Presidente de la ARU: “Aunque todos podemos estar de acuerdo en que la desigualdad extrema no es deseable, la realidad es que la desigualdad de ingresos va a existir siempre”
Gabriel Capurro elogió el ajuste fiscal del gobierno en el cierre de la Expo Prado 2020.
“Aunque todos podemos estar de acuerdo en que la desigualdad extrema no es deseable, la realidad es que la desigualdad de ingresos va a existir siempre por la propia naturaleza humana, y es justo que así sea. Las personas somos todas distintas, tenemos objetivos de vida diferentes, actitudes y aptitudes diferentes, y actuamos y trabajamos en consecuencia. Las diferencias existen y van a existir siempre entre las personas, y por lo tanto en los ingresos, que no pueden ni deben ser iguales”, dijo este sábado Gabriel Capurro, presidente de la Asociación Rural del Uruguay (ARU), en la clausura de la Expo Prado 2020.
Para el presidente de la ARU desde “el punto de vista político la desigualdad de ingresos es más fácil de atacar que la pobreza, más rápida de lograr resultados y también es más popular, el problema es que si no se actúa con equilibrio en las políticas impositivas que se implementan se puede caer fácilmente en el populismo, desestimulando al que arriesga, al que invierte, al que más se esfuerza y genera riqueza y perpetuando la pobreza y su dependencia del Estado cuando las prestaciones sociales se dan en dinero efectivo y sin contrapartida”.
Capurro dijo que este año es “muy especial, diferente y difícil”, porque la pandemia generada por la covid-19 “esta provocando una emergencia sanitaria global y graves consecuencias sobre la salud de las personas y las economías en todos los países. Tenemos un legítimo orgullo de cómo el país ha enfrentado la pandemia. Tanto el gobierno como todos los uruguayos han actuado con eficacia y responsabilidad, lo cual nos ha permitido estar en una situación relativamente buena”.
El presidente de la ARU aseguró que la pandemia generará “recesión en la economía”, además de agravar la pobreza y la desigualdad, “efectos negativos en la sociedad” que conducen “a una peor distribución de la riqueza”. “Los recursos son siempre insuficientes para atender todas las situaciones y necesidades que se presentan, y adquieren mayor importancia las estrategias que se sigan para superar los problemas y dificultades. Es relevante a la hora de fijar políticas publicas la consideración de la desigualdad y la pobreza, ya que ambas están relacionadas entre sí”, afirmó.
Capurro recordó que la carga impositiva en Uruguay llega a 35% del Producto Bruto Interno y es de las más altas de América Latina, “sin considerar los impuestos encubiertos en las tarifas públicas”. Además, afirmó que, a excepción de las telecomunicaciones, la economía uruguaya está estancada hace cinco años, “la inversión ha caído, también el empleo, muchos sectores de la economía están en recesión y muchas empresas corren el riesgo de quebrar”.
Aseguró que un aumento de impuestos “incidiría negativamente en todos estos indicadores, por lo que buscar atenuar la desigualdad y pobreza por este camino podría tener el efecto inverso. Apoyamos en ese sentido la política del gobierno de no crear ni aumentar impuestos y poner el énfasis en la austeridad y en la baja del gasto”, dijo Capurro frente al presidente, Luis Lacalle Pou, el ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca, Carlos Uriarte, y la ministra de Economía y Finanzas, Azucena Arbeleche, quienes asistieron a la ceremonia.
Capurro dijo que esta es la primera vez que se hace un ajuste fiscal sin aumentar impuestos o crear nuevos, haciendo el ajuste en el Estado y no trasladando los costos a los sectores privados de la economía, “como ha sido tradicional en el pasado”.
Sobre la pobreza dijo que mejoró cuando hubo crecimiento, pero en cuanto la economía se enlenteció aumentó: “En 2017 la tasa de pobreza era 7,9%; en 2018, 8,1%; en 2019, 8,8%. Esto quiere decir que cada 1.000 personas, 88 son pobres en nuestro país. Un requisito fundamental para la reducción de la pobreza en forma estructural es una economía que atraiga inversiones, genere empleo genuino y productivo, y produzca un crecimiento que mejore los ingresos y contribuya al bienestar general de la población”, dijo.
Sobre el sector rural, dijo que tiene mecanismos “naturales” de distribución de ingresos, entre actores sociales, proveedores, vendedores de insumos y trabajadores. Estimó que la distribución es de entre 50% y 80% en promedio, e incluso aseguró que “hay ejercicios donde estos porcentajes llegan a 100%”. De todas maneras, agregó: “Los ingresos de las empresas rurales son muy variables, y por ello es muy difícil incorporar a los salarios de los trabajadores en forma permanente el resultado de años buenos, porque luego son imposibles de mantener en años malos”.
