Al mediodía una delegación se hizo presente en el Memorial del Cerro para rendir un pequeño y sencillo homenaje a tod@s los Detenidos Desaparecidos. En el lugar se hizo un minuto de silencio en recordación de todos ellos y se procedió a entonar las estrofas del Himno Nacional.
Vtv fue el único medio de comunicación que se hizo presente y difundió la actividad con una entrevista al Presidente de Crysol, cro. Baldemar Taroco.
Cuando estaba todo pronto para comenzar la celebración en homenaje a las hijas e hijos de los ex presos políticos en el Complejo Deportivo de Sutel y comenzaban a llegar los primeros asistentes, el fuerte temporal de lluvia y viento que se desató sobre Montevideo llevó a que se tomara la decisión de suspender la realización del mismo.
No obstante esto, las compañeras y los compañeros siguieron llegando en buen número al igual que algunos de los participantes en el Festival artístico y musical. De manera que el acto "suspendido" se llevó a cabo de manera informal alterando la programación y modificando la escenografía
y la ubicación del escenario debido al viento imperante.
Baldemar Taroco, Presidente de Crysol, dando lectura al mensaje de saludo.
Buenas noches para todas y todos.
Queridos familiares, amigos, compañeras y compañeros, queridas hijas, queridos hijos
Hoy conmemoramos un nuevo aniversario del día en que todos los presos y presas políticas de la última dictadura cívico-militar quedaron en libertad y desde lo más profundo de nuestro compromiso lo dedicamos a todos ustedes, nuestras hijas e hijos.
Nuestros niños, los de este Uruguay, han tenido que vivir tortura, malos tratos, separaciones, perdida de sus padres y seres queridos y no por una razón natural de la vida, sino porque a otros hombres y mujeres de este mismo país les ganó la ambición de poder y riqueza.
Ellos hicieron con nuestros hijos las cosas más graves, les robaron su sonrisa.
Nuestros niños tenían días de gestación, días de nacidos, pocos meses, pocos años y otros ya eran grandes. Y todos nuestros niños tuvieron que aprender a mentir, tuvieron que ocultar la verdad de que sus padres estaban presos, clandestinos, en el exilio o que habían sido asesinados por agentes del gobierno.
Porque decir la verdad en ese momento era de vida o muerte.
Los hijos más grandes tuvieron que salir a trabajar temprano para ayudar a la familia y no solo para la diaria sino también para contribuir a resolver aquellas necesidades del familiar preso.
Nuestros hijos no tuvieron carnaval compartido con sus padres, no tuvieron cumpleaños con sus padres, no tuvieron vacaciones con sus padres, no tuvieron la firma de sus padres en el carné de notas escolares.
También hubo niños y niñas que no tuvieron a sus hermanos junto a ellos ni a sus abuelos ni a sus tíos...
Muchos de esos niños, hoy adultos, a pesar del amor con que sus padres los gestaron, a pesar del amor de sus padres, también estuvieron presos. Conocieron la tortura en el vientre materno, los plantones, las requisas, la mala alimentación, la falta de sol, la angustia y el sufrimiento.
Nuestros hijos, los hijos de nuestros compañeros detenidos desaparecidos, queridos hijos, seguimos buscándolos, como seguimos reclamando la anulación de la ley inmoral, esta ley que mantiene a la gran mayoría de nuestros violadores en libertad, sin ser enjuiciados y a todos cobrando suculentas jubilaciones y pensiones, enriqueciéndose a costa del pueblo, a costa del dolor y la tristeza de nuestros hijos y aún hoy, 24 años después de renacer la democracia, seguimos sin saber la verdad, ¿dónde están?, y seguimos sin poder enjuiciarlos en este, un estado de derecho.
Son nuestros niños a los que les robaron su identidad, sus raíces, su historia.
Nuestros niños que hoy descubren que su nombre no es su nombre, que sus padres no son sus padres, que su historia no está contada.
Y las víctimas están ahí, y el derecho está ahí, ¿qué les impide verlo a los que tienen la posibilidad de subsanar dicha situación?
