Fue desaparecido por la dictadura. Se inventó que había viajado en avión a Buenos Aires. Se pidió su búsqueda a Interpool. La mentira se mantuvo en democracia. El caso quedó en contienda de competencias y luego fue amparado en la ley de caducidad. Ramela le dijo a la familia que el cuerpo nunca sería encontrado. La Policía mintió en su investigación oficial. También los informes del Ejército dijeron falsamente que sus restos habían sido incinerados... Pero, finalmente, Julio Castro fue encontrado.
ROGER RODRIGUEZ
rogerrodriguez@adinet.com.uy
El abogado Carlos Ramela Regules se dirigió a los familiares de Julio Castro y en tono confesional les dijo: “Hay dos cuerpos que nunca vamos a encontrar. El de Elena Quinteros y el de Julio Castro”. La aseveración del integrante de la Comisión para la Paz no era oficial, pero imponía a la familia del maestro que el Estado uruguayo consideraba imposible saber el destino del reconocido periodista que había desaparecido en 1977 por un operativo del Servicio de Información y Defensa (SID).
Lo imposible para aquel vocero del Estado, y lo que probablemente se deseaba que fuera imposible por parte de los represores de la dictadura, se hizo sin embargo posible. El cuerpo que debajo de un zapato encontró el pasado 21 de octubre el equipo de antropólogos que encabezaba el profesor José López Mazz en el Batallón de Paracaidistas Nº 14, cercano a la ciudad de Toledo, fue confirmado ayer como perteneciente al maestro y periodista Julio Castro.
La información comenzó a trascender en la mañana de ayer, cuando los familiares de varios desaparecidos comenzaron a ser llamados telefónicamente por autoridades del gobierno para advertirles que el cuerpo del Batallón 14 no correspondía a su caso. Luego del mediodía el juez penal de 2º turno, Pedro Salazar, se dio por enterado del informe identificatorio que indicaba que los exámenes de ADN coincidían con las muestras familiares del maestro. Salazar derivó la información a la jueza Mariana Motta, a cargo del caso de desaparición de Julio Castro.
La confirmación de la identidad de Julio Castro en el estudio de los restos óseos encontrados en la llamada “Zona 3” de las excavaciones en el Batallón 14, al norte del arroyo Meirelles, implica también un total desmentido al informe oficial que el Ejército entregó al presidente Tabaré Vázquez el 8 de agosto de 2005. En su documento sobre los desaparecidos, los militares afirmaron que Julio Castro había sido enterrado, exhumado, incinerado y sus cenizas esparcidas en la zona. Pese a los muchos intentos por mantenerlo desaparecido, Julio Castro fue finalmente encontrado.
EL OPERATIVO DE LA MENTIRA
Julio Gerardo Castro Pérez, tenía 68 años de edad, aquel primero de agosto de 1977, cuando fue secuestrado en Francisco Llambí y Avenida Rivera, luego de visitar a sus amigos Efraín Quesada y el capitán de navío Oscar Lebel. Julio Castro estaba jubilado como docente y era redactor responsable de la clausurada revista Marcha. Los tres intentaban en forma clandestina ayudar a otros uruguayos que debían salir del país por razones de seguridad. Castro habría sido víctima de una denominada Operación Pecera orquestada entre el Servicio de Información y Defensa (SID) y la Oficina Coordinadora de Operaciones Antisubersivas (OCOA).
En 1985, ocho años después de su desaparición, el ex agente Julio César Barboza admitió en una conferencia de prensa convocada por Serpaj, que aquel día había participado en el secuestro de Julio Castro por orden del oficial principal Juan Ricardo Zabala. Barboza admitió entonces que el maestro fue llevado a un centro clandestino de torturas conocido como La Casona, ubicada en Avenida Millán casi Loreto. Allí fue testigo de la tortura sufrida por Castro el ciudadano brasileño Flavio Tabárez, también periodista, que había sido detenido y tras someterlo a apremios fue expulsado del Uruguay. Tabárez escuchó los lamentos de “el veterano” que era torturado a su lado. “¿Sos algo de Fidel?... Sí, claro que sos”, le decía el torturador identificado como 'Julio César'.·
El ocultamiento de la desaparición de Julio Castro y su muerte por torturas implicó todo un operativo mediático de la dictadura que fue sometida a una gran presión internacional. En la Dirección Nacional de Información e Inteligencia (DNII) se encontraron archivos que demuestran una falsa indagatoria, que incluyó la publicación en el diario El País (4 de octubre) de un comunicado de prensa donde se afirmaba que Julio Castro había abandonado Uruguay el 22 de setiembre en el vuelo 159 de Pluna, con destino a Buenos Aires. Agregaba que la camioneta Indio, matrícula 129-024 de Montevideo, no había sido encontrada.
