Con la tristeza de quien vio pelear a un hombre por una sociedad nueva, convertido hoy en el mayor títere del capital, salimos para la Avenida 18 de Julio.
Íbamos mi compañera y yo, con los gurices, recordando en el ómnibus la dignidad con la que resistió tantos años de cárcel y maltrato. Maltrato de los que son hoy sus subordinados. Mujica ya es el jefe de las Fuerzas Armadas.
El responsable máximo de reprimir cualquier intento revolucionario, cualquier acto de reparto de mercancías expropiadas, cualquier huelga salvaje, cualquier piquete prolongado, cualquier resistencia vecinal contra la suba de precios o los abusos policiales, cualquier acto subversivo ante el tedio y la explotación.
Con la misma tristeza compramos dos banderas del Frente, en la chiquita estaban las iniciales: "FA", fue en la que mi compañera pintó: "Arriba el capital". En la otra escribimos "Viva el capitalismo". Era una forma de dejar claro qué era el Frente Amplio y el presidente del Uruguay.
Deambulamos por 18 de Julio unas ocho cuadras, hasta dos de la Plaza Independencia. Con la mirada al horizonte, como si ingenuamente siguiéramos al pie de la letra el discurso de Mujica en el Hotel Conrad de Punta del Este.
"Estos están confundidos" fue lo primero que escuchamos. Sorpresa, tremenda sorpresa, fue la cara del que acompañaba a Gargano. El ex ministro se limitó a sonreír. "Tampoco tanto" suspiró una mujer al vernos pasar. Otros nos miraron con caras incrédulas, decepcionados por comprobar que, efectivamente, en el Frente, en el nuevo Uruguay, caben todos, capitalistas, bichicomes, empresarios, pobres, fascistas, luchadores, torturadores...
Para algunos éramos el ala derecha del Frente, para otros, la izquierda crítica con la que tampoco nos identificarnos.
Hubo quién nos paró y trató de convencer de lo malo que era el capitalismo, la mentalidad del máximo beneficio individual, sin comprender que los que lo estaban defendiendo, con ese festejo lleno de botones, eran ellos mismos.
Los que más se acercaron fueron chiquilines que no podían entender porqué asociábamos a Mujica con el capital.
También había gente que se enojaba con nosotros, "los rompehuevos de siempre" "ché les digo en una buena, porque yo comparto con ustedes lo que dicen, pero no les parece que esto es una provocación", "el proyecto revolucionario de los setenta fracasó, hoy toca hacer política dentro del sistema", "evitemos líos, miren que se los digo en una buena, soy bolche y los entiendo", " estos se están ganando una piña", "hoy es un día para festejar".
Pero nosotros pensamos que no hay día en el que sea malo reflexionar, recordar, sincerarse con uno mismo y los demás.
Por suerte hubo, y de eso se trataba también, los que levantaban el pulgar como aprobación, los que se pasaban y decían bajito -como en aquellos tiempos grises--"yo también opino lo mismo" o los que se arrimaban a dar el apoyo abiertamente, los que traían a sus hijos adolescentes para que hablaran con alguien que no había claudicado, que aún veía la necesidad de un cambio revolucionario de la sociedad.
Pero seamos claros, la mayoría nos miró como a quien le duele el culo y descubre a una almorrana. Un grano molesto que avisa que algo se pudre por dentro. La putrefacción de un frente amplio y parlamentario que cada vez huele más ha podrido.
Cuando delante del Mac Donalds algunos paseantes se detuvieron a fotografiar las banderas frenteamplistas, con el lema "Viva el capitalismo", se formaron corros de discusión. En uno, que había banderas del MPP, algunos desaprobaban nuestra acción, otros eran conscientes que su formación política había ido demasiado lejos en el pacto social.
Concedimos dos entrevistas a periodistas de medios alternativos, uno argentino en el que le explicamos, sinceramente, el porqué de esa acción, y otro de Brasil, en el que, irónicamente, nos limitamos a decir:
"Somos inversores, de momento solo pequeños inversores, que venimos a festejar la asunción del nuevo presidente. Empresarios que nos quedamos a las puertas del Conrad pero que hoy venimos a darle nuestro apoyo. Sabemos que él nos apoyará en el crecimiento de nuestra empresa, asegurando la paz social y dejando que explotemos a nuestros empleados tranquilamente. ¡Viva el Pepe, viva la Domesticación (perdón educación), viva las limosnas! ¡Viva el Capital!".
