lunes, 25 de abril de 2011
Uruguay: Militares revelan texto de un pacto inconcluso con el MLN
Militares dieron a conocer un texto que fue redactado en 1998 entre dirigentes tupamaros e integrantes de la logia Tenientes de Artigas en procura de sellar el tema de los derechos humanos. El documento salió a la luz luego de que el oficialismo decidiera anular la ley de Caducidad.
Los tupamaros mantuvieron los contactos con militares al margen de sus compañeros frenteamplistas, así como los Tenientes tampoco pidieron autorización a sus superiores, razón por la cual varios oficiales fueron considerados “traidores” por dialogar con el enemigo. Varias de las reuniones realizadas entre ambos grupos, se celebraron en la chacra del hoy presidente José Mujica.
Según indica el matutino, el ex presidente Jorge Batlle tomó conocimiento de esta iniciativa durante el cumpleaños de uno de los Tenientes que era su amigo. Fue entonces cuando el ex mandatario mantuvo grandes desavenencias con los militares y el acuerdo quedó trunco. Posteriormente Batlle conformó la denominada Comisión para la Paz.
El documento salió a luz pública luego de que varios oficiales retirados resolvieran darlo a conocer luego de que el oficialismo decidiera anular la ley de Caducidad. En el texto sus autores no procuran desentenderse de la responsabilidad que les cabe por los hechos del pasado, pero sostienen que no fueron los únicos protagonistas de aquellos episodios violentos.
DOCUMENTO
Texto íntegro del documento
Las bases del pacto al que el MLN y militares habían llegado en 1998
Definiciones sobre la “guerra” que hubo en Uruguay en las décadas de 1960 y 1970, el reconocimiento formal de que los “desaparecidos” están muertos y las razones que llevaron a su desaparición, y las responsabilidades compartidas por la violencia que vivió el país en el pasado, son algunos de los conceptos que se manejan en un documento de cinco carillas que dirigentes tupamaros y militares integrantes de la logia Tenientes de Artigas redactaron en 1998, como forma de dejar atrás las heridas del pasado. El documento, que publica hoy El Observador, fue divulgado por militares que están molestos con la aprobación de la ley de Caducidad, decisión política del oficialismo que, sostienen estos oficiales, se da de bruces con el espíritu de aquel pacto que no llegó a cerrarse por una serie de circunstancias políticas del momento. A continuación de transcribe íntegro el texto de este documento que se mantuvo en reserva por más de una década:
“Los abajo firmantes queremos dar a conocimiento público lo siguiente:
Desde hace ya un tiempo hemos venido realizando contactos de carácter reservado con miembros de la FF.AA. en actividad y en retiro, a quienes conocimos en oportunidad de los enfrentamientos armados, con el propósito de conocer el destino de los Desaparecidos. En dicha misión han participado un importante número de personas pertenecientes a ambas partes y se ha procurado no hacer caudal partidista o personal del tratamiento de este delicadísimo tema.
Quienes suscribimos esta declaración estamos en condiciones de asegurar que oficiales de las tres fuerzas y de distintas jerarquías, a quienes conocemos desde hace muchos años y de quienes sabemos su condición de combatientes, nos aseguraron que los siguientes compañeros están muertos.
Luego de varias y muy duras discusiones, también hemos convenido dar a conocer algunos conceptos a los que hemos arribado de consuno, aunque guardando igualmente serias discrepancias en torno al análisis del pasado.
Lo hacemos con el anhelo de colaborar en la mejor comprensión de estas difíciles páginas de la historia de los orientales; con intención pacificadora y espíritu reconciliatorio.
Observamos que una gran mayoría de los actores políticos y sociales que se muestran interesados en resolver el hecho de los desaparecidos, parecen abroquelados en alguna de estas dos siguientes posiciones simplificadoras: unos en el maniqueísmo de que “los muertos buenos son los nuestros y mal muertos están; los de ellos son malos muertos y bien muertos están”, y otros por el contrario han impulsado, o se han sumado, a la llamada “doctrina de los dos demonios” y muy sueltos de cuerpo declaran: “esos muertos y no son nuestros, ni los unos ni los otros; de ustedes de ambos bandos son los muertos y ahora debéis expiar culpa los unos y los otros, hasta el fin de los tiempos, porque nosotros somos inocentes, nosotros no tenemos nada que ver y repudiamos lo que ustedes han hecho”.
