Me crié cerca del mar. En un tiempo pensé que era imposible ahogarse en el mar. El cuerpo aunque quieras no se hunde. Para hundirse necesita un cinturón de plomo. De todas formas al mar hay que tenerle respeto, nunca hay que nadar en contra de la corriente. O bañarse en lugares desconocidos. Uruguay es el país que tiene mas ahogados en relación a la población.
Una forma de evitar ahogarse es saber nadar. Tendría que ser materia obligatoria para todos los niños en la escuela. Con unas pocas clases los niños pueden aprender a nadar. Esto evitaría la cantidad de muertos que hay en Uruguay por esta causa. El mejor salvavidas, es uno mismo.
El Muerto
LÍDER EN AHOGAMIENTOS
Un problema que busca salir a la superficie
Uruguay encabeza la lista de muertes por ahogamiento de América del Sur. Guardavidas, pediatras y autoridades se reúnen para buscar estrategias que permitan bajar la incidencia de este fenómeno que tiene su pico en verano, pero dura todo el año. Esta semana hubo tres fallecidos.
FERNANDA KOSAK
16 diciembre 2017
Es un
mito que la famosa escultura de los dedos de Punta del Este es un
monumento al ahogado. Pero bien podría serlo, puesto que Uruguay tiene
la tasa de ahogamientos más alta de América Latina con 3,9 ahogados cada
100.000 habitantes, según el último reporte de la Organización Mundial
de la Salud (OMS), de 2014. Esto no quiere decir que el servicio de
guardavidas de las intendencias sea malo. Por el contrario, el año
pasado no hubo ningún ahogado en zonas vigiladas de Montevideo,
Maldonado o Rocha. Sí hubo ahogados en los tres departamentos en zonas
no habilitadas para el baño o fuera del horario de vigilancia: dos en
Rocha y Maldonado, y uno en Montevideo.
Solo
esta semana hubo tres fallecidos por ahogamiento. En Piriápolis, un
joven maragato de 24 años desapareció en el agua justo antes de que
comenzara el horario de guardavidas. El miércoles la Armada encontró su
cuerpo. Ese mismo día murió una niña de nueve años en el arroyo de San
Carlos y un joven desapareció en el río Negro, ambos en zonas que no
contaban con servicios de guardavidas. Y la temporada recién empieza.
Para la
Asociación Nacional de Guardavidas del Uruguay (ANGU), la Sociedad de
Pediatría (SUP) y la Armada hay un gran problema de fondo: la falta de
educación en materia de seguridad acuática. Todos advierten que los
ahogamientos son un fenómeno de alta incidencia. En las edades de uno a
cuatro años y de 10 a 14, es la principal causa de muerte entre las
lesiones no intencionales o accidentes (por encima de los siniestros de
tránsito). Sin embargo, es una cuestión que todavía no ha logrado
emerger a la superficie con suficiente fuerza, opinan.
Aunque
los números de la OMS pueden haber fluctuado desde 2014 y es posible que
otros países del continente no tengan tan buenos registros de sus
ahogados, "el dato que tenemos ya es muy preocupante por sí solo",
considera el pediatra especialista en emergencias Javier Prego.
Prego
hace años que ve con preocupación al ahogamiento, ya que sobre todo
afecta a niños y adolescentes, por lo que este año fue el tema que
eligió exponer en el Congreso Uruguayo de Pediatría. A partir de su
conferencia comenzó a gestarse la formación de una Mesa Nacional de
Seguridad Acuática. Las reuniones para conformar este órgano estuvieron
integradas por representantes del Ministerio de Salud Pública (MSP), la
SUP, la ANGU, la Armada, Bomberos, la Secretaría Nacional de Deportes y
la Secretaría de Educación Física, Recreación y Deporte de la
Intendencia de Montevideo. Posiblemente se sumen también representantes
de las otras intendencias de departamentos con balnearios y el
Ministerio de Educación y Cultura (MEC) a la brevedad, ya que esperan
oficializar el grupo de trabajo esta semana. El objetivo es coordinar
esfuerzos para batallar un problema que hasta ahora combatían por
separado. No son hechos aislados, apuntan, es un problema en conjunto.
Epidemia.