La farsa de su salida del país fue rápidamente desmentida. En aquel vuelo de Pluna viajaba el periodista Ruben Cotelo (padre del colega Emiliano Cotelo), quien recorrió el avión para saludar a su amigo Julio Castro y constató que no había viajado. La mentira oficial se sostuvo durante años ante organismos internacionales de derechos humanos. Incluso la dictadura argentina llegó a elaborar un documento falso sobre el tema en el marco de la coordinación represiva de la región. Se llegó a procurar su búsqueda internacional a través de Interpool.
DESAPARECER EN DEMOCRACIA
Tras la reinstitucionalización del país, la familia de Julio Castro presentó el 28 de junio de 1985 una denuncia ante el juzgado penal de primera instancia. El caso, como otros, derivó en una larga contienda de competencia entre la justicia penal y la justicia militar, y cuando la Suprema Corte de Justicia otorgó jurisdicción a la juzgado civil, la causa quedó amparada en la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado por decisión del presidente Julio María Sanguinetti. Julio Castro volvió a desaparecer en democracia.
Durante varios años el caso estuvo en manos del juez Jorge Ruibal Pino (actualmente integrante de la Suprema Corte de Justicia) quien no lograba una confirmación de una decisión presidencial que recién fue oficialmente confirmada en setiembre de 1989. Se dispuso entonces la investigación del caso, establecida en el artículo 4º de la Ley 15.848. La indagación la hizo la Jefatura de Policía en 17 días. Concluyó, igual que la dictadura, que Julio Castro había volado en Pluna a Argentina. Una mentira más del Estado.
El caso volvió a ser investigado con la formación de la Comisión para la Paz por parte del presidente Jorge Batlle. Fue el 26 de febrero de 2003 que en presencia del abogado Gonzálo Fernández y del arzobispo de Montevideo, Nicolás Cotugno, el secretario presidencial Ramela Regules dijo a los familiares que todos los desaparecidos estaban muertos y que los cuerpos de Julio Castro y Elena Quinteros nunca serían encontrados. Sin embargo, en el informe oficial de la Comipaz se concluía que el maestro había sido secuestrado, trasladado a la casona de Millán y sus restos, enterrados en el Batallón 14, habían sido exhumados, incinerados y arrojados al Río de la Plata. Otra mentira oficial.
La familia de Julio Castro inició entonces una causa contra el Estado ante el juzgado de lo Contencioso Administrativo. Los abogados del Ministerio de Defensa Nacional -cartera encabezada en ese momento por Yamandú Fau- volvieron a interponer la hipótesis de que Castro estaba en el exterior. Las trabas y chicanas jurídicas se mantuvieron durante años. Incluso durante la presidencia de Tabaré Vázquez, con la doctora Azucena Berrutti en el Ministerio de Defensa, los abogados del ministerio siguieron manteniendo la tesis de que el maestro había viajado a Argentina por Pluna. Finalmente, se adjudicó razón a los denunciantes que sólo pudieron indagar el caso por la vía administrativa.
El pronunciamiento del Contencioso dio los elementos para que la causa fuera planteada de nuevo ante la justicia penal. El caso fue excluido de la ley de caducidad por el gobierno del Frente Amplio y derivó al juzgado penal a cargo de la causa. Sin embargo, es en el marco de la indagatoria sobre el Caso Gelman y por orden del juez Pedro Salazar que se realizaron las excavaciones en el Batallón 14, en las que se encontraron los restos que ayer se confirmaron como los de Julio Castro. En la zona de Toledo había un dato que se manejaba con insistencia: el zapato de aquel cuerpo de un desaparecido, apuntaba hacia una Escuela cercana.
Ejemplo
El floridense Julio Castro no era un maestro más. Ejemplo de pedagogo, supo ser maestro, director de escuela e inspector. Su compromiso con la educación pública no sólo se dio en las aulas, sino también en su tarea de periodista y escritor, conjugando todas sus profesiones en trabajos como El analfabetismo y Programas escolares vigentes, con los que ganaría dos veces el premio Concurso Anual de Pedagogía. Perteneció a la Federación Uruguaya de Magisterio y a la Asociación de la Prensa Uruguaya. En 1930 se unió a Arturo Ardao y fundaron el diario El Nacional, pero debieron cerrarlo a los pocos meses por problemas económicos. En 1932 se arriesgaron nuevamente creando el semanario Acción, publicación que enfrentó con dureza a la dictadura de Terra. En 1935 fue detenido y preso en Rivera, pero pronto sería liberado. Cuatro años más tarde, en 1939, volverá con Ardao a las viejas andanzas, pero esta vez se les uniría Carlos Quijano y darían vida a Marcha. Allí se desempeñó como secretario de redacción y como director, siendo ese el puesto que ocupaba en 1974, cuando la dictadura clausuró el semanario. En el año 1971, el Canario, como se le decía en Marcha, había encabezado la lista 77 del Frente Amplio, que en aquellos tiempos salía bajo el lema Partido Demócrata Cristiano.