No ponemos en duda de que en ambas posturas hay personas honestas, y es a ellas a quienes están preferentemente dirigidas estas líneas, pero lo que rechazamos y denunciamos es el deliberado uso político que se está haciendo de estas posiciones.
Los muertos, todos ellos, murieron por sus ideales, y tienen razón los familiares de los desaparecidos cuando dicen que no son sólo un asunto de ellos, sino de toda la comunidad.
Por esto queremos descubrir a las falsas izquierdas y falsas derechas que están buscando medrar con el encono eterno, y a los falsos intelectuales y falsos humanistas que haciéndole el juego al gran poder y a la élite política gobernante, asustan a la gente con los dos demonios. Vacíos y limpios de toda culpa, los zorros que gobiernan llaman al pueblo a mantener enhiesto un nuevo tótem – mito – símbolo, alrededor del cual reunir la nueva república: los Desaparecidos; trágico saldo de un enfrentamiento que hubo entre “tupas y milicos”, chivos expiatorios cuya sangre debe ofrendarse a los dioses de la democracia.
Una democracia sana no debe, ni puede, sostenerse tomando de rehenes a los desaparecidos, sino con la paz y el orden que sobrevienen a la verdad y a la justicia en que vive la comunidad.
Es en orden a buscar juntos esa verdad y esa justicia, que les pedimos a todos los orientales que nos escuchen en estas reflexiones.
Comencemos por preguntarnos por qué causa fundamental hubo desapariciones de personas. Hubo desapariciones porque aquí hubo una guerra.
Hubo una guerra que partió al mundo en dos y que se le llamó “guerra fría” a nivel planetario, aunque nunca fue declarada pero que aquí se llamó “Interna” y si se llegó a decretar y declarar formalmente. Y fue una guerra que abrió una grieta profundísima que atravesó la nación entera, a todas sus instituciones y su gente, y dejó a cada lado dos trincheras ideológicas, porque la ideología fue la causa eficiente de la guerra: básicamente un enfrentamiento entre el liberalismo y el marxismo, las dos ideologías “modernas” y predominantes en este siglo.
De cualquier manera no se trata aquí de abundar acerca de cuales otras concepciones del hombre y la sociedad se alinearon a cada lado, o cuales de los antagonistas podrían alegar con más razones. Causa Justa para combatir , porque lo que nos ocupa aquí, que es el hecho de las desapariciones, no ocurre, al menos en apariencia inicial por la “jus ad bellum”, sino por el grado de justicia que hubo en desarrollo de guerra misma; la “jus in bello”.
No obstante, es importante ir pensando desde ahora y no perderlo de vista, para analizar más adelante las responsabilidades, si alguien con interés, y con derecho legitimado en el conocimiento, a expresarse sobre los hechos de la guerra, pudo y puede sustraerse de tal manera a un enfrentamiento tan existencial y por ende tan abarcante que, o cayó dentro de la grieta abierta, o quedó entre dos fuegos y entonces sí puede manifestar con razón haber sido inocente y nunca haber siquiera consentido la defensa de ninguna parte. Es muy necesario para juzgar los hechos de una guerra, comprender cuál es su naturaleza.
Muchas veces oímos decir que uno u otro bando atentó contra los derechos humanos o cometió tales o cuales horrores, sin detenerse a considerar que es la guerra en sí misma el peor de los horrores y la violación de los derechos humanos por antonomasia, por eso es que se deban considerar todos los extremos de la Causa Justa para llevarla adelante: última razón, autoridad legítima, posibilidad de éxito.
En la guerra no participan monstruos u hombres desquiciados, sino hombres y mujeres normales, muchos en grado heroico, combatientes o de apoyo, de un lado y del otro, insertos todos en el ambiente propio de la guerra.
Según Clausewits, un pensador clásico y universalmente indiscutido acerca de la naturaleza de la guerra, esta siempre tiene un fin político y es llevada adelante por una decisión política como un instrumento más de su obrar, el cual debe ser el último, precisamente por la violencia que supone.
