miércoles, 25 de septiembre de 2019

Los males de UPM




Nos dicen del trabajo, de la superación, de la educación y cosas que no son verdades. Es fácil ir al BPS y ver la cantidad de trabajadores de UPM; hoy son 220. Allí no se miente. Hay trabajo, pero no es el que nos dijeron a nosotros. Tenemos el 50 % de la flota de camiones en forma inactiva.
Hay coincidencia plena de los participantes que allí, en torno a las plantas pasteras, no hay monitoreo atmosférico ni la prevalencia al cáncer. Tampoco se habla de Kemyra y los riesgos del traslado de dióxido de cloro. ¿En qué campos se tiran los barros residuales de las volquetas de UPM?, se preguntaron, pero no obtuvieron respuestas.
El movimiento “Patancha en la tierra” entiende que en Fray Bentos la explotación sexual aumentó de forma exponencial, que detrás de las grandes obras como UPM llega la prostitución, que para los menores en Uruguay es delito. “En Fray Bentos tuvieron que armar una Mesa para ver cómo trabajar y denunciar los casos de explotación sexual. Llegaron a haber reuniones de las trabajadoras sexuales (adultas legales) para que los mismos vecinos dejaran de ofrecer menores en la planta de celulosa de UPM.”
Los testimonios datan del 15 de setiembre y corresponden a la licenciada en trabajo social Lourdes Díaz.


en la voz de aquellos que los sufren


Sexo, malos políticos, contaminación, sequía, poco trabajo...

Vecinos del departamento de río Negro, habitantes de la ciudad de Fray Bentos, chacreros del departamento de Soriano. Todos tienen algo que decir, y muchos de estos testimonios convergen en detrimento de UPM, la multinacional finlandesa que busca nuevas tierras y nuevos ríos en el centro del país.
Dino Capelli | 24 septiembre 2019

Washington Lockhart, chacrero de Soriano.


Desde el campo

Washington Lockhart, presidente de la Sociedad de Fomento Rural de Cerro Alegre, en el departamento de Soriano.

“Fui productor agropecuario a 15 km de Mercedes y debo decir como antecedente que yo vine en el 74 al campo. Mis vecinos de la zona eran todos uruguayos, bastante poblado estaba. Con el tiempo empezamos a ver cómo compraban los campos por parte de firmas potentes extranjeras. En el año 90 se comenzó a plantar eucaliptus. En el 95 comenzó el tema concreto que movilizó a los vecinos, pues padecimos la falta de agua debido a la extracción por el monocultivo”, narra.

Lo dijo el 15 de setiembre en la playa Ubici, en las costas del río Uruguay, en el marco del encuentro “De todas partes vienen”.

Desde el Fogón de Patancha en la Tierra, en el departamento de Río Negro, agregó: “Eso generó un movimiento de los vecinos chacreros, donde se tomó conciencia de la falta de agua. Hablamos el tema, qué estaba pasando y vimos que se generaba un gran paquete de medidas. Empezó con la caza de liebres antes de plantar, pues son enemigas de los eucaliptus. Luego vino la ley forestal, la de zonas francas, todo a pedido de esta gran multinacional. Hoy, con mucha claridad, se ven los resultados de todo eso. Desde el punto de vista de los chacreros, nos opusimos totalmente porque veíamos la tremenda despoblación del campo que generan los monocultivos de eucaliptus”.

Y Lockhart aporta cifras que dan cuenta del fenómeno. Cuántos trabajadores por aquí, cuántos por allá. “Podemos decir que la mano de obra, referido cada 1000 hectáreas, es elocuente. El rubro lechería da trabajo a 22 personas; la estancia tradicional ocupaba 5 personas cada 1000 hectáreas. El rubro ovino bastante más por su trabajo, 18 a 20 personas. Y vemos con desazón que los monocultivos de eucaliptus dan 1,5 personas cada 1000 hectáreas. Cada cosechadora hace el trabajo de 95 personas en la forma de trabajar”, contó a sus conciudadanos.

A 15 kilómetros de Mercedes se secaron los pozos de agua con la forestación masiva de eucalyptus desde la década de los 90, subrayó el trabajador.

A su lado está María Forte, del Colectivo Ecofeminista de Fray Bentos. Ella dice: “No han nacido niños de dos cabezas, pero esta tierra ha parido políticos sin cabezas. Nos hicieron comprender que esto era lo bueno”.



Desde el trabajo

El fraybentino Carlos Echevarría, extrabajador de Botnia y Montes del Plata, también se sumó al encuentro nacional en la playa del litoral. Desde su posición tenía mucho para aportar, y lo dijo.

“Para los que vivimos acá lo primero que atañe todo esto es la necesidad de trabajo. Estas empresas vienen a estos lugares, donde hay pobreza y falta educación y donde faltan los alimentos. Y no tenemos sustento, y todos queremos trabajar por nuestra familia. Es lógico, en el 2001 y 2002, cuando empieza esto, de alguna manera estábamos en contra pero manda la panza. Nos llevó a que estuviéramos insertados en la preparación de Botnia. Era el encargado de la JUNAE (Junta Nacional de Empleo) en la preparación de la gente, y así todos tener un trabajo dentro o fuera de la planta. Tratamos en lo posible de trabajar con el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS), con la parte empresarial que era la Intendencia de Río Negro y los centros comerciales, y el PIT-CNT a nivel departamental. Hicimos la capacitación de la gente y llegamos primeramente a defender muchas veces esto, porque no conocíamos la situación y no teníamos experiencia”, comenzó diciendo.