Ejecutado
Luego de cerrada la edición de Caras y Caretas, un informe oficial de la justicia uruguaya aportó datos impactantes sobre la forma en que Julio Castro fue ejecutado de un balazo en la frente: “No fue posible establecer la fecha precisa de la muerte” (…) “Hubo un factor agresor de la materia orgánica como es la cal” (…) “Las lesiones se encuentran en región craneal y vértebras cervicales” (…) “corresponden con lo que se denomina estallido de cráneo” (…) Se encuentra a nivel frontal un cuarto de circunferencia correspondiente a orificio de entrada de proyectil de arma de fuego” (…) “Se descarta la accidentalidad o lesión autoinferidas” (…) “el hallazgo de ligaduras de ambas manos en posición anterior, con nudo fuertemente ajustado, así como un alambre asociado a la región de los tobillos y un fragmento de costilla con fractura de características perimorten permiten establecer la situación de apremios físicos asociados al momento de la muerte”…
Miguel Soler sobre Julio Castro
de Roger Rodriguez, el Domingo, 4 de diciembre de 2011
Amigos: les envío mi declaración personal sobre el caso Julio Castro, que pueden utilizar como estimen conveniente. Quedaré muy agradecido si pueden darle difusión en su totalidad pues he tratado de situar el recuerdo de Julio en el contexto actual. Gracias. Cordialmente, Miguel Soler Roca.
DECLARACIÓN PERSONAL SOBRE LA IDENTIFICACIÓN DE LOS RESTOS DE
JULIO CASTRO
Con motivo del hallazgo de los restos del Maestro y Periodista Julio Castro en instalaciones de las Fuerzas Armadas, ratifico mi condena y mi dolor mediante la siguiente declaración de mi exclusiva responsabilidad:
1 - Hago llegar a sus familiares, a la comunidad educativa nacional y latinoamericana, a sus colegas periodistas, a los compatriotas en el exterior, a sus múltiples amigos y compañeros de ideales, todos igualmente consternados durante treinta y cuatro años y hoy más que nunca, mi más sentida solidaridad. Mantuve una estrecha amistad con Julio Castro durante casi cuarenta años, me siento constante deudor de sus múltiples enseñanzas, tuve el privilegio de participar junto a él en importantes tareas en pro de la educación uruguaya y del continente. Seguimos compartiendo, igualmente, el honor de figurar, junto con lo mejor del Magisterio nacional, en las listas negras plagadas de calumnias que en 1978 difundió el Comando General del Ejército en Testimonio de una nación agredida y en 2007 el Centro Militar y el Centro de Oficiales Retirados de las FF.AA. en Nuestra verdad, la lucha contra el terrorismo.
2 - Agradezco sinceramente las manifestaciones de interés de los medios de comunicación por conocer y difundir mis sentimientos ante las presentes circunstancias. Con casi noventa años de edad, no estoy en condiciones de corresponder a tales requerimientos en lo inmediato sin poner a riesgo mi salud. Por ello he optado por expresarme mediante esta declaración. Por otra parte, este episodio no queda cerrado. Espero tener pronto la serenidad necesaria y la oportunidad de enfrentar los micrófonos.
3 - Coincido con quienes consideran que el macabro hallazgo de sus restos es un hecho positivo en la lucha del Pueblo Uruguayo por hacer resplandecer la Verdad y la Justicia. Homenajeando a Julio, decía yo en 1987: “En sociedades en que no se puede vivir sin documentos, el desaparecido se va convirtiendo en un indocumentado. Es urgente interrumpir este maleficio, movilizar las voluntades, desempolvar las leyes y lograr que las flores cultivadas durante la espera reposen, al fin, sobre la losa que les corresponde”. Espero no morir sin haber llevado una rosa al lugar definitivo de descanso de Julio Castro. Mientras tanto, doy las gracias al Presidente Mujica por haber excluido su caso del amparo de la inconstitucional ley de caducidad, así como agradezco a la Justicia uruguaya cuanto está haciendo por esclarecer los detalles de su desaparición forzosa y por identificar a los culpables de su horrible muerte. Expreso también mi profunda gratitud a nuestra Universidad y a sus científicos quienes, con su perseverancia, intuición y humanidad restituyen a la comunidad nacional desde las entrañas de la tierra lo que en ella mantienen oculto los criminales.