Es bien claro en nuestro caso la causa y el fin político de la guerra, en que el combate militar fue parte del combate político y en el que ambos bandos excluían la participación de la ideología antagónica en el proyecto propio del destino.
Aquí entre nosotros estuvo en juego la existencia del Ser nacional, entre dos cosmovisiones excluyentes, era una o la otra.
La existencia del Ser es la “legitimidad absoluta”, según Clausewitz, y por ende excluyente de la legitimidad del otro. Dice Smith, sosteniéndose en Heidegger, que al reducir la cuestión política a la categoría de lo existencial, ya no se trata de un enfrentamiento entre dos valores legítimos y en disputa, sino que lo absoluto de lo existencial lleva a que el enemigo sea considerado un “sin valor absoluto”.
El asunto es que esta conclusión tiene total ligazón con la lógica de la guerra y con los medios que en ella se empleen y de lo cual es evidente que no puede sustraerse la política, porque ella determina la sustancialidad de la misma.
La guerra en que está en juego el Ser es entonces un acto de fuerza política, que se retroalimenta con la acción recíproca de los contendientes, y que puede llevar al extremo de que no existan límites al empleo de la fuerza para asegurar la existencia del Ser. Dicho en otras palabras: lo que terminan ordenando los comandantes militares como necesario para vencer al enemigo y asegurar la victoria, no tiene una lógica propia, autónoma de la guerra como fenómeno aislado, sino que está íntimamente ligado a la causa y fin político que le dan, en este caso, legitimidad absoluta.
Con estas nociones que acabamos de exponer y teniéndolas in mente, podemos entrar a considerar ahora cuáles son los principales de la “jus in bello” (ética Tomista), que están en juego en el hecho de las desapariciones de personas.
Debería ser el principio de la proporcionalidad, el que en la toma de decisiones éticas en la guerra, resolviera la tensión existente entre la finalidad de la misma y los medios a emplear.
Sin dejar de considerar el “sin valor absoluto” del enemigo, ya expuesto, de cualquier manera parece evidente que en nuestra guerra el extremo que se debió considerar, es que los medios que llegaran a emplearse, no fueran a invalidar o destruir los valores que el propio fin de la guerra buscaba preservar para el Ser nacional y a la vez que pudiera alcanzarse una paz duradera. Muy difícil dilema, cuya correcta o incorrecta resolución por parte de los combatientes, pueden juzgar, con la sola condición de ser honestos, todos los orientales.
Lamentamos profundamente los muertos y los desaparecidos, los de ambos lados, todos cayeron defendiendo sus ideales, en el error o en el acierto, eso no importa ahora y mucho menos cuando ninguna parte puede alegar total certeza en sus verdades políticas.
Lo que más importa es que ahora ya todos sin distinción, integran con sus cuerpos ese humus espiritual de la tierra, el más fértil y que hace que un país se convierta en Patria para todos los orientales.
No obstante, sin perder de vista el carácter existencial de lo que estaba en juego, y si se compara esta última guerra, de hace ya 25 largos años, con las anteriores de nuestra propia historia, con las contemporáneas y de igual causa ocurridas en los demás países americanos, (algunas aún en curso!), y con todas las de la historia universal; y si también se considera que se llenó una cárcel que fue permanentemente visitada por comisiones internacionales de derechos humanos y que se respetó también la vida de los dirigentes, esta guerra no parece que debiera pasar a la historia como drásticamente cruel.
Nadie puede afirmar que hubiera habido un plan de exterminio o que los desaparecidos hayan sido asesinados con fría premeditación, sino que lo fueron en circunstancias muy diversas y no buscando intencionalmente su muerte.
Respecto al destino de sus restos mortales, estará en el fuero personal de quienes en el futuro aprecien que el tema se haya despolitizado y evalúen posible acercarse a algún familiar que ofrezca garantías de no manipularlo como bandera política, dar alguna respuesta si estuviera en sus posibilidades, este por lo menos es el deseo de quienes participamos de este escrito.