En su relato, que sigue un orden cronológico con el desarrollo de los hechos en el litoral uruguayo, agrega: “Nos hablaban de los beneficios que íbamos a tener con los años. Si bien hubo mucha gente que de alguna manera tuvo la oportunidad de mejorar algo, de comprarse un cachilo o una bicicleta, mucha otra gente no lo hizo. Me tocó la segunda instancia, para la segunda planta, donde fui operario. Nos dicen del trabajo, de la superación, de la educación y cosas que no son verdades. Es fácil ir al BPS y ver la cantidad de trabajadores de UPM; hoy son 220. Allí no se miente. Hay trabajo, pero no es el que nos dijeron a nosotros.

Tenemos el 50 % de la flota de camiones en forma inactiva. Mucha gente como parte de empresa logra tener su camión, pero no está trabajando y a veces no pueden pagar sus impuestos”.



El sexo que llama

Estos testimonios y muchos otros se volcaron en la jornada de intercambio de los vecinos de Fray Bentos y colectivos de todo el Uruguay, con la participación de los vecinos Julio Rivero, Javier Pretto, Mario Bermúdez y Hugo Domato de Gualeguaychú, que compartieron los más de 15 años de lucha de las 2 orillas contra las pasteras.

Hay coincidencia plena de los participantes que allí, en torno a las plantas pasteras, no hay monitoreo atmosférico ni la prevalencia al cáncer. Tampoco se habla de Kemyra y los riesgos del traslado de dióxido de cloro. ¿En qué campos se tiran los barros residuales de las volquetas de UPM?, se preguntaron, pero no obtuvieron respuestas.

El movimiento “Patancha en la tierra” entiende que en Fray Bentos la explotación sexual aumentó de forma exponencial, que detrás de las grandes obras como UPM llega la prostitución, que para los menores en Uruguay es delito. “En Fray Bentos tuvieron que armar una Mesa para ver cómo trabajar y denunciar los casos de explotación sexual. Llegaron a haber reuniones de las trabajadoras sexuales (adultas legales) para que los mismos vecinos dejaran de ofrecer menores en la planta de celulosa de UPM.”

Los testimonios datan del 15 de setiembre y corresponden a la licenciada en trabajo social Lourdes Díaz.



Por el ambiente

Desde la ciudad argentina de Gualeguaychú también se escucharon reclamos y narraciones, todas vinculadas a la lucha que por años han mantenido sus colectivos frente a la instalación de las plantas en ríos de Uruguay.

“Cuando grupos ambientales de Fray Bentos fueron a Gualeguaychú, en los años 2001 y 2002, fueron los primeros conocimientos que tomamos de la llegada de las compañías. Desde ahí nos empezamos a preocupar por la problemática ambiental de este tipo de industria, no por la industria en sí, que es altamente contaminante y es considerada dentro de las 5 más contaminantes del mundo, sino por la escala y magnitud que tiene. Este tipo de plantas están fuera de escala. En ningún lugar donde UPM tiene instaladas plantas, son así. Son plantas que a lo sumo producen cierta cantidad. La de Fray Bentos está en 1.200.000, ha sido ampliada su gestión en la época de Mujica. Cuando se habla de fuera de escala, son megaplantas”.

Entonces piensan en los que vienen y en las plantas que vendrán.

“Hay que tener en cuenta que al río Negro llegará una del doble de producción, siendo un río más pequeño que el Uruguay. Se nos ha dicho que en Argentina hay plantas, y es cierto, pero la producción de celulosa en el vecino país es de entre 700 y 900 mil toneladas anuales en un país tremendamente grande. Por tanto, hay solamente una industria de estas que produce entre 200 y 300 mil toneladas; las demás no producen más de 100 mil toneladas. Estas de Uruguay producen 1.300.000 toneladas por año de pasta de celulosa, que implica muchos insumos químicos para operar y la cantidad de efluentes que tiran”, concluye.
 



Las preguntas que duelen

¿Cuánta gente mejoró su calidad de vida con la instalación de UPM1 en Fray Bentos?
¿Cuántas familias alquilaron sus casas y se fueron a vivir hacinados para hacer un peso?
¿Cuántos campamentos de venta de sexo y droga involucraron a los trabajadores del viejo mundo?
¿Cuántos pequeños productores vieron sus pozos de agua secarse en Cerro Alegre?
¿Cuándo va a empezar UPM1 a tratar las aguas del saneamiento de Fray Bentos?
¿Cuánto pescado y pescadores artesanales han desaparecido?
¿Qué pasó con los trabajadores quemados vivos en la planta que no fueron reconocidos por la empresa?

Estas preguntas tuvieron respuestas desde los testimonios aportados el 15 de setiembre, en el campamento colectivo de hombres y mujeres de Fray Bentos. El título del mitín fue “Desde Paso de los Toros preguntan, Fray Bentos ¿qué pasó después de Botnia?”.








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