4 - El camino a recorrer será aún largo. Son muchas las víctimas desaparecidas y todas tienen derecho a la misma luz. Y en el caso de Julio, es poco lo que sabemos del proceso que llevó del secuestro a la tortura y de ésta al balazo asesino y a la sepultura clandestina. Todo envuelto en la mentira. El terrorismo de Estado mata y miente durante más de treinta años. Los conjurados agravan, con su contumaz silencio y sus embustes, sus imprescriptibles delitos. Y en este silencio absoluto, cómplice y persistente, todos los integrantes de las que entonces llamaban Fuerzas Conjuntas, con la reducida excepción de quienes valerosa y dignamente los enfrentaron dentro de sus propias filas en defensa de la Democracia, mantienen su condición de cobardes asesinos. Su mutua solidaridad los hace colectivamente culpables. A todos.
5 - Yo expreso públicamente mi repudio a esta conducta y exhorto a quienes habiendo transgredido la Ley puedan retener un vestigio ético en su conciencia a que se desmarquen cuanto antes y colectivamente de una estrategia de encubrimiento que no tiene salida y que sólo seguirá acarreando males a la República. Su silencio está ocasionando un gran ruido al que quienes exigimos Verdad y Justicia no pondremos fin.
6 - Como educador que no cree en la fuerza como recurso regulador de la convivencia humana, me sumo al creciente grupo de ciudadanos uruguayos que se preguntan para qué le sirven al Pueblo Uruguayo contingentes armados todavía integrados por asesinos inconfesos, por torturadores de hombres y mujeres, por violadores de la Constitución y de las leyes nacionales e internacionales ratificadas por la República, por los causantes principales del sufrimiento de miles de familias uruguayas hechas pedazos por el mundo, por individuos que han cultivado y cultivan la mentira ante el Pueblo y ante las máximas autoridades del país y, más recientemente, por soldados que estando al servicio de las Naciones Unidas son acusados de violaciones a los Derechos Humanos y de delitos de corrupción. Personalmente no encuentro razón alguna para que no procedamos gradualmente a la prescindencia total de las Fuerzas Armadas.
7 - Siento como si desde su ahora confirmado y espantoso martirio Julio Castro educador, Julio Castro periodista, Julio Castro ciudadano, hombre de paz y de infinita bondad, nos estuviera llamando a nuevas reflexiones. Para limitarme a la educación, ¡qué falta nos está haciendo hoy su persona y su magisterio! Pido disculpas por invocar el conocimiento que tengo de Julio al suponer que ahora, justamente en estos días, nos aconsejaría a todos desde sus columnas en MARCHA, repito, a todos los que somos parte de la comunidad educativa, que es como decir a todo el país: empiecen por bajar los decibeles, hagan un esfuerzo por recomponer la familia educativa, no agredan a los educadores, apoyen a los que lo hacen bien, reciclen a los que lo hacen mal, recuerden que lo esencial es el educando y su futuro, renuncien a competir por el poder, siempre efímero, y pongan todos sobre la mesa en sereno debate ideas que concilien la poderosa tradición pedagógica del país con los requerimientos de hoy y de mañana, cooperando con otros pueblos pero sin copiar ni entrar en competencia con ninguno, recordando que la educación solo es posible en la libertad, la soberanía, el denodado esfuerzo diario de empezar de nuevo, fraternalmente, porque la discordia bloquea el pensamiento y la acción. Pasos en estas direcciones, principalmente a cargo de los propios educadores y sus organizaciones y en especial de los jóvenes docentes, serán el mejor homenaje a Julio Castro. Recordarlo como mártir no basta; tenerlo presente como Maestro, rápido y sencillo en el diagnóstico, sensatamente creativo en la propuesta, dialogante siempre, nos es ahora necesario.
Miguel Soler Roca.