Otro principio de la debida justicia en la guerra que a veces se invoca, es el que en la teoría se denomina “discriminación” y pide que se extremen las medidas para diferenciar entre las personas involucradas en la guerra y las no involucradas. Se alega que algunos desaparecidos no eran combatientes porque no portaban armas y que eran simples militantes políticos, intelectuales o escritores, etc.
Se preguntan los moralistas si un niño que lleva munición al frente debe ser considerado un combatiente. Sin duda lo es y debe a su vez ponderarse la extrema necesidad para atacarlo y con que medios, y aún así el dilema ético es difícil de resolver.
Este punto nos lleva nuevamente a considerar la naturaleza ideológica de la guerra y qué criterio utilizar para diferenciar quiénes están involucrados y quiénes no.
Hay situaciones que parecen claras en este caso, como que se puede hacer más daño al enemigo con una pluma que con un arma, o que quien oculta información acerca de quienes van a usar un arma contra los propios está tan involucrado como estos.
Pero esta línea de razonamiento nos vuelve a nuestras reflexiones iniciales; ¿quiénes pueden haberse sustraído de tal manera de no estar posicionado en alguna de las dos facciones?
Este es el punto que entendemos por crucial para poder dar vuelta definitivamente la página como Nación, sin medias verdades, sin mitos y sin chivos expiatorios.
Quienes estas líneas suscriben, combatientes en el frente de un lado y del otro, hemos sufrido en carne propia la crueldad de la guerra más que todos (la violencia en el cuerpo del enemigo lacera también el alma del buen soldado) y algunos la han sufrido más que ninguno, sin que por ello se reclame condición de víctimas inocentes, sólo reivindicamos se nos reconozca recta intención; buena fe en el fin perseguido, nada más, pero nada menos.
Por esto no aceptamos que ninguna caterva de mal intencionados e hipócritas se declaren inocentes de toda culpa y nos acusen de ser la fuente de todos los males.
Freud pensaba, en sus disquisiciones sobre la guerra, que ella es una acto cultural que pone la agresión humana al servicio de esa cultura, canalizándola hacia lo permitido.
De ahí deduce que la guerra es siempre destructiva porque excluye la inhibición cultural de matar, exime al combatiente de reprimir su pulsión de agresión, es más, las convenciones le reconocen al soldado el derecho de matar.
Pero como acto cultural, la participación no se limita al soldado, sino que recorre una amplia gama que puede ir desde una grave perversión hasta el simple consentimiento “esa forma atenuada de inhumanidad que se caracteriza en parte por un deseo egoísta y pusilánime de autoconservación…”. Es la pretendida manifestación de ser “ajeno a la cultura” de la guerra; sin considerar que incluso las formas inofensivas del consentimiento (como no discutir y seguir la corriente) son afirmaciones del sistema de injusticia. Para sobreponerse a la cultura y comprender los hechos, para que nada semejante vuelva a ocurrir jamás, hay que desenmascarar estas formas “inofensivas” de participación: “sobreponerse a la culpa no puede significar sino mirar de frente la verdad; admitir los hechos sin desestimarlos; reconocer la participación, aunque no hubiese consistido sino en la forma más inofensiva”.
Esta y no la del avestruz parece ser la actitud correcta para escribir y sobre todo superar la página cultural de la guerra entre orientales, si el deseo es la paz duradera y el crecimiento espiritual de la comunidad.
Reflexionemos también acerca de la participación de los otros países de un lado y del otro, con honestidad y rechacemos su manipulación, a la vez que unámonos para denunciarlos como los más grandes violadores de los derechos humanos en este siglo.
Revisemos también con mucho detenimiento y profundidad cuánta es la verdad que dicen las ideologías respecto del hombre y su naturaleza social y política, y cuál es el real alcance de sus aportes en orden a satisfacer sus esperanzas.
Ahora es el tiempo nuevo de retomar con sabiduría, prudencia y sobre todo sin demagogia, la crítica del liberalismo, buscando discernir qué podemos esperar de él y cuál es el mejor camino posible que conduce al destino de los orientales.
Nosotros como combatientes comprometidos con el futuro de la Patria, estaremos vigilantes ante eventuales aviesas maniobras, destinadas a provocar enfrentamientos artificiales que generen desestabilización en la vida institucional, sea cual fuere él, o los partidos de gobierno.