Capurro sostuvo que a lo largo de los años las políticas impositivas lo que hicieron fue transferir la riqueza generada por el sector rural a otros sectores de la economía, “en detrimento de la población rural, determinando una injusta distribución de la riqueza”; según él, esa trasferencia es la causa de la falta de desarrollo del país y lo que imposibilitó “una justa distribución de riqueza dentro del propio sector rural”.
“Es imprescindible que las empresas rurales tengan márgenes de rentabilidad razonables para implementar mecanismos de distribución de la riqueza que sean justos con los trabajadores del campo. Sin rentabilidad no hay inversión, sin inversión no hay empleo, no hay proveedores de insumos ni de servicios, no hay mayor producción, no hay generación de valor en las cadenas agroindustriales”, concluyó.
Sergio Sommaruga
Apelar a la naturaleza humana para justificar la desigualdad social es un monumento a la ideología.
Para quienes estudiamos a los que justifican el capitalismo, la frase no es nueva.
Por el contrario, tiene más años que el agujero del mate.
No obstante, es interesante advertir como el pez por la boca muere.
Efectivamente, quienes suelen achacarle a la izquierda que tiene una mirada muy ideológica de la sociedad y la política, terminan usando, y de una manera muy pornográfica, una apelación ideológica para justificar un problema histórico y social, como la desigualdad estructural y la existencia de la brecha social.
Que en nuestro país el 1% más rico, del que Capurro es parte, acumule la misma cantidad de ingresos que más de medio millón de personas, no tiene nada que ver con la naturaleza humana, con lo genes, ni con el espíritu santo.
Tiene que ver con la política económica, las reglas mercadocentricas del capitalismo y las normas y dispositivos institucionales que aseguran la vigencia de esas reglas.
Saquemos todos los subsidios y exoneraciones al capital y vamos a ver que tanto puede justificar la naturaleza humana las enormes diferencias sociales que existe entre esa ínfima minoría, agraviantemente rica, y los 100.000 uruguayos que comen en ollas populares.
Los dueños del poder siempre creen que su visión del mundo es la única visión del mundo posible y legítima. Y se la imponen al resto como la visión natural de las cosas.
No dejes que te mientan.
Pensar con cabeza propia y cuestionar el pensamiento único, es fundamental para resistir al embaucamiento y para defender tu derecho a la libertad.
Ricos patrones
Por El Muerto
Después de 15 años de un gobierno neoliberal que agudizó la pobreza y la riqueza en el interior uruguayo, forestando, exportando ganado en pié, y con grandes extenciones para la soja transgénica. ahora con un gobierno directamente empresarial el tema de la pobreza y la distribución de ingresos y riquezas, va a extremar miserablemente la vida de miles de uruguayos en el interior.
Capurro quiso decir y lo dijo que hay que bajar los índices de pobreza sin afectar la distribución de la riqueza. Por lo tanto los mas ricos seguirán siendo mas ricos mientras la desocupación continuará haciendo estragos- Como si se tratara de una justicia divina porque siempre ha sido así.
La naturaleza de que haya ricos y pobres
Con el apoyo y la bendición de los sectores mas reaccionarios de la iglesia católica y del gobierno actual que les proporcionará un ajuste fiscal sin aumentarle los impuestos a los que mas tienen.
Los recientes informes del INE revelan los indices de pobreza actual y los informes de CERES van mas allá reflejando otra dramática realidad en un pais muy rico y fértil y con mas de 13 millones de cabezas de ganado. Uruguay puede alimentar a 30 millones de habitantes, a pesar de ello medio millón hoy pasan hambre de los que 60 mil son niños.
El presidente dijo: "Estoy con el campo".