Dos son multitud
RUDI
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“En el ejército, mucho no nos quieren”
El histórico Julio Marenales, un virtual ministro.
eguido@miradasalsur.com
Julio Marenales sólo renunció a su oficio de carpintero a los 81 años. En materia política, se mantiene incólume como los muebles que supo forjar. Ex fundador del MLN Tupamaros y dirigente activo del Movimiento de Participación Popular (MPP) –la corriente interna del Frente Amplio que responde a José Mujica–, Marenales sigue creyendo en “la liberación nacional y el socialismo” aunque, advierte, que “como el gobierno está a una enorme distancia del poder”, él y la vieja guardia tupamara que sigue en pie todavía no tomaron el “Palacio de Invierno” con Mujica presidente.
–¿Qué cambia en el Uruguay y en el Frente Amplio con Mujica presidente?
–Muy poco. Puede haber un acento más progresista en la marcha del gobierno pero el sector que responde a Mujica sigue siendo minoría hacia el interior del Frente. Por lo tanto, el Movimiento de Participación Popular (MPP) y sus aliados, como el Partido Comunista, no pueden imponer, todavía, un cambio de rumbo estratégico.
–Pero el MPP, aparte de poner al presidente, fue el lema más votado del gobierno. A pesar de eso, ¿siguen teniendo menores cuotas de poder dentro del Poder Ejecutivo?
–Bueno, somos la minoría mayor si se quiere pero el otro sector –Partido Socialista, Asamblea Uruguay– conserva mayor peso en la estructura partidaria y controlan los congresos del Frente porque, en última instancia, representan a los sectores de clases medias que son el bloque social que más votos aporta. Pero, como dijo el Pepe Mujica, vamos a empujar para que las cosas cambien un poquito más.
–¿Y la conformación del gabinete?
–En el gabinete somos minoría total. Apenas contamos con los ministerios de Vivienda y Relaciones Exteriores más el superministerio de Coordinación que va a manejar Eduardo Bonomi.
–¿Cómo lee que buena parte de la vieja guardia tupamara haya llegado a la cima del Estado? ¿A qué distancia está el gobierno del poder?
–El gobierno está a una enorme distancia del poder. Quizá podamos administrar algunas cuotitas de un país subdesarrollado dependiente como el nuestro. Pero los medios de producción no nos pertenecen y estructuras como el ejército no nos quieren mucho, sobre todo los generales. Aunque los militares no se van a levantar porque este país comienza a levantar; no son tan torpes como para insubordinarse. Volviendo a su pregunta, muchos ex tupamaros apostamos, ahora, a este frente progresista pero sabemos que no vamos a cambiar el sistema con esta herramienta política aunque trabajemos, mientras tanto, para neutralizar lo más negativo del capitalismo para nuestra sociedad.
–¿Cuál fue la mayor continuidad y el mayor cambio que le dio el Frente Amplio al Uruguay?
–A ver... el mayor cambio fue instrumentar políticas sociales importantes como la profundización de la educación pública. Pero, claro, nunca se tocaron los grandes intereses. En Uruguay, como Brasil, los pobres agrandaron el bolsillo pero los ricos también y la brecha entre ambos se ensanchó.
–¿Cómo es el vínculo entre la juventud y la estructura partidaria del Frente Amplio?
–Hay un fenómeno que es el retaceo de los jóvenes hacia la militancia. La militancia consuetudinaria de los setenta se acabó y el Frente Amplio sufre las consecuencias: vas a los comités de base y está repleto de viejos. En el MPP, ahora, estamos organizando un congreso juvenil nacional a mediados de marzo para intentar revertir la tendencia. Lo que pasa es que hay muchos veteranos anquilosados en sus asientos y eso espanta a los jóvenes.
–¿Cuál es el legado más hondo que dejó la vieja guardia tupamara en el Frente Amplio?
–El valor de la ética en la política y, en eso, el Pepe es un adalid, sin discusión.
–¿Se debe renovar la relación entre el Frente Amplio partido político y el gobierno nacional?
–Y sí, bastante. Tabaré Vásquez prescindió de la fuerza política. Con Mujica eso no va a pasar y también se va a mejorar el diálogo entre el Ejecutivo y el Congreso. Esas cosas sí que van a cambiar, y mucho.