Hermanados en el verdadero Proyecto Artiguista, anhelamos de todo corazón el mejor de los futuros posibles sobre esta bendita tierra para todos los orientale. Los militares, por no poder signar, facultan a los abajo firmantes a hacerlo también en su nombre”.
Fuente original de El Observador esta borrada, fue publicado entonces en:
http://pelusaradical.blogspot.nl/2011/04/uruguay-militares-revelan-texto-de-un.html
25.04.2011
Este lunes, militares revelaron al diario
El Observador el texto de un supuesto pacto inconcluso realizado con el
Movimiento de Liberación Nacional en 1998.
En el medio de la polémica por la aprobación del proyecto
interpretativo de la Ley de Caducidad, integrantes de la logia Tenientes
de Artigas, dolidos por el curso parlamentario que tuvo la ley, le
facilitaron a dicho matutino la redacción de este presunto pacto que
pretendía sellar el tema de los derechos humanos.
Según este texto, escrito por los propios militares en 1998, los
desaparecidos fueron consecuencia de "una guerra" que existió en el país
y por la cual se pìde a la sociedad que asuma su parte de
responsabilidad en ella.
Dicho pacto no llegó a concretarse pero sentó las bases filosóficas para cerrar un acuerdo que sellara las heridas del pasado.
Según la crónica de El Observador, los tupamaros mantuvieron los
contactos con militares al margen de sus compañeros frenteamplistas, de
igual modo que la logia Tenientes de Artigas no solicitó autorización a
los altos mandos.
Varias de las reuniones realizadas entre ambos grupos se celebraron
en la chacra del hoy presidente José Mujica, consigna el matutino.
Palabras de Zabalza
En conversación con Radio Carve, Jorge Zabalza, ex militante del MLN,
confirmó la existencia de este diálogo y el presunto pacto.
"Es un tema de vieja data. Provocó mi alejamiento del MLN, lo cual no
quiere decir que yo haya dejado de ser tupamaro. Estas conversaciones
comenzaron tras la muerte de Raúl Sendic, luego que triunfó el voto
amarillo. Forman parte de una discusión muy grande dentro del MLN. Si
Sendic estuviera vivo no se habría llegado a ningún tipo de acuerdo
espurio, como se intentó hacer", afirmó Zabalza.
"Una de las razones por la cual nos oponíamos a estas conversaciones
era que veíamos que era un operativo de inteligencia. Son oficiales de
Inteligencia que usan su información para hacer política. Ellos
manipulan a quienes están en contacto, los graban, los hacen firmar
documentos y luego lo usan cuando consideran necesario, para
desprestigiar. Se larga este lunes, un día antes de la interpelación de
Rosadilla y Bonomi por el video, poco antes de la discusión en Cámara de
Diputados sobre la ley interpretativa, y en antesala del 1º de mayo, al
que Fernández Huidobro no va a ir porque va a sentir vergüenza",
agregó.
Para Zabalza, esto es "para desacreditar a Eleuterio y a Mujica. Yo
me fui fundamentalmente porque yo no estaba de acuerdo en enterrar la
memoria de nuestros compañeros y declararlos muertos en combate cuando
no era cierto, y empezar a hacer un nuevo futuro basado en acuerdos
espurios, firmados entre gallos y medianoches. La gente debe saber qué
es lo que está en juego. ¿Cuánta gente votó a Mujica y Huidobro, y que
si hubiera sabido del acuerdo no los habría votado?".
"Yo hablo
de esto hace tiempo, y siempre dicen que estoy loco, Y Fernández
Huidobro dice que soy esquizofrénico y que cambie de tratamiento
psiquiátrico, Esa es la locura que yo he tenido: oponerme a hacer
acuerdos a espaldas de la gente, de la militancia. Acuerdos firmados
quizá en calabozos", concluyó.
Montevideo Portal
Eleuterio Fernández Huidobro, dijo no conocer “el documento que salió publicado”
“CON RAZÓN LLORABA EL NIÑO, SI EL CHUPETE TENÍA HORMIGAS”
25/04/2011 | 06:48 | Montevideo, UruguayEl senador renunciante del Frente Amplio y ex tupamaro, Eleuterio Fernández Huidobro, dijo no conocer “el documento que salió publicado” en El Observador de este lunes sobre un pacto trunco entre militares y tupamaros que lo involucra a él y al presidente de la República, José Mujica.