Nuestros niños que vivieron el asesinato de sus padres, que quedaron esperando aunque se hayan vuelto adultos y algunos ya sean padres hoy en día.
Nuestros niños que tuvieron que irse a un lejano país, a hablar un idioma distinto, dejando su barrio, su familia, sus amigos, sin saber si algún día regresarían y no regresando algunos porque desarrollaron sus proyectos de vida en otras tierras.
Niños que seguimos empecinadamente trayendo al mundo y, pequeños o adolescentes, viven a 24 años de democracia, el estigma de ser hijos de ex presas y ex presos políticos. Cargan la falta de dignificación por ser hijos e hijas de luchadores sociales y políticos que buscaban construir una sociedad más justa y solidaria.
Nadie ni nada puede justificar esa ola de locura represiva de tortura y muerte.
Nadie puede decir, en este país, que cumplieron con su deber porque en Uruguay no hay pena de muerte y mataron, porque secuestraron y trasladaron de un país a otro a nuestros compañeros y luego de torturarlos sin fin, los asesinaron fríamente. Hombres, mujeres y niños.
Los militares no pueden hablar de honor hasta que no lo laven y no pueden hablar de valores hasta que no lo restablezcan.
Porque no fue un acto de honor matar a María Claudia García de Gelman, a los 19 años, para robarle a su hija y entregarla en adopción a un Comisario. Porque no fue un acto de honor trasladar a Victoria y Anatole Julién a Chile para abandonarlos en una plaza pública.
Porque tampoco fue un acto de honor traer a los compañeros secuestrados en Argentina, matarlos y desaparecerlos, enterrar sus cuerpos, desenterrarlos y no permitir que sus familiares les dieran una sepultura digna.
Todo ese daño aún no ha sido reparado y niños, jóvenes y adultos, deben cargar con esto.
A estos nuestros niños y niñas de siempre, muchos ya con hijos, otros adolescentes y jóvenes aún, a ellos y ellas homenajeamos hoy, aquí y por todo el resto de nuestras vidas, por todo los que nos han dado y nos darán. Pues a costa de lo que casi toda la sociedad vivió, nuestros niños y niñas nos dieron vida, su sonrisa nos sostuvo, su vocecita nos acarició el corazón, su presencia nos dio fuerzas para redoblar esfuerzos y encontrar siempre la manera de seguir luchando.
Cuando dicen que todo esto se solucionará cuando muera nuestra generación, se olvidan de ellos, de nuestras niñas y niños. Ellos están ahí, son presente, mujeres y hombres protagonistas, portadores de memoria y como toda generación, también voceros, trasmisores de las historias que juntos construimos, de la memoria colectiva que siempre, siempre, sobrevive a todo intento de aniquilamiento.
La Justicia, la Memoria, la Verdad y con ella la reparación y la anulación de la ley de caducidad son derechos de la ciudadanía que no deben postergarse más. La restitución, la rehabilitación, la indemnización, la satisfacción y las garantías de no repetición son premisas básicas para que la educación en derechos humanos se haga carne en la ciudadanía y deje de ser bonita letra adornando programas educativos.
Cuando el Estado reconozca públicamente su total responsabilidad y pida disculpas por las gravísimas violaciones a los derechos humanos de la inmensa mayoría de la población; cuando el estado reconozca todos los derechos que tienen todas sus víctimas; cuando el estado repare, integralmente, a todos ellos, recién entonces tendremos la tranquilidad de una Democracia bien parida.
Nos hablan de victimización, lo que queremos es dignificación y justicia.
Nos hablan de los demonios, ¿hasta cuándo vamos a aceptar las mentiras?
Nos hablan de temor, ¿qué más tenemos para perder?
Nos hablan de pobreza, y la sufrimos durante décadas.
Con cada agresión-incomprensión de parte de nuestros parlamentarios, de parte de los medios, las heridas que persisten reviven y todas y todos somos revictimizados. ¿En aras de qué?, ¿hacia donde nos quieren conducir?
Somos totalmente conscientes de que en estos cuatro años de gobierno muchas cosas se lograron y las festejamos y las gozamos porque para eso hemos luchado y seguimos luchando. Pero también somos concientes de que aún hay mucho por resolver y entonces lo planteamos, lo difundimos y seguimos luchando para lograrlo.