Montevideo, 3 de diciembre de 2011
MIGUEL SOLER ROCA EN LA PLAZA CAGANCHA EN HOMENAJE A JULIO CASTRO
MAESTRO EJECUTADO
Julio Castro (Visitas de Ruben Olivera)
PUBLICADO EN CARAS&CARETAS EL VIERNES 2 DE DICIEMBRE DE 2011
DECLARACIÓN PERSONAL SOBRE LA IDENTIFICACIÓN DE LOS RESTOS DE
JULIO CASTRO
Con motivo del hallazgo de los restos del Maestro y Periodista Julio Castro en instalaciones de las Fuerzas Armadas, ratifico mi condena y mi dolor mediante la siguiente declaración de mi exclusiva responsabilidad:
1 - Hago llegar a sus familiares, a la comunidad educativa nacional y latinoamericana, a sus colegas periodistas, a los compatriotas en el exterior, a sus múltiples amigos y compañeros de ideales, todos igualmente consternados durante treinta y cuatro años y hoy más que nunca, mi más sentida solidaridad. Mantuve una estrecha amistad con Julio Castro durante casi cuarenta años, me siento constante deudor de sus múltiples enseñanzas, tuve el privilegio de participar junto a él en importantes tareas en pro de la educación uruguaya y del continente. Seguimos compartiendo, igualmente, el honor de figurar, junto con lo mejor del Magisterio nacional, en las listas negras plagadas de calumnias que en 1978 difundió el Comando General del Ejército en Testimonio de una nación agredida y en 2007 el Centro Militar y el Centro de Oficiales Retirados de las FF.AA. en Nuestra verdad, la lucha contra el terrorismo.
2 - Agradezco sinceramente las manifestaciones de interés de los medios de comunicación por conocer y difundir mis sentimientos ante las presentes circunstancias. Con casi noventa años de edad, no estoy en condiciones de corresponder a tales requerimientos en lo inmediato sin poner a riesgo mi salud. Por ello he optado por expresarme mediante esta declaración. Por otra parte, este episodio no queda cerrado. Espero tener pronto la serenidad necesaria y la oportunidad de enfrentar los micrófonos.
3 - Coincido con quienes consideran que el macabro hallazgo de sus restos es un hecho positivo en la lucha del Pueblo Uruguayo por hacer resplandecer la Verdad y la Justicia. Homenajeando a Julio, decía yo en 1987: “En sociedades en que no se puede vivir sin documentos, el desaparecido se va convirtiendo en un indocumentado. Es urgente interrumpir este maleficio, movilizar las voluntades, desempolvar las leyes y lograr que las flores cultivadas durante la espera reposen, al fin, sobre la losa que les corresponde”. Espero no morir sin haber llevado una rosa al lugar definitivo de descanso de Julio Castro. Mientras tanto, doy las gracias al Presidente Mujica por haber excluido su caso del amparo de la inconstitucional ley de caducidad, así como agradezco a la Justicia uruguaya cuanto está haciendo por esclarecer los detalles de su desaparición forzosa y por identificar a los culpables de su horrible muerte. Expreso también mi profunda gratitud a nuestra Universidad y a sus científicos quienes, con su perseverancia, intuición y humanidad restituyen a la comunidad nacional desde las entrañas de la tierra lo que en ella mantienen oculto los criminales.
4 - El camino a recorrer será aún largo. Son muchas las víctimas desaparecidas y todas tienen derecho a la misma luz. Y en el caso de Julio, es poco lo que sabemos del proceso que llevó del secuestro a la tortura y de ésta al balazo asesino y a la sepultura clandestina. Todo envuelto en la mentira. El terrorismo de Estado mata y miente durante más de treinta años. Los conjurados agravan, con su contumaz silencio y sus embustes, sus imprescriptibles delitos. Y en este silencio absoluto, cómplice y persistente, todos los integrantes de las que entonces llamaban Fuerzas Conjuntas, con la reducida excepción de quienes valerosa y dignamente los enfrentaron dentro de sus propias filas en defensa de la Democracia, mantienen su condición de cobardes asesinos. Su mutua solidaridad los hace colectivamente culpables. A todos.
5 - Yo expreso públicamente mi repudio a esta conducta y exhorto a quienes habiendo transgredido la Ley puedan retener un vestigio ético en su conciencia a que se desmarquen cuanto antes y colectivamente de una estrategia de encubrimiento que no tiene salida y que sólo seguirá acarreando males a la República. Su silencio está ocasionando un gran ruido al que quienes exigimos Verdad y Justicia no pondremos fin.
6 - Como educador que no cree en la fuerza como recurso regulador de la convivencia humana, me sumo al creciente grupo de ciudadanos uruguayos que se preguntan para qué le sirven al Pueblo Uruguayo contingentes armados todavía integrados por asesinos inconfesos, por torturadores de hombres y mujeres, por violadores de la Constitución y de las leyes nacionales e internacionales ratificadas por la República, por los causantes principales del sufrimiento de miles de familias uruguayas hechas pedazos por el mundo, por individuos que han cultivado y cultivan la mentira ante el Pueblo y ante las máximas autoridades del país y, más recientemente, por soldados que estando al servicio de las Naciones Unidas son acusados de violaciones a los Derechos Humanos y de delitos de corrupción. Personalmente no encuentro razón alguna para que no procedamos gradualmente a la prescindencia total de las Fuerzas Armadas.