“Yo no conozco ese documento que salió publicado (…) Nosotros hemos hablado mucho con los militares; Mujica, yo y muchos más… siempre”, dijo Fernández Huidobro en el programa Hola Vecinos de Canal 10.
Agregó que el documento es “muy extravagante, raro,” y que “lo acercó algún milico que dice ser de la logia Tenientes de Artigas”.
“Eso parece ser la obra, ni siquiera de los Tenientes de Artigas, sino de alguien que hizo un mamotretito que dice además que data de 12 años atrás y que, además, no se votó, no se acordó. Es una operación inteligente de inteligencia para conseguir salir gratis en un diario y meter la discusión del tema del proyecto de ley interpretativa (de la Ley de Caducidad) que está en el Parlamento”, dijo Fernández Huidobro.
Insistió en que “basta con ver ese documento (para darse cuenta que) es infirmable” y que es “un mamarracho, peor que le ley interpretativa” de la Ley de Caducidad.
Fiel a su característica, Fernández Huidobro ironizó diciendo: “si me hubieran publicado un documento lindo capaz que se lo firmo ahora (…) debió estar medio en pedo el que lo hizo”.
En 1998 tupamaros y militares se abocaron a la tarea de establecer las bases de un acuerdo que permitiera intentar cerrar las heridas generadas por las violaciones a los derechos humanos ocurridas durante la dictadura (1973-1985), informó este lunes El Observador.
Fecha: 25/04/2011 | 10:42 | Montevideo, Uruguay
El vocero de la logia Tenientes de Artigas, coronel retirado Carlos Silva, dijo que reconoce parte del documento publicado este lunes por el diario El Observador, en el que se revela un intento de acuerdo entre los militares y el Movimiento de Liberación Nacional (MLN) para cerrar las heridas generadas por las violaciones a los derechos humanos ocurridas durante la dictadura (1973-1985).
El matutino informó que fuentes militares dieron a conocer un texto que fue redactado en 1998 entre dirigentes tupamaros e integrantes de los Tenientes de Artigas en procura de sellar el tema de los derechos humanos.
Silva dijo a Canal 12 que la agrupación que él integra no la dio a conocer y recordó que “hay libros escritos sobre este documento”, pero que reconoce solo parte de lo publicado este lunes. “Hay partes del documento que reconozco y partes que no las reconozco”. Agregó que lo han consultado en varias oportunidades y que le “extraña que salga ahora” a la luz.
Si bien aseguró que desconoce quién pueda tener interés en utilizar hoy este documento, dijo que entiende “que debe haber algún tipo de interés político en momentos en que se está tratando el tema (de la ley interpretativa de la Ley de Caducidad) en el Parlamento”.
Debe ser “alguien, por interés que no sé cuál será, si para perjudicar al presidente (José Mujica) o para perjudicarnos a nosotros o al Partido Comunista, no sé a quién, que tuvo intención de utilizar esta información”, recalcó.
En cuanto a la intención de las reuniones que en ese momento mantenían militares y tupamaros, reconocidas por ambas partes, Silva dijo a Canal 4: “Todos habíamos formado parte de lo que era la guerra fría en aquel momento. Entonces dijimos que íbamos a mirar para adelante, a dejarnos de jorobar y a trabajar en bien de la patria para empezar de nuevo”. “Cero a cero y empezamos de nuevo el partido”, agregó.
http://www.radio36.com.uy/mensaje/2011/04/m_250411.html
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Brecha 8 de diciembre
Por Samuel Blixen
El ministro Fernández Huidobro y la búsqueda de desaparecidos
Las inexactas afirmaciones de Fernández Huidobro sobre sus gestiones para ubicar desaparecidos sintonizan con actitudes gubernamentales cómplices del silencio militar.