Mujica, forzado a lograr pactos con el heterogéneo bloque oficialista
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ENTREVISTA LUCIA TOPOLANSKI
La senadora Lucía Topolansky será mañana la encargada de tomarle el juramento al nuevo presidente de los uruguayos, José Pepe Mujica, quien además es su marido. A pocas horas de tan trascendente momento, esta ex guerrillera tupamara conversó con Clarín en la sede del MPP, sector del Frente Amplio del que también es miembro Mujica y por el que resultó ser la senadora más votada.
La charla se desarrolló en una sala austera en el primer piso del edificio del centro de Montevideo. Allí, sin gesticular mucho, con su tono suave pero firme, ojos marrones expresivos, por momentos, y más apagados en otros, se entusiasmó al hablar sobre el plan de vivienda y al relatar algunas cuestiones de la vida cotidiana de la pareja.
¿Cómo está viviendo estas jornadas previas al cambio de mando?
Estos son días con una fuerte carga emotiva y de símbolos. Son, por otro lado, el premio a una lucha porque bregamos varios años para poner a Pepe como presidente, lo que genera algo fundamental que es el compromiso de no fallarle a la gente. Pero tengo a veces sentimientos contradictorios .
¿Por qué?
Porque también uno tiene que convivir con el hecho de que cuando se está armando un nuevo gobierno las presiones son brutales. En varios momentos uno anda en la cuerda floja. Todo el mundo pide lugares. Y armar un gobierno con equilibrio no es sencillo. Se enoja el que se le dio un cargo porque pensaba que estaba para algo más, también se enoja el que no recibió ninguno.
Como senadora y esposa del presidente, ¿qué papel juega o cree que va a jugar? ¿Hay algo que le preocupe mayormente en ese doble rol?
Sí. Voy tener que cuidar que no se me vea como la vía corta al presidente. No va a ser sencillo, pero esa puerta la voy a cerrar.
En estos días, ¿encuentran con Pepe espacios de tranquilidad?
Sí, tenemos esos resquicios. Nos levantamos muy temprano y, luego de tomar mate, salimos a caminar. Hace años tenemos esa rutina, pero ahora se nos ha complicado, porque en el trayecto, de repente, nos estaban parando muchas personas, gente que va a trabajar. Por eso Pepe habló con los vecinos y desde hace un tiempito tenemos un nuevo circuito por dentro de las chacras, en el que nadie nos ve.
A la hora de la cena, ¿cocina?
Por supuesto, yo siempre cocino. Nelly Goitiño, famosa actriz uruguaya, decía que en los olores de las ollas nace la cultura. Y creo que eso es así. Por eso cuando se pierde cultura caemos en la comida chatarra. A mí el cocinar, o el dedicarme a otras tareas del hogar, me sirven no solo para relajarme sino también para pensar.
¿Y Pepe la ayuda en esas tareas?
¡Cómo no! Ayer por ejemplo tuve que viajar al interior y cuando llegué a casa, bien entrada la noche, me encontré con dos cosas muy buenas: Pepe me había dejado preparados unos ravioles con salsa y había lavado los platos.
La apertura que su marido viene mostrando hacia el empresariado y la inversión extranjera, ¿no le está trayendo dificultades con la izquierda más radical?
Nosotros provenimos de una organización que fue el MLN-Tupamaros, cuya figura más importante fue Raúl Sendic, quien tenía amigos de todos los pelos políticos. Siendo clandestino, se reunía con blancos, colorados, curas, con el que viniera. No era un hombre de grandes discursos, era un hombre de fogón chico. Hasta estando en las cárceles, también conversamos con distintos actores, buscando una fórmula de salida para la dictadura.
Lo que quiere remarcar es que esta característica no es nueva por lo que nadie debe sorprenderse.
Exactamente. Nosotros somos de la idea de que hay que conversar, inclusive con los sectores con los que uno está más distante. Porque si vamos y les ladramos es cuando nacen las situaciones conflictivas.
Usted es una de las principales impulsoras del plan de vivienda, bandera del próximo gobierno. Cuéntenos sobre él.
Es un plan de integración, porque la vivienda será el pretexto para eliminar la marginación. Habrá una unidad ejecutora que será multidisciplinaria. Es que si yo tengo que incorporar un asentamiento a la trama urbana voy a precisar a Educación, porque no voy a poder formalizar un barrio, si no hay en él una escuela; algo similar pasará con la salud. Precisaremos de Defensa, para que nos provea soldados para la construcción de las casas, y también de Desarrollo Social, porque es muy importante acompañar a cada familia en la peripecia de aprender a vivir en una casa formal.
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