En 2016,
10 niños menores de 14 años murieron ahogados. Dentro de los llamados
motivos externos o lesiones no intencionales, fue la segunda causa que
cobró más vidas —detrás de los siniestros de tránsito, motivo por el que
murieron 13 niños el año pasado. Uno de los objetivos que se plantearon
los diferentes integrantes de la mesa de trabajo al crearla fue la
recolección de los datos de los ahogamientos que no terminaron en
fallecimiento: dónde ocurrieron, en qué condiciones, qué secuelas
dejaron y las características de la población afectada.
"Queremos
tener una línea de base para poder medir el impacto de las medidas que
tomemos", dijo Claudia Romero, directora de Niñez del MSP e integrante
de la mesa de seguridad acuática. "Siempre se analizan los ahogamientos
desde la mortalidad, pero no desde la morbilidad, es decir, las
secuelas", agrega.
Según
Prego, las secuelas de un ahogamiento (la dificultad para respirar por
sumersión) pueden ser "graves, permanentes e invalidantes", ya que el
cerebro está demasiado tiempo sin recibir oxígeno. Hay seis fases del
ahogamiento: la primera es una leve tos y tiene riesgo casi nulo. Solo
la más grave implica un paro cardiorrespiratorio. Hoy no existe registro
de los estados de ahogamiento de los sobrevivientes.
"El
uruguayo no respeta el mar", opina el vocero de la Armada, Gastón
Jaunsolo. Aunque las prefecturas no tienen como primer deber rescatar
bañistas —para eso están los guardavidas— sí les toca colaborar a veces,
como en la desaparición del joven en Piriápolis. Gustavo Fungi,
secretario de la ANGU, explica que hay un problema de "sobreestimación
de las capacidades" de uno, así como una "subestimación del medio
acuático". Es decir, creer que porque uno sabe nadar no le va a pasar
nada o no saber leer correctamente el mar y su peligrosidad.
Para el
médico y guardavidas Diego González, el motivo de la alta incidencia de
ahogamientos está en la falta de prevención y educación. Para Prego,
una explicación lógica es el medio: "Hay mucha agua, kilómetros de
costa, arroyos, ríos" y "son parte de nuestra cultura".
Los
países que lideran el ranking de ahogamientos de la OMS son Las Guayanas
(11,8 por cada 100.000 habitantes), Belice (10) y Tailandia (7,3). Los
tres tienen mucha costa. Uruguay es el de peor tasa en América del Sur
pero ocupa el puesto 21 en el mundo.
Los
ahogamientos son eventos "prevenibles con educación. Esto no quiere
decir aprender a nadar", apunta Fungi. "De hecho, a veces saber nadar es
uno de los factores que lleva al ahogamiento", por la confianza que
le da al bañista. La educación en seguridad acuática significa el
respeto de las zonas en las que está habilitado bañarse, el conocimiento
del mar y sus corrientes, pero también de técnicas de flotación y
autorrescate.
El año
pasado la SUP se movilizó para concientizar sobre las lesiones causadas
por fuegos artificiales y logró una legislación al respecto; este año
esperan hacer lo mismo con la seguridad acuática para incorporar normas
como el vallado obligatorio a las piscinas domésticas y públicas.
Si
bien, según Romero, es un problema que afecta especialmente a niños,
"todas las edades tienen sus particularidades". "Una persona mayor con
problemas cardiovasculares tiene que reconocer sus limitaciones", señala
Prego, que enfatiza que también preocupa el consumo de alcohol o drogas
que disminuyan la capacidad motora dentro del agua.
Cuestión de segundos.
Ernesto
Mayol, guardavidas hace 22 años, recuerda cuando salvó a una niña de
cinco años de ahogarse, incluso antes de que sus padres notaran su
ausencia. "Nuestro trabajo es estar cinco segundos antes de todo, esos
segundos nos permiten mantener el número de ahogados en cero",
señala. La niña se había separado del grupo de su familia y luchaba por
mantenerse a flote. "Estaba con los ojitos de una persona que realmente
se está llevando un susto muy fuerte", relata.