“Tupas” de la vieja guardia, sin encuadre político y dispersos, reiteran el rechazo a una extralimitación repetida: la de considerar que las posturas y los dichos de los “tupas institucionales”, aquellos que ocupan cargos en el gobierno, representan el sentir y la opinión de la totalidad de quienes integraron el Mln en los años 60-80. Más aun: dicen sentir vergüenza ajena por las afirmaciones del ministro de Defensa, Eleuterio Fernández Huidobro, banalizando la tortura y arremetiendo contra las organizaciones que exigen, del ministro y del gobierno, el cese de una política cómplice con los terroristas de Estado.
En esa óptica, la vieja guardia tupamara redobla la vergüenza ajena por las últimas afirmaciones del ministro de Defensa, tras la reunión con el equipo presidencial del Frente Amplio. El encuentro, en la sede del ministerio, habilitó el suspiro frenteamplista ante la crisis detonada por la “solicitud” de autorización a torturar, durante un mes, para obtener de los militares información sobre de-saparecidos. Como el presidente electo, Tabaré Vázquez, ordenó que bajaran los decibeles de la controversia en torno a Fernández Huidobro (Brecha, 2-I-15), los dirigentes frenteamplistas, que supuestamente pedirían cuentas al ministro, salieron satisfechos con las explicaciones.
Más allá de las generalizaciones sobre el avance de la cuestión de los derechos humanos durante los gobiernos del Frente Amplio, el argumento principal de Fernández Huidobro fue la reivindicación de conversaciones con militares retirados para el hallazgo de los cuerpos de Ricardo Blanco Valiente y Julio Castro, y su identificación.
La ambigüedad en las explicaciones del ministro se estrella, sin embargo, contra la verdad: el hallazgo de los restos del maestro y maestro de periodistas Julio Castro no registró ninguna intervención “oficial”. El lugar del enterramiento, en el Batallón 14 de Infantería, fue señalado por un ex soldado que aportó los datos al equipo del Grupo de Investigación en Antropología Forense (Giaf) y que decía haber visto trabajos de remoción de tierra en lo que llamó “cementerio clandestino” del 14. Los antropólogos trataron de preservar la identidad del testigo cuando ingresaron al predio, pero el ministro fue incapaz de evitar un “manyamiento” de oficiales, algunos de los cuales habían sido jefes del testigo; el ex soldado reclamó ser sacado del batallón.
Los antropólogos desmalezaron la zona señalada pero no encontraron nada, ni siquiera evidencias de un supuesto “desenterramiento”.
Por la insistencia de algunos de los técnicos se siguió excavando fuera del perímetro establecido y así, el 21 de octubre de 2011, se ubicó el tercer cadáver desde que se iniciaron las búsquedas en 2005: era un enterramiento “primario”, como lo fueron los de Fernando Miranda (ubicado por un “anónimo” entregado al entonces secretario de la Presidencia Gonzalo Fernández) y Ubagesner Chaves Sosa, cuyo lugar preciso de inhumación en la llamada chacra de Pando fue aportado por el comando de la Fuerza Aérea. Los restos del cuarto desaparecido, Ricardo Blanco Valiente –también un enterramiento “primario”– fueron hallados el 15 de marzo de 2012 por los antropólogos forenses a unos 20 metros de la fosa cavada en la piedra de Julio Castro; ambos estuvieron prisioneros en la “Casona” de la avenida Millán donde fueron torturados, pero se sabe que Julio Castro aún vivía cuando fue trasladado de la Casona al 14 de Infantería, donde fue asesinado de un balazo en la nuca en la misma tumba clandestina, antes de ser sepultado con tierra y cal. Las identificaciones de Castro y Blanco, después confirmadas por las pruebas de Adn, fueron aportadas por familiares (no por militares retirados), que en un caso reconocieron las amalgamas de la dentadura y en otro un defecto en una pierna más corta que la otra.
Las inexactas afirmaciones del ministro están en consonancia con todas las versiones “oficiales” que pretendieron “marear la perdiz”: la Comisión para la Paz, instalada por el presidente Jorge Batlle afirmaba que los restos de Castro y de Blanco “fueron inhumados en el Batallón número 14, exhumados, incinerados y arrojados al Río de la Plata en 1984”; Gonzalo Fernández llegó a describir los hornos crematorios. Por su parte, el informe de las Fuerzas Armadas al presidente Vázquez modifica ligeramente la versión de la comisión: dice que una vez incinerados los restos, “fueron esparcidas sus cenizas en la zona”; la variante quizás tuvo por objeto prevenir cualquier pregunta indiscreta sobre los aviones o embarcaciones militares que trasladaron las cenizas hasta alta mar.