7 - Siento como si desde su ahora confirmado y espantoso martirio Julio Castro educador, Julio Castro periodista, Julio Castro ciudadano, hombre de paz y de infinita bondad, nos estuviera llamando a nuevas reflexiones. Para limitarme a la educación, ¡qué falta nos está haciendo hoy su persona y su magisterio! Pido disculpas por invocar el conocimiento que tengo de Julio al suponer que ahora, justamente en estos días, nos aconsejaría a todos desde sus columnas en MARCHA, repito, a todos los que somos parte de la comunidad educativa, que es como decir a todo el país: empiecen por bajar los decibeles, hagan un esfuerzo por recomponer la familia educativa, no agredan a los educadores, apoyen a los que lo hacen bien, reciclen a los que lo hacen mal, recuerden que lo esencial es el educando y su futuro, renuncien a competir por el poder, siempre efímero, y pongan todos sobre la mesa en sereno debate ideas que concilien la poderosa tradición pedagógica del país con los requerimientos de hoy y de mañana, cooperando con otros pueblos pero sin copiar ni entrar en competencia con ninguno, recordando que la educación solo es posible en la libertad, la soberanía, el denodado esfuerzo diario de empezar de nuevo, fraternalmente, porque la discordia bloquea el pensamiento y la acción. Pasos en estas direcciones, principalmente a cargo de los propios educadores y sus organizaciones y en especial de los jóvenes docentes, serán el mejor homenaje a Julio Castro. Recordarlo como mártir no basta; tenerlo presente como Maestro, rápido y sencillo en el diagnóstico, sensatamente creativo en la propuesta, dialogante siempre, nos es ahora necesario.
Miguel Soler Roca.
Montevideo, 3 de diciembre de 2011
MIGUEL SOLER ROCA EN LA PLAZA CAGANCHA EN HOMENAJE A JULIO CASTRO
MAESTRO EJECUTADO
Julio Castro (Visitas de Ruben Olivera)
PUBLICADO EN CARAS&CARETAS EL VIERNES 2 DE DICIEMBRE DE 2011
DOCUMENTO DEL POSIBLE TRASLADO FUE ENTREGADO A LA JUSTICIA ARGENTINA
El vuelo de María Claudia
Un militar filtró el documento hace tres años. Es un recibo de detenidos firmado por Silveira y Gavazzo. Dice que Anatole y Victoria Julien, María Claudia García y otra mujer –también embarazada– de nombre María Carmen llegaron a Montevideo el 17 de octubre de 1976. Viajaron en el vuelo 123 de Pluna. Los trajeron por orden del canciller Juan Carlos Blanco y los entregaron a los oficiales Albornoz y Martínez. María Carmen sobrevive en una localidad de la provincia de Buenos Aires. No quiere hablar de lo que pasó. La información fue entregada al Tribunal Oral Federal Nº 6 argentino.
ROGER RODRÍGUEZ
rogerrodriguez@adinet.com.uy
La justicia argentina intentará confirmar si María Claudia García de Gelman, junto a otra mujer embarazada y los hermanitos Anatole y Victoria Julien, fue trasladada desde Buenos Aires a Montevideo el 17 de octubre de 1976 en un vuelo de Pluna, como establece un presunto documento oficial uruguayo que fue entregado para su estudio al Tribunal Oral Federal Nº 6 de la avenida Comodoro Py, Buenos Aires, Argentina, donde se indaga sobre el plan sistemático de apropiación de niños por parte de la dictadura argentina.
El documento, encabezado como una nota del Ministerio de Defensa Nacional con la numeración 7482, supone un recibo de entrega de “detenidos” por parte del capitán Jorge Silveira y el mayor José Gavazzo, quienes “por orden” del canciller uruguayo Juan Carlos Blanco habrían trasladado a María Claudia García de Gelman, María Carmen XX (ambas embarazadas) y a los menores Anatole y Victoria “Cáceres Grisones”, los cuales quedaban en manos del capitán Albornoz y el mayor Martínez, del Instituto Militar de Estudios Superiores, IMES (ver facsímil).
La particular nota fue filtrada hace tres años por un militar uruguayo a un equipo de periodistas que se desempeñaba en el diario La República. Entonces, por intermedio del embajador argentino Hernán Patiño Mayer se pudo confirmar que María Carmen XX estaba viva y se había radicado en una localidad de la provincia de Buenos Aires, pero cuando se intentó un contacto telefónico cortó la comunicación. Otro tanto ocurrió cuando militantes de derechos humanos de la localidad intentaron hablarle en la ocasión.