Sí, al trabajo, al estudio, a la vivienda, a la salud, a las oportunidades para todos, pero la reparación de las heridas del pasado y el hacernos cargo de las secuelas del terrorismo de estado no pueden ni curarse con una curita ni guardarlas para que sean materia de investigación arqueológica.
Toda la ciudadanía aspira a ser parte de una sociedad sana en la cual los niños y niñas puedan crecer en libertad con todas sus necesidades básicas resueltas, con un horizonte de desarrollo sin límites. Una sociedad donde nuestros niños y niñas se duerman cada día con una sonrisa de satisfacción por lo vivido.
Debe aprobarse una ley de Reparación Integral que abarque a todas las víctimas del Terrorismo de Estado, a todos los universos de víctimas incluidos en el proyecto de ley de Crysol y cumplir con la Resolución 60/147 para que haya una auténtica ley de Reparación Integral. Para Crysol un proyecto que no contemple a todo el universo de víctimas no es una reparación integral.
Y obviamente debe anularse la Ley de caducidad para que haya justicia.
Para finalizar, compañeras y compañeros, como dijo una maestra uruguaya:
“No hay nada más triste que un niño triste, si un niño deja de jugar, este ajetreado planeta pierde sentido. Entonces paremos la máquina y el reloj. Un niño perdió su sonrisa y hay que salir a buscarla. Créanme, a una sonrisa perdida, la encontramos solamente entre todos”.
Nosotros decimos: a nuestros hijos, hoy jóvenes y adultos, debemos, entre todos, ayudarlos a encontrar esa sonrisa perdida.
POR VERDAD, JUSTICIA Y MEMORIA
POR REPARACION INTEGRAL PARA TODAS LAS VICTIMAS
POR LA ANULACIÓN DE LA LEY DE CADUCIDAD
NUNCA MÁS TERRORISMO DE ESTADO
POR REPARACION INTEGRAL PARA TODAS LAS VICTIMAS
POR LA ANULACIÓN DE LA LEY DE CADUCIDAD
NUNCA MÁS TERRORISMO DE ESTADO
Andrés Gilmet, integrante del grupo de hij@s de ex presos políticos Memoria en Libertad dando lectura a un mensaje de saludo a la actividad.
Somos aquellos gurises que pasaron noches memorizando noticias para que, luego de los susurros de la visita, se convirtieran en diarios escritos en hojillas de tabaco.
Somos aquellos gurises que no lloramos, no porque no sintiéramos ganas, sino para no demostrar debilidad, que sosteníamos la mirada aunque fuera prohibido, que soportamos las revisaciones, los allanamientos y las ratoneras.
Somos a los que nos robaron los juguetes, las fotos, los cuadernos, pero no la memoria.
Somos los que rayábamos el jabón y el dulce, que aprendimos a mentir, que fuimos clandestinos.
Somos los que faltábamos a la escuela para poder jugar un rato, hablar un poco, sentir un poco, y conocer más.
Somos los que recorrimos cuarteles y cárceles de las manos de nuestras madres y abuelas, que nacimos en cuarteles, que nuestro patio de juego siempre estuvo cercado, que lloramos a nuestros padres y no tenemos donde dejarles una flor, que conocimos mariposas y caracoles multicolores luchando para salir de paredes grises.
Somos los que recorrimos el mundo, que sin despedidas dejamos todo, que llevamos lo que pudimos, que vivimos la distancia, eternamente condenados a vagar, a estar lejos de los afectos, de los juegos, del Prado y la rambla, de la visita.
Somos a los que el llanto ha tardado más de treinta años en salir, somos los que nos buscamos en el abrazo, que escuchamos, que conocemos.
Somos los que tuvimos que esperar el amanecer para conocer los caballos, hablar a la sombra de un árbol, compartir un mate y abrazar sin miedo.
Somos los que hoy seguimos de pie, sosteniendo la mirada, llorando, hablando, abrazando, sintiendo, dispuestos a que nunca más las mariposas y caracoles queden atrapados en paredes grises.
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