General del Ejército José Ariel González
>>> Gracias Tabaré Vazquez!
El FA no sólo mantuvo la impunidad y dejó intacto el aparato represivo,
sino que puso al frente del Ejército a un defensor de la dictadura, pro
Bolsonaro. Son incapaces de hacer frente al golpismo porque cogobernaron
con ellos.
Ta seguro, compañero?
>>>El nuevo comandante en jefe integró el Tribunal de Honor que consideró que no había pruebas para culpar a Silveira, Gavazzo y Maurente
Walter Pernas / Fabián Werner / Sudestada
14 marzo 2019
Nuevo jefe del Ejército integró tribunal militar que amparó conducta de represores
Vázquez destituyó a Manini Ríos, pero nombró a José A. González quien también niega que haya pruebas contra Gavazzo y Silveira, condenados por 28 asesinatos
El presidente de la República, Tabaré Vázquez, adoptó una resolución que pareció mostrar firmeza contra la conducta de un jefe del Ejército que desde hace tiempo coquetea con la política partidaria a fuerza de extralimitarse en sus declaraciones para cuestionar al gobierno frenteamplista. También lo ha hecho para marcar su perfil de derecha en defensa de la llamada “familia militar” asociada a la aquiescencia o respaldo de quienes cometieron crímenes de lesa humanidad en tiempos de terrorismo de Estado.
Pero si destituir a Guido Manini Ríos como comandante del Ejército pudo reposicionar al Poder Ejecutivo como autoridad política efectiva sobre las Fuerzas Armadas, sustituirlo con un general que mantiene la filosofía de amparo, salvaguarda administrativa, y en los hechos defensa de graves violadores a los derechos humanos, echa todo por la borda.
De acuerdo a la resolución D/1322 de Presidencia de la República /
Ministerio de Defensa, fechada el 12 de marzo, el Tribunal de Honor que
entendió en el expediente de los militares sobre los que pesa sentencia
de condena firme por 28 casos de homicidio muy especialmente agravado
“consideró
que los hechos por los que fueron condenados por la justicia penal
ordinaria no están lo suficientemente aclarados y no hay elementos que
fundamenten la convicción (de)
que los oficiales faltaron a los códigos de honor, de la Institución Militar, del Cuerpo de Oficiales y de los suyos propios”.
El órgano militar entendió –según el documento– que una de las razones
para no sancionar, por los homicidios, a los sentenciados en la justicia
penal es la
“imposibilidad de reconstruir situaciones que,
según se dice, ocurrieron hace 42 años; que dieron lugar a un trámite
judicial que en su momento juzgara hechos a 30 años de ocurridos”.
El Tribunal de Honor decidió sancionar a Gavazzo y Silveira porque,
como oficiales del Grupo de Artillería Nº 1, dependencia militar
involucrada en la detención en 1973 de Roberto Gomensoro,
“no le comunicaron a la justicia penal ordinaria” que el coronel Juan Carlos Gómez (recluido tres años y medio en esta causa), era
“inocente” de ese asesinato.
Tanto el Tribunal de Apelaciones en lo Penal de 2º turno, como la
Suprema Corte de Justicia (SCJ) consideraron que la prueba para condenar
a estos militares por los 28 homicidios es
“francamente
agobiante en su capacidad incriminatoria compartiéndose íntegramente la
valoración efectuada, tanto por el Ministerio Público al acusar como por
el señor juez al sentenciar”, y subrayaron que la
“participación y responsabilidad… siquiera aparecen empañadas por la menor sombra de dudas”.
El caso fue revisado en todas las instancias de alzada posibles de
acuerdo al Derecho: sentencia de la sede de primera instancia, fallo del
Tribunal Penal, y decisión de la SCJ. Al menos diez magistrados
analizaron el expediente, valoraron la prueba, y en consecuencia
dictaron condena. Pero los militares que integraron el Tribunal del
Ejército –quiénes no tienen la formación jurídica que le permita juzgar
técnicamente la prueba de un expediente penal– se despachan contra la
apreciación de elementos probatorios y los fallos condenatorios del
Poder Judicial.
Ese Tribunal militar está integrado –de acuerdo a la resolución del Ministerio de Defensa que obtuvo
Sudestada– por el ahora comandante en jefe del Ejército, José Ariel González.
Por resolución 71259 de 1 de setiembre de 2017, el Ministerio de Defensa resolvió
“integrar
el Tribunal Especial de Honor para oficiales superiores del Ejército
Nacional, a efectos de entender en el caso correspondiente a los señores
coroneles en situación de retito don Jorge Silveira, don Ernesto Rama(s)
,
don Gilberto Vázquez, don Luis Maurente y teniente coronel en situación
de retiro don José Nino Gavazzo Pereira, con los señores oficiales
generales que a continuación se mencionan: Titulares: generales don
Gustavo Fajardo, don José A. González y don Alfredo Erramún”, señala el documento.
Desde el Ministerio de Defensa se confirmó a
Sudestada
que, efectivamente, el nuevo comandante en jefe del Ejército, actuó en
el Tribunal de Honor, así como el nuevo jefe del Estado Mayor, Alfredo
Erramún (quien apenas fue designado por el Poder Ejecutivo reveló su
intención de
promover una amnistía al estilo sudafricano para los represores uruguayos).
El Poder Ejecutivo / Ministerio de Defensa tiene, naturalmente, la
potestad de cesar en la función a quienes cometan errores inexcusables
en la aplicación del Derecho, de las leyes que regulan los
procedimientos sancionatorios para los militares.
No se trata de una simple mirada diversa sobre un asunto, sino que a
todas luces se esgrimen las omisiones –más por intención deliberada que
por negligencia o ineptitud– en la aplicación de las reglas de la sana
crítica, por las cuales si bien existe cierto margen de variabilidad en
la apreciación de una prueba, la valoración no puede ser manifiestamente
equivocada, arbitraria, absurda o irracional.
Resulta anacrónico que a 34 años del final de la dictadura, el poder
político permita que los tribunales militares tomen decisiones por
“libre convicción”, yendo contra un cúmulo innegable de pruebas
incriminatorias.
Es un hecho que en estas tres décadas el Frente Amplio no ha logrado
modificar la filosofía reinante en las Fuerzas Armadas, que se opone
abiertamente a que se haga justicia y se sancione al personal superior y
subalterno de las tres armas que cometieron graves violaciones a los
derechos humanos bajo Terrorismo de Estado.
Posturas como las de este Tribunal de honor integrado por el actual
comandante en jefe del Ejército, no solo dañan la imagen institucional
de las Fuerzas Armadas –las que luego reclaman mayor empatía con la
sociedad– y del Ministerio de Defensa (de todo el gobierno), sino que
muestran sin ambages que los nuevos jerarcas militares –aunque no hayan
actuado, por razones de edad, durante la dictadura– están dispuestos a
perpetuar la negación de la barbarie, de la ignominia que representan
los responsables de las torturas, asesinatos, desapariciones forzadas.
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jueves, 14 de marzo de 2019
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