Mayol
dice que hay una mirada que solo tiene una persona que se está ahogando,
que está pasando por ese momento de desesperación. Esa mirada los
guardavidas la conocen muy bien. "Me tiré, la rescaté, se me prendió y
se la llevé a los padres", recuerda. Los padres de la niña atinaron a
"retarla", sin darse cuenta de la gravedad de la situación. "Cuando se
fueron, la niña vino corriendo a darme un abrazo. Lo que pasó quedó
entre nosotros", relata.
El
tiempo lo es todo cuando un accidente de este tipo ocurre. Cuánto tarda
el guardavidas en percatarse, en ir al rescate, cuánto tiempo pasa la
persona sumergida y cuán rápido se aplican medidas de primeros auxilios
o, en caso de gravedad, en llegar la ayuda médica. Otro objetivo de la
conformación de una mesa de trabajo con los distintos actores
involucrados en el ahogamiento es aceitar la cadena de salvamento lo
máximo posible, coordinando protocolos y esfuerzos de partes
que antes tenían más escasa comunicación.
"Si
pusieran un micrófono en las torres lo que escucharían sería: Ese se
separó del grupo, ese está nadando muy lejos, aquel dio una brazada,
anda bien. Estamos permanentemente mirando al mar. Tratando de ver las
cosas antes de que ocurran", dice Mayol.
En tres
segundos un niño pequeño puede tener "un gran problema". En ese lapso
"se cayó y respiró abajo del agua", apunta. "No sirve que estés mirando
al niño desde una sombrilla", advierte. Según la pediatra Patricia
DallOrso, un pequeño no se puede estar bañando "a una distancia más
larga que el brazo del adulto que lo cuida".
Los
instantes más prolongados y largos son los que uno está luchando por
respirar. La sensación de que a uno lo revuelque una ola es un
recuerdo que parece eterno, pero, en realidad, no son más de tres o
cuatro segundos. Aunque no toma mucho más que eso para que una
tragedia ocurra.
365 días.
Los
guardavidas luchan por extender sus servicios todo el año, y los
pediatras insisten que los ahogamientos no son exclusivos del verano.
"Los niños muy pequeños pueden ahogarse hasta si se caen en un balde y
quedan patitas para arriba", dice el médico y guardavidas González. En
la franja de uno a cuatro años lo más frecuente es que el
siniestro ocurra en piscinas, pozos o bañeras, dice DallOrso. "En esa
franja etaria hay que educar no al niño, sino a los padres para que
vigilen", entiende Fungi. En adolescentes es más frecuente que ocurra en
arroyos, ríos, lagos o mar. "Lo común es que se dé en
lugares no vigilados. En playas con guardavidas o clubes con
instructores es excepcional", expresó Prego.
"Hay
una cantidad de conocimientos que las brigadas podríamos volcar durante
el año para que en verano el número de rescates bajara", dice Mayol.
"Los guardavidas sabemos leer el mar, pero es un conocimiento que puede
tener cualquiera, por eso estaría bueno que pudiéramos dar ese tipo de
educación todo el año", opina.
Menos
en Montevideo, los guardavidas son empleados zafrales en las
intendencias. Esto, opina Mayol, lleva a que "se piense todo a último
momento", y que algunas cosas, como la compra de insumos (patas de rana,
elementos de flotación) o la contratación de guardavidas suplentes se
compliquen, redundando en una peor calidad de trabajo y menor seguridad
para los bañistas.
El
curso de guardavidas se da en el Instituto Superior de Educación Física
(ISEF), de la UdelaR. Dura un año y solo entran 30 por año. Si bien
comparativamente es mucho —en España, por ejemplo, el curso de
guardavidas dura cuatro fines de semanas—, en la ANGU proponen que se
alargue el curso para agregarle carga de investigación y se convierta en
una tecnicatura.
"Tiene
que haber guardavidas todo el año para alternar en espacios de piscinas
públicas, trabajar con la comunidad, fomentar el tema de la cultura
acuática, la prevención en las escuelas públicas, en playas y hasta
colaborando con las inundaciones", opina Fungi.
"Este
es un país en el que se habla constantemente de los siniestros de
tránsito, en las escuelas y en campañas de concientización. Pero los
ahogamientos no son un tema muy presente", plantea Prego. Jaunsolo, de
la Armada, cree que la única forma de revertir este fenómeno es el mayor
énfasis en ese tipo de campañas, cosa que ya hace la fuerza del mar.