La confirmación del documento no fue posible en aquel momento en Uruguay. Miembros del directorio de la empresa Pluna indicaron a los periodistas que tras la privatización del ente no se mantenían archivos y por entonces no se tuvo acceso a la documentación existente en la Dirección Nacional de Migración del Ministerio del Interior que hace sólo unos meses ha comenzado a ser estudiada por el equipo de investigadores que encabeza el profesor Álvaro Rico.
¿TRUCHO O VERDADERO?
El documento, con sellos y anotaciones de archivo, fue inicialmente sospechado como 'trucho' por parte de los periodistas. Aunque eran garabateadas y había semejanzas en las letras mayúsculas, las firmas de Gavazzo y Silveira no coincidían con sus rúbricas en documentos oficiales. También resultaba confusa la implicancia del canciller Blanco dando la orden de traslado, como el hecho de que los hermanitos Anatole y Victoria aparecieran con el apellido “Cáceres Grisones” y no Julien Grisonas.
Sin embargo, otros datos resultaban confirmatorios del contenido del documento, como la fecha del traslado: aquel 17 de octubre, Día de la Lealtad en Argentina, era un domingo y había vuelos de Pluna procedentes de Madrid que tocaban Ezeiza y llegaban a Montevideo en la madrugada. El horario del vuelo también es posible ya que evidencia la diferencia horaria entre ambos países (salida 0.07 y llegada 1.45), un detalle demasiado elaborado por un documento falsificado. Tampoco es un dato menor la expresión militar “presentan síntomas de embarazo” con que se explica la condición de ambas mujeres.
La fecha también coincide con los datos aportados por un sobreviviente del pozo Automotores Orletti de Buenos Aires, donde María Claudia fue vista hasta el 7 de octubre, dos días después de que se produjera el 'segundo vuelo' en el que fueron trasladados a Montevideo todos los uruguayos que allí habían sido secuestrados. Marcelo Gelman fue ejecutado el 13 de octubre y a fines de octubre en Montevideo varios detenidos en el Servicio de Información y Defensa (SID) vieron a una mujer embarazada que dio a luz a principios de noviembre.
Entre los sobrevivientes de Orletti también se ha denunciado la existencia de una segunda mujer embarazada, cuyo destino nunca fue aclarado hasta ahora. Si María Carmen XX efectivamente fue traída a Uruguay junto a María Claudia y ahora vive en la provincia de Buenos Aires, también se podría estar confirmando un testimonio que en forma insistente habían dado algunos militares a miembros de la Comisión para la Paz, a quienes aseguraban: “a la muchacha argentina nosotros la devolvimos”.
RAZONES Y SINRAZONES
Un elementos que siempre ha creado dudas en torno al caso Gelman es la razón del traslado de María Claudia a Montevideo. Entre distintas hipótesis se ha manejado la posibilidad de un secuestro extorsivo, como otros que ya se habían producido en el pozo de Orletti (Gerardo Gatti, León Duarte, y Alberto Mechoso), donde la nuera de Juan Gelman estaba detenida desde agosto de 1976. La teoría podría ser cierta dado que María Carmen XX tiene un apellido asociado a una familia de mucho dinero en Argentina.
Anatole Julien, entonces con cuatro años de edad, dijo a Caras y Caretas que no recordaba un vuelo nocturno. Las imágenes de un avión en su memoria (“recuerdo la cabina, los pilotos y el cielo azul”, dijo) parecen asociadas a su posterior traslado a Chile, donde él y su hermana Victoria fueron abandonados en una plaza de la ciudad de Valparaíso. Sin embargo, Anatole sí recuerda haber estado en un hotel (“fue la primera vez que vi a un botones con un carro de desayuno”) donde compartían cuarto con dos mujeres y una de ellas jugaba con su hermanita.
También resulta factible el nombre de los militares a quienes presuntamente se entrega a los detenidos: Ramón Albornoz y Roberto Cuis Martínez Ferrán pertenecen a una misma generación (la del coronel Eduardo Ferro). Albornoz fue director del Penal de Punta de Rieles (llegó a subdirector de Inteligencia Militar y luego fue codirector de una radio con Miguel Sofía y gerente de una agencia de seguridad que nucleó a varios represores). Martínez, señalado como represor, ya estaba en el Estado Mayor Conjunto el día en que la JUP asesinó a Santiago Rodríguez Muela, en 1972.
Sin embargo, tampoco se puede descartar que el documento y su contenido formen parte de una 'operación' interna militar, con el propósito de comprometer al ex canciller Blanco, implicar a Albornoz y Martínez, y 'salvar' a Silveira y a Gavazzo, quienes pueden ahora tomar el documento para descalificarlo por falso o utilizarlo en su defensa al quedar desvinculados del destino de María Claudia, a quien sólo habrían trasladado a Uruguay.