>>> El ministro cree que solo ARU es el campo
El ministro Carlos María Uriarte
Campos sin gente
ECOMUNITARISMO, DESIGUALDAD Y DIFERENCIAS
Sirio López Velasco (lopesirio@hotmail.com)
Uruguay tiene hoy aproximadamente 3,5 millones de habitantes. La Asociación Rural del Uruguay (ARU) representa desde 1871 a los latifundistas del país. Según dato de 2017 el 96% de las tierras uruguayas está en manos privadas; según el Censo Agropecuario de 2011, de las 16 millones de hectáreas con las que cuenta el país, 3 millones, pertenecían a tan sólo 260 productores; y según estimación de los especialistas, hoy al menos la mitad del territorio uruguayo es propiedad de extranjeros (en especial de multinacionales; sólo una de ellas, dedicada a la forestación para la producción de pasta de celulosa, controla más de 250 mil hectáreas). Al mismo tiempo hay que recordar que no hace mucho la ARU se opuso a la promulgación de la Ley que garantizaba la jornada laboral de ocho horas para los trabajadores rurales. Ahora bien en su discurso de mitad de septiembre de 2020, al clausurar la Exposición Rural anual, el actual Presidente de la ARU, Gabriel Capurro, tras reconocer que según datos oficiales un 8% de los uruguayos están en la pobreza, proclamó: “Aunque todos podemos estar de acuerdo en que la desigualdad extrema no es deseable, la realidad es que la desigualdad de ingresos va a existir siempre por la propia naturaleza humana, y es justo que así sea.
Las diferencias existen y van existir siempre entre las personas y por lo tanto entre los ingresos, que no pueden ni deben ser iguales”. Y de inmediato, aterrizando esos conceptos, felicitó al actual gobierno derechista por no haber aumentado los impuestos (a los latifundistas, claro), y se pronunció contra la ayuda monetaria directa sin exigencia de contrapartidas a los más necesitados en plena pandemia del COVID19, pues, dijo, eso sería populismo y quebraría la lógica de la retribución habida según el esfuerzo y el mérito; y machacó que son los empresarios quienes crean empleos, y con eso renta y mejoras del nivel de vida de la población en general. Este personaje (que olvida decir que el 85% de los impuestos en Uruguay se captan de los salarios, y sólo el 15% del capital) parece inspirarse en la Teoría de la Justicia de John Rawls, quien sublimando la realidad capitalista, proclamó que son morales las diferencias que supuestamente redundan en beneficio general; de hecho estaba así legitimando las últimas aseveraciones de Capurro, al canonizar como útil para todos el dominio de los capitalistas sobre los medios de producción y su parte de león en la riqueza y renta nacionales.
Por nuestra parte, en óptica ecomunitarista, defendemos (siguiendo y ampliando a Marx) que el principio de distribución que paute a la sociedad (extendida a la Humanidad) sea el que sigue: “de cada uno según su capacidad y a cada uno según su necesidad, respetando los equilibrios ecológicos y la interculturalidad”.
O sea, reconocemos la diferencia entre las personas, en particular en lo referente a sus capacidades-habilidades productivas y en lo relativo a sus necesidades para desarrollarse plenamente como individuos. Y por eso mismo consideramos que la comunidad debe controlar-gestionar a los medios de producción y repartir los deberes productivos y los frutos de la producción de acuerdo, respectivamente, a aquellas distintas capacidades y necesidades. Eso significa concretamente que en óptica ecomunitarista, si una persona soltera tiene menor capacidad productiva a causa de algún problema físico o mental, y por ello mismo tiene más necesidades que satisfacer para lograr su pleno desarrollo (por ejemplo en atención médica y aparatos para superar sus dolencias), entonces esa persona contribuirá MENOS al fondo social común generado por la comunidad sin patrones, y al mismo tiempo recibirá MÀS de ese fondo común, que otra persona soltera que no padezca aquellos problemas. En esa lógica tampoco interesa la actual escala meritocrática-jerárquica de las profesiones ejercidas temporalmente por cada uno (el Ecomunitarismo pregona el ejercicio rotativo de actividades productivas para las que cada cual se vea inclinado por su vocación y capacitado por su formación, en un sistema de educación universal y gratuita abierta a todos hasta sus niveles más elevados); así si alguien soltero ejerce durante un determinado año la profesión de médico y otra persona se desempeña en ese mismo período como limpiador de calles, pero tiene dos hijos, entonces esta segunda persona tendrá que recibir más del fondo común que la primera, pues sus necesidades familiares son mayores.
Como se ve, al igual que el señor Capurro creemos que las personas son y serán distintas unas de las otras (aquí hemos considerado sólo el aspecto productivo, pero es obvio que esas diferencias se amplían cuando consideramos los gustos, caracteres, etc.); y por eso mismo defendemos un principio de distribución desigual que dé más al que más necesita (en los límites del respeto a los equilibrios ecológicos y de la interculturalidad). Para que ese principio se realice habrá que devolver a la comunidad nacional los medios de producción (como las tierras uruguayas hoy acaparadas por la pequeña oligarquía multimillonaria representada por la ARU), para que sus frutos estén al servicio del desarrollo pleno de cada persona.
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