"Sacamos medidas que aunque parecen tan obvias, como no bañarse en
playas no habilitadas, no se respetan".
Lo que no hay que hacer: nadar contra la corriente
Tal vez el punto
más peligroso que tienen las playas con oleaje es "el chupón" o el
retorno. Es la parte de la costa donde el agua arrastra para adentro,
generalmente indicada con banderas por los guardavidas. "Vos podés
meterte 80 metros en una parte y que no te pase nada y estar a 10 metros
de la orilla en otra y ya estar en un problema", advierte el
guardavidas rochense Ernesto Mayol.
Lo primero que hay que tener en mente cuando uno se ve atrapado en el retorno, es que la corriente lo lleva más adentro pero no lo tira hacia abajo: esa es una sensación inducida por el miedo. También hay que evitar el primer instinto de tratar de salir directamente a la costa, yendo contra la corriente. Lo más probable es que sea inútil y no se avance, además de provocar gran cansancio en pocos segundos. Conservando la calma, lo que se debe hacer (en caso de saber nadar) es bracear en paralelo a la orilla hasta salir del retorno y volver a la zona con oleaje, y con la ayuda de una ola volver a la costa.
De no saber nadar, se debe mantener la calma, intentar hacer la plancha o flotar y pedir ayuda.
Los guardavidas enfatizan que si bien la zona del chupón suele estar delimitada entre banderas que indican que no se puede bañar allí, también es importante mantener una distancia prudencial ya que las banderas no son una línea fija, y es posible desplazarse unos metros sin darse cuenta y acabar por error en la zona del retorno.
Lo primero que hay que tener en mente cuando uno se ve atrapado en el retorno, es que la corriente lo lleva más adentro pero no lo tira hacia abajo: esa es una sensación inducida por el miedo. También hay que evitar el primer instinto de tratar de salir directamente a la costa, yendo contra la corriente. Lo más probable es que sea inútil y no se avance, además de provocar gran cansancio en pocos segundos. Conservando la calma, lo que se debe hacer (en caso de saber nadar) es bracear en paralelo a la orilla hasta salir del retorno y volver a la zona con oleaje, y con la ayuda de una ola volver a la costa.
De no saber nadar, se debe mantener la calma, intentar hacer la plancha o flotar y pedir ayuda.
Los guardavidas enfatizan que si bien la zona del chupón suele estar delimitada entre banderas que indican que no se puede bañar allí, también es importante mantener una distancia prudencial ya que las banderas no son una línea fija, y es posible desplazarse unos metros sin darse cuenta y acabar por error en la zona del retorno.
En la
playa Honda de Malvín funciona la escuela “Todos al agua”, un proyecto
de la Asociación Nacional de Guardavidas del Uruguay (ANGU), que
trabaja en conjunto con la Secretaría Nacional de Deportes y con la
Secretaría de Educación Física, Recreación y Deporte de la Intendencia
de Montevideo (IM), quienes aportan recursos humanos. Es una escuela de
seguridad acuática y prevención que realiza actividades todo el año. A
fin de mes comenzarán las actividades de la “Escuela de Mar”, una
propuesta para que niños y jóvenes de ocho años en adelante vayan a la
playa a hacer deportes, juegos acuáticos y salvamento deportivo. Todo
con el fin de educar en prevención de seguridad acuática de forma
entretenida. También hacen el taller “Soñando sobre las olas”, que es de
surf para niños con discapacidades.
El
programa estrella es “Guardavidas junior”: una experiencia piloto que se
está realizando en las escuelas públicas del Municipio E de Montevideo,
cinco hasta ahora. Son entre 18 y 24 clases para niños de sexto de
escuela donde reciben entrenamiento en piscina y dos talleres. Ahí se
les enseña específicamente educación en prevención, protocolos y qué
hacer en caso de que ellos mismos incurran en un posible ahogamiento,
es decir, el autorrescate. Se les explica cómo ayudar desde zonas de
seguridad y cómo colaborar, siempre sin entrar en zona de riesgos. Los
talleres son en primeros auxilios y dinámica costera. Su coordinador,
Gustavo Fungi, sueña con extenderlo a todo el país.
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