EN MANOS DE LA JUSTICIA
Al equipo de investigadores del profesor Álvaro Rico, a quien se le mencionó el documento, se le habría encomendado buscar la fecha del 17 de octubre de 1976 en los listados de la Dirección de Migraciones para confirmar la eventual existencia del vuelo. El facsímil también fue exhibido al titular de la Dirección de Derechos Humanos del Ministerio de Educación y Cultura, doctor Javier Miranda, quien consideró que el material era creíble y debía ser presentado a la justicia argentina.
El documento fue finalmente entregado el 23 de noviembre a la presidenta del Tribunal Oral Federal Nº 6, doctora María del Carmen Roqueta, y al fiscal de la causa, doctor Martín Niklison, con el propósito de que terminen de confirmar una información en la que periodísticamente no se puede avanzar en la medida en que no se terminan de desclasificar los archivos del Estado uruguayo y cuando la testigo, a quien nuevamente se ubicó en Buenos Aires, se negó a hablar sobre lo ocurrido hace treinta y cinco años.
María Carmen XX sigue radicada en una localidad a cientos de kilómetros de Capital Federal. La modesta casa en las afueras de la ciudad tiene el teléfono a nombre de su cuñado. Su marido vive actualmente en la provincia del Chaco, donde trabaja en una empresa de seguridad. María Carmen, menor de 60 años, de cara regordeta y cabellos teñido castaño claro, no quiso abrir la puerta. Desde una ventana se negó a tratar el tema y dudó sobre la fecha de nacimiento de su hijo de treinta y tantos años.
Miembros de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos de la localidad provincial insistieron en el contacto pero sólo obtuvieron un “no quiero saber nada de eso”, junto a elogios a la dictadura militar argentina (“deberían volver los militares”, expresó). Esa misma tarde, Orlando, el marido de María Carmen, se comunicó al teléfono que se le había entregado para un posterior contacto y recriminó que le hablaran del tema a su mujer “con todo lo que pasó”, dijo al excusarse.
“Presentan síntomas de embarazo”
“M.D.N. 7482
Montevideo, 17 / Octubre de 1976
Por orden del señ. Canciller Dr. Juan Carlos Blanco
se nos encomienda el traslado a Montevideo
las siguientes personas.
María Claudia García Gelman
María Carmen (apellido tachado)
Anatole Cáceres Grisones
Victoria Cáceres Grisones
Estos dos menores a efectos de interrogación en Montevideo
Las dos primeras presentan síntomas de embarazo
38 semanas traslado de Cancillería a Ezeiza
3 – 17 – 976 Vuelo N° 123 – 8 – 76 Pluna hora 00.07
hora llegada Carrasco 01.45
A la llegada hago entrega de documentos de Detenidos
en B. A. para evaluación al Cap. Albornoz
y al May. Martínez del I.M.E.S.
Sin otro particular…
(firma) (firma)
Cap. Jorge Silveira May. José Gavazzo”
El caso Gelman
El 24 de agosto de 1976 María Claudia García, embarazada, y Marcelo Gelman fueron secuestrados en Buenos Aires y llevados al centro clandestino de detención conocido como Automotores Orletti. El 13 de octubre, Marcelo Gelman fue ejecutado y arrojado en un tonel en El Tigre. María Claudia fue trasladada a Montevideo y dio a luz a una niña, Macarena, el 1º de noviembre. La madre fue trasladada a la Base Valparaíso, ejecutada y desaparecida. El 14 de enero de 1977, Macarena fue entregada a la familia del policía Ángel Touriño. El 6 de enero de 1989 fue recuperado el cuerpo de Marcelo Gelman. En el año 2000, Macarena fue identificada y se reencontró con su abuelo Juan Gelman. El presidente Jorge Batlle anunció el hallazgo y creó la Comisión para la Paz. En 2002, Gelman presentó denuncia penal en Uruguay. En 2003, Batlle incluyó el caso en la ley de caducidad. En 2005, el Ejército señaló un lugar en el Batallón 14 de Toledo donde se encontraría el cuerpo de María Claudia. La información era falsa. En mayo de 2006, Juan y Macarena denunciaron a Uruguay ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos. En 2008, Macarena volvió a denunciar el caso ante el juez Pedro Salazar, quien reabrió la causa. En 2011, la Corte Interamericana de Derechos Humanos condenó al Estado uruguayo. En noviembre, el Parlamento eliminó la caducidad. María Claudia aún sigue desaparecida.
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