El informe militar entregado al presidente Vázquez fue “verbal” pero los oficiales consultados, vinculados directamente a las desapariciones, elaboraron un plano señalando tres enterramientos en el Batallón 14, uno de ellos referido a María Claudia García de Gelman, que indujo al papelón del presidente Vázquez. Después de excavar 10.492 metros cuadrados, el Giaf concluyó que “con la información suministrada no se realizaron hallazgos de restos humanos”. Y concluyó: “La información oficial del Ejército (Informe de las Fuerzas Armadas al Presidente de la República 2005) orientó la investigación a zonas del batallón donde nunca se realizaron hallazgos”.
Durante todo el período de búsqueda el Giaf recibió numerosos testimonios de ex soldados sobre posibles enterramientos en el Batallón número 13 y particularmente en el predio contiguo del Servicio de Materiales y Armamento (Sma), donde funcionó el tétrico centro clandestino “300 Carlos”. Sin embargo, los lugares indicados no fueron explorados porque el Sma no estaba dentro de las áreas autorizadas. ¿Quién autorizaba? El Ejército; y esa limitación, vigente durante nueve años, que pasó desapercibida hasta ahora, no fue cuestionada por el gobierno de Vázquez. Muy recientemente las excavaciones comenzaron a ser coordinadas directamente por la justicia y finalmente se accedió al Sma. En especial, el Giaf quiere investigar la zona del polvorín y el polígono de tiro donde los testimonios ubican fosas comunes. El enlace del Ejército con los antropólogos forenses, el coronel Raúl Gloodtdofsky, pretendió desviar la atención afirmando, según el informe del Giaf, que “el polígono de tiro alojaría material explosivo sin detonar producto de ejercicios de artillería realizados allí”. Una actitud similar tuvo el ministro Fernández Huidobro –a quien el FA ahora identifica como comprometido con la búsqueda de desaparecidos– cuando la jueza Mariana Mota pretendió realizar una inspección ocular de los galpones donde funcionó el 300 Carlos y Fernández la impidió argumentando que allí había “armamento secreto”.
Todos estos elementos avalan el pedido de numerosas organizaciones sociales de que se revierta la anunciada continuidad de Fernández Huidobro en el ministerio. Las secuelas del escándalo del ministro y los curiosos reclamos de explicaciones del FA ponen la atención sobre las ambigüedades e inconsistencias de los gobiernos frenteamplistas en materia de búsqueda de desaparecidos. Como sostiene la antropóloga Alicia Lusiardo, “si viene información de arriba, información oficial como la que brindó la Fuerza Aérea, (la ubicación de los desaparecidos) se arregla en meses”. Pero esa es una decisión política que no parece concretarse antes del 28 de febrero, fecha en que cae el contrato de los antropólogos forenses.
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Ver además:
http://www.diariosalto.com.uy/militares-revelan-texto-de-un-pacto-inconcluso-con-el-mln/
http://www.montevideo.com.uy/auc.aspx?136517
http://noticiasuruguayas.blogspot.nl/2011/04/militares-admiten-existencia-de.html
http://www.elobservador.com.uy/noticia/200590/rosadilla-tuvimos-conversaciones-y-relacion-con-las-fuerzas-armadas/
http://www.eldiariointernacional.com/spip.php?article3163
LA MOVILIZACION QUE SE DEBE HACER EN ESTE 2015 ES ACAMPAR FRENTE AL SERVICIO MATERIAL Y ARMAMENTO, LUGAR DONDE UN DON NADIE NO AUTORIZO A QUE LOS JUECES INVESTIGARAN Y DONDE NO SE DEJO HACER EXCAVACIONES NO ESPERAR NI AL 1 DE MARZO NI AL 20 DE MAYO, NO HAY OTRA...JOAQUIN.-
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