Este 27 diciembre del 2011, volvimos casi todas a la zona de Punta de Rieles, esta vez como invitadas a la inauguración de la Plaza- Museo Memoria.
Gestionada desde sus inicios hace muchos años; por un grupo de vecinos y compañeras.
Este emprendimiento cultural, alejado de los centros neurálgicos de la ciudad logra destacar el avance que ha tenido esta zona de Montevideo.
Los habitantes de la zona vieron la transformación de aquel antiguo monasterio convertido en los años del golpe de estado; en penal de mujeres presas políticas. Y con ello, guardaron la memoria de aquellos años infames
Nos contaron que nos veían, que nos hacían señales de –"que acá estamos con ustedes"-
Que sufrían cuando nos sacaban vendadas, en los camiones militares, y que veían con angustia la larga marcha de nuestros familiares cargando pesados paquetes para dejarnos en la visitas.
Las autoridades de la IMM, el apoyo financiero de España y el trabajo de Bellas Artes dieron por inaugurada la plaza- museo con su cinta memorial desplegada en un colagge significativo, y simbólico a lo largo de toda la plaza.
En homenaje a nosotras: las expresas políticas, pero fundamentalmente a nuestros familiares.
Faltó de parte del gobierno y autoridades en toda esta recuperación del espacio; ceder el maldito penal que hoy sigue siendo cárcel para los presos comunes.
Por tanto no fue destinado a centro de Memoria, Centro de estudio para los jóvenes de la zona, como se había solicitado en reiteradas oportunidades.
Ese campo de concentración que duró algo más de un década, sigue en pie guardando tanto dolor y resistencia nuestra.
Antes de finalizar el acto, un grupo de compañeras nos planteamos hacer ese largo camino a pie… hacia el penal como nuestros queridos familiares lo tuvieron que hacer durante muchos años para poder visitarnos.
Esta vez iríamos acompañadas por nuestros hijas/os, o nietos en muchos casos.
Con más años arriba, con nuestros dolores propios de la edad, con nuestros recuerdos y ausencias.
Casi 2 kilómetros a paso lento, descubriendo los detalles del camino y la lejanía, hacia el penal.
Cruzar lo que antiguamente fue una cañada hoy con la modernidad devenida en puente.
El sol que iba cayendo lentamente, nos trajo los olores del atardecer detrás de las rejas.
Cuentos y anécdotas, algunas banales hacían que el trayecto fuera menos tortuoso.
Comenzamos a distinguir de lejos el edificio de ladrillos, esta vez desde el camino...antes desde las banderolas. Una acción que realizábamos a escondidas de la guardia militar femenina, siempre tan activa para sancionarnos.
Y desde esas banderolas los veíamos como hormiguitas en el camino, cargados, contentos de poder vernos, sufrientes, pero con esa resistencia digna que fue nuestro sostén.
Para todos nuestros padres, madres, -muchos de ellos ya ausentes- hermanos e hijos pequeños, que fueron maltratados y humillados por las bestias militares.
Un homenaje que llegó tarde… pero llegó al fin.
Llegamos al final del camino, allí seguía estando el viejo portón grande con sus alambres de púa, sus torretas y sus soldados.
por donde nos sacaban, a la tortura nuevamente, a recibir las sentencias o al siniestro hospital militar.
Ya casi en silencio decidimos hacer la fotografía de las que llegamos, como una forma de desandar el pasado.
Pero no todo no es libertad, el soldado nos impide estar allí y menos sacar una foto del lugar.
Como en viejos tiempos fuimos rápidas, como cuando nos daban el aviso de que venía la guardia militar y nos poníamos con cara de –yo no fui-
Clik y clik! La foto de nosotras –esta vez delegada mi tarea a mi sobrina Mariana.
Y por supuesto no reparamos en contestar: mire que nosotras estuvimos ante que ustedes allí, (eran de otra generación de soldados) pero nos es igual son soldados o…sí ya nos vamos.
Tarea cumplida nos regresamos.
El camino de regreso nos deparó otra sorpresa… al mirar para atrás…vemos unas columnas de humo… un incendio o vaya a saber qué… nosotras no fuimos!!! Dijimos a coro.
Y entre risas y recuerdos nos volvimos a nuestras vidas cotidianas para celebrar la vida
Por Verdad y Justicia.
MARTHA PASSEGGI.reportera-gráfica.
Yo lo recuerdo de una manera distinta. Los militares pusieron un omnibus para llevar y traer la visita a las reclusas que posiblemente algunas fueras presas políticas, pero otras simplemente eran delincuentes escudadas en una ideología para cometer delitos de toda naturaleza. No digo que en algun momento, en los inicios, tuvieran que caminar desde Camino Maldonado hasta el Penal pero luego se puso ómnibus, y eso yo lo vi, no me lo contaron.
ResponderEliminarSí, claro. Paralelamente con el ómnibus que pusieron al servicio de los familiares introdujeron la picana benévola, de sólo 180 V en vez de 220, y el submarino con agua de mar temperada. Y estaba lleno de presas comunes que estaban en Punta Rieles, en lugar de estar en la cárcel de mujeres. Seguramente todas "algo habían hecho" para estar allí y para ser previamente violadas, como las chicas de las juventudes comunistas, entre ellas las chicas menores de Treinta y Tres que atestiguaron ante la TV, todas por supuesto violadas en el cuartel correspondiente.
ResponderEliminarPero que filántropos los milicos! le pusieron un ómnibus a los familiares. Solamente puede ser dicho por alguien que vivió en una burbuja durante la dictadura o fue cómplice o partícipe de la misma.
ResponderEliminar