en el año 2000 en Dakar y se establecen sus
bases globales en el llamado ‘Consenso de Washington’. La primera
certeza es que no se trataba de una original propuesta criolla. Las
características más notables de ese proyecto fueron (son):
descentralización (de funciones y costos, no de decisiones),
flexibilidad laboral, curricular y evaluativa, formación básica,
aprendizaje por competencias, desaparición de las materias tradicionales
de conocimiento sustituidas por áreas o en la nueva nomeclatura
trayectos, espacios curriculares, etc; y fundamentalmente cambios en
materia jurídica. Un documento del BID del año 2000 señalaba que las
mayores dificultades para el caso uruguayo era el alto grado de
autonomía de nuestro sistema educativo. La cabecera latinoamericana que
sirvió de puente fue Chile que municipalizó las escuelas secundarias y
privatizó el acceso a la Educación terciaria. La metodología utilizada
abusó de la sociología estadística y la concepción de conocimiento que
la respaldaba daba prioridad a una forma de positivismo instrumental.
Incorporar solo instrumentos (español, inglés, matemática, informática).
El famoso y absurdo ‘aprender a aprender’, como si se pudiera hacer eso
sin aprender primero. Se intentaba desplazar y hacer desaparecer esa
idea de que formarse en la enseñanza nos permitía entender que no nos
bajamos de los árboles hace 5 minutos e instalar el síndrome de la
quinceañera: ‘la fiesta empieza cuando yo llego’. Sujetos sin
conocimiento del patrimonio ilustrado de occidente, ahistóricos,
flexibles y cuasi ágrafos, resultan extremadamente convenientes para la
lógica del mercado.
Esta
matriz reformista estaba íntimamente ligada a cambios en la
organización del trabajo. El taylorismo o fordismo (la fábrica y su
producción en serie) comenzaron a ser reemplazados por una nueva forma:
la gestión participativa. Surge en la empresa Toyota en los 80 y
consistía en un modelo dónde son los propios trabajadores los que
resuelven, en un simulacro de democracia, las metas de la empresa. Esta
nueva forma se apropia no sólo de la fuerza de trabajo sino también de
la mente del operario. Sobre este punto que considero central volveré al
final de esta nota.
¿Cómo
ha continuado este proceso iniciado en los 90 en esta aldea del upite
universal? Desde sus comienzos cuadros relevantes de la izquierda
estuvieron involucrados en ese proceso. El Frente Amplio no logró en
ninguno de sus congresos posteriores retomar las consignas históricas de
Autonomía y Cogobierno, tan caras a esa fuerza en sus momentos
fundacionales. La ley de educación 18437 significó un cachetazo a las
organizaciones populares y a su participación. Desde la aprobación de la
ley en adelante los cuadros del gobierno en Educación han continuado y
profundizado esta misma matriz. Algunos síntomas: evitar la repetición,
un solo ciclo escolar de 4 a 15 años que primariza la formación, o la
consideración de la partición del ciclo escolar de 1° a 3° y de 4° a 6°.
Los nuevos agoreros en la materia (edu21 y otros) que pregonan estas
ideas como novedosas mienten descaradamente. Los documentos del Banco
Interamericano de Desarrollo (BID) de aquellos años los desmienten y
abonan fuertemente la hipótesis del gatopardismo progresista (que todo
cambie para que nada cambie).
El
proyecto UNED promete una reedición del trámite de aprobación de la
Universidad Tecnologíca (UTEC) del pepismo. Esto es, para que la
oposición se los vote y no naufrague como en la legislatura anterior
entregarán como moneda de cambio la Autonomía y el Cogobierno,
reiterando la traición a las propuestas históricas de la izquierda.
Lo
que ha cambiado es la estrategia reformista. Hoy ya no se pretende
impactar al sistema, sino socavarlo desde fuera. El objetivo es la
liquidación de los sistemas formales de educación y su reemplazo por
capacitaciones rápidas provistas por ong’s y fundaciones, la utilización
de estructuras estatales en beneficio privado para crear mano de obra
barata y rápida (la actual utu es quién sufre más gravosamente este
proceso), y la reconversión del nuevo trabajador de la educación que ya
no enseña nada, anima, sirve la copa de leche y ama a sus efebos. La
operativa institucional también se privatiza. En todos los consejos se
montan estructuras paralelas con atribuciones excepcionales y
constituidas por amanuenses bien entrenados en el ejercicio de la
obsecuencia servil. El escenario es simple, educación pobre para pobres,
bien entrenados para ser carne de cañón del mercado, y educación de
buen nivel para quiénes la puedan abonar.
Este
escenario de catástrofe cultural no puede impedir pensar en
posibilidades. Es necesario repensar y explorar la relación
Educación-Trabajo (no mercado) en la proyección que cualquier plan en
educación viable requiere. Qué ciudadanos queremos dentro de 20 o 30
años, abandonado este pragmatismo ciego e idiota que oficia de bombero
allí dónde la cosa arda. Obliga a pensar qué matriz productiva queremos y
qué posibilidades tenemos de retomar la constitución de un sujeto libre
y ampliamente autónomo. Necesita, a fin de cuentas, de un proyecto
político en serio, y de mucha guita! Nada de eso parece mostrar el
proyecto